EL “CENTRO” POLÍTICO EN LA COLOMBIA DEL
SIGLO XXI: UNA MANIOBRA PARA ENGAÑAR A INCAUTOS
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ /
En Colombia,
definitivamente, vivimos a la penúltima moda, como solía decir un presidente de
este país de comienzos del siglo XX. Cuando el debate en términos ideológicos
en el mundo de hoy se viene dando en torno de la confrontación entre
globalistas y soberanistas, en nuestro reducido ambiente político, quizá porque
aún se nos dificulta superar los resabios que heredamos del cerrado y
monopólico sistema
bipartidista liberal-conservador del Frente Nacional (1958-1974) que nos
impuso el pensamiento único del statu-quo,
apegado a la tradición y totalmente refractario a todo lo que huela a
progresismo, se ha suscitado ahora con fines meramente electorales, la
discusión baladí respecto de la existencia del “centro” en política.
Es una graciosa e imaginativa jugada de un sector del establecimiento colombiano que en su afán de reinventarse políticamente deshecha la posibilidad de presentarse como lo que es: de derecha, y de esta manera diferenciarse del uribismo del que terminó peleándose, tras ocho años del gobierno de la “seguridad democrática”, no obstante haberse lucrado electoralmente de él. Para ello logró instalar en la opinión el término “polarización”, con el que busca convencer en el sentido de que el país está totalmente dividido entre dos extremos: la extrema izquierda y la extrema derecha, y ello supuestamente es nocivo, por lo que conviene en las actuales circunstancias es la vía del “centro”, de la tibieza, o en términos coloquiales: “ni chicha ni limoná”.
Este es un
debate ya superado que nos recuerda el origen de las acepciones izquierda y
derecha. En la Asamblea Francesa de finales del siglo XVIII, los jacobinos, representantes de
los intereses del pueblo que defendían el republicanismo en contra de la
monarquía, se sentaban a la izquierda del presidente de esa corporación,
mientras que los girondinos
que estaban por el statu-quo y
apoyaban al rey, lo hacían a la derecha. En el centro de la Asamblea se
situaron los indecisos, quienes no tenían una postura definida en torno al
papel del monarca. De ahí que la Ciencia Política no haya logrado definir qué
es el “centro” ideológicamente
hablando y el reputado politólogo italiano Norberto Bobbio haya
considerado el binomio izquierda-derecha como un punto de partida válido y
consistente para lograr una definición del mapa político que impera en
Occidente, hasta que otras categorías no hayan sido revestidas de un contenido
más actualizado como las que ahora apenas están surgiendo con la denominación
de globalistas y soberanistas como nuevas corrientes de estructuración política
y formas de socialización y representación del imaginario en la sociedad
digital y del conocimiento.
Dentro de este contexto, el “centro” en términos ideológicos no existe. Simplemente para el caso actual colombiano es una imaginativa y oportunista estrategia de campaña de un sector del establecimiento que se ha beneficiado de los partidos tradicionales para tratar de recoger votos de todas partes con miras a los comicios de 2022. Ahora, tratemos de graficar en términos prácticos que es el centro. En efecto, ¿qué pasaría si un auto se acomoda en el centro de una vía? Lo más seguro es que la circulación de los vehículos se vería perjudicada y el avance sería muy dificultoso.
Históricamente
los del “centro” político que para el
insulso debate colombiano también se los ha denominado “tibios” eran quienes en
la época de la Independencia gritaban: “¡abajo
el mal gobierno, que viva el rey!”
La política es
confrontación de ideas y de posturas frente a la conducción del Estado y la
sociedad, por lo que es inevitable el enfrentamiento y la encendida polémica.
Es la disputa de intereses, razón por la que el estratega militar prusiano del
siglo XIX, Carl von
Clausewitz, acuñó la famosa frase según la cual, “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Y
el filósofo francés Michel
Foucault, invirtió los términos al señalar que “la política es la continuación de la guerra por otros medios”. En
consecuencia, política es polarización y a la vez la posibilidad de negociación
y consenso para tramitar los normales conflictos que están latentes en toda
organización social.
Quién es
quién, entonces, en este insustancial debate que se ha abierto en Colombia por
parte de un sector de la derecha tradicional que al autocalificarse de “centro” solo busca estigmatizar,
excluir y asumir de manera dogmática una verdad absoluta. Como quien dice: en el “centro”, ¡usted no sabe quién soy yo!
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