jueves, 13 de agosto de 2015

ARGENTINA

ENTREVISTA CON EL POLITÓLOGO ARGENTINO DANTE PALMA

POR OPORTUNISMO POLÍTICO, CANDIDATOS DE LA DERECHA EN ARGENTINA HAN TENIDO QUE INCORPORAR A SU DISCURSO LINEAMIENTOS ANTINEOLIBERALES DEL KIRCHNERISMO




POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
Quito

La derecha en la Argentina causante de la debacle económica de comienzos de este siglo ha tenido que incorporar a su discurso principios ideológicos antineoliberales que proclama el kirchnerismo como la intervención y el rol protagónico del Estado en el manejo de los sectores estratégicos de la nación para poder competir por el relato político en la actual coyuntura electoral. Así lo analiza el politólogo y periodista Dante Palma. Obviamente lo hace por oportunismo político porque buena parte de la sociedad argentina aprueba que áreas como la petrolera o la de las pensiones sean manejadas por el Estado, luego de varios años de haber sido succionadas en beneficio de los privados. El kirchnerismo logró revertir esta situación, volviendo a nacionalizar dichos sectores.

Para conocer su óptica respecto de la coyuntura política de Argentina, dialogamos con el periodista Dante Palma, filósofo, investigador social y panelista del programa periodístico 6, 7, 8, que se transmite por la Televisión Pública de ese país y que tiene como característica ser un espacio de opinión de claro matiz gobiernista.

Uno de sus últimos libros es Quinto poder. El ocaso del periodismo (Planeta, Buenos Aires, 2014), en el que reflexiona sobre el desarrollo completamente mediatizado de la humanidad y la ultra concentración de la propiedad de los medios de comunicación.

Palma señala que el concepto de quinto poder lo toma del comunicólogo hispano-francés Ignacio Ramonet para denotar la necesidad de que surja una fuerza de la sociedad civil pero empoderada por la decisión política del Estado, “capaz de ponerle límite a la prepotencia de la prensa, a ese cuarto poder que quita y legitima gobiernos y nos quiere hacer creer que la opinión pública coincide punto por punto con la línea editorial de las corporaciones mediáticas”.

“A partir del ejemplo de Latinoamérica se observa –sostiene el autor- que la viabilidad del quinto poder depende de la acción directa de los gobiernos y de los Estados, los únicos capaces de enfrentar a las grandes corporaciones económicas. Sin esa decisión política y sin una agenda que realce el valor de una disputa cultural difícilmente estaríamos asistiendo a un momento tan crítico del periodismo tradicional y al auge de nuevas formas y voces. Porque en buena parte de Latinoamérica, y en Argentina en particular, no tenemos, como sucede en la mayoría de los países del primer mundo, a los cuatros poderes del mismo lado frente a la sociedad civil. Mas bien, está la decisión del “primero” de los poderes (el poder ejecutivo), seguido de un enorme consenso que incluye fuerzas opositoras en el “segundo” (el poder legislativo) enfrentando a aquellos dos poderes que no solo tienen en común intereses económicos e ideológicos sino que también se caracterizan por ser aquellos poderes que no son elegidos a través del mecanismo de elecciones democráticas. Me refiero, claro está, al modo en que el cuarto poder, el de las corporaciones económico-mediáticas, ha logrado hallar en el “tercero” de los poderes (el poder judicial) el dique de contención para el avance de muchas de las medidas impulsadas por los representantes de la ciudadanía”.

Aprovechando su participación como panelista en el Congreso Internacional Comunicación e Integración Latinoamericana desde y para el Sur, que organizó el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL), con sede en Quito, Ecuador, entre el 22 y 23 de julio, con motivo del décimo aniversario del canal interestatal Telesur, el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano www.cronicon.net le solicitó a este analista argentino su percepción sobre el momento político en su país.




-       ¿Ante el al relato dominante de los grupos corporativos desde el punto de vista mediático, el kirchnerismo que es la primera fuerza política en Argentina (el Frente para la Victoria), ha logrado construir hegemonía desde un punto de vista gramsciano?

-       Lo que sería el discurso kirchnerista sigue siendo minoritario, podríamos decir que es un discurso contrahegemónico, aún con el avance de la Ley de Servicios de Comunicación, la voz hegemónica sigue siendo la de las corporaciones económicas que son las dueñas de los medios. Sin embargo lo que si te puedo decir y sucede, se está viendo claramente ahora en época de elecciones, es que los principios fundamentales del proyecto kirchnerista han tenido que ser tolerados incluso por las variantes de la derecha y por los sectores conservadores en el sentido de aceptar que el Estado tiene que intervenir. Aceptar, por ejemplo, que la empresa petrolera tiene que ser estatal, que las jubilaciones tienen que ser manejadas por el Estado y no pueden estar en manos privadas, bueno ese tipo de cosas que el paradigma neoliberal siempre puso en tela de juicio hoy en la Argentina no son puestas en tela de juicio por los candidatos presidenciales de la derecha. En ese sentido si puedo decir que hoy un amplio porcentaje de la población apoya estos planteos antineoliberales aun cuando no sea kirchnerista.

-       Los sectores que respaldan el gobierno de Cristina Fernández han instalado la idea de que es necesario defender el “modelo” iniciado por el presidente Néstor Kirchner a partir de 2003, o lo que es lo mismo, el proyecto kirchnerista posneoliberal. ¿Este proyecto político se defiende solo o el gobierno ha tenido que hacer un gran esfuerzo de comunicación para solidificar su discurso y de esta manera convencer a buena parte de la sociedad argentina?


-       No, solo no se defiende, aunque el kirchnerismo tuvo una mala política comunicacional durante muchos años y podría decir que en la actualidad tiene problemas en ese sentido. Adopta diferentes opciones: desde la utilización de las cadenas nacionales hasta optar por diferentes formatos de comunicación, pasando  por los medios que tienen una línea editorial más afín con el gobierno. Si bien los medios influyen no son determinantes porque en el caso del kirchnerismo que fundamentalmente es una continuidad del peronismo, cuenta con el respaldo de una base peronista, de la tradición peronista, que es muy fuerte y que está por debajo de esa superficie mediática de histeria que grita que se vaya. Eso es lo que explica que después de muchas crisis, entre ellas la del 2009, en la que parecía que el kirchnerismo se terminaba y que incluso no culminaría su mandato de “repente” entre comillas se empiezan a dar una serie de acciones sucesivas  y a emerger espacios especialmente de la juventud con un claro apoyo hacia el gobierno que deriva que el kirchnerismo gane las elecciones presidenciales en primera vuelta en 2011 con el 54% de los votos.

-       El programa de televisión 6, 7, 8, del cual haces parte como panelista es único en su género porque es un espacio de opinión que se caracteriza por ser muy gobiernista. ¿Hasta qué punto una cadena estatal, la Televisión Pública Argentina, puede darse el lujo de tener un programa de televisión de debate marcadamente gobiernista? ¿Cómo analizas ese enfoque político desde el punto de vista de utilizar un bien púbico para apuntalar la defensa de un sector político que detenta el poder ejecutivo?

-       Yo creo que hay que contextualizar el caso porque obviamente si lo observas desde afuera vas a decir que una televisión pública es un medio de comunicación que no puede ser del gobierno. Desde ese punto de vista hay que decir que un programa claramente progubernamental no debería gozar de esa prerrogativa. Sin embargo cuando lo contextualizas se puede ver que el gobierno en el caso argentino cuenta con el poder formal pero no tiene el poder real. En ese sentido la voz del gobierno y la voz de la inmensa cantidad de gente que lo apoya no tenía espacio en los medios. En realidad, para aclararle a la gente, la televisión pública tiene un programa como 6, 7, 8 que sale seis horas por semana. O sea que si se hace la cuenta no ocupa ni el 3% de la programación de la televisión pública y es un programa plenamente político con claro sesgo oficialista. En ese contexto te voy a decir que el Estado también tiene la obligación de dar un espacio a voces que eran acalladas o sectores invisibilizados. Un programa como 6, 7, 8 no tenía lugar en ninguna de las televisoras privadas, en consecuencia si la televisión pública no le daba ese espacio a una voz como la del gobierno que en las elecciones de 2011 obtuvo un respaldo abrumador se le estaría coartando su derecho a expresarse. El deber de ser plural obliga en este caso a que una televisión pública le dé voz incluso a un sector claramente parcializado.

-       ¿En tu condición de periodista y analista político, consideras que el estilo de la prensa de la derecha en América Latina que se caracteriza por sus mentiras y las constantes calumnias e injurias que lanza, tal cual como ocurre en tu país con medios como La Nación y Clarín está agotado, o crees que van a seguir utilizando esa misma estrategia para tratar de desgastar a los gobiernos progresistas?

-       Es difícil que haya vuelta atrás cuando se reconoce por buena parte de la población que los medios no son independientes, ni neutrales, sino que por el contrario defienden intereses y ahí es difícil que haya un cambio. En el caso argentino veo que hay un intento de que la corporación periodística que está fracturada entre oficialistas y no oficialistas busca un retorno, volver a ser esa corporación que tenía de contraparte al gobierno de turno. Así que yo creo que lo que va a venir está abierto, es por un lado eso. Hay un intento de suturar esa fractura que se ha dado de una manera tal que tanto periodistas oficialistas como no oficialistas seguramente puedan confluir en una corporación monolítica que supieron tener hace 15 años.

-       ¿Por qué tu último trabajo bibliográfico se titula Quinto poder, el ocaso del periodismo?

-       Porque creo que es una categoría que nos permite pensar y  dar cuenta del nuevo diagrama de las sociedades. Me parece una categoría altamente controvertida que yo tomo de Ignacio Ramonet para analizar la necesidad de controlar a ese cuarto poder. Es decir, que la sociedad civil o el pueblo sea capaz de controlar ese cuarto poder, y de esta manera se convierta en quinto poder, se empodere o se visibilice y para ello hace falta una decisión del Estado, una decisión de los poderes del Estado. No podemos pensar en que la sociedad civil por generación espontánea y mágicamente de repente empiece a tener una agenda contrahegemónica y pueda disputar esos espacios con los medios tradicionales corporativos.


Quito, Ecuador.


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