CHANTAL MOUFFE EN BOGOTÁ: “LA IZQUIERDA NO DEBE TEMER A LA MOVILIZACIÓN DE LAS PASIONES PARA GENERAR POLÍTICA CONTRAHEGEMÓNICA”
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
La filósofa
y politóloga belga sustentó en su disertación en la capital colombiana que
“resulta imposible comprender la política democrática sin reconocer las
pasiones como la fuerza motriz en el ámbito político”.
En ese sentido, señaló, la
dimensión afectiva cobra un papel fundamental, porque los afectos, constituyen
las pasiones colectivas y pueden ser movilizados dentro de un esquema
democrático.
El problema radica en que algunos
sectores de izquierda creen que solo se puede utilizar la “razón” para
movilizar y motivar a la sociedad porque eso de utilizar las pasiones es lo que
hace la derecha echando mano de su herencia fascista.
“Política y pasiones: cómo
movilizar afectos en una dirección democrática” fue el título de la conferencia
que dictó Chantal Mouffe en la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la
República de Bogotá el pasado 8 de julio, dentro del programa académico Ciclo
Entrecruzamientos-Ciudadanías en el Posconflicto, organizado por esta entidad
conjuntamente con la Universidad Javeriana y la Alianza Francesa.
La destacada catedrática
universitaria y autora de numerosos libros y ensayos habló en esta oportunidad de
las pasiones y de cómo esta dimensión subjetiva influye en la construcción de
identidades colectivas y por ende en la articulación real de la democracia.
Mouffe (Charleroi, Bélgica, 1943)
es filósofa y politóloga, actualmente profesora de teoría política de la
Universidad Westminster de Londres. Entre los numerosos textos que ha publicado
se destacan: Hegemonía y estrategia socialista; El retorno de lo político.
Comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia radical; La paradoja democrática;
En torno a lo político; y Agonística. Pensar el mundo políticamente. Son obras
cuyo hilo conductor pone en tela de juicio la aplastante hegemonía neoliberal y
plantea otros caminos para construir democracia desde la actividad de actores
políticos renovados en sus formas y planteamientos.
En 1985 ganó reconocimiento
cuando publicó junto al filósofo y politólogo argentino Ernesto Laclau
(fallecido en 20014), quien además fue su esposo, “Hegemonía y estrategia
socialista”, un libro que generó amplio debate y controversia por haber marcado
las líneas del denominado “posmarxismo”, al tiempo que le planteó a la izquierda
la necesidad de optar por distintas alternativas. Para muchos analistas esta es
una obra anticipatoria de los fenómenos políticos que han irrumpido en estos
tiempos como “Podemos” en España y “Syriza” en Grecia.
ARTICULACIÓN DE AFECTOS PARA GENERAR UNA POLÍTICA CONTRAHEGEMÓNICA
Al ampliar el alcance de su tesis,
esta científica social explica que “no basta con crear afectos, sino que
también hay que ver cómo articularlos” para lograr una transformación política.
En ese sentido, agregó, es necesario traspasar la mera idea de movimiento, como
representan los casos de los indignados en España u Occupy en Estados Unidos.
“Una política contrahegemónica
necesita la creación de un régimen diferente de deseos y afectos, con el fin de
generar una voluntad colectiva capaz de desafiar el orden existente. Eso es la
movilización de las pasiones”, enfatizó la filósofa.
“Sería trágico para la izquierda
y para el futuro de la democracia abandonar ese terreno (de las pasiones) sólo
a los movimientos populistas de derecha. Hoy en día una política de izquierda
tiene que pensarse como populismo de izquierda. Una articulación de demandas
colectivas que constituyan un ‘nosotros’”, precisó Mouffe.
“Las pasiones –continuó– permiten
destacar la dimensión del conflicto político y sugerir una confrontación entre
ideas polémicas colectivas, dos aspectos constitutivos de la política”.
Criticó a algunos sectores de
izquierda, sobre todo de Europa, porque “no entienden nada sobre el papel de
los afectos y le tienen miedo a la dimensión afectiva, a las pasiones”. Dijo
que esa visión está oscurecida por el tema del nazismo, por el ejemplo de
Hitler, que logró suscitar las pasiones de todo un pueblo.
Con esa visión, insistió, se le
deja todo el campo libre a la derecha y la izquierda debe actuar logrando
movilizar la dimensión afectiva y las pasiones en una dirección democrática. “Esta
es para mí una de las características del populismo: reconocer la importancia
de crear una dimensión popular a través de la movilización de las emociones
afectivas”, explicó.
Mouffe hace énfasis en que en
estos tiempos de lucha contrahegemónica por parte de sectores progresistas y
partidos de izquierda, “dejar el terreno de las pasiones abierto solo a la
derecha populista o a la extrema derecha es terriblemente peligroso. Estoy
convencida –afirma- de que hay una relación muy clara entre ese modelo
racionalista aceptado por los partidos democráticos tradicionales -que no deja
lugar para una movilización de las pasiones hacia objetivos democráticos-, y el
éxito del populismo de derecha. Las pasiones no son eliminables de la política,
están ahí. Forman parte del maquillaje de los individuos. Elias Canetti lo
subraya de manera muy interesante en su libro Masa y poder, donde muestra que
los seres humanos estamos atraídos por dos fuerzas opuestas: por un lado la
afirmación de la individualidad, y por otro una pulsión a formar parte de una
masa. Lo que quiero denotar con el término "pasiones" son todas las
fuerzas afectivas que están en juego en la creación de identidades colectivas.
No estoy de acuerdo en llamar a eso afectos o sentimientos. No se trata de una
pasión individual, son pasiones colectivas. Hoy en día está creciendo mucho la
investigación sobre el papel de las emociones”.
Las emociones están en general
vinculadas a lo individual, por esta razón prefiere el término
"pasiones" porque permite destacar la dimensión de conflicto y
sugerir una confrontación entre ideas políticas colectivas, dos aspectos
constitutivos de la política.
EL “AGONISMO” COMO MANERA DE TRAMITAR LOS CONFLICTOS POLÍTICOS
Dentro de su ya dilatado trabajo
investigativo Mouffe ha aportado a la Ciencia Política el término de “agonismo”
para significar que una tarea clave de la democracia es proporcionar las instituciones
que permitan que los conflictos adopten una forma en la que los oponentes no
sean enemigos sino adversarios entre quienes exista un consenso conflictual.
Lo que se requiere en el continuo
debate político de las sociedades es que las contrapartes, o los “otros” no
sean percibidos “como enemigos a ser destruidos, sino como adversarios cuyas
ideas pueden ser combatidas, incluso encarnizadamente, pero cuyo derecho a
defender esas ideas no sea cuestionado. En otras palabras, lo importante es que
el conflicto no adopte la forma de un ‘antagonismo’ (una lucha entre enemigos)
sino la forma de un ‘agonismo’ (una lucha entre adversarios)”. (1)
En su conferencia en Bogotá, la
filósofa belga explicó que la teoría agonística contempla que “los desacuerdos
respecto de cómo interpretar los principios ético-políticos compartidos no son
solo legítimos, sino también necesarios. Permiten que existan diferentes formas
de identificación ciudadana y constituyen la esencia de la política
democrática”.
Además, en la lucha agonística lo
que está en juego es el tipo de hegemonía que se construye y las relaciones de
poder.
Dentro de ese marco teórico, Mouffe
propone un modelo de democracia radical pluralista que permita crear un espacio
político en el que se comparta una identidad común, que defienda los principios
democráticos y la garantía de los derechos individuales, y en el cual puedan
construirse identidades políticas en el marco de una confrontación “agonista”.
Ello, afirma, exige no sólo redefinir las nociones de ciudadanía e identidad,
sino también modificar la concepción misma de la política.
“Para mí los conflictos realmente
importantes son los que llamo antagónicos, es decir, cuando realmente no hay
posibilidad de una reconciliación racional. Para la visión pluralista liberal
no hay conflictos antagónicos, porque todos pueden encontrar una solución,
mientras que en la visión weberiana que yo sigo hay conflictos por fuerza
antagónicos. Entonces, ¿qué hacer con ellos? Mi propuesta es ver cómo se puede
transformar el antagonismo en agonismo. El objetivo fundamental de la
democracia es crear las instituciones que permitan que, cuando el conflicto
emerja, adopte una forma agonística y no antagónica”, enfatiza la politóloga.
1.- Mouffe, Chantal. Agonística.
Pensar el mundo políticamente. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2014.
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