ENTREVISTA CON EL SOCIÓLOGO VENEZOLANO EDGARDO LANDER
“LA AGENDA POR LA SOBREVIVENCIA EN EL PLANETA
TIERRA PASA POR INCLUIR TRANSFORMACIONES QUE POSIBILITEN UNA SOCIEDAD
POSCAPITALISTA”
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
Medellín
Es un crítico de los gobiernos
progresistas de Suramérica, a los que considera “neodesarrollistas” y en
algunos casos “tecnocráticos”, porque en últimas, dice, reproducen prácticas
capitalistas y de consumo que atentan contra la sostenibilidad ecológica del planeta.
Se trata del sociólogo, investigador social y docente venezolano, Edgardo
Lander.
Sostiene que
el planeta ha llegado a sus límites y la única posibilidad de sobrevivencia
radica en lograr radicales transformaciones que permitan avanzar hacia una
sociedad poscapitalista.
Lander
participó como panelista en la VII Conferencia Latinoamericana y Caribeña de
Ciencias Sociales que organizó CLACSO entre el 9 y el 13 de noviembre en
Medellín, y dialogamos con él sobre la concepción del Buen Vivir y los retos
que tiene la humanidad en la conservación del planeta tierra.
CÓMO ENTENDER LA NOCIÓN DE PROGRESO
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Uno de los
debates candentes en América Latina es extractivismo versus posextractivismo. Los
gobiernos progresistas en la región hacen suyo el argumento expresado por el
vicepresidente boliviano Álvaro García Linera quien afirma que si bien el
extractivismo tiene unos altísimos costos ecológicos los Estados tampoco pueden
darse el lujo de cerrar las llaves de los pozos pertolíferos o gasíferos y no permitir
de que en casos como los de Bolivia o Ecuador se dejen explotar los recursos
naturales imposibilitando financiar políticas sociales. ¿Cuál es su lectura
respecto de este candente tema?
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La mirada que yo tengo tiene que ver con
plantearse hoy, a comienzos del siglo XXI, los temas de la transformación y de
cómo ir más allá del capitalismo. Las formas en las cuales se planteó desde la
izquierda y desde los proyectos socialistas en el siglo pasado, si bien había
una crítica muy radical del capitalismo en sus relaciones de propiedad, de sus
relaciones de explotación, la organización imperial del planeta, etc., se
compartió una dimensión muy importante que es la dimensión del progreso, la
dimensión de la confianza en el desarrollo de la fuerza productiva, las
concepciones de acuerdo a las cuales el continuado asalto a la llamada
naturaleza era la forma en la cual se lograría el bienestar de la humanidad. Hoy
nos encontramos en una situación radicalmente diferente. Hoy nos encontramos
con que hemos llegado claramente a reconocer los límites del planeta y los
temas de la transformación incorporan necesariamente por un lado esta vieja
agenda, la agenda de la explotación, de la propiedad, del imperialismo, este
tipo de asuntos, pero adicionalmente tenemos que incorporar la agenda de la
vida, la agenda de la sobrevivencia en el planeta tierra, la agenda de la
preservación, de la riqueza de la diversidad, cultural de historias y memorias
de pueblos antiguos en todo el planeta y eso significa un proyecto de
transformación diferente a la lógica del progreso y del crecimiento. Entonces
el tema no es tanto un asunto de extractivismo o no extrativismo sino de cómo
entendemos la noción de progreso. Efectivamente esta noción de progreso, de
seguir avanzando hacia más y más crecimiento sin límite en un planeta limitado
es una posibilidad o simplemente no lo es. Yo creo que hay que reconocer que no
lo es, que tenemos necesariamente que reconocer nuestros límites y que tenemos
que aprender a vivir en otras condiciones en una relación de armonía con la
naturaleza. Eso obviamente es extraordinariamente complejo puesto que los
imaginarios que son hoy dominantes en el planeta son los dos imaginarios
creados por el mercado capitalista mundial. El imaginario del consumo y la
abundancia, y el imaginario de los bienes materiales, y la legitimidad de los
gobiernos denominados progresistas ha continuado alimentándose sobre esos
mismos imaginarios respondiendo a esas mismas demandas sociales. Pero si lo que
nos planteamos es una ruptura con lo capitalista y la necesidad de otro modo de
vida, entonces el problema no es solo el capitalismo sino el patrón
civilizatorio que está en crisis. Cómo confrontar ese patrón civilizatorio,
cómo dar los pasos de la transición hacia otras formas de vida. Cómo es posible,
por ejemplo, que en Venezuela tengamos una situación en la cual a nombre de la
revolución y a nombre del progresismo se ha profundizado la dependencia del
petróleo hasta llegar a que 96% del valor total de las exportaciones son
petróleo. Eso quiere decir que es una economía completamente montada sobre una
lógica del valor total de las exportaciones de ese recurso. Por supuesto se
podrá imaginar que con un colapso de los precios del petróleo como el que ha
ocurrido este año, el problema que han tenido las finanzas venezolanas. En
consecuencia, el conjunto de las políticas sociales que se han llevado a cabo
en estos años son financiadas de recursos que son renta petrolera.
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Arturo Uslar
Pietri decía hace muchos años que en Venezuela había que sembrar petróleo, pero
por lo que usted sostiene, no se lo ha sembrado…
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No se lo ha sembrado, o sea la lógica con la
cual sucesivos gobiernos han actuado tanto el de la llamada Cuarta República
como el actual es que tienden a privilegiar en el corto plazo el apoyo
electoral dependiendo de la capacidad de responder a las demandas de la
población y eso se hace por la forma más fácil posible con más petróleo, más
ingreso petrolero y más rentismo. Pero estamos caminando en la dirección de la
destrucción del planeta, la riqueza fundamental con la cual cuenta este
continente para plantearse los retos de una transformación propiamente
civilizatoria es la historia de pueblos, comunidades indígenas, campesinas, que
tienen en su memoria la mirada de la posibilidad, porque está en su propia
memoria, de una sociedad no capitalista. En el mundo urbano las alternativas al
capitalismo aparecen como exóticas, aparecen como una utopía de minorías porque
no forma parte ni de la historia, ni de la memoria de la mayor parte de los
habitantes urbanos contemporáneos. Sin embargo, en el mundo indígena campesino
si existen en América Latina miradas, experiencias, historias, memorias de que
es posible vivir de otra manera diferente al capitalismo y que esa posibilidad
es de una extraordinaria riqueza en los retos de enfrentar a esta crisis que
hoy vive no solo el capital, repito, sino este orden civilizatorio de progreso
y crecimiento sin fin. Nadie está hoy argumentando en América Latina que haya
que cerrar los pozos de petróleo de un día para otro, nadie está diciendo que
no se debe sembrar una hectárea más de soya, lo que sí se está diciendo es que
hay que comenzar ya los procesos de transición en otra dirección y eso tiene
que ser ya y entre otras cosas eso significa dejar de expandir las fronteras
del extractivismo y plantearse cuáles son las opciones en todos los ámbitos de
la vida, qué otras formas alternativas de transporte podemos tener a la locura
de ciudades invivibles en términos de tráfico, la deshumanización de la vida
donde la ciudad está copada por los carros y donde la gente aparentemente juega
un papel absolutamente secundario. Qué formas de energía alternativas a los
combustibles fósiles podemos desarrollar, no solo con una perspectiva técnica
de cuál es la emisión de gases efecto invernadero sino cómo puedo plantear
formas de energías democráticas descentralizadas, controladas por las propias
comunidades. Existen experiencias en el mundo en relación a eso y no están
entre la agenda. Cómo podemos recuperar niveles de soberanía alimentaria,
planteándonos producción local, formas de producción ligada al autoconsumo y al
consumo regional en lugar de esa locura de importar y exportar a 5000
kilómetros de distancia lo que se come en uno u otro país. En todos los ámbitos de la vida hay cosas que
no son una imposibilidad, no son una locura, sino que son simplemente otras
direcciones de la transformación que hay que comenzar a transitar y que el
camino en el cual están transitando hoy los gobiernos progresistas, no solo no
están caminando en esa dirección sino que están reafirmando el patrón del
crecimiento, el patrón del progreso, y están alimentando las maquinarias
devastadoras del capitalismo porque las guerras imperiales, entre otras cosas
son reglamentadas por el petróleo, son alimentadas por los minerales, son
alimentadas por todos esos insumos que les seguimos dando del sur.
-
Sin embargo
hay pasos por parte de gobiernos progresistas como haber adoptado
constitucionalmente esa concepción del Buen Vivir o vivir en plenitud,
retomándola de las culturas andinas quichua y aymara con el sumak kawsay y el suma
qamaña. ¿Qué opinión tiene al respecto?
-
Yo creo que las nociones Buen Vivir, sumak kawsay
o suma qamaña son precisamente expresión de esto a lo cual me refería antes, de
la riqueza existente en otras historias. Y efectivamente en las últimas décadas
en América Latina, en las luchas en contra de los gobiernos militares, en las
luchas contra el neoliberalismo, las movilizaciones contra el ALCA, las
movilizaciones sociales hicieron que estas nociones no solo fueran propias de
los pueblos indígenas sino que fueron incorporadas como parte de una gramática
de otros sectores de la población. Sin embargo yo creo que eso se refiere a
reconocer que el tema es un tema civilizatorio y que necesitamos alternativas,
opciones y se está postulando desde esas historias, no que esto es la verdad,
no que esta es la historia que tiene que organizarse el conjunto del mundo. Tenemos
a partir de nuestra historia experiencias que aportar a estos debates y estas
experiencias tienen que ver con formas de convivencia armónica con la
naturaleza, con formas en las cuales, como hay la tradición en pueblos
indígenas en todas las Américas esa noción de tomar en cuenta hasta la séptima
generación en términos de las acciones que se hacen. No vamos a pensar si esto
va a tener efecto electoral este año o si va a salir en el producto nacional
bruto, sino en qué nos vamos a poner de acuerdo, qué implicaciones tiene esto
en término de siete generaciones, es decir, es colocarse en otro tiempo, en
otra concepción de la no linealidad del desarrollo histórico pero estas cosas
lamentablemente en los gobiernos progresistas, sobre todo en los dos casos
donde todos los discursos inclusive quedaron incorporados a los textos constitucionales
tienden hoy a convertirse estrictamente en retórica. O sea se hace una declaración a nombre del
Buen Vivir, etc., pero en realidad lo que es la práctica de las formas como se
formulan y ejecutan las políticas públicas van en otra dirección.
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¿Y cuál es
su concepción respecto del propósito de cambio de matriz productiva en que está
empeñado el gobierno ecuatoriano en el sentido de pasar del extractivismo a una
economía de conocimiento, por ejemplo?
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Primero creo que eso tiene poca credibilidad.
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¿Por qué?
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Porque la experiencia histórica y hablo con un
anclaje muy claro desde la experiencia de Venezuela es que una vez que se
instala una lógica extractivista, una vez que se instala una lógica rentista en
una sociedad eso va reproduciendo un conjunto de relaciones sociales, un modelo
de Estado, un Estado centralizado, un patrón de planificación centralizada,
unas subjetividades, unas expectativas de la población que se retroalimentan en
el tiempo y que no es posible después pasar un suiche. Decir bueno ya
acumulamos, porque uno de los argumentos de estos gobiernos es decir, vamos a
tener primero un proceso de acumulación para poder hacer las inversiones
sociales, para responder a la deuda social, para crear la infraestructura
necesaria, para hacer la transición hacia otra dirección. En el caso que tú me
preguntas de la economía del conocimiento yo creo que en el caso ecuatoriano es
particularmente dramático porque eso a lo que está conduciendo es a una
modernización capitalista tecnocrática.
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¿O sea, un
neodesarrollismo?
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Un neodesarrollismo tecnocrático, extraordinariamente
tecnocrático. La transformación que se está dando en el sector educativo
ecuatoriano hoy es una transformación que esta borrando las historias, que esta
borrando las memorias y que está introduciendo una lógica totalmente universalizante
y tecnocrática y ese no es un camino.
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¿Y cuál es
la alternativa?
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La alternativa es como está contemplado en la
discusión sobre los temas estos del Buen Vivir, del suma qamaña, el sumak kawsay,
es el reconocimiento de que no hay un solo patrón de conocimiento que sea
válido, patrón de conocimiento científico universal, la ciencia y la tecnología
universal porque eso es parte del problema, eso es parte de la lógica del
capital y de la modernidad. Entonces las alternativas tienen que pasar por el
reconocimiento de lo otro, de los otros, de otros saberes, de otros
conocimientos y pasa muy principalmente por el despliegue de prácticas sociales
de experimentación de transformación, pero uno no puede tener una situación
como el plan de desarrollo boliviano, en que es un plan para diez años en el
cual se establece que es de obligatorio cumplimiento para todos los niveles
inclusive para las autonomías indígenas. Si la lógica es totalmente “estadosentificada”
donde desde el Estado, desde la planificación central se determina lo que va a
ocurrir en el conjunto de la sociedad entonces todos los temas de la
pluralidad, de la diversidad cultural, plurinacionalidad, desaparecen del
panorama, convirtiéndose en discurso.
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Con ese contexto
que usted me ha dado, se puede colegir que el gran problema es que dentro del
capitalismo no hay solución y los gobiernos progresistas en América Latina
están inmersos en una lógica capitalista.
Entonces como el capital es el crimen perfecto no permite a nuestras
sociedades tener alternativas de vida sustentable…
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Colegir eso sería llegar a la conclusión que
nos tenemos que ir todos a la playa y esperar que se acabe el mundo. Nos toca
éticamente resistir, nos toca confrontar, nos toca pensar que sí es posible
cambiar las cosas pero tenemos que reconocer como dije al comienzo que los
retos de la transformación anticapitalista hoy son mucho más exigentes que los
que fueron pensados en el siglo pasado. Tenemos que ver qué pasó con el
socialismo del siglo XX, porque el socialismo del siglo XX en términos de
democracia, en términos de otras formas de relacionarse no destructoramente con
el entorno no logró superar el capitalismo sino que inclusive terminó siendo
peor.
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Entonces, ¿socialismo
o barbarie como diría Rosa Luxemburgo?
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Depende de qué queremos decir por socialismo,
yo personalmente tengo dudas sobre la pertinencia de seguir hablando de
socialismo porque tiene una carga histórica demasiado fuerte y se asocia
demasiado directamente con esa idea de progreso, desarrollo de la fuerza
productiva, con todas esas cosas que fue el socialismo anterior. El socialismo
del siglo XX fue esclarecidamente monocultural.
La noción de cultura proletaria implicaba un patrón cultural universal,
en la Unión Soviética era particularmente claro cómo había un patrón cultural
universal en organización del conjunto de la sociedad y la diversidad y la
pluralidad terminaban convertidas en folclor, entonces había institutos de todo
tipo de diversidades culturales en el terreno estrictamente de la producción de
las expresiones artísticas pero no en términos de la exploración de otras
formas de vida. Lo grave en América Latina es que esas otras formas de vida
existen y la lógica de funcionamiento de las políticas de estos gobiernos las
están socavando.
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Pero
entonces, deme uno o dos elementos de lo que sería el Socialismo del siglo XXI,
si es que se podría proyectar algo…
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Uno, para no llamarlo socialismo, una sociedad
poscapitalista deseable en el siglo XXI tiene que responder a los temas de la
equidad, de la no concentración de la propiedad, de rechazo a la geopolítica
imperial y todo el orden global que ello implica, instituciones, sistemas
financieros, etc.; tiene que incorporar un conjunto de cosas que no formaron
parte de la agenda del siglo pasado y eso pasa por la radicalización de la
democracia que implica repensar el papel del Estado porque no es posible que en
términos de la reivindicación del Estado en la pugna contra el neoliberalismo
haya una reivindicación acrítica del Estado y termine nuevamente convirtiéndose
en el pretendido sujeto social central como se dice por parte de estos
gobiernos. La transformación tiene que necesariamente incorporar una forma real
y profunda que atraviese unas concepciones y prácticas antipatriarcales porque
la organización de la vida en esta sociedad sigue siendo extraordinariamente
patriarcal; tiene que incorporar el reconocimiento de que la calidad de la vida
de los seres humanos depende de la pluralidad de expresiones de existencia y
eso significa plurinacionalidad, pluriculturalidad, todas las dimensiones de
reconocimiento del otro, en contra de este mundo en el cual nos encontramos de un
racismo excluyente que crece y crece con las consecuencias que estamos viendo
en Europa; y por último tiene que ser un modelo de la vida capaz de vivir en
armonía con el resto de las redes de la vida. No una forma de vida que continúe
un asalto en contra de la naturaleza como si la naturaleza fuera una cosa a ser
utilizada, explotada, sometida, está, no a futuro, no dentro de varias
generaciones ni dentro de unas décadas, sino que está en el presente
destruyendo las condiciones que hacen posible la vida.
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