ENTREVISTA CON EL COMUNICÓLOGO ARGENTINO GUILLERMO MASTRINI
“EN EL ÁMBITO GLOBAL DE LA COMUNICACIÓN LA CAPACIDAD DE
CONTROL DEMOCRÁTICO ES MUCHO MENOR”
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
“El desafío que tienen hoy los
movimientos sociales, los grupos alternativos, es cómo comunicar; porque la
comunicación en la actualidad se está dando a través de otras maneras”,
sostiene el comunicólogo e investigador argentino, Guillermo Mastrini.
En
esta entrevista realizada en Bogotá, este catedrático universitario,
especializado en políticas públicas de medios masivos y derecho a la
información hace un detallado análisis de los alcances de la comunicación en el
siglo XXI a partir de lo que ha sido la prensa durante la centuria pasada.
Autor
de varios libros entre los que sobresalen Los dueños de la palabra y Los
monopolios de la verdad, en coautoría con su colega Martín Becerra, Mastrini es
uno de los principales referentes en Argentina y América Latina en el tema. En
su país es profesor de las Universidades de Quilmes, Buenos Aires y General San
Martín. Durante el segundo semestre de este año se encuentra en la capital
colombiano invitado por las Universidades Javeriana y Uniminuto.
HAY QUE REPENSAR LA COMUNICACIÓN
- La información es un derecho
público que en buena medida lo están proveyendo los oligopolios privados. ¿El
hecho de que una empresa privada que busca el lucro y además tener influencia
política, puede garantizar efectivamente dicho derecho?
- Yo
creo que hay que entender que la gran transformación del mundo de la
información se da a partir de los inicios del siglo XX cuando se mercantiliza
la cultura. Hay que recordar que una vez consolidado el capitalismo que tiene
sus orígenes en el siglo XVI, la cultura queda por fuera de la producción
capitalista. Es decir, la reproducción del capital no incluía la cultura. La
cultura necesitaba de un capital excedente que se extraía de las áreas
productivas y era básicamente lo que se llamaba un capital improductivo, o sea,
no generaba más capital, lo cual no habla de las particularidades de la
producción cultural, que son más difíciles de transformase en mercancía que
otros bienes. Pero en el siglo XX se consolida un proceso industrial de
producción y una de las primeras grandes transformaciones es precisamente la
prensa que pasa de un ámbito de reproducción ideológica y social a incorporar las
lógicas del capital. En consecuencia, pasa de cumplir una función meramente
ideológica a desempeñar también una función
económica. Desde mi punto de vista ese cambio se da a partir, centralmente, de
la inclusión de la publicidad como gran fuente de financiamiento de la prensa. Antes
la prensa se financiaba exclusivamente por la venta de ejemplares y aunque
podía tener algún recurso publicitario era mínimo. Cuando la prensa se empieza a financiar a
través de la publicidad a finales del siglo XIX, comienzos del siglo XX,
dependiendo de los países, es una prensa ideológica, partidaria, partisana. La
prensa moderna del siglo XX, sus periódicos, se van transformado en empresas
que también mantienen su ideología. Lo que cambia es que lo que organiza la
producción desde entonces es la búsqueda de la ganancia capitalista. Actualmente
estas empresas tienen por lógica obtener el mayor beneficio capitalista posible
y para ello saben que tienen que presionar a los gobiernos con el fin de obtener
las mejores condiciones. Ahora bien, en relación a tu pregunta en concreto me parece
que no se puede responder si no se tiene este contexto. Desde la transformación
que implicó la prensa y una segunda gran transformación que es la que estamos
viviendo desde fines del siglo XX, que es la digitalización, se profundiza la
lógica de la mercantilización pero al mismo tiempo, el abaratamiento de los
costos de producción. El abaratamiento muy significativo de la capacidad
productiva hace que aparezcan un montón de proyectos vinculados a las lógicas
no comerciales.
- ¿Cómo por ejemplo?
- Los
blogs, las páginas web, es decir, hoy tenemos una enorme capacidad
comunicativa. Piensa que en el siglo XIX tienes por ejemplo una prensa
anarquista con una capacidad de llagada, de venta y de distribución
enorme. Una prensa no económica, no
organizada económicamente, puramente ideológica. En el caso de la Argentina a
principios del siglo XX la prensa anarquista vendía 20 mil ejemplares diarios. Estamos
hablando de que tenías prensa ideológica que llegaba a niveles insospechados
durante el transcurso del siglo XX. La mercantilización implicó la desaparición
o la marginación, no desaparecieron pero quedaron marginales de esos espacios
de prensa. La digitalización los vuelve
a poner, vuelve a dar la posibilidad de que estos espacios tengan, porque sus
costes son alcanzables, una prensa offset, en la década del 50 era imposible
para cualquier grupo social. Hoy los
grupos sociales han vuelto a tener capacidad comunicativa.
- ¿Tú crees que internet ha
contribuido en algo a democratizar la propiedad de los medios?
- Creo
que las tecnologías no por sí mismas. Las tecnologías no son neutras, depende
mucho de su uso social, de su impacto y de su capacidad. En el caso particular
de internet el hecho de que los códigos sean abiertos, ha permitido que esta
tecnología no sea onerosa y ha posibilitado mover una mayor producción
alternativa de comunicación que no se
condice siempre con un consumo. En muchos casos hay mucha más diversidad en la
producción que en el consumo. El consumo sigue estando vinculado
mayoritariamente a los formadores masivos de opinión. Me parece que es
importante registrar que ha habido una emergencia de capacidad comunicacional
superior a la que había en las décadas de la segunda mitad del siglo XX. Entonces,
ahora la pregunta es ¿qué tan democrática es la comunicación en la actualidad?
Yo creo que poco, pero eso nos lleva a muchas preguntas. Efectivamente hay una
estructura empresarial concentrada que tiene capacidad de llegar a la inmensa
mayoría de la población y estructuras alternativas emergentes que si bien
tienen su peso no logran equilibrar ni contrabalancear los procesos vinculados
a los grandes grupos de comunicación. Creo de todas formas sí, que hay algunas
posibilidades de hacer emerger temas que antes no poseían canales como la comunicación de los movimientos sociales
que tenían mucha dificultad para trascender y ahora tienen capacidad autónoma
de producir sus propios discursos. Fíjate que internet cambia en un punto las
formas de intermediación. Antes para un movimiento social la única forma de
trascender era a través de los medios de comunicación. Hoy puede tener sus
propios medios de comunicación. No indispensablemente dependen de un tercero
para trascender socialmente. Ahí hay elementos interesantes, emergentes, no
contradicen que la lógica predominante sea. En cuanto al problema de la democratización
de la comunicación, creo que las
estructuras siguen siendo muy importantes, y me parece también que hay que
pensar otros problemas que no son los más conocidos, como por ejemplo, ¿qué es
estar informado hoy? ¿Cuál es la información que está requiriendo la sociedad?
Ya no es la misma información que requeríamos hace 20 o 40 años. El desafío que
tienen hoy los movimientos sociales, los grupos alternativos, es cómo comunicar;
porque la comunicación en la actualidad se está dando a través de otras
maneras. Yo trabajo mucho con estudiantes jóvenes de 20 años que no leen el
periódico, no miran la televisión, no escuchan la radio, entonces lo que quiero
decir es que esa estructura que es muy grande, muy poderosa, también está
siendo desafiada por nuevas formas de comunicación, lo cual no quiere decir que
sean más democráticas, solo que son otras. A qué me refiero. Hoy la mayor parte
del consumo informativo de los jóvenes se da a través de redes sociales. Muchas
veces esas redes terminan llegando a medios de comunicación pero por lo que les
recomiendan sus amigos, no por una lectura selectiva. Por eso me parece que
tenemos que repensar también el consumo de la comunicación, no poner todo el
peso solo en las estructuras, que insisto, no es para relativizar su influencia
sino para entender que los procesos de comunicación hoy están en un proceso de
cambio muy fuerte en el cual va a tener más éxito quien logre comprender las
nuevas lógicas del consumo sobre todo en los jóvenes. No podemos seguir
pensando la comunicación como fue cuando nosotros éramos jóvenes que era un
modelo muy claro donde había muy pocos medios, donde las fuentes informativas
eran muy limitadas y donde había una tradición de lectura, de tomar un
periódico de complejidad informativa. Hoy la lectura es totalmente fragmentada,
dispersa, entonces me parece que hay un montón de cuestiones que necesariamente
hay que ver en materia de comunicación para entender esto. También se plantea
un nuevo desafío y es el desplazamiento de la soberanía nacional a una
comunicación de tipo global. Es decir,
los grandes formadores de opinión desde las naciones del siglo XX comienzan a
ver resquebrajado su poder por la acción de grupos de carácter global que
tienen mucho más poder económico pero también mucha más capacidad de incidencia
y me refiero a Facebook, a Google,
porque ya no solo es por su capacidad de comunicación sino también por la utilización
de la información que hacen de los usuarios, o sea, es otra forma de
mercantilizar la información completamente distinta. Ya no es solo la
producción de un artículo que te vendo sino la comercialización de la
información que uno genera cuando navega a través de esas redes.
- Con lo que me acabas de decir
entonces cobra vigencia la frase de Marshall McLuhan, según la cual “el medio
es el mensaje”…
- No,
yo no creo que el medio sea el mensaje para nada, para nada. No sé por qué
llegas a esa conclusión.
- Porque tú haces un análisis de
la importancia de canales como internet, de cómo hoy se ha diversificado su utilización
por parte de sectores sociales y terminas tu reflexión con la globalización de
los medios…
- Yo
estoy hablando de los usos sociales de esos medios no del medio en sí, no es la
tecnología la que determina. La tecnología es una posibilidad, una herramienta,
pero después lo que va a determinar cómo funciona cada uno concretamente es el
uso social y la apropiación que hagan distintos grupos sociales de esas
posibilidades y de esas herramientas.
- ¿Y por qué estás en contra de
la frase de McLuhan?
- Yo
creo ciertamente que la frase de McLuhan se aproxima a un determinismo
tecnológico que yo rechazo de plano. Considero que las tecnologías no
determinan y de hecho me parece probado en la historia que hay muchas
tecnologías que no tuvieron apropiación social y fueron dejadas de lado y otras
que sí. En general cuando uno trata de pensar esto, lo más difícil es explicar
el fracaso. Nosotros no sabemos de las herramientas tecnológicas que fueron
quedando de lado porque la sociedad conoce el éxito pero no del fracaso. Es muy
parecido en un punto con lo que les ocurre a los futbolistas: uno conoce a
Messi pero no conoce a los miles de jugadores que quedaron en el camino para
que llegara a haber un Messi. En este sentido yo creo que el determinismo
tecnológico no contribuye a pensar la complejidad de la sociedad hoy. Evidentemente
la tecnología, insisto, no es neutra, tiene su impacto, tiene sus
condicionamientos pero también está en relación a apropiaciones que hace de ella el usuario, la sociedad, que va
poniendo en juego. Pongamos casos históricos como el teléfono. Marconi nunca
pensó que el teléfono iba a ser para la comunicación interpersonal, él tenía
otra idea de lo que era la comunicación telefónica. La radio misma en sus orígenes.
- ¿Marconi o Graham Bell?
- Bueno
Graham Bell era más el económico. Marconi era el tecnólogo. Graham Bell tenía más interés en la
comercialización, digamos. Él si fue una persona más dedicada al negocio, a la
industria. En el caso de la radio en sus orígenes tampoco estuvo pensada para
una comunicación punto masa. Internet
mismo en sus orígenes, tuvo un origen militar, después fue transformado en
otras situaciones. Quiero decir, hay apropiaciones y derivaciones que no
necesariamente están marcados por el tipo tecnológico sino desde mi punto de
vista por el uso social que se le da a la tecnología.
- ¿Quién defiende hoy el derecho
del público a saber, a informarse? ¿El público está expósito en ese sentido?
- Creo
que hay instancias donde se ha trabajado relativamente bien, digo para salir de
la academia, porque la academia es un lugar cómodo y poco incidente. Hay organismos como la Convención
Interamericana de Derechos Humanos que hace un gran trabajo, con sus
limitaciones por supuesto pero que ha promovido elementos de garantía del
derecho a la información. No me animaría a decir que a la comunicación pero sí
a la información, a criterios, a la elaboración de estándares básicos de una
información más plural y diversa.
- ¿La Unesco?
- La
Unesco mucho menos, aunque tuvo un valor en los últimos años. Desde mi punto de
vista se ha hecho una relectura significativa de lo que fue el informe MacBride
en los 80, en el que ahí si había un compromiso. En los años 80 había un
compromiso con la democratización de la comunicación pero, ya que lo mencionas,
su Convención para la diversidad cultural da elementos para una política
cultural del Estado en una promoción de la diversidad y con un intento de
eliminación parcial del excesivo mercantilismo. La Convención para la
diversidad cultural no puede ser entendida por fuera de todo el desarrollo
nacional de comercio, de las prácticas más liberales en términos culturales y de
hecho toda la Convención se explica como una respuesta a eso, al auge de la OMC
en materia cultural. Lo más complejo para mí en la actualidad es el
distanciamiento de la sociedad con los centros de toma de decisiones en materia
de comunicación que cada vez son menos y están más localizados en estas cuatro,
cinco grandes empresas mundiales de comunicación global que son Google, Amazon,
Facebook, Apple, Netflix, Spotify, los grandes circuladores de cultura en estos
momentos a nivel global y con una capacidad de penetración nunca antes vista. Uno
podría hablar del imperialismo cultural, con toda la crítica que se le pueda
hacer a ese concepto respecto del cine norteamericano en la décadas del 50 y el
60, pero finalmente ese cine entraba a un territorio nacional por una aduana,
los Estados ponían cuota de pantalla, es decir, había una política cultural
limitativa dependiendo, había fomento a la producción nacional, ello no tiene
punto de comparación con lo que es Netflix que no tiene territorialidad, que no
tiene oficinas en los países, no tiene fronteras, lo mismo con Spotify. Los
jóvenes hoy están escuchando la música en dos sitios que son Youtube y Spoify. Y
esos lugares en términos de capacidad estatal no pueden ser regulados ni existe
capacidad de incidir sobre ellos porque están fuera de tu territorialidad. Esta
reconfiguración que se está dando de lo que es el territorio es una de las claves
para entender el mundo hoy. Es decir, la pérdida de soberanía total y la
distancia entre los centros de decisión y los usuarios. En ese escenario, por
un lado hay algunas instancias y se ha generado un cierto consenso y estándares
mínimos de la necesidad de la protección del derecho a la información y de la
diversidad; y por otro lado, hay una
tendencia que observo con preocupación y es la del ámbito global de la
comunicación donde la capacidad de control democrático es mucho menor.
- Tú hiciste referencia al
informe MacBride. Después de 37 años de su publicación y observando la gran
concentración de los medios sobre todo en lo que se denomina el "mundo
desarrollado", se puede afirmar que dicho diagnóstico se queda corto
frente a la actual realidad. Son 6 o 7
empresas que dominan prácticamente todo el ámbito comunicacional en el mundo. ¿Hace
falta restablecer un nuevo espíritu MacBride en este momento en el que el mundo
enfrenta esa obscena concentración de la propiedad mediática?
- Si
es por la idea de pensar cómo democratizar la comunicación sin duda hay que
repensarla en términos de una situación y un contexto político totalmente
distintos. Los diagnósticos del MacBride que fueron muy útiles y muy
importantes en su momento ya no tienen ningún tipo de validez porque la
situación ha cambiado totalmente, pero sí, el espíritu del informe sigue
absolutamente vigente, y coincido contigo en que la concentración es peor que
en los años 80. Incluso ahora con este fenómeno que se habla tanto de la
convergencia, la situación tiende a agravarse porque efectivamente vamos hacia
la reunión de estos mundos que tradicionalmente estuvieron separados como son
los de los servicios de comunicación por un lado y los de telecomunicaciones
por el otro, y ahí también hay escenarios de disputas en términos de grandes
grupos de la comunicación que tienen que ver con el territorio. Aquí en
Colombia, por ejemplo, han permitido que rápidamente Claro se posicione como la
gran distribuidora de televisión por cable junto con AT&T que es la dueña
de Directv. Por otro lado, la disputa más general entre estos grupos globales es
que quieren, bajo un discurso de la libertad absoluta, la libertad del mercado,
que no haya regulación. En consecuencia, tenemos por un lado, una disputa
territorial, y por otro, una de carácter global, las cuales me parecen que son los ejes de las
grandes discusiones a nivel de política hoy. Y por supuesto después está cómo
los movimientos sociales, los grupos alternativos inciden para colocar en esa
agenda elementos, protección de datos personales, derechos al habeas data, cómo
controlo y qué se hace con la información que produzco. Todo el tema por
supuesto que hay que rediscutir sin duda que es el del derecho a la propiedad
intelectual. Es un derecho vinculado a una etapa analógica y en la etapa
digital hay que rediscutirlo completamente porque ya no sirve eso. Era una
situación cuando el derecho a la propiedad intelectual estaba vinculado al
control material del soporte, es decir el libro, y otra cosa es cuando el
soporte se ha desmaterializado totalmente y volvemos a una época casi preanalógica
que es cuando toda la producción cultural está disponible para que la consuma
quien quiera. Al desmaterializarse, todos podemos acceder a la cultura en
cualquier momento. Entonces, porqué sostener sistemas de propiedad intelectual
restrictivos cuando estamos en un escenario de plena disponibilidad de los
bienes culturales. Esto quiere decir que hay un montón de temas de la agenda
que pueden y necesitan ser reincorporados y rediscutidos en el contexto de esta
digitalización.
- Hablemos de América Latina y
la pregunta es esta: ¿tú consideras que en este momento coyuntural que vive el
hemisferio, lo que se está dando es una disputa por el relato?
- Bueno,
lo ha habido en los últimos años. América Latina, los últimos 20 años tuvo la
particularidad de que casi por única vez en su historia coincidió que hubo
muchos gobiernos, yo le pongo todas la comillas que puedo,
"progresistas", digamos que efectivamente uno de los méritos y logros
que tuvieron estos gobiernos fue que promovieron el debate en torno de las
políticas de comunicación. Podemos decir que uno de los saldos positivos sin
duda es que la política de comunicación tuvo como nunca en la historia
relevancia pública. Hasta la década del
noventa uno podía pensar que estos temas nunca entraban en la agenda pública,
lo cual no quiere decir que no hubiera política sino que se hacía en el ámbito
privado. En los últimos 20 años la política de comunicación y especialmente
donde hubo gobiernos "progresistas" el tema tomó estado público, lo
cual es algo notable. Ahora, creo que hay que hacer un balance crítico de esas
políticas. Esas políticas tuvieron un discurso muy fuerte en términos de
democratización de la comunicación, pero si uno observa el balance en los
países donde esos gobiernos ya han dejado de existir, y me refiero centralmente
a Brasil y Argentina, el saldo es bastante escueto. Durante uno tibio como el
brasilero, nunca se planteó una reforma real, nunca lo pudo poner en la agenda;
hay situaciones también entendibles, el sistema de gobierno brasilero hace que
sean sistemas de alianzas políticas para poder tener mayoría en el parlamento. Esto
es muy distinto en Argentina, que si bien es un sistema presidencial, en
general el partido del gobierno tiene una mayoría o suele tener una mayoría, no
es el caso actual. En Brasil, el Partido de los Trabajadores nunca tuvo una
política de comunicación fuerte de cara a cambiar la estructura, sí ocurrió eso
en Argentina y sin embargo creo que hoy cuando uno hace un balance de los 8
años de política de comunicación del kirchnerismo en relación a los medios, la
estructura varió muy poco; es decir, no tuvo la capacidad de hacer. Talvez la
única política que sí implicó un cambio significativo, palpable, apreciable por
la sociedad en materia de comunicación en Argentina, fue el de la distribución
del futbol. La posibilidad de que la
gente accediera de forma no onerosa a ‘Futbol para todos’. Ahí hubo un cambio
palpable, la gente antes tenía que pagar, ya no tuvo que hacerlo. Yo me resisto
a usar la palabra gratis, porque gratis en la vida creo que es el afecto nada
más. Cosas gratis no hay, no hay futbol gratuito, hay maneras distintas de
financiarlo. Son formas de financiamiento distribuido, creo que el concepto de
gratuito se usa muy fácilmente, pero lo que quiero marcar es que esa política tuvo
legitimidad social al punto que ahora, el gobierno de Mauricio Macri lo va a
desarmar, a partir del próximo campeonato ya no va a haber más ‘Futbol para
todos’. Sin embargo, para empezar, lo tuvo que mantener sus primeros 19 meses
de gobierno porque no lo podía quitar dada la legitimidad que tenía. Pero ahora
que lo va a suspender negoció con las empresas que ganaron el concurso para transmitir
el futbol de nuevo pago y que recién van a empezar a cobrar después de las
elecciones. ¿Por qué? Porque saben que si empiezan a cobrar antes va a tener un
impacto electoral. También Macri cambió toda la Ley de Servicios de
Comunicación Visual y eso no tuvo un impacto en la vida de las personas. Por eso es que no hubo ningún tipo de
reclamo. Quiénes reclamaron: la comunidad académica, los grupos minoritarios
vinculados a los medios de comunicación alternativos o comunitarios, pero para
la sociedad la ley no implicó un cambio sustantivo en la forma de vida. Entonces
lo que quiero decir es, el discurso de la democratización de la comunicación
está muy bien pero si no genera cambios palpables, no gana legitimidad. Legitimidad
en el sentido de que le ofrece nuevas herramientas a la sociedad, de lo
contrario son políticas construidas con pies de barro y que cualquier otro
gobierno las puede cambiar de manera autoritaria como lo hizo Macri.
- Siguiendo con América Latina. Tu
hacías referencia cuando comenzamos esta charla al hecho de que los medios
siempre han defendido una postura ideológica y el periodismo tiene una esencia
política por antonomasia, sin embargo lo que se observa hoy en día es que los
medios se volvieron actores políticos ante el fracaso de la representación de
los partidos. ¿Esa prensa hegemónica, en tu concepto, esta imbuida por lo que
hoy se denomina posverdad?
- Te
voy a ser franco, ninguno de los dos conceptos me gusta: ni prensa hegemónica
ni posverdad. Tendría mucho cuidado con lo de la prensa hegemónica en este
sentido. Es decir, esta prensa nunca apoyó a los gobiernos
"progresistas". El diario El País de Montevideo y los canales
uruguayos fueron sistemáticamente opositores del Frente Amplio. El diario
Clarin de Buenos Aires hizo campaña en el año 2011 totalmente en contra de
Cristina, junto con sus medios de televisión y radio que son los de mayor alta
audiencia. O Globo en Brasil estuvo en contra de los últimos dos gobiernos de
Dilma Rousseff. Sin embargo estos gobiernos triunfaron electoralmente y
triunfaron en algunos casos con amplia popularidad. Lo que quiero señalar es
que hay que tener cuidado con el efecto de los medios. Yo no quiero decir que
no tengan efecto pero lo que pasa es que a veces tiende a usarse eso como
excusa para pensar. Digamos, yo no creo
en el receptor neutro y tonto, tampoco considero que la ciudadanía toma decisiones
en base a la información que recibe y no siempre esa información es
absolutamente plural y diversa, en la mayoría de casos no lo es. Pero creo
también que la población se informa de otras cosas muchas más básicas como es el precio de la leche. Es decir, la
noción de hegemonía de Antonio Gramsci es una noción de conducción y yo lo que
digo es que la prensa no tiene esa capacidad conductiva que se le atribuye tan
marcadamente. Si fuera tan hegemónica no habría más nada que hacer porque
haríamos lo que dicen los medios y hay muchas pruebas de que en múltiples
ocasiones las sociedades han tomado caminos que no son los que proponían los
dueños de las empresas de comunicación. No digo que no tengan incidencia. Lo que señalo es que no necesariamente. Si la
prensa fuera hegemónica no se puede explicar el 54% de los votos de Cristina
Kirchner en el 2011 porque toda la prensa hegemónica estaba en contra de ella.
- Bueno, Juan Domingo Perón lo
decía: “Cuando teníamos toda la prensa en contra ganamos las elecciones y
cuando la teníamos a favor perdimos”…
- Por
eso te digo, lo que me parece es que si bien hay una enorme influencia de los
medios, éstos no conducen a la sociedad. Aunque no es mi especialidad, este
asunto lo han estudiado mucho en capacidad de instalación de temas, se llama
agenda setting, establecer marcos de referencia de lectura, el framing y montón
de teorías que explican la enorme capacidad de los medios y su incidencia. Por
eso creo que el concepto de prensa hegemónica no contribuye a problematizar el tema.
Insisto, los medios tienen una enorme incidencia en la sociedad pero no la
conducen. La sociedad ha demostrado niveles de autonomía. Así como
efectivamente en términos de comunicación social tiene una enorme capacidad
para instalar los temas, yo creo que como ciudadanos, en el sentido más básico
de la ciudadanía política, la población también se informa de otras maneras respecto
de su situación económica y social comparativa. Tiene memoria de cómo vivió y
cómo vive y esa memoria no es un vacío al cual los medios le penetran y la
vacían de sentido.
- Hace pocos meses la Unesco publicó
un folleto sobre la concentración de los medios en América Latina cuyos autores
Gustavo Gómez, Ángel García Castillejo y Toby Mendel van en la dirección de tu
libro Los dueños de la palabra que
elaboraste con Martin Becerra. La pregunta es: ¿tú crees que la estructura de
la propiedad mediática hoy atenta seriamente contra las frágiles democracias de
América Latina?
- Sí,
yo creo que la concentración nunca es buena. La concentración es un problema
por varios motivos. En primer lugar por eso, porque hay condicionamientos a un
ejercicio real del pluralismo. En segundo lugar, creo que de esto se habla
bastante menos también pero porque afecta la propia capacidad crítica del
ejercicio del periodismo. Cuando hay menos grupos comunicacionales en la
sociedad, también los propios periodistas se sienten limitados en poder ir de
un medio a otro porque finalmente todos son del mismo dueño, entonces pelearse
con un grupo mediático hoy en América Latina para un periodista implica
pelearse con la mitad de los medios y además, en general, estos grupos tiene
prácticas cartelizadas. Entonces si un medio no contrata un periodista tampoco
lo contrata el otro, lo cual hace que por una lógica de supervivencia más
básica y familiar del ejercicio periodístico la capacidad crítica se haya
limitado. Igual creo que dentro del ejercicio periodístico hay espacios de
márgenes. Hay periodistas que asumen esto y lo viven sin contradicciones y
otros que tratan de ejercitar un periodismo lo más amplio posible aun dentro de
las restricciones.
-
-
¿Y está afectando la frágil
democracia de la región?
- Bueno
sí, lo que pasa es que creo que la democracia es afectada por muchas
cuestiones, no solo por la concentración de la propiedad de los medios, esa es
una de ellas.
- Finalmente, ¿cuál crees que es
el reto de lo que llaman comunicación alternativa frente a la comunicación
preponderante?
- Bueno,
son muchos sin duda. Yo creo que el primero es subsistir porque es una cuestión
básica, creo que hay gente que lo está haciendo muy bien. Tenemos en Argentina una
experiencia interesantísima de un colectivo popular que se llama Barricada TV
que ha logrado con mucho esfuerzo desarrollar su trabajo. Y es ahí donde vienen
las aplicaciones virtuosas de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, porque
quien le da la licencia a Barricada TV es el macrismo, es casi una paradoja, ¿pero
por qué?, porque no tenía la posibilidad de no hacerlo. No lo podía no hacer.
Ahora por qué no tuvimos 500 Barricadas TV si había un gobierno progresista y
hubo que esperar a que la licencia se la diera finalmente el macrismo no porque
quisiera, no es porque el macrismo quiera alentar ese tipo de comunicación. Este
tipo de proyectos demuestra que se puede generar sustentabilidad. Es un caso
casi único, un canal de televisión digital abierta sostenido con un colectivo
popular. Segundo, hay que pensar en las audiencias. ¿Qué es una audiencia de
televisión hoy? ¿Le vamos a seguir hablando a la audiencia como a la televisión
de las décadas del 60 o del 70? O vamos a hablar sobre un modelo donde la gente
mira más Youtube que televisión. Cuando
digo la gente claramente me refiero a los jóvenes, no a la gente de 50 o 60
años que somos analógicos para ver televisión todavía. Mis alumnos, por
ejemplo, no se sientan a ver televisión. Entonces, está excelente que existan
estos medios pero yo creo que justamente
también ahí hay otra de las virtudes de Barricada TV en el sentido de
fragmentar la programación: hacerla parte on line y parte en abierto. Por eso
digo que el desafío principal hoy para los sectores comunitarios primero es ser
sostenibles, generar un modelo económico que les permita la continuidad en el
tiempo, eliminar las experiencias fragmentarias. Creo que hay elementos para
eso hoy en el mundo de internet por la baja de costos para poder hacerlo. Y la otra
cuestión es cómo me relaciono con las audiencias. Quien no piense en las audiencias del siglo
XXI va a ser un canal para gente grande y ello no es sostenible en el tiempo. De
nada sirve tener las infraestructuras, tener la capacidad comunicativa, si no se
tiene la capacidad de dialogo. Por eso es que hay que repensar toda la
comunicación.
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