50 AÑOS FINANCIANDO LA INEQUIDAD SOCIAL
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
En medio de un gran cubrimiento mediático de la denominada “gran prensa” colombiana, que busca resaltar los “logros” y los “beneficios” que ha obtenido América Latina del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se celebró a finales de marzo en Medellín su asamblea anual de gobernadores que coincide con los 50 años de vida institucional.
Las celebraciones encabezadas por el presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez, caracterizado defensor de las políticas neoliberales, tienen como telón de fondo una profunda crisis económica global, en la que la mayoría de los países miembros del BID se enfilan en el sendero recesionista. Por eso de sus deliberaciones no ha salido nada nuevo. Simplemente sus directivos, los tecnócratas defensores del libre mercado y la “competitividad” que siguen la batuta del su presidente, el financista y negociante colombiano Luis Alberto Moreno, ahondan en diagnósticos desgastados, analizan escenarios ya advertidos y se enredan en debates académicos gaseosos.
En la reunión de Medellín no se ha abocado la manera de acudir a mecanismos prácticos, imaginativos, ágiles y, sobre todo, financieramente viables y democráticos para que cada nación logre amortiguar el desaceleramiento productivo y su costoso impacto social. Además, porque la situación real de este banco multilateral que impulsó en forma decisiva las políticas neoliberales de ajuste en América Latina es a todas luces negativa.
Las celebraciones encabezadas por el presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez, caracterizado defensor de las políticas neoliberales, tienen como telón de fondo una profunda crisis económica global, en la que la mayoría de los países miembros del BID se enfilan en el sendero recesionista. Por eso de sus deliberaciones no ha salido nada nuevo. Simplemente sus directivos, los tecnócratas defensores del libre mercado y la “competitividad” que siguen la batuta del su presidente, el financista y negociante colombiano Luis Alberto Moreno, ahondan en diagnósticos desgastados, analizan escenarios ya advertidos y se enredan en debates académicos gaseosos.
En la reunión de Medellín no se ha abocado la manera de acudir a mecanismos prácticos, imaginativos, ágiles y, sobre todo, financieramente viables y democráticos para que cada nación logre amortiguar el desaceleramiento productivo y su costoso impacto social. Además, porque la situación real de este banco multilateral que impulsó en forma decisiva las políticas neoliberales de ajuste en América Latina es a todas luces negativa.
La actual crisis financiera global ha reducido los precios de mercado de varios tipos de valores, generando al BID "pérdidas en su cartera de inversiones" en el último año, reconoció su presidente, Luis Alberto Moreno. Aunque no mencionó el monto de las pérdidas, éstas llegarían a casi 2.000 millones de dólares.
Lo cierto es que el BID es un ejemplo patético del fracaso de una entidad multilateral de crédito en su propósito de contribuir a reducir la pobreza y desigualdad en la región. En medio siglo de existencia, buena parte de las políticas sociales y económicas promovidas y apalancadas con préstamos y condicionalidades de este banco han mostrado su total ineficacia para lograr una América Latina “equitativa y desarrollada”. Los índices de pobreza y desigualdad son alarmantes. Según las últimas estimaciones en el año 2007 un 34,1% de la población de la región se encontraba en situación de pobreza. La extrema pobreza o indigencia abarcaba a un 12,6%. De manera que el total de personas sobreviviendo en situación de pobreza alcanzaba los 184 millones de personas, de las cuales 68 millones son indigentes.
América Latina, además, presenta también índices muy preocupantes respecto de desigualdad en la distribución del ingreso en el mundo. El ingreso per cápita del 10% más rico supera, en muchos países, en cerca de 20 veces el del 40% más pobre.
Estas cifras evidencian el fracaso del BID en su propósito publicitado insistentemente de lograr “desarrollo con equidad”. Contrasta ese eslogan con su verdadero objetivo corporativo que no es otro que el de favorecer el gran capital financiero transnacional.
Estas cifras evidencian el fracaso del BID en su propósito publicitado insistentemente de lograr “desarrollo con equidad”. Contrasta ese eslogan con su verdadero objetivo corporativo que no es otro que el de favorecer el gran capital financiero transnacional.
Para sentar su voz de protesta ante lo que representa el BID como símbolo de subordinación de América Latina a los intereses de los países industrializados y al gran capital financiero, algo más de 500 voceros de organizaciones sociales de la región decidieron reunirse también en Medellín y en forma simultánea a las celebraciones que realizan los dignatarios de esta institución multilateral, en lo que se ha denominado la Jornada de la Asamblea de los Pueblos.
En sus deliberaciones los participantes de este foro social han insistido que “50 años financiando la desigualdad son suficientes” y por ello han planteado una serie de alternativas para encontrarle a América Latina un nuevo paradigma económico que posibilite un verdadero desarrollo social y democrático.
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