ENTREVISTA CON EL
EXPERTO ESPAÑOL FRANCISCO SIERRA CABALLERO
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
Es paradójico que en la era de las tecnologías de la comunicación, en la que se supone
que priman la máxima transparencia, la visibilidad total, la iluminación de la
información, el secreto es la norma y no la excepción, así como el espionaje
electrónico tanto militar como económico de potencias como Estados Unidos es
una práctica que aunque indigna al mundo, es el común denominador en la
sociedad global del capitalismo, explica el reputado sociólogo español,
investigador social y catedrático universitario Francisco Sierra Caballero.
“Esa ilusión de transparencia, la falsa idea de que Internet
nos hace libres, que la información nos libera de la realidad, es este
dispositivo positivista, moderno de control y vigilancia que oculta las formas
de poder y control que se dan en la
aldea global del capitalismo”, enfatiza el experto en Ciencias de la Información , al
explicar los alcances del desarrollo inusitado de las tecnologías
comunicacionales.
Por lo anterior, Sierra Caballero aboga por la
democratización y libre acceso de los ciudadanos a las tecnologías de la
comunicación y a los medios de información.
Resalta los ejercicios
democráticos que en este sentido se vienen dando en algunos países de América
Latina que apuntan a abrir el debate público sobre la regulación y organización
de sistemas de comunicación públicos y la definición de una estructura más
equilibrada en cuanto al acceso y propiedad de los medios.
Aprovechando su participación en la Séptima Semana Internacional de
la Comunicación
organizada por la Corporación
Universitaria Minuto de Dios de Bogotá, el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano WWW.CRONICON.NET, dialogó con este experto para conocer su opinión en torno a temas
como la concentración monopólica de los medios; el alcance de las regulaciones
legislativas que sobre el tema se vienen aprobando en países como Argentina,
Ecuador, Bolivia, Uruguay y Venezuela; la centralidad comunicativa; la
expropiación de la información mediante las políticas de libre comercio como
los TLC, entre otros.
Sierra Caballero, doctor en
Ciencias de la Información
y posgraduado en Sociología por la Universidad Complutense
de Madrid, es especialista en Ciencia, Tecnología y Sociedad por la UNED. Se desempeña como
profesor titular de Teoría de la Comunicación de la Universidad de
Sevilla, donde dirige el Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación,
Política y Cambio Social (COMPOLITICAS) y la Revista para el Desarrollo Social de la Comunicación
(REDES.COM). Experto en políticas de comunicación, nuevas tecnologías y
participación ciudadana de la
Unión Europea , ha impartido clases y conferencias como
profesor invitado en prestigiosas universidades y centros de investigación de
Europa y América Latina. Autor de numerosos estudios y ensayos en materia de
comunicación y desarrollo, políticas de comunicación y teoría de los medios, ha
publicado recientemente “Políticas de comunicación y educación. Crítica y
desarrollo de la sociedad del conocimiento” (Gedisa, Barcelona, 2006). En la actualidad
es Director de Centros Asociados del Consejo Directivo de la Federación
Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social
(FELAFACS) y Secretario Internacional de la Unión Latina de
Economía Política de la
Información , la Comunicación y la Cultura (ULEPICC).
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Los
grandes medios de comunicación son actores políticos que juegan a proteger sus
intereses corporativos. ¿Cómo entonces
podemos hablar de democracia comunicacional y equilibrio formativo en nuestra
actual sociedad global?
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Yo creo
que tenemos en la agenda de las democracias mediáticas de nuestros países,
especialmente en la región iberoamericana, una tarea pendiente, y es justamente
regular un campo que es reconocido constitucionalmente, que es un derecho humano
fundamental, pero que está en manos privadas corporativas que obedecen a
intereses ajenos a la ciudadanía. Por
tanto, avances democráticos como el que se ha dado en Ecuador por la Ley Orgánica
o la propia experiencia de la Ley
de Medios de Servicios de Comunicación Audiovisual en el caso de Argentina es
un primer paso en un doble sentido, primero de abrir en la agenda pública de
deliberación ciudadana sobre qué tipo de comunicación, qué modelo o sistema de
organización de medios y de información
pública se requiere; y en segundo lugar, establecer una estructura
equilibrada en la que además de los actores privados de las grandes compañías
nacionales y multinacionales de comunicación exista también un sector público
fuerte garante de los derechos democráticos del ciudadano, por supuesto además
de servicio público del Estado, una red amplia, potente, organizada en red de
medios ciudadanos, de medios
comunitarios. Estas dos condiciones creo que son básicas: la de abrir al debate público la regulación y
organización de sistemas de comunicación pública y la de definir una estructura
más equilibrada que la que históricamente ha marcado en nuestros países la
conformación de la esfera pública en los medios de comunicación.
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Si como
usted ha se señalado, una de las premisas de la libertad de prensa es no hacer
de la actividad periodística una industria, ¿podríamos colegir que en las
actuales circunstancias socioeconómicas, no es dable hablar de libertad de
prensa sino mas bien de libertad de empresa?
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Es un axioma, un principio que es
universalizable, cuando el señor Rupert Murdoch habla de libertad de prensa
y se opone a cualquier tipo de
regulación en realidad está hablando de su derecho privativo a concentrar y expandir sus intereses privados
corporativos en el merado de la comunicación global. Por tanto, está idea
liberal de la libertad de expresión como libertad de empresa informativa caza
muy mal con los derechos universales a la comunicación reconocidos por la Declaración de
Derechos Humanos. Es decir, los depositarios somos los ciudadanos que por tanto
debemos tener derecho a tener medios comunitarios, derecho a un sistema público
de radio y televisión y a un sistema o esfera publica estatal que defienda los
intereses colectivos mucho antes que la libertad de expresión de un empresario,
que fue por ejemplo el debate que ha habido en Ecuador a propósito de la
Ley Orgánica de Comunicaciones. Por este derecho a los intereses creados, como en el caso de
Argentina, grupos mediáticos como Clarín no pueden ser los depositarios de la
libertad de expresión. Antes bien, ese ejercicio compete a profesionales
siempre y cuando se respete en equilibrios y
ponderados y que sea posible el acceso de otras voces. Desde el Informe MacBride
hasta nuestros días este principio liberal de libre empresa informativa responde
a lo que ha sucedido por ejemplo con el grupo Murdoch en Inglaterra de
vulneración de derechos fundamentales como el derecho a la privacidad, de
transgresión de las leyes de espectacularización y mercantilización
extrema que, desde luego, no está respetando los derechos humanos fundamentales
en la mayoría de países porque lo que prima es la lógica del valor de la
mercancía y la potestad, el principio básico constitucional de la mayoría de
nuestros países de la libertad de expresión que supone un derecho político, un
derecho social y una libertad pública que exige trascender mucho más de su
realización mercantil o industrial que debe ser reconocida como tal, también
como un principio incluido dentro de los derechos a la comunicación, el de la
libertad de prensa informativa pero ésta no se ve vulnerada porque se regule en
países como Argentina y Ecuador la estructura para limitar los niveles de concentración
de propiedad. Antes bien, es una
garantía para proteger al ciudadano de abusos de poder como la historia de la
comunicación moderna que conocemos desde el Ciudadano Kane hasta nuestros días.
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El mundo
adolece de lo que se denominan centralidad de la comunicación. En ese sentido siguen
vigentes las premisas del Informe MacBride auspiciado por la Unesco en los años ochenta
del siglo pasado y el cual propugnó porque se escucharan las múltiples voces
del planeta, especialmente las del Sur. ¿Lo considera así?
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Algunos expertos que venimos luchando desde
colectivos como la Unión Latina
de Economía Política de la
Información (ULEPICC), de movimientos sociales, desde la
teoría crítica por los derechos de la comunicación, debemos referirnos a ese
intento de democratizar el sistema mundial de comunicación. Por primera vez en
la historia Naciones Unidas específicamente la Unesco con la mayoría de los
países del Sur planteó el tema, sobre el cual nosotros preferimos hablar del
espíritu MacBride, en tres conceptos básicos que están presentes y que siguen
siendo válidos para las propuestas democráticas y que de algún modo inspiran
procesos regulatorios como el de Argentina, como el de Ecuador, como el de
Venezuela, o Bolivia. La primera premisa
es justamente concebir la información,
no como una actividad mercantil, no como una mercancía sino fundamentalmente
como un bien social, como un bien común y de suyo un objeto de regulación que
afecta el derecho universal, que afecta al sujeto de derechos de la comunicación
que es el ciudadano y por tanto hay que pensar la información como un bien público. La segunda premisa que es básica y creo que además necesaria, lo estamos viendo en Unasur,
es la necesidad de cooperación entre países y entre sectores, lamento que
grandes grupos multimedia sean globales o angloamericanos como los de Murdoch, o a escala nacional como el
grupo el Clarín en Argentina que no entienden que el derecho universal exige su
activo de cooperación con los medios comunitarios, de cooperación con el sector
público y no como estamos observando en América Latina como arietes de golpes
de Estado, de golpes militares, golpes mediáticos que afectan no solo el
derecho de información. En la centralidad de la comunicación en realidad está
en juego el poder de luchar por otros derechos sociales y por otros derechos humanos en nuestros
países. Y por tanto esta cultura de cooperación que está registrada como uno de
los principios y aportes del Informe MacBride
creo que se está recuperando en el caso de Unasur porque es estratégico la
cooperación entre sectores, agentes culturales, poderes públicos y por supuesto
entre países para desarrollar democráticamente una sociedad de la información
para todos, un sistema de comunicación público y abierto. Y la tercera premisa, creo que es una lección también básica, fundamental. Los que defienden la
doctrina totalitaria liberal de libertad de expresión entendida como libertad
de prensa informativa no quieren oír hablar de participación ciudadana, no
quieren hablar de políticas públicas de comunicación, el Informe MacBride fue
una lección de que no hay desarrollo, no hay democracia, no hay progreso, no
hay identidad cultural sin participación ciudadana y sin políticas públicas. Lo
que estamos viviendo en los últimos años en América Latina son políticas
activas en regulación. Todavía nos queda un amplio camino, pero en ese sentido
el Informe MacBride sigue siendo valido. Una comunicación debe de ser
participativa para el desarrollo nacional, para la igualdad y acceso de todos
los ciudadanos a los bienes simbólicos, a la información y la cultura y sin
políticas públicas no es posible esta participación. Afortunadamente hay
procesos regulatorios que son ejemplos hoy en día, por ejemplo, para la Unión Europea que va en sentido
contrario, evitando la participación ciudadana en temas de comunicación publica,
en proyectos sociales de información, propiciando la privatización de los
medios públicos y negando la posibilidad de una política activa de los poderes
públicos para regular y garantizar los derechos sociales a la comunicación.
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En la Cumbre por un Periodismo
Responsable que se realizó en Guayaquil, Ecuador, el pasado mes de junio, usted
abogó por un periodismo para una ecología social. ¿A qué quiso eludir con ese
término?
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En América Latina, especialmente en Ecuador,
tenemos por delante la necesidad de concebir, como ya se dio en aquella critica
de los años setenta, alternativas democráticas a la comunicación, pensar una
tradición que es latinoamericana de comunicación participativa para el cambio
social, de comunicación participativa para el desarrollo concebida hoy como
ecología de la comunicación. Es decir, pensar el periodismo, los medios, como
una comunicación para el Buen Vivir, este concepto, creo que clarifica los
elementos de desarrollo de qué tipo de ecologías de vida, qué tipo de
ecosistemas culturales, qué tipo de sistemas de comunicación necesitamos para
el Buen Vivir, para el desarrollo nacional de acuerdo a ciertos criterios
cualitativos, a ciertos enfoques mas respetuosos con la naturaleza, con la
cultura local, con nuestras identidades, con las necesidades radicales de la
población y debemos explorar esa realidad. En ese sentido el periodismo
ciudadano y debates como la comunicación
participativa que se dieron en décadas atrás pueden ser caminos a explorar para
otra practica de la comunicación en los medios, mudando narrativas, modos de
contar, agendas temáticas de los medios de comunicación, pero también modos de
producir contenidos culturales a través de los nuevos ecosistemas o redes digitales, en fin, tenemos por
delante una agenda en la que debemos ir pensando, y este es uno de los retos en
la que algunos investigadores participamos para repensar las practicas de
comunicación desde el Sur, para el Sur, con el Sur , desde abajo, desde la
ciudadanía, desde las necesidades locales y radicales de la población.
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Con los
tratados de libre comercio y las políticas neoliberales usted ha denunciado que
se genera expropiación de la información a través de las leoninas cláusulas de
propiedad intelectual ¿Cuál es el alcance de esa expropiación?
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El alcance es vital, porque afecta a las
tecnologías, a las telecomunicaciones, y por eso América Latina debe tener en la agenda, porque
no puede ser a nivel nacional, una política publica que cuestione todas las
estrategias de expropiación de los sistemas de propiedad intelectual porque esto
afecta por ejemplo a la industria del conocimiento, a todos los procesos de
investigación y desarrollo, en áreas sensibles como la biomedicina o la
farmacéutica, es evidente que afecta el desarrollo nacional pero también la
industria agropecuaria de grandes multinacionales como Monsanto. En el campo de
la comunicación es decisivo porque los sistemas de propiedad intelectual que
nos imponen los acuerdos comerciales terminan generando un sistema de
tecnologías dependientes por parte de
los países del Sur, de dependencia cultural, de pérdida de soberanía
informativa y de imposibilidad de construir un programa, una política, acorde a
las necesidades nacionales. Por tanto tenemos que enfrentar como punto clave
del conflicto en la sociedad global de la información, un derecho de propiedad
intelectual, eso pasa por limitar en el tiempo y en el espacio esos derechos
corporativos de las grandes corporaciones. En segundo lugar, asumir una defensa
de los derechos colectivos y comunes, por ejemplo, los derechos patrimoniales
que están siendo objeto de vulneraciones en las comunidades tradicionales,
rurales y de los pueblos indígenas, defendiendo
los derechos comunes y propugnando por una regulación de la propiedad patrimonial, del
conocimiento y material acorde a las necesidades locales frente al modelo de
cercamiento y privación que es muy
evidente en el caso de la ciencia y tecnología pero que afecta
también a las culturas tradicionales de los pueblos originarios. En ese ámbito
es estratégico para otra sociedad del conocimiento y para otro modelo de
desarrollo que América Latina, especialmente Unasur, haga un frente común y se
module otro modelo de regulación plural y abierto que defienda los derechos
comunes y colectivos de los pueblos originarios frente a los intereses de las
grandes corporaciones del norte.
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También
ha señalado usted que las políticas de la sociedad de la información se
inspiran en el principio de la falsa transparencia. ¿Por qué?
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El concepto de falsa transparencia tiene que ver
con la tradición de la ciencia moderna, del pensamiento ilustrado, de esa
visión de ver igual al poder, y está inspirado en todas las políticas públicas
de transferencia de tecnología, de capital de conocimiento y de la modernidad. Lo
que estamos cuestionando con el conocimiento para el Buen Vivir es una práctica
de la comunicación centrada en los imaginarios, en los relatos, en las formas
de ser, pensar y conocer de las culturas locales, y la paradoja más evidente de
esa falsa transparencia es la que tenemos en el periodismo que previsiblemente
nos informan de lo que está sucediendo en Siria, pero como demostraron los
cables de WikiLeaks, como se está demostrando en las formas de espionaje de
video control y televigilancia en las redes sociales y en el sistema global de
medios, lo que tenemos es un sistema de control para la guerra, por lo tanto esa
supuesta visibilidad que nos permite tener acceso a la realidad lo que está
ocultando son los dispositivos de control de vigilancia de video política del
orden global en la que extiende su maquinaria de terror sea en el conflicto de
Siria, antes en Irak, Afganistán, en los conflictos globales por las luchas del
petróleo o de recursos estratégicos como
el agua. En consecuencia, la falsa transparencia es esa concepción
moderna, positiva, ilustrada de la razón, de la razón terrorista, de la razón
totalitaria que no piensa que todo relato, que todo discurso, que toda práctica
de observación y conocimiento tiende a ocultar los dispositivos de poder y de control
como sucede en la red global como lo reveló de algún modo WikiLeaks en los
conflictos por la lucha del código que hoy se puede observar en el caso de la
red de Internet. Por eso hoy uno de los debates es el de la propiedad
intelectual y de la gobernanza de Internet frente a esos sistemas de video vigilancia. Decía
justamente uno de los pioneros de la sociedad del espectáculo, Guy Debord, que
en la era de la máxima transparencia, de
la visibilidad total, de la iluminación, de la información, de la mediación
hipertotalitaria, justamente el secreto es la norma y no la excepción, y eso es
lo que estamos observando, el secreto y la ocultación de los papeles del Pentágono
de la información sensible y real que afectan los intereses estratégicos, el
develamiento de cómo Estados Unidos sistemáticamente ha espiado no solo a los
países de América Latina sino también a la propia Unión Europea y a los
dirigentes de Alemania, de Francia, de Inglaterra para sus propios intereses
estratégicos, incluyendo entre ellos el propio espionaje económico. Esa ilusión
de transparencia, la falsa idea de que Internet nos hace libres, que la
información nos libera de la realidad, es este dispositivo positivista, moderno
de control y vigilancia que oculta las formas de poder y control que se dan en
la aldea global del capitalismo.
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La expedición de leyes regulatorias de
comunicación en países como Ecuador, Argentina, Bolivia, Venezuela, Uruguay, ¿en
qué medida contribuye a democratizar tanto el acceso a los medios como a su
democratización?
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Yo creo que tanto en el caso de Ecuador como de Argentina
esas leyes tienen como aporte principal y fundamental en términos de economía
política el que conforman un sistema de comunicación, una estructura de
información de medios nacionales mas equilibrada, inaugura de algún modo un modelo
de regulación que para Argentina es emblemático, establece una ley de tres
tercios en la que halla un sistema comercial privado, un sistema publico
estatal y un sistema comunitario de la sociedad civil. Esa estructura desde
luego es equilibrada en términos de voces de acceso al ejercicio del derecho de
la información, es un primer paso importante
de democratización, el ejercicio del derecho no puede ser simplemente una
abstracción, una forma no concreta de mediación en términos de acceso a los
canales de información y de difusión pública,
y esa primera mudanza en los casos argentino y ecuatoriano creo que es
importante para establecer redes democráticas y de deliberación publica. La
segunda dimensión tiene que ver con el modo de articular esa política pública,
creo que una de las novedades del caso argentino especialmente y también en
Ecuador es que se ha situado en la agenda publica, en la agenda de deliberación
de nuestras democracias, el tema del papel de los medios y de los derechos públicos, y en ese sentido no solo regularon
los legisladores, los representantes, la soberanía popular en el Congreso de ambos países, sino también
hubo un debate de agentes culturales, de artistas, de profesionales de la
información, de organizaciones ciudadanas, de medios comunitarios. Es decir, de
diferentes actores y eso es también un ejercicio, una lección de democracia,
que el debate sobre las políticas públicas, sobre el modelo del sistema de
comunicación debe contar con el máximo de actores públicos, por ejemplo las
comunidades indígenas, siempre olvidadas y que no tenían posibilidad de tener
medios en su propia voz como sucedía hasta la llegada del gobierno de Evo
Morales en el caso de Bolivia y que hoy, por fin, tienen medios comunitarios de
su propiedad vinculados a las comunidades, en su lengua, en aimara, y desde
luego construyendo agendas de información y comunicación desde su visión. Esto
ya es un aporte y un avance democrático bastante sustantivo que no se está
dando por ejemplo, en Europa, ni mucho menos se ha podido dar en Estados Unidos
pese a que realmente se presente por parte de los radicales liberales como
modelo de referencia. El ejemplo de Argentina es de equilibrio de estructuras
de acceso y participación en la política pública como en el caso de Ecuador o
Venezuela en su momento.
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Finalmente,
hablemos del 15M habida cuenta que por su nacionalidad española conoce muy bien
el proceso y desencadenamiento de este movimiento social que ha conllevado un
gran contenido comunicacional. Sin embargo el sociólogo polaco Zygmunt Bauman dice
que al 15M le faltó pensamiento porque es más emotividad, mientras que el
especialista en comunicación Manuel Castells habla en cambio, de que hoy la
sociabilidad esta en Internet y agrega que en buena medida hoy los movimientos
sociales se suscitan en él por toda la capacidad de conformar redes. ¿Cuál es
su opinión al respecto?
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No comparto el juicio del ilustre profesor Zygmunt
Bauman por dos razones: se está dando por ejemplo movimientos de acción
colectiva que algunos autores como Raúl Zibechi están analizando en el caso de
América Latina y que demuestran que en buena medida todos los procesos de movilización
a través de las redes sociales tienen un componente afectivo, siempre,
históricamente el movimiento obrero se movilizó a través de la propaganda y el
uso del periodismo como un agitador de conciencias, el propio Marx era un gran
propagandista y polemista en la prensa de la época, y esto ha sido un condicionante,
la diferencia con las redes sociales es que permiten autonomía. El 15M es
un ejemplo en el sentido de nuevas retóricas,
nuevas narrativas, nuevas estéticas de la protesta, pero sobre todo nuevos
modelos de organización en red. Y esto ofrece en el sentido que señala Castells
modalidades de acción colectiva impensables. Alberto Melucci que era un gran
intelectual sobre los movimientos sociales y la identidad cultural colectiva en
los procesos de movilización, ya apuntaba que en la era de la sociedad de la
información asistimos a un nuevo ciclo de luchas. El 15M como algunas
protestas, como la Primavera
árabe, anticipa de otra lógica de articulación, también de la emergencia de una
nueva subjetividad política, de una
nueva sensibilidad, o para citar a Walter Benjamín, un nuevo sensorium en la
era hípermoderna o intermediatizada de las tecnologías de la información.
Frente a los que anticipan que Internet y las redes sociales son formas de fragmentación
del espacio publico, de balcanización, procesos como el 15M demuestran que,
antes por el contrario, son formas de intervención práctica operativa y real. Todo
el movimiento de la lucha contra los abusos de la banca y del capital
financiero, en el trabajo que se ha venido haciendo, creo que de manera muy
innovadora, en la defensa de una iniciativa legislativa popular para regular
los derechos hipotecarios de los ciudadanos desahuciados de su vivienda, en los
procesos de movilización en los barrios para plantear debates que no se habían
dado en España como la posibilidad de una banca pública que defienda el interés
nacional, el conjunto de la población, todo esto, repito, ha sido posible por
las redes. Dicho esto, no significa como a veces se puede deducir de la lectura
de Manuel Castells que las protestas hoy son a través de las redes sociales. El
15M fue efectivo porque combinó lo virtual con lo presencial, lo físico y lo
simbólico, las narrativas de red y las formas de organización popular tradicionales.
En ese momento estamos asistiendo a esa nueva etapa de ciclos, de lucha de
conflictos en lo que lo virtual evidentemente es un espacio de construcción de
ciudadanía digital y de lucha y de reactualización de lo que sería el derecho de
la vivienda hoy día también en el plano de las redes de Internet y de la tecnocultura,
pero por tanto aproximándome más a esta lectura de Castells habría que ver qué
tipo de mediación y qué papel tienen las políticas públicas para que la
gobernanza en Internet frente al espionaje de Estados Unidos sea abierto y
autónomo para la ciudadanía.