ENTREVISTA CON LOS INVESTIGADORES SOCIALES GLORIA HOLGUÍN Y
SANTIAGO PIÑEROS DE PENSAMIENTO Y ACCIÓN SOCIAL (PAS)
“LA POLÍTICA DE TIERRAS EN COLOMBIA ES UN MONSTRUO MÁS
GRANDE O MÁS TERRORÍFICO QUE EL DEL EXTRACTIVISMO MINERO-ENERGÉTICO”
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
La sostenibilidad de la paz en
Colombia que comenzará a construirse una vez se suscriban los acuerdos de la
mesa de negociación de La Habana entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la
insurgencia de las Farc, dependerá en grado superlativo de que haya un cambio
sustancial en el modelo económico del país que desde la década de los años 90
está sustentado en una profunda concepción neoliberal que se traduce en la
entrega de buena parte del territorio nacional a las transnacionales para
explotar recursos naturales no renovables con graves afectaciones
medioambientales y socioeconómicas para las comunidades.
Si no
hay un cambio de enfoque lo que se viene para Colombia es “un posconflicto con
mucha violencia”, habida cuenta que la imposición de este modelo económico que
tiene como sustento jurídico y político el Plan Nacional de Desarrollo del
gobierno, prevé que sigan llegando multinacionales a explotar recursos
naturales y a apropiarse de amplias extensiones de tierra, lo cual va a generar
una serie de choques y confrontaciones en las regiones, pues de lo que se trata
es de imponer “una forma de control territorial”. A esta dramática conclusión
llegan los investigadores sociales Gloria Holguín Reyes y Santiago Piñeros
Durán, quienes hacen parte del equipo interdisciplinario que elaboró el
documentado Informe Sombra de las operaciones de Glencore en Colombia (http://bit.ly/1nNkqfi),
auspiciado y editado en diciembre de 2015
por la organización Pensamiento y Acción Social (PAS) y el Grupo de
Trabajo Suizo-Colombia (ASK).
Este
informe se concentra en denunciar, utilizando fuentes públicas y oficiales del
Estado colombiano, lo que solo una transnacional como Glencore, cuya casa
matriz está en Suiza, viene impactando negativamente con su actividad
carbonífera en el departamento del Cesar, situado en la zona noreste del país,
en aspectos como medio ambiente,
derechos humanos, laborales, tributarios y reasentamientos involuntarios.
“Lo
denominamos informe sombra porque se trata de un informe alterno al que
presenta la empresa desde 2010. Lo que hicimos fue tomar los mismos aspectos sobre
los que ellos informan y evaluar fuentes oficiales de manera detallada para identificar
graves impactos de la actividad de la empresa que nos son reportados por ellos
en sus informes y que afectan a las comunidades y traen pérdidas al país en su
conjunto. Además, porque nos dimos cuenta que Glencore es una empresa que opera
en la sombra, casi nadie sabe quién es o qué hace aunque lleva 20 años en
Colombia”, explica Santiago Piñeros.
Las
comunidades que habitan los territorios donde Glencore realiza su actividad de
explotación carbonífera han venido siendo muy gravemente afectadas, lo que
constituye un ejemplo contundente de la manera cómo las transnacionales
minero-energéticas en este caso, están fracturando a las poblaciones desde el
punto de vista social y medioambiental.
La
investigación da cuenta además de hallazgos tan relevantes sobre los impactos
de la extracción de carbón que hace Glencore en el centro del Cesar tales como
la suscripción de acuerdos secretos con el Ministerio de Defensa, entre 2007 y
2013, por un monto promedio de 250.000 dólares para construir un batallón
ubicado dentro de una mina, que por ese mismo tiempo estuvo involucrado en
ejecuciones extrajudiciales. El informe también identifica la implementación
por parte de Glencore de prácticas de contratación que promueven la discriminación
y la desigualdad, el incumplimiento en las órdenes de reasentar a las
comunidades afectadas, la producción de contaminación del aire por encima de
los niveles permitidos, el contagio de ríos y la desviación de sus cauces,
daños ambientales no cuantificados e irreversibles, y cuantiosas sanciones
tributarias por dilaciones y maniobras tributarias que afectan el fisco en Colombia.
Se denuncia, igualmente que entre 2007 y 2010, Glencore ha recibido diez
sanciones por parte de la autoridad ambiental por un valor de 1.5 millones de
dólares.
Para
analizar los alcances de este minucioso informe y hacer un ejercicio de
prospectiva sobre la incidencia que tiene la presencia malsana del capital
transnacional en Colombia, sobre todo en un momento histórico, cuando se está
ad portas de concretar acuerdos de paz con el principal grupo insurgente como
las Farc, el Observatorio Sociopolítico
Latinoamericano www.cronicon.net,
invitó a dialogar a Holguín Reyes y Piñeros Durán, quienes hacen una
inquietante lectura de la compleja y
conflictiva realidad de este país andino que no ha logrado superar su
confrontación interna que se prolonga por seis décadas y que ha generado una
sociedad desestructurada.
LAS AFECTACIONES DE GLENCORE EN COLOMBIA
- ¿Qué es PAS y que motivó la
elaboración del informe?
- Gloria Holguín Reyes (GHR): Pensamiento
y Acción Social (PAS) es una ONG colombiana que fue fundada en el 2004 y surge
a raíz de un grupo de personas que se reúne desde 2000 para hacer tertulias, a
discutir cómo debe ser la paz en Colombia. De ahí nació la idea de crear un
programa por la paz y para eso buscaron amigos aliados en Suiza y se funda el
programa Suippcol que es el Programa Suizo para la Promoción de la Paz en el
país y eso es lo que obliga a PAS a formalizarse. La organización tiene como
misión aportar en la construcción de paz en Colombia con enfoque desde la base.
Nosotros pensamos y creemos firmemente que los protagonistas del cambio social
en Colombia deben ser los lideres y lideresas en todos los territorios, no
tanto una política de arriba hacia abajo sino de abajo hacia arriba, y a partir
de este programa se empieza a trabajar
con unas 30 comunidades, más o menos en 8 departamentos de Colombia, pensando
alrededor de la paz y tratando de construir en ese momento agendas
humanitarias, mesas de diálogo entre las comunidades y los actores armados. A
lo largo de la implementación del programa se crean dos ejes adicionales de
trabajo. Uno es seguridad y protección: pensar cómo hacer para que las
comunidades que están en los territorios tengan garantías y seguridad para
mantenerse en los territorios en medio del conflicto armado. A partir de este
programa nosotros gestionamos con Protección Internacional en Bruselas medidas
de acción para ofrecer seguridad a las comunidades. Complementario con ello trabajamos
también con los suizos el programa Peace Watch
Switzerland que es un proyecto de acompañantes internacionales, que son
voluntarios que vienen de Suiza cada tres meses, en parejas, y ellos lo que
hacen es acompañamiento a las comunidades que están en riesgo de
desplazamiento. A finales del 2010 las comunidades expresaron que ellas están
por la defensa del territorio y que llevan muchos años peleando con los actores
armados. Pero al mismo tiempo, empiezan a aparecer nuevos actores sobre el territorio,
que son las empresas. Entonces las comunidades nos comienzan a preguntar que
quiénes son estos señores empresarios, que no solo están tratando de permanecer
en los territorios sino que ahora no solo están en riesgo de desplazamiento por
los actores armados sino que también por la llegada de unos señores empresarios
que expresan que ese territorio es de ellos y que es para explotación de
recursos naturales. PAS empieza a sentir la preocupación de abordar el modelo
extractivista, porque estos conflictos socio-ambientales que se generaran en los territorios se tienen
que resolver si realmente queremos una paz sostenible en Colombia. Para ese
momento, 2010, nuestros aliados, el grupo de trabajo Suiza-Colombia, nos
propone hacer una investigación sobre las operaciones de Glencore en Colombia y
nosotros vemos esa alianza como una oportunidad para crear otro eje de trabajo
en la organización que es el de Territorios y Derechos Humanos, enfocado a abordar
los conflictos socio-ambientales que existen en los territorios por procesos
extractivos. Por esta razón, no creemos que pueda haber una paz sostenible y
duradera en Colombia si no se resuelven los conflictos socio-ambientales que se
están generando en los territorios a partir de la actividad extractiva.
- ¿Tras la publicación de su
documentado informe han tenido algún tipo de reacción o amenazas por parte del
establecimiento colombiano o por la propia Glencore?
- GHR:
Nosotros no hemos recibido amenazas directamente, yo creo un poco por la
estrategia que adoptamos de blindaje jurídico y personal. Es decir, nosotros
estamos en el Cesar, por un lado investigamos a Glencore pero por otro
acompañamos el proceso de reasentamiento del Hatillo, y en esos espacios,
nosotros nos sentamos en mesas con Drummond, la propia Glencore y Colombian
Natural Resources, acompañando a la comunidad en su negociación de
reasentamiento. Desde el principio nosotros fuimos claros al señalar que estábamos
investigando a Glencore, y le hemos dado mucha visibilidad a nuestra alianza
internacional. Eso nos ha protegido, además porque todo el mundo sabe que
estamos ahí, que estamos investigando, y las empresas saben que tenemos aliados
en Holanda, Alemania, Suiza, que siempre están mandando preguntas sobre el
proceso y eso es un apoyo.
- Ustedes incorporaron en su informe
la visión de Glencore y para ello debieron presentarle previamente a los
directivos de esta trasnacional la investigación. ¿Cuál fue la respuesta de
Glencore?
- GHR:
Bueno, esa es la otra medida que nosotros tomamos. Decidimos que para protegernos
no solo de amenazas sino también de demandas, porque esa es la modalidad, una
vez terminado el informe se lo enviamos al presidente de Glencore en Suiza y le
pedimos una respuesta formal para publicarla, la cual de hecho aparece como
anexo. En su respuesta Glencore dice que no a todas nuestras inquietudes. A grandes
rasgos nos dan una respuesta de 14 páginas, que generalmente no es normal. A
las ONGs siempre les responden que las van a demandar y ya está, a nosotros nos
dan una respuesta tomando punto por punto del informe y lo que dicen es que
todas nuestras fuentes efectivamente son oficiales pero que las
malinterpretamos.
- ¿Por qué consideran ustedes
que les respondieron tan abundantemente con 14 páginas?
- GHR:
Porque todas las fuentes son oficiales. No son propias, son del gobierno
colombiano: el Ministerio de Minas y Energía, la Superintendencia de
Sociedades, la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), el
Ministerio de Trabajo.
- Santiago Piñeros Durán (SPD):
Creo además que en algún momento pensaron que una vez les mandamos el informe,
nosotros podríamos cambiar nuestra versión. Al ser la investigación no un
informe clásico de derechos humanos, sino poseer esta calidad de la que estamos
hablando en el sentido de que tiene un alto porcentaje de fuentes oficiales,
ellos pensaron que existía alguna pequeña esperanza de que nosotros cambiáramos
el informe. La primera reacción fue: por favor no vayan a publicar esto, dennos
tiempo para montar una respuesta y esperamos que después de que ustedes
conozcan nuestra posición puedan cambiar la publicación y mostrar mejor lo que
nosotros presentamos. Automáticamente el presidente de Glencore lo que hizo fue
coger un teléfono y mandar una delegación a Colombia.
- ¿El propio Ivan Glasenberg,
presidente de Glencore, envió directamente desde Suiza a Bogotá una delegación
para verificar su informe?
- SPD:
Sí, vino una delegación presidida por Glasenberg en marzo de 2015 a verificar las
denuncias del informe. Lo que pasó en Glencore acá en Colombia fue que llegó el
jefe máximo diciendo qué es esto, ¿por qué nadie me había avisado de esto? Eso
generó, me imagino, un revolcón entre ellos. Trajeron sus abogados, redactaron la
respuesta, nos la enviaron y nos dicen: por favor no publiquen. Nosotros les
contestamos básicamente que no nos vamos a retractar de lo dicho en el informe.
Les reiteramos que vamos a publicarlo contraponiendo nuestra visión con la de
ellos y que quien lo lea saque su propia conclusión. Nuestra respuesta les
molestó y por lo visto quedaron un poco sorprendidos hasta el punto que deciden
hacer una misión de verificación a Colombia en la que él mismo Ivan Glasenberg en
persona vino a reunirse con nosotros.
- ¿Glasenberg viene a Colombia
para debatir personalmente el informe con ustedes?
- GHR:
Sí, después de la respuesta que nos da por escrito organizó una misión de
verificación, así la llamaron ellos, con él a la cabeza que es el presidente de
Glencore en el mundo y con altos ejecutivos de esta empresa. Nunca habíamos
visto tantos altos ejecutivos de una transnacional juntos.
- Es que sin exagerar se puede
decir que Glasenberg es como el presidente de un país…
- SPD:
Casi, sí. Es que Glencore es como un país. Glencore casi quiebra y si ello
hubiera ocurrido Zambia se iba al diablo
totalmente. Prácticamente Glencore mantenía la economía de ese país.
- ¿Cuál fue el resultado de la
reunión entre ustedes y Glasenberg con todo su staff en Bogotá?
- GHR:
Hubo todo un debate porque nosotros les dijimos no queremos discutir el libro
en Colombia porque no tenemos garantías de seguridad, lo queremos discutir en
Suiza, y ellos igual hacen la misión y dicen vamos con o sin ustedes. Entonces
nosotros tuvimos todo un día de discusión en Bogotá donde se habló de los
asuntos ambientales y laborales.
- ¿Ustedes consideraban que no
tenían garantías para abordar la discusión con los representantes de Glencore?
- SPD:
Si, considerábamos que no teníamos garantías de seguridad, garantías en la
discusión, o sea lo que pedíamos era un espacio neutro donde se genere un dialogo
real: vamos a discutir esto y vamos a hacerlo con esta finalidad y ellos no nos
lo planteaban así, simplemente nos decían, vengan y nos reunimos ya. También
reclamábamos seguridad porque nos invitaban a reunirnos en la sede de Glencore
en Bogotá. Nosotros prevenidos dijimos no hay condiciones, no queremos
reunirnos porque nos van a encerrar con un poco de abogados y con cámaras de
video.
- ¿Y dónde se reunieron
finalmente?
- SPD:
En el Hotel Marriott de la calle 26. A esa reunión llegó la Viceministra Minas
y Energía. Nosotros les dijimos: vamos a sentarnos a discutir las condiciones
del diálogo que podemos tener de ahora en adelante.
- ¿El hecho de que llegara la Viceministra
de Minas era garantía de imparcialidad, o por el contrario, estaba parcializada
a favor de los intereses de la transnacional?
- SPD:
No, ella obviamente tiene un mandato de la Presidencia de la República en el
sentido de defender el modelo minero. Para ella esa es la prioridad y demostró
sus capacidades ese día, es muy política, pero cuando se le puso el tema
técnico minero se rajó automáticamente.
A los representantes de los sindicatos les daba risa, pero obviamente a
nosotros no.
- ¿Y de PAS cuántas personas
fueron a la reunión?
- GHR:
Nosotros éramos unas siete personas, dos de PAS, dos de ASK, dos o tres ciudadanos
suizos y ellos unas veinte, entre presidentes de una cantidad de divisiones de
la empresa, más todo el equipo de abogados colombianos dedicados al tema
laboral, al tema financiero, tres dedicados al tema ambiental. Empezamos la
discusión expresando básicamente lo que muestra el informe: como una cosa dice
la empresa y otra muy distinta lo que denunciamos nosotros basados en lo que
las propias autoridades colombianas señalan. El diálogo entonces giró en torno
a que no nos diga mentirosos a nosotros sino díganle mentiroso al Estado. Los
hechos están ahí. Fue una reunión de un día, desde las ocho de la mañana más o
menos hasta las ocho de la noche, después llegaron los sindicalistas, entonces
ellos invitaron a los trabajadores no sindicalizados, los confrontaron y los
pusieron a pelear entre ellos. También en la reunión estuvo un grupo de
ciudadanos suizos que estaba preocupado por lo que hace Glencore en otros
países. Es que en 2014 fue el primer año en que Ivan Glasenberg pagaba
impuestos a su cantón y los ciudadanos que se organizaron le dijeron que ellos
iban a recibir solo la mitad de los impuestos que cancelaría porque la otra
mitad la iban a destinar a trabajar con las comunidades impactadas por
Glencore. Eso también fue muy fuerte para Glasenberg y su imagen pública porque
lo interpretaba como que esta gente no quiere recibir mis impuestos porque dizque
estoy violando derechos en otros lugares y allá se va a ir mi plata. Por eso es
que los ciudadanos suizos hicieron una primera visita a Colombia a finales de
2014 y elaboraron un informe. Cuando Glasenberg organiza esta reunión en Bogotá
invitó a estos ciudadanos suizos expresándoles que ellos están diciendo que él está
haciendo muchos daños en Colombia y se compromete a conformar una misión de
verificación con el propósito de que, sí efectivamente está generando daños,
procederá a hacer los arreglos necesarios. Por eso él venía con una delegación
de ciudadanos suizos que eran los que estaban en esa mesa y que actuaban como
“los garantes neutrales”, informados, preocupados por lo que pasa en este país.
COMPLICIDAD DEL ESTADO COLOMBIANO CON GLENCORE
- En Colombia, como sabemos, el
aparato de justicia es inoperante, ¿cabría entonces alguna acción en el ámbito
de la jurisdicción internacional frente a la nula respuesta de las autoridades
colombianas respecto de la flagrante violación de derechos humanos por parte de
Glencore?
- SPD:
Eso lo hemos estudiado bastante. Nosotros lo hemos mirado como abogados con
otros colegas colombianos y lo hemos analizado con organizaciones de otros
países. Nos hemos sentado días completos a ver cómo es que le buscamos el
quiebre para ver si tenemos una acción jurídica de carácter internacional. En
este momento yo me atrevería a decir que como están las cosas, incluso hablando
de otros países que no conocemos los casos tan al detalle, pero si tenemos
información a través de la red con la que hacemos seguimiento a Glencore, lo
más factible es una demanda por contaminación de agua en la jurisdicción suiza.
- ¿Por qué?
- SPD:
Porque Suiza es el país que alberga la casa matriz de Glencore. Esa es una
demanda muy concreta que se está mirando, depende del caso de cada país y de las pruebas. En Suiza
es difícil porque ahí uno no demanda empresas sino personas. En este caso la
demanda tendría que ir contra Ivan Glasenberg o contra alguno de sus
representantes y eso en materia probatoria es algo difícil. Si hablamos de
violaciones de derechos humanos enmarcados en otra jurisdicción internacional
es bastante complicado. Básicamente
porque en los sistemas jurídicos internacionales es fundamental que la
responsabilidad de violación a derechos humanos recaiga en los Estados y no en empresas.
Donde sí existen muchas posibilidades de delitos de carácter financiero,
ambiental, juicios de responsabilidad fiscal entre muchas otras cosas por parte
de Glencore, y que para nosotros constituye una mayor esperanza de buscar
justicia es en la jurisdicción colombiana a pesar de todos los defectos que
tiene. Hay muchos indicios y pruebas concretas de lo que muestra este informe
de que Glencore podría ser demandado penalmente, fiscalmente, incluso
disciplinariamente.
- ¿Disciplinariamente por qué?
- SPD:
Por el tema de los convenios con el Estado colombiano.
- Cuando tú hablas
disciplinariamente, ¿se puede decir que hay una complicidad de altos
funcionarios del Estado con esta transnacional suiza?
- SPD:
Definitivamente. La complicidad del Estado en los hallazgos que encontramos en
la investigación para este informe es muy concreta. Una omisión tan grande del
Estado en algo tan delicado como esto, uno tiene que llamarlo complicidad.
- ¿Hay complicidad del Estado
cuando el Ejército Nacional recibe millones de recursos por parte de Glencore
para mantener un batallón que se instala en una de las minas de esta
transnacional?
- SPD:
Totalmente. Y ese batallón por ejemplo viola derechos humanos o la empresa viola
derechos humanos, al Estado no le importa. Igual paga el mantenimiento de ese
batallón. En materia fiscal está el hecho de que el mismo Estado que es el que
regula las políticas mediante las cuales se hacen tantas exenciones de pagos de
impuestos y regalías que después uno va a ver y resultamos es debiéndole a la
empresa en vez de ésta pagándonos a nosotros, allí también se podría ver como una complicidad. En
materia ambiental igual, o en asuntos laborales.
- ¿Ustedes han enviado este
informe a la mesa de negociaciones de paz de La Habana? ¿Consideran que este
informe sería importante que se conociera en ese escenario?
- GHR:
Nosotros respaldamos todo lo que está pasando en La Habana, obviamente somos
partidarios de firmar la paz; institucionalmente estamos comprometidos con
ello. Pero hay una realidad y es que el modelo minero energético no se está
discutiendo ahí. Este tema de las operaciones de Glencore en Colombia, viéndolo
grueso, si uno toma lo de los convenios con el Estado lo puede enmarcar en
violaciones a derechos humanos, lo puede meter dentro de justicia transicional,
por ejemplo. Que podamos enviar el informe para que contribuya a una discusión
que haya en la mesa de La Habana puede ser. Además, sí sería bueno hacerlo
llegar para que vayan teniendo el panorama de lo que se viene. Porque el
gobierno no quiere discutir el modelo económico en la mesa de La Habana, ni lo
va a querer discutir en una posible mesa con el ELN. Sin embargo sería bueno
que tuvieran en cuenta todo lo que está pasando para las reservas que tengan
que hacer.
SE VIENE UN POSCONFLICTO CON MUCHA VIOLENCIA
- Cuando afirmas que ojalá este
informe lo conocieran en La Habana para que se tenga muy claro que es lo que se
viene, me asalta el interrogante. ¿Qué es lo que se viene?
- GHR:
Un posconflicto con mucha violencia. Nosotros vemos que se va a venir es más
violencia pero también la imposición de este modelo económico de manera más
fuerte, porque básicamente con el Plan Nacional de Desarrollo ya todo está
previsto para que en Colombia lo que siga pasando es la llegada de
multinacionales a explotar recursos naturales no renovables y ahí va a ver un
choque, un conflicto con esta ideas de restitución de tierras a las víctimas.
MODELO ECONÓMICO SUSTENTADO EN CONTROL DE LA TIERRA
- SPD:
Eso para nosotros no es solo un modelo económico sino es una forma de control
territorial.
- Control territorial par parte
de las transnacionales…
- SPD: Aquí
ese control territorial se ha alimentado históricamente y se ha aprovechado. Se
puede observar en varias zonas del país donde las transnacionales tienen un
control de las zonas en conflicto. El hecho de que las Farc se vayan a
desmovilizar, en nuestra opinión, va a generar una crisis de control
territorial. Por un lado está la posibilidad de cesación de conflicto armado,
entrega de armas y todo esto, y por otro, el ‘desarrollo’ tiene que seguir y
entonces van a controlar el territorio.
- GHR: Además
que si uno piensa que parte de la raíz del conflicto armado en Colombia tiene
que ver con la división y el control territorial y desaparecen los actores
armados, uno podría decir, bueno, hagamos la reforma y que se redistribuya el
ordenamiento territorial para que sea más equitativo. Pero con este modelo lo
que está pasando es que la tierra sigue siendo acaparada por unos pocos, en
este caso por las transnacionales.
- O sea, en los siglos XIX y XX
Colombia ha enfrentado prácticamente su conflicto en torno de la posesión
territorial. En una época eran los gamonales, los terratenientes, los
narcotraficantes. ¿Hoy la nueva modalidad de control territorial son las
transnacionales?
- GHR:
Claro, porque las concesiones son cantidades de extensiones de tierras muy grandes
donde el uso del suelo se destina para la explotación de recursos naturales. Tiene
una ventaja estratégica muy grande y es que todo el marco legal y la política
económica del Estado colombiano dice que esto es lo que toca hacer.
- ¿Esto es una acumulación por
desposesión, para utilizar los términos del geógrafo inglés David Harvey?
- SPD:
Totalmente. Y peor aún, no es la única. Vienen más, nuevas formas…
- ¿Cómo por ejemplo?
- SPD:
Como por ejemplo la Ley de Zonas de Interés de Desarrollo Estratégico (ZIDRES).
Esa es una forma muy concreta de control de la tierra. Casi es una legalización
de los descaros que se le ha dado al manejo de la tierra en varias zonas del país
durante los últimos años. Y es además la contradicción total al acuerdo agrario
de La Habana. Y va de la mano con esto. Son cosas que se enlazan como si fueran
un bloque. Se engranan. O sea lo que engrana agroindustria, apropiamiento de la
tierra, contaminación del medio ambiente, que va a tener un impacto directo en las
comunidades. Esto es un modelo igual o más terrorífico que el del extractivismo,
es un monstruo más grande.
- Es el capital transnacional básicamente
generando violencia. ¿Es decir, en esas condiciones y en ese contexto
socioeconómico colombiano, no se puede ser optimista con el posacuerdo?
- SPD:
Sería interesante pensar cuál sería el papel de las empresas en el
posconflicto. Por ahí es por donde podemos empezar. Además de todas las otras
cosas, porque esto que tiene visos de legalidad es ilegal.
- El capital no tiene alma, ni
corazón, ni patria, sin embargo cabría esperar cierto grado de
corresponsabilidad, ciertas sensibilidad de las empresas europeas compradoras
de carbón, en este caso que sean conscientes a través de este tipo de informes,
del impacto en violación de derechos humanos por parte de Glencore en el departamento
del Cesar. ¿O esa sensibilidad empresarial no existe y es puro cuento?
- GHR:
Parte de la labor de las comunidades y las ONGs que trabajamos alrededor en
este tema ha sido hacer incidencia política no solo frente a nuestros aliados
sino ante los compradores. En Alemania y en Suiza, metiendo mucha presión a los
compradores de carbón por este tipo de asuntos. Es hacerle entender a los
ciudadanos de estos países que ese carbón que ellos compran está vulnerando
derechos, y ahí empieza a haber una presión de la industria energética en
Europa a la industria del carbón en Colombia. Sin embargo están los gobiernos
que van detrás a seguir apoyando esa industria. Es como una falsa moral. Pero
hay algo que yo te quería decir del punto anterior y es sobre acaparamiento de
tierra, conflicto armado y posconflicto. En el libro hay un capitulo que es de
reasentamiento involuntario. Resulta que en el 2010, el Ministerio del Medio
Ambiente, por primera vez en la historia Colombia, ordena un reasentamiento
involuntario de tres poblaciones por contaminación ambiental. O sea, los
niveles de contaminación de aire permitidos legalmente sobrepasaron y eso pone
en posible riesgo la salud humana, por esa razón el Ministerio del Medio
Ambiente ordena a las empresas de carbón en la zona mover a tres poblaciones,
reubicarlas. Eso en idioma sencillo quiere decir que son los tres primeros
desplazamientos forzados por contaminación ambiental.
- Por parte del mismo Estado…
- GHR:
Sí, del mismo Estado, y eso es una cosa fundamental porque para el posconflicto
cuánta tierra hay que devolverle a cuántos. Entonces estamos hablando de un
posconflicto donde ha habido una Ley de Víctimas, una Ley de Justicia y Paz,
donde se supone que hay que devolverle tierra a más o menos 6 millones de desplazados
del conflicto armado. Y muchas de esas tierras que hay que devolverle a
desplazados por el conflicto están ocupadas por proyectos de desarrollo, sea
carbón, sea agroindustria, sea petróleo, o están en manos de narcotraficantes. Ahora,
dónde vamos a meter a esa gente y qué vamos a hacer si empezamos a desplazar a
otras comunidades ya no por conflicto armado sino por contaminación. Y estos
son los primeros desplazados por contaminación ambiental.
- Para el ELN el tema minero-energético
es central, es transversal. ¿Ustedes
creen que este aspecto de la locomotora de Santos es un gran obstáculo para
iniciar negociaciones de paz con esta agrupación insurgente?
- GHR:
Depende los puntos que acuerden para la agenda con el ELN, porque es muy
posible que el gobierno se mantenga en que no va a discutir el modelo, va a
discutir la dejación de armas y la participación política. Cuando lo logren y
dejen las armas, y que todo el mundo participe, de pronto discuten el modelo,
pero cuando eso ocurra el modelo ya va a estar blindado por todos los tratados
de libre comercio que ha suscrito Colombia.
IMPOSICIÓN GLOBAL DEL MODELO NEOLIBERAL DE DESPOSESIÓN
- ¿Por qué el gobierno
colombiano es reacio a discutir el modelo? ¿Es una imposición global, es una
imposición del neoliberalismo?
- SPD:
El gobierno colombiano se empecina en que es su modelo y no lo discute con
nadie, además porque los bancos lo apoyan y otros gobiernos también, y si va a
haber un tratado que vincule empresas con derechos humanos, Colombia dice no.
- GHR:
Esa posición obedece a políticas que vienen de los esquemas internacionales que
se crearon al final de la Segunda Guerra Mundial. Naciones Unidas y muchas instituciones
internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la
Organización Mundial del Comercio y la OCDE, a la que Colombia quiere
pertenecer, que son las instituciones que dictan políticas de desarrollo para
el mundo conjuntamente con los países ricos y bajo la coartada de “ayudar” a
los países pobres crean los ministerios de cooperación. Como los países pobres
necesitan plata el Banco Mundial le dice yo les prestó pero para ello ustedes
tienen que hacer unos ajustes en su política económica y todo ese marco
internacional es el que se genera a nivel global, porque no es solo Colombia
sino es toda América Latina, en toda África, en toda Asia; hay una política que
dice la inversión extranjera es lo que va a traer los recursos para que los
países pobres se desarrollen. Ese es el cuento. Con nuestro informe se puede
ver que no es cierto porque ni la plata queda, ni los trabajadores quedan, ni
nada queda.
- ¿El informe ha generado alguna
reacción por parte de alguna agencia del Estado colombiano, algún ministerio,
algún alto funcionario? ¿O el gobierno colombiano ha hecho mutis por el foro
frente al informe?
- SPD:
El que ha reaccionado es el Ministerio de Minas.
- ¿En favor o en contra?
- SPD:
En contra, defendiendo a Glencore. El Ministerio del Ambiente está totalmente
silenciado con este tema, no quiere saber nada, este informe es una papa caliente
para ellos porque son evidentes las grandes omisiones del Estado. Ahí sus responsabilidades
son directas y por eso han preferido quedarse callados. El Ministerio de Minas
tiene rabo de paja porque ellos son los que defienden la minería, Faltaba más
que el Ministerio de Minas no saliera a defender su política energética y minera.
- GHR:
Las reacciones que hemos visto más palpables son la gira organizada por la
Viceministra de Minas con el alto consejero presidencial para los Derechos Humanos
y con el asesor jurídico de la ANLA junto con las tres transnacionales más grandes
de Colombia que son Cerrejón, Drummond y Glencore a Europa a donde sumaron al fiscal del Sindicato que
es fuente en nuestro informe y el presidente de la Junta de Acción Comunal de
la comunidad a la que acompañamos. En esa gira lo que vimos es que ellos
desmienten todas las denuncias que hacemos en el informe. En ello el alto
consejero presidencial jugó un rol importante pues cogía los mapas de Colombia
y decía: en estas zonas es el conflicto armado y en estas zonas es la
inversión, no tiene que ver lo uno con lo otro, estamos haciendo grandes avances
en reparar las víctimas y ya los paramilitares no existen, y no tiene nada que
ver la industria con el conflicto armado. Por su parte, la viceministra ponía la
cara a los gobiernos de Alemania y Holanda diciéndoles que la inversión tiene
que seguir y que ellos tienen a todo el apoyo del gobierno colombiano para
demostrar que la industria no está violentando derechos humanos sino que, por
el contrario, está contribuyendo al desarrollo del país y a la construcción de
paz.
- Ustedes anuncian que van a
desarrollar un nuevo informe y que ya tienen nuevos insumos para ello. ¿Qué
proyección trae este nuevo informe, cuáles son los elementos novedosos?
- SPD:
Básicamente es un informe que en conjunto con otras ONGs que acompañan a
comunidades afectadas por Glencore, se concentra en temas financieros,
corporativos y ambientales. Va a traer casos de Perú, Argentina y Bolivia.
Mencionaremos el escándalo de corrupción y sobrecostos del proyecto de
ampliación de la Refinería de Cartagena (Reficar) en el que Glencore está
directamente vinculada. Va a ser un informe más ejecutivo que este, con más
información, estamos perfeccionando la metodología.
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