sábado, 24 de octubre de 2009


NEOLIBERALISMO DEBILITÓ EL ESTADO Y LA DIVISIÓN TRIPARTITA DEL PODER: CARLOS ARIEL SÁNCHEZ

POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ

La globalización neoliberal trajo como consecuencia el debilitamiento de la concepción clásica de la división tripartita del poder, proclamada en el siglo XVIII por Montesquieu. Se puede afirmar, en consecuencia, que esa teoría hizo crisis con trascendentales repercusiones en el desenvolvimiento del Estado-Nación, sostuvo en su conferencia dentro del marco de la Cátedra Orlando Fals Borda, el registrador nacional del Estado Civil de Colombia, Carlos Ariel Sánchez Torres.

El motor de la globalización, explicó, es el capitalismo global y el mundo unipolar y ello exige que los Estados sean menos fuertes. Es decir, tengan menos regulación para que los capitales financieros se puedan mover libre y fácilmente.

En ese sentido, señaló el conferencista, los fenómenos económicos y políticos producidos a raíz de la caída del muro de Berlín cambiaron la naturaleza tradicional del Estado que fue el eje de poder entre los siglos XVIII y XX.

Sánchez Torres se ha destacado por ser un investigador en Derecho Público. Abogado de la Universidad del Rosario, se especializó en Derecho Comercial en la Universidad de los Andes; obtuvo el título de Doctor en Derecho en la modalidad cum laude en la Universidad de Navarra (España); luego cursó una especialización en Derecho Público Comparado en la Universidad de Turín (Italia), y una especialización en Derechos Humanos en el Instituto de Derechos Humanos de la ESAP. Ha sido docente universitario por más de veinte años y en el ámbito público se ha desempeñado como magistrado del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, contralor de Bogotá, consejero y presidente del Consejo Nacional Electoral. También ha sido profesor invitado en las Universidades de Urbino, Italia y Alfonso X el Sabio, España, en el programa de Doctorado en Derecho para Ibero-América. Desde diciembre de 2007 se viene desempeñando como Registrador Nacional del Estado Civil.

Liberalización y reformas al Estado

En la década de los años 90 prácticamente en toda América Latina y por recomendación de lo que se conoció como el Consenso de Washington que formuló el modelo neoliberal se realizaron una serie de reformas para reformar el Estado, haciéndolo más pequeño, y se introdujeron al mismo tiempo, los principios del libre mercado.

Bajo la denominación de Reformas al Estado se viabilizaron las privatizaciones de las empresas públicas sobre todo las de servicios públicos; se eliminaron las barreras comerciales en los países so pretexto de mejorar la “productividad y la competencia”; se acabó con el control de cambios monetarios para facilitar la la circulación de los capitales financieros conocidos como “golondrina; y se introdujeron gabelas para los sectores empresariales vinculados con el capital especulativo, como por ejemplo, la precarización del derecho al trabajo, disminuyendo en forma ostensible los derechos laborales.

Sánchez Torres al analizar las consecuencias de este modelo en Colombia sostiene que si bien en la Constitución de 1991 se introdujo una importante Carta de derechos fundamentales, también se adoptaron los principios tutelares del modelo neoliberal cuya esencia es el libre mercado, con lo cual se debilitó el concepto de Estado-Nación, al disminuir sus funciones.

Sin embargo y pese a que este modelo que hizo agua en el mundo capitalista busca por todos los medios que el Estado disminuya en forma ostensible su papel regulador, en Colombia en algunos aspectos como el de los servicios públicos ha habido una inflación respecto de la expedición de normas, afirma el Registrador.

En materia de seguridad social, pensiones y salud, por ejemplo, hay una gran cantidad de leyes y decretos reglamentarios. Igual ocurre en el poder ejecutivo en el que para abocar los asuntos de servicios públicos se llenó de comisiones reguladoras: para la energía, para el agua, para el gas, la televisión, etc.

“Colombia es muy dada a que sus Presidentes expidan decretos con fuerza de ley”, señala Sánchez y recuerda el medio siglo en que vivió el país en estado de sitio, durante buena parte de la vigencia de la Constitución de 1886.

Al mismo tiempo, hizo énfasis en que estas reformas que se implementaron para adoptar el modelo de libre mercado terminaron igualmente debilitando al Congreso de la República y dando mayor capacidad de poder al ejecutivo que, por lo general, termina por cooptar a los legisladores para lograr mayor capacidad de manipulación política. Lo que algunos equivocadamente llaman “gobernabilidad”.

Y en el caso del poder judicial, señala Sánchez Torres, se ha terminado en “el gobierno de los jueces”. En Colombia, explica, los jueces gobiernan a través de las tutelas o los fallos modulados o condicionados que emite la Corte Constitucional.

“La finalidad de Montesquieu con la división tripartita de poderes era lograr el equilibrio de los mismos para evitar la corrupción y garantizar la libertad”, señala este experimentado catedrático universitario, pero ello era dable hasta bien entrado el siglo XX. Ahora, en contraste, frente a los múltiples cambios históricos esta tesis se ha hecho deleznable, precisa.

Transición constitucional

Para ampliar algunas consideraciones expuesta en su conferencia, dialogamos con el profesor Carlos Ariel Sánchez.

- ¿El fenómeno conocido como globalización ha generado un debilitamiento definitivo del concepto del Estado-Nación?

- Si hay un debilitamiento, no diría definitivo porque son ciclos históricos, pero si es mucho más débil el Estado-Nación que hace cien años. En el caso colombiano hace cien años estábamos consolidando el Estado-Nación en el gobierno de Rafael Reyes que centralizó todo el poder, ahora vemos que fuerzas externas como consecuencia de la globalización han erosionado aunque no destruido sectores importantes como la soberanía, la justicia y los temas comerciales.

- ¿Frente al colapso y el fracaso del neoliberalismo es imperativo que se genere en el mundo una propuesta sobre nuevos roles para el Estado?

- Exactamente, habrá la necesidad de que en cuestiones en que el mercado no funciona, no satisface y es un fracaso, tiene el Estado que volver a asumir un rol activo para enfrentar las situaciones en las cuales el libre mercado no responda.

- Usted ha señalado que como consecuencia de la globalización el Estado ya no es la última instancia en aspectos económicos, comerciales e inclusive judiciales. ¿Sin embargo en temas como violación de derechos humanos y jurisdicción internacional, por ejemplo, no hay ahí un avance para la humanidad?

- Sí, eso está bien. Esto lo que demuestra es que la globalización tiene tanto aspectos positivos como negativos, el hecho de que en temas como el de violación de derechos humanos no se agote el papel del Estado es muy positivo.

- ¿Hacia dónde cree usted que se puede encauzar una nueva teoría sobre los roles del Estado en el siglo XXI?

- Yo diría que se está viviendo una transición teórica de Constituciones. En América Latina, los casos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, demuestran que existe una tendencia a reivindicar el concepto de soberanía popular para construir desde ahí simple y llanamente una democracia. Estamos en medio de una tendencia a vivir en una democracia más plebiscitaria que representativa y eso tiene riesgos.

- Ante el debilitamiento de los órganos legislativos aparecen en el plano político los medios de comunicación como verdaderos factores de poder, echando mano de la manipulación para satisfacer sus intereses. ¿Ese no es un fenómeno de la globalización?

- Sí, eso está ocurriendo con los medios de comunicación, pero yo creo que la sociedad civil puede ser más influyente y más fuerte porque hay formas de comunicación que puede utilizar, que no son controlados por el Estado, como es el caso de Internet que debe ser destacado.


Bogotá, Octubre de 2009

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