ENTREVISTA
CON EL ANTROPÓLOGO COLOMBIANO ARTURO ESCOBAR
POR
FERNANDO ARELLANO ORTIZ
El concepto de desarrollo
no ha sido más que un proceso de acumulación de capital y de progreso técnico y
es un proyecto económico, capitalista, imperial y cultural que “surge de la
experiencia particular de la modernidad europea y subordina a las demás
culturas y conocimientos”. Esta descripción de “desarrollo” es del antropólogo
colombiano y catedrático universitario Arturo Escobar, quien a través de sus
investigaciones y trabajos bibliográficos ha hondado sobre el tema para develar
esta noción fantasmática y omnipresente que los decadentes organismos hegemónicos de crédito internacional y sus
centros de pensamiento han querido imponer a los países del llamado
despectivamente tercer mundo, luego de la Segunda
Guerra mundial.
Con base en la manipulación
publicitaria por parte de los sectores hegemónicos, el término “desarrollo” se
convirtió, explica Escobar, “en una certeza en el imaginario social”. Por eso
es que se habla de planes de desarrollo de los gobiernos, estrategias para el
desarrollo social, modelos de desarrollo económico y hasta se han erigido
instituciones con dicha acepción como el funesto Banco Interamericano de
Desarrollo que propala a los cuatro vientos la criminal doctrina neoliberal.
Lo cierto es que la concepción de
desarrollo impuesta “privilegia el crecimiento económico, la explotación de
recursos naturales, la lógica del mercado y la búsqueda de satisfacción
material e individual por sobre cualquier otra meta”.
Frente a ese concepto, Escobar a
través de sus investigaciones en el ámbito de la ecología política y la
antropología busca plantear alternativas que posibiliten superar esa concepción
de explotación y dominación capitalista y aporten a las transformaciones
globales a partir del lugar, el medio ambiente y la articulación y
fortalecimiento de los movimientos sociales.
Su profundo e interesante trabajo
científico-social está contenido en varios textos y ensayos como su tesis de
doctorado La invención del Tercer Mundo, construcción y deconstrucción del
desarrollo (1996); o sus libros, Más allá del Tercer Mundo: globalización y
diferencia (2005); Una minga para el postdesarrollo (2010); y El final salvaje.
Naturaleza, cultura y política en la antropología contemporánea (1999).
Sobre estos tópicos y la situación
social de Colombia, el Observatorio
Sociopolítico Latinoamericano WWW.CRONICON.NET, entrevistó a este
intelectual dedicado al estudio de temas como la globalización, la
colonialidad, la modernidad, la antropología del desarrollo, la cultura, la
ecología política y los movimientos sociales.
Escobar, oriundo de Manizales,
Colombia, se formó como ingeniero químico en la Universidad del Valle en
donde completó sus estudios con un postgrado en Bioquímica. Tras
participar en algunos proyectos de
índole social en Colombia terminó realizando su doctorado en Ciencias Sociales
en la Universidad
de California. Actualmente es profesor de antropología y director del Instituto
de Estudios Latinoamericanos de la
Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, e
investigador asociado del Instituto Colombiano de Antropología e Historia
(ICANH). Dada su brillante carrera académica es uno de los referentes actuales
de las ciencias sociales de América Latina.
Recientemente estuvo en Bogotá
invitado por la Contraloría
General de la
República de Colombia participando como expositor en el
Seminario Internacional Política rural: riesgos, retos y perspectivas.
IR MÁS ALLÁ
DEL DESARROLLO CAPITALISTA
-
En su libro Una minga
para el postdesarrollo afirma que el “desarrollo” entre comillas simplemente ha
sido un dispositivo de poder para el saqueo de los países del denominado tercer
mundo, concretamente, América Latina. Si
ha sido un fracaso el “desarrollo” como usted bien lo expone en sus trabajos bibliográficos, ¿por qué hablar del
postdesarrollo, no sería mejor aludir a otro tipo de desarrollo?
-
Acabamos de salir de una de las sesiones de este foro de la Contraloría General de la República de Colombia
sobre Ley de víctimas y restitución de tierras y una de las personas que
hablaron fue precisamente el presidente de Fedegan (Federación de Ganaderos).
Él da por sentado que el único modelo racional de desarrollo es el modelo de la
gran empresa, lo cual indica que eso sigue muy vivo, por otro lado veíamos como
se empieza a desquebrajar ese discurso con la intervención de la exministra
Cecilia López, quien reivindica lo que me parece fascinante y es el modelo
pequeño campesino con respecto a la de vida campesina que es un modelo muy
diferente, aunque creo que todavía la concepción de desarrollo que tiene la
mayoría de la gente, sobre todo en el poder del Estado y las empresas, es esa
concepción tradicional de que el desarrollo tiene que ver con un gran capital,
con grandes empresas, con crecimiento económico, con tecnología, etc., etc., y
que nada que no sea eso puede competir, o que si quiere ser contado en las
negociaciones tiene que saber competir, ser productivo y eficiente, entonces
desde ese tipo de vista me parece que la crítica al desarrollo tiene que seguir
haciéndose porque todavía continuamos por un modelo hegemónico de desarrollo
aunque cada vez se cuestione más. Ahora, creo que usted tiene toda la razón en
el sentido de que hablar de postdesarrollo es como una etapa provisional de que
introduzcamos en el imaginario nacional y popular la idea de que no hay que
quedarse estancado en este cuento del desarrollo, especialmente en el sentido
convencional de la palabra, de que tenemos que ir más allá, pero hasta ahí
podemos estar de acuerdo, ya de ahí para adelante comienzan los desacuerdos.
¿Qué quiere decir ir más allá del desarrollo? Ahí hay todo tipo de
perspectivas, y todo tipo de propuestas. A mí en estos momentos me gusta mucho
una propuesta que se discute mucho en Bolivia y en Ecuador, pero que también se
discute en Perú, en Argentina, en Uruguay, empieza a discutirse en Colombia,
que es el concepto del Buen Vivir. Con esto respondo a su pregunta, no hablemos
de desarrollo, ni de postdesarrollo, hablemos del Buen Vivir, del Sumak kawsay
en quichua o Sumak qamaña en aimara.
Desde esa perspectiva ya hay una alternativa para el desarrollo, tangible,
concreta, que son esas propuestas del Buen Vivir que en Colombia algunos
movimientos y asociaciones técnico-
territoriales indígenas y afrodescendientes están empezando a
reivindicar y algunas comunidades campesinas también.
-
Usted también habla en otro
de sus libros, La invención del desarrollo, en un texto muy interesante sobre
la “transición al pluriverso”. ¿Qué quiere significar con ello?
-
Básicamente la idea es muy sencilla, eso suena como una
palabra nueva, difícil de entender y está dividida en dos partes. La primera
parte es que el modelo dominante se basa en que todos vivimos en un mundo
globalizado y que es un mundo en donde hay una forma verdadera de entender las
cosas que, de nuevo, es la forma que tiene que ver con el mercado y con la racionalidad de las cosas, y con el
individuo y con la rentabilidad, y con
la ganancia, con la eficiencia, etc. Y
que todos tenemos que acomodarnos a ese
mundo. Pues no. Si pensamos desde los territorios indígenas, desde los
territorios de afrodescendientes, desde los territorios campesinos, nos damos
cuenta que el mundo no es así solamente, ese es un mundo, el mundo dominante,
pero hay muchos otros mundos, hay otras muchas formas de ver la vida, hay
muchas otras cosmovisiones, cosmologías, cosmogonías, como quiera que se las
llame. La mejor expresión del concepto de pluriverso la tienen los compañeros
zapatistas, ellos hablan de un mundo en el que quepan muchos mundos, esa es la
definición de pluriverso, no queremos un solo mundo, el que nos trata de vender
la globalización neoliberal, el Estado, las transnacionales, el discurso
empresarial, queremos un mundo en el que quepan muchos mundos, un mundo
realmente pluralista.
-
Hace un par de semanas me
llamó la atención que usted suscribió una carta con otros intelectuales de
América Latina, en la que rechazan el anuncio del presidente Rafael Correa de
explotar el parque Yasuni-ITT en la amazonía ecuatoriana. En su artículo
periodístico “Pachamámicos versus modérnicos” señala precisamente que no se
pueden cerrar las llaves del extractivismo y que no podemos tampoco llegar a los extremos de
los Eduardo Gudynas y Alberto Acostas, que terminaron haciéndole el juego a la
derecha latinoamericana. En su calidad de ingeniero químico sabe usted muy bien
que hoy existen tecnologías que pueden alivianar el impacto ecológico de las
explotaciones minero-energéticas, que necesariamente va a haber. En Ecuador se está
proyectando reconfigurar la matriz productiva a partir de la explotación de los
recursos naturales, si no es así, entonces, ¿no se pueden usar esos recursos y que la población
se muera de hambre?
-
Yo creo que ni lo uno ni lo otro. Yo pienso que Gudynas y
Acosta no están diciendo que no se puede tocar la naturaleza, ellos lo que
están diciendo es que hay que subordinar el uso de los recursos de la
naturaleza al Buen Vivir. Hay que subordinar la economía al Buen Vivir y no el
Buen Vivir a la economía que es lo que está haciendo el progresismo de
izquierda en América Latina. Ahora, mi posición personal es que tenemos que
apoyar los regímenes de izquierda en América Latina. Tenemos que apoyar a Correa, tenemos que apoyar a Maduro en
Venezuela, tenemos que apoyar a Evo Morales, a Mujica, a Cristina Fernández, etc. Pero tenemos que hacerlo desde una posición crítica, es decir
mucho mejor lo que están haciendo los gobiernos de izquierda progresista que lo
que están haciendo los gobiernos de derecha puramente liberales y
extractivistas como en Colombia y México. Pero eso no quiere decir que no sean
extractivistas, continúan siendo extractivistas. La transición, la
transformación de la matriz productiva de que habla Correa, de que habla el
vicepresidente Álvaro García Linera en Bolivia, por ejemplo, es una perspectiva
muy interesante e importante que, como bien sabemos, tiene cierta tendencia a
la economía política marxista. pero hay muchas otras tendencias. La economía
política marxista me parece que es importante, muy respetable y hay que
defenderla hasta cierto punto, pero también hay que hacerle la crítica desde la
perspectiva ambiental, y desde la perspectiva de los derechos de los grupos
étnicos y sobre todo desde la perspectiva étnica territorial. Y por eso sabemos
que muchos grupos indígenas en Bolivia y en Perú han pasado a la oposición,
muchos ambientalistas obviamente han pasado a la oposición en Ecuador y me
parece que es una posición que también tenemos que escuchar y respetar.
-
Usted también se refiere
en sus trabajos e investigaciones a la modernidad-colonialidad. ¿Se puede
hablar en América Latina de modernidad cuando aún no logramos la emancipación y
seguimos siendo colonizados ideológica y económicamente?
-
Me parece que sí y no.
Es decir, no podemos hablar de modernidad
como algo que ha tenido éxito, como algo que ya está acabado, como algo
que se ha completado. Hay gente que dice que la modernidad es un proyecto
incompleto, sí, está bien, pero yo creo que en América Latina, como lo dice por
ejemplo Habermas, tenemos que llevar a éxito las promesas de la modernidad. A
mí me parece que en América Latina la modernidad siempre ha tenido un lado
perverso; la implementación de la modernidad ha sido perversa; no solamente
incompleta sino perversa. Eso es lo que queremos decir con colonialidad, desde
esa perspectiva ha habido intentos de implementar la modernidad pero han sido
intentos parciales, fallidos, lo que se ha logrado es realmente crear
sociedades incompletas, sociedades desiguales, sociedades que no responden a
los imaginarios y los deseos y realidades de los mismos territorios y pueblos
que existen en América Latina.
-
Finalmente, en uno de sus
últimos artículos periodísticos titulado
“La Colombia del futuro”, usted comienza diciendo que este país de hoy
es el “de la devastación, décadas de desarrollo solo han exacerbado la
desigualdad social, la concentración de tierras, las injusticias”. Coligiendo,
Colombia está inmersa en un proceso de capitalismo salvaje y se ha convertido
en el epicentro de los grandes imperios financieros para su explotación. ¿Ud.
lo ve así?
-
Sí, definitivamente, yo creo que como ha quedado muy claro
en este foro, el modelo agrario en Colombia es un modelo fallido, los mismos
entes del Estado lo están diciendo. Es decir, llevamos sesenta años de un
modelo de desarrollo agrario en base de promover la gran empresa, el gran
capital y cada vez es más cínico y más despojador como lo sucedido con
programas gubernamentales como Agro Ingreso Seguro y los escándalos de
apropiación de baldíos, entre otras cuestiones. Yo lo que veo definitivamente
es un capitalismo salvaje. Por eso es digo que Colombia es un caso de prueba a
nivel global de qué tanto se pueden exprimir los recursos, los pueblos y los
territorios. La gente del poder se pregunta cómo nos podemos salir de este
proceso de explotación y de despojo sin que se venga contra nosotros, porque
tarde o temprano se va a venir contra todos por cuanto que los resultados son
desastrosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario