“CHOCÓ REQUIERE DE UNA COMISIÓN INTERÉTNICA QUE SE ENCARGUE DE CONCRETAR ACUERDOS DE PAZ PARA ATENDER SUS NECESIDADES”
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
Las comunidades del Chocó que han
vivido los rigores de la guerra ven con esperanza la concreción de los acuerdos
de paz entre el Gobierno nacional y las Farc, pero al mismo tiempo tienen el
temor de que otro actor armado se asiente en el territorio y reemplace a ese
grupo insurgente que ahora se desmoviliza. En esta coyuntura histórica de
Colombia infortunadamente “la paz corporativa” es la que quieren tanto el
Gobierno como las transnacionales, pero es la auténtica “paz social” la que
tiene que llegar en la etapa del posacuerdo. Así reflexiona Ariel Quinto
Murillo, presidente de la Federación de Mineros del Chocó (Fedemichocó) frente
a las expectativas que genera el pacto de paz definitivo suscrito en La Habana
por el enfoque tanto étnico como territorial que contiene, el cual podría
significar soluciones concretas al abandono proverbial de este departamento
localizado en el noreste colombiano, en la región del Pacífico, que no obstante
estar asentado en las selvas del Darién y atravesado por las cuencas de los
ríos Atrato y San Juan, lo que significa todo un potencial hídrico y
minero-energético, su historia no es más que una dolorosa crónica de saqueo,
latrocinio, explotación, violencia y corrupción.
El Chocó, explica este dirigente
gremial que se la ha jugado por la paz y las reivindicaciones sociales de su
región, es un departamento donde se dan todas las contradicciones
socioeconómicas, por eso es que fue invitado a participar en tres oportunidades
de la mesa de negociaciones de La Habana. Su punto de vista ha sido importante
para abocar la compleja problemática minera.
HAY QUE DESARROLLAR DERECHO DE COMUNIDADES A EXPLOTAR RECURSOS
NATURALES
Para Quinto Murillo los acuerdos
de paz en una región minera como la chocoana deben apuntar a que las
comunidades ancestrales tengan el reconocimiento del Estado, “porque legalmente
no existimos y en consecuencia no contamos con territorio para ejercer la
minería”. Frente a esta desoladora declaración, la pregunta obvia es ¿por qué
ese desconocimiento del Estado colombiano? Y la respuesta del dirigente gremial
además de ser contundente es desilusionante: “Porque el Estado le hace el juego
a las transnacionales para favorecer sus intereses, por eso declaró la
ilegalidad de los mineros”.
Es más, dice, en concepto de la
legislación colombiana, el 99% de los mineros no son formales. Si bien la
minería es la actividad económica de siempre, las áreas donde se ejerce esta
actividad son consideradas reservas forestales y por esa razón no se titulan. Sin
embargo, su explotación de la que derivan su sustento miles de familias
chocoanas, se sigue desarrollando como si fuera una actividad normal. Esta
circunstancia ha servido para que los mineros sean objeto de extorsión.
“Los mineros estamos obligados a
pagar para que nos dejen trabajar, tanto a los sectores ilegales como a la
fuerza pública. Hasta el barequero (minero artesanal) tiene que pagar”, se
lamenta Quinto Murillo.
De ahí, agrega, hay que
aprovechar la oportunidad que se abre con los acuerdos de paz logrados en las
negociaciones de La Habana para desarrollar el derecho de las comunidades a la
explotación de los recursos naturales renovables y no renovables. Ello es lo
que permitirá la consolidación de la convivencia en una zona tan compleja
socialmente como el Chocó, aspiración de sus habitantes que tienen como
principal actividad económica la minería que genera cinco mil empleos directos.
Fedemichocó, por su parte,
agremia a 91 organizaciones de primer grado y es la federación con mayor capacidad
de movilización social.
LA PAZ, OPORTUNIDAD PARA LAS REIVINDICACIONES SOCIALES
Tras la firma de los acuerdos de
paz en La Habana, este dirigente social sostiene que su departamento tiene una
excelente oportunidad para lograr las reivindicaciones sociales por las que
tanto han luchado sus habitantes y que llevaron a protagonizar recientemente un
paro cívico que duró varios días.
En efecto, explica, Chocó tiene
que aprovechar el enfoque étnico y territorial de los acuerdos para lograr
generar desarrollo y equidad social. Por ello, afirma, esta región del Pacífico
colombiano, abandonada a su suerte por el poder central, requiere de “una
comisión interétnica que se encargue de aterrizar los acuerdos en los
territorios y de esta manera atender las necesidades de todos los municipios chocoanos”.
Con este mecanismo, además, subraya Quinto Murillo, la gente se va a sentir
partícipe en el diseño de su propio destino.
LOS TEMORES
Por eso es que la paz,
puntualiza, tiene que servir para que el Estado colombiano haga presencia en
todo el territorio pero no solo con fuerza pública sino llevando atención y
soluciones concretas a los requerimientos sociales de las comunidades
históricamente abandonadas, garantizándoles sus derechos básicos para una vida
digna y con oportunidades.
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