“EN EL CESAR HA HABIDO
UN REMOZAMIENTO DEL PARAMILITARISMO”
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
La
conflictiva realidad social que se vive en el departamento del Cesar,
localizado al noroeste de la geografía colombiana, está determinada en gran
medida por su estructura productiva que se asienta tanto en la extracción
carbonífera como en la explotación de palma africana. Estas actividades no
solamente han generado un alto impacto de violencia por la disputa del dominio
de territorios, sino además, una grave situación ambiental, hasta el punto que
los 42 ríos y los cuerpos cenagosos del departamento están en riesgo. A ello
hay que agregarle que una de las tragedias de esta región son las regalías que
percibe por concepto de la explotación minero-energética porque son fuente de
corrupción.
El accionar del paramilitarismo
Una de las características de
dominio territorial, despojo de tierras, violencia y desplazamiento humano en
el Cesar, ha sido el sistemático accionar del paramilitarismo. Si bien el grupo
de autodefensa Juan Andrés Álvarez se desmovilizó en 2006, algunas de sus
estructuras quedaron en la retaguardia y
se reconvirtieron en lo que actualmente se conocen como ‘Águilas Negras’, ‘Nuevas
Autodefensas del Cesar’ y ‘Autodefensas Gaitanistas’.
Antonio Calvo Silva, coordinador regional de PAX Holanda en el
Cesar, sostiene que de acuerdo a los reportes de las autoridades, estas
estructuras mantienen un preponderante poder económico porque controlan el
contrabando de gasolina, actúan en el negocio del narcotráfico, han establecido
redes de extorsión así como el sistema usurario de préstamos de dinero conocido
como el gota a gota. Además, tienen la pretensión de influenciar en los
procesos electorales en la región.
Persecución a líderes sociales
En el Cesar, explica Calvo Silva,
estas estructuras paramilitares vienen generando zozobra desde hace algunos
meses en varios municipios del departamento no solo porque hacen presencia en
las comunidades dejando mensajes y pintando grafitis amenazantes sino que, adicionalmente,
son señaladas de presunta responsabilidad en el asesinato en los últimos meses
de líderes sociales y comunitarios como Néstor Iván Martínez en Chiriguaná;
Aldemar Parra del territorio afro El Hatillo; y Manuel Cantillo de la vereda
Entre Ríos. Sus asesinatos tienen en común que los operativos para llevar a
efecto la ejecución siguen un mismo modus operandi, que no es predecible de la
delincuencia común.
Esta exacerbación de la
violencia, explica el funcionario de PAX, ocurre coincidencialmente cuando los
acuerdos de paz entre la insurgencia de las Farc y el Gobierno de Santos
comienzan a tomar forma y como consecuencia de ello, movimientos alternativos
de estirpe social surgen o se reactivan. La acción paramilitar, agrega Calvo
Silva, está dirigida entonces a paralizar la acción de la sociedad civil e impedir
la participación ciudadana en la zona.
En definitiva, explica, se trata
es de frenar o congelar la movilización de los ciudadanos desde la base, “por
eso estos liderazgos comunitarios son cercenados con una reiteración asombrosa,
no obstante que las autoridades salen a decir que se trata es de ajustes de
cuentas y en ese sentido hay una matriz de discurso de la Policía”.
Esta crítica situación de orden
público en el Cesar obedece a que “el paramilitarismo no es cosa del pasado y
la gente lo está padeciendo. Lo que ha ocurrido es que hay un remozamiento de
este fenómeno”.
Gracias a denuncias de PAX ha habido cambio de actitud de
transnacionales
En medio de este conflictivo
panorama, Calvo Silva destaca que a raíz de las denuncias que hizo PAX Holanda
respecto de supuestos vínculos de las transnacionales carboníferas que operan
en el departamento como Drummond y Glencore con el paramilitarismo, sus
directivos han cambiado de actitud en el sentido de rechazar en forma
contundente a través de pronunciamientos públicos los asesinatos de líderes
comunitarios que han venido ocurriendo en los últimos meses.
Esta es una señal de que la
campaña de PAX en favor del restablecimiento de los derechos de las víctimas
del paramilitarismo ha surtido efecto y está generando conciencia sobre el
respeto a los derechos humanos, tan conculcados en esta región colombiana.
Acompañamiento de PAX a las comunidades
Desde hace más de tres años PAX
viene desarrollando un proceso de atención a las víctimas del conflicto en la
zona minera del centro del departamento del Cesar a ocho comunidades a saber:
El Toco, El Caimán, La Concordia, Platanal, El Topacio, Santafé, Tucuicito, y
Hato La Guajira.
Este programa de PAX Holanda que
cuenta con el apoyo de Misereor de Alemania apunta a lograr justicia y
reparación para las víctimas, dándoles además asesoría psicosocial tanto a
nivel individual como colectivo. Igualmente y a través de investigaciones de
memoria histórica se busca lograr verdad y reconciliación, así como propender
por la mejora en la región en cuestión de seguridad humana y garantía de
derechos humanos.
De esta manera, concluye Calvo
Silva, el movimiento PAX contribuye de manera eficaz a generar condiciones en
esta región del país para avanzar en el proceso de posconflicto que ahora vive
Colombia.
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