OBSTÁCULOS Y PERSPECTIVAS DEL PROCESO DE PAZ EN COLOMBIA
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ / TIEMPO ARGENTINO
Pese a los
palos en la rueda que la derecha colombiana liderada por el cuestionado
expresidente Álvaro Uribe pone en forma continua, y la falta de voluntad
política del propio gobierno de Juan Manuel Santos por impulsar reformas a la
inicua estructura socioeconómica colombiana, el proceso de negociaciones de paz
con la insurgencia de las Farc que desde hace dos años y ocho meses se viene
desarrollando en La Habana, marcha a un paso razonable. El balance hasta ahora
es positivo, no obstante varias interferencias, si se tiene en cuenta que en la
historia de Colombia, este es, entre los varios procesos que ha habido con esta
guerrilla, el que más ha avanzado. De entrada hay que señalar que en este lapso
se han logrado concretar acuerdos parciales sobre tres puntos de la agenda:
desarrollo agrario integral, participación política, y nuevo enfoque en la
estrategia antidrogas.
En contraposición, las
discrepancias que no dejan fluir el proceso de negociación se suscriben
fundamentalmente a temas complejos como justicia transicional, cese bilateral
del fuego para avanzar las conversaciones sin mayores sobresaltos, mecanismos
para reparar a las víctimas del ya inveterado conflicto y la vía para refrendar
el acuerdo final a que se llegue.
LA MANO DE WASHINGTON
Hay que tener en claro que el
inicio del proceso de paz con las Farc no fue una decisión autónoma de Santos,
sino una determinación de Washington que, como se sabe, convirtió a Colombia en
su principal base militar en el hemisferio y en una plataforma para el auge del
capital especulativo transnacional. Tanto la Casa Blanca como el mandatario
colombiano ven en la culminación del conflicto armado un “buen negocio” habida
cuenta que como lo señalan investigadores estadounidenses funcionales al
Departamento de Estado, es hora de que Washington deje de intervenir en este
tipo de guerra contrainsurgente por la cantidad de recursos que desperdicia.
PERSPECTIVAS DE LA NEGOCIACIÓN
Para que el proceso avance se
requieren definiciones en aspectos cruciales como los ya mencionados. Las Farc
han señalado en todos los tonos que no acepta los marcos de la ley de justicia
transicional por cuanto ninguna fuerza insurgente pacta la paz para que sus
integrantes terminen en la cárcel. Mientras tanto, el gobierno de Santos hace
aprobar una ley ampliando el fuero para los militares con el fin de blindarlos
en el futuro. Igualmente, hay que destrabar el asunto de la refrendación de los
acuerdos. Mientras el gobierno es partidario de una refrendación popular de los
mismos, la insurgencia plantea la necesidad de la convocatoria de una Asamblea
Nacional Constituyente para sentar las bases de un nuevo contrato social. Queda
por definir la posibilidad de concretar un cese bilateral del fuego que el
gobierno es reacio a acordarlo porque considera erróneamente que la guerrilla
está derrotada y, en su concepto, no puede darle una ventaja en el campo de
batalla.
En medio de esta disputa en la
mesa de negociaciones se anuncia la integración de una Comisión de la Verdad
que constituye un positivo mecanismo para desempantanar aspectos como la responsabilidad
en la degradación del conflicto tanto del Estado como de la guerrilla, los
mecanismos efectivos para reparar a las víctimas y las garantías para poner fin
al conflicto. Temas obviamente muy complejos de resolver que dejan entrever que
las negociaciones en La Habana tomarán mucho más tiempo y que el proceso de paz
será incompleto si no se vincula al Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Tiempo Argentino, Buenos Aires, 13 de junio de 2015.
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