lunes, 30 de enero de 2012

GLOBALIZACIÓN


ENTREVISTA CON EL SOCIÓLOGO ARGENTINO CHRISTIAN CASTILLO


“LA LUCHA CONTRA EL CAPITALISMO REQUIERE DE UNA DIRECCIÓN REVOLUCIONARIA PARA CANALIZAR LA ENERGÍA DE LOS SECTORES SOCIALES”


POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ




Para enfrentar el sistema capitalista que ha generado una crisis civilizatoria es imperativo una fuerza política de vanguardia capaz de dirigir a los sectores sociales, a las clases trabajadoras y a los oprimidos con miras a consolidarse como sujeto político que permita llegar al poder, sostiene el sociólogo argentino y excandidato a la Vicepresidencia de la Nación por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores en las elecciones de octubre de 2011, Christian Castillo.


Desde su perspectiva, la crisis del capitalismo va a dar lugar a una serie de traumatismos y de convulsiones agudas en el escenario internacional que puede generar un escenario propicio para que los sectores de izquierda y alternativos a la globalización neoliberal concreten una propuesta anticapitalista para evitar el reciclaje de este sistema injusto y criminal.


Castillo es un dirigente político y docente universitario que ha dedicado buena parte de su vida al activismo en favor de la clase trabajadores y de los sectores menos favorecidos, en su país, Argentina.


Referente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), es sociólogo y profesor de diversas materias en la Universidad de Buenos Aires –donde cursó sus estudios- y de la Universidad Nacional de La Plata. Es director de la revista Lucha de Clases y coordinador del Instituto de Pensamiento Socialista (IPS). Autor de "Estado, Poder & Comunismo", (2003), libro en el que polemiza con la obra de Tony Negri y otros autores contemporáneos que sostienen las tesis del "fin del trabajo". En octubre de 2011 publicó su último libro que lleva por título: “La izquierda frente a la Argentina kirchnerista” en el que compila varios de sus artículos periodísticos para dar una mirada alternativa a un período de ebullición política y social que va desde los meses posteriores a la rebelión popular de diciembre de 2001 hasta el final del primer mandato de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.


En el ámbito internacional, en enero del año 2000 se sumó a las protestas estudiantiles contra la privatización de la Universidad Autónoma de México, por lo que fue detenido siendo liberado luego de una importante campaña internacional de solidaridad.


En las elecciones presidenciales de octubre de 2011 fue el compañero de fórmula de la alternativa que encabezó Jorge Altamira por el Frente de Izquierda, nuevo sector político argentino en el que confluyen varios sectores políticos y sociales de origen marxista.


En un café adyacente a la Facultad de Sociología de la Universidad de Buenos Aires, en donde ejerce como docente, atendió la invitación del Observatorio Sociopolítico Latinoamericano WWW.CRONICON.NET para dialogar sobre la crisis capitalista y la actual coyuntura internacional.



LA INSUBORDINACIÓN SOCIAL REQUIERE DE UNA DIRECCIÓN REVOLUCIONARIA



- “El mundo hay que rehacerlo” ha señalado usted al referirse a lo que ha sido la herencia del capitalismo. ¿Es de esa magnitud la crisis capitalista que al mundo hay que hacerlo de nuevo?


- El mundo se puede rehacer sobre la base de lo heredado. Si la clase trabajadora llegara al poder partiría de lo que el mundo capitalista ha dado. El mundo capitalista genera las condiciones de posibilidad para una sociedad en la que el hombre se libere del trabajo alienado y pueda salir del reino de la necesidad hacia el reino de la libertad. Con el nivel de desarrollo técnico actual podría trabajarse tres o cuatro horas al día y el resto dedicarlo al ocio productivo, a adquirir los conocimientos de la cultura, de las artes, de la ciencia para toda la población, algo que el capitalismo lo impide. Es decir, esa contradicción entre la potencialidad que existe a partir de las condiciones materiales dadas y la traba para el desarrollo de esa potencialidad son las relaciones capitalistas de producción y la propiedad privada que debemos superar y para ello tenemos que intervenir. Lo que es imposible es que el capitalismo supere por sí mismo esa contradicción.


- Si bien el capitalismo ha causado una crisis civilizatoria, no se observa una alternativa para superarlo. ¿Hace falta para ello la consolidación de un sujeto histórico?


- Desde el punto de vista de la potencialidad ese sujeto existe y es la clase trabajadora. Desde el punto de vista de la transformación de la clase obrera en un sujeto político propio todavía estamos lejos. Creo que estamos en una época de contradicción en cuanto a la posibilidad de que la clase obrera derive en clase revolucionaria. Ahora, son las mismas condiciones de la crisis capitalista las que llevan a los trabajadores a la lucha y a pegar saltos en su evolución como sujeto político. Lo que debemos tener es una visión evolutiva, gradual, del cambio de tendencias en la clase obrera. Las formas son a veces abruptas, compulsivas y esas transformaciones del sujeto político no se dan automática o espontáneamente sino a partir de la existencia de una fuerza política de vanguardia que pueda dirigir a la clase obrera para llevarla a la conducción del poder.


- ¿En el caso de América Latina, el sujeto político lo encarna la clase obrera o los movimientos sociales?


- No, no, la clase obrera, siempre que la entendamos que no hay una distancia entre ésta y el resto de los oprimidos que luchan por una sociedad igualitaria. Lo que tiene la clase obrera es la centralidad dentro del modo de producción capitalista que continúa vigente y la posibilidad de articular a ese conjunto de sectores oprimidos y explotados en una lucha común para terminar con el dominio del capital. En algunos de los llamados movimientos sociales hay una estrategia de no cuestionar el capitalismo sino de pelear por demandas mínimas o de inclusión al sistema y lo que puede hacer la clase obrera es plantear una perspectiva que permita que en esos movimientos surjan sectores anticapitalistas para configurar una fuerte alianza social que posibilite llegar al poder.


- Hay analistas que sostienen que las guerras y las crisis económicas son las formas que el capitalismo tiene para reproducirse. ¿Está de acuerdo con esa apreciación?


- Esa es una realidad parcial en el sentido de que una cosa es señalarlo como un mecanismo del propio capital y otra es si la historia no estaría presente o ya estuviese escrita. Es decir, las crisis y las guerras abren muchos escenarios posibles. Abren también el escenario posible de la revolución. Una guerra puede ser una forma del capitalismo de reciclarse o puede ser su enterramiento, ambas cuestiones están abiertas, como decía Marx en el Manifiesto Comunista, la historia es la de la lucha de clases y el resultado de esta lucha es siempre abierto, entonces no creo que se pueda decir que una crisis, sobre todo de la magnitud como la que estamos viviendo, es simplemente un mecanismo del capital para reordenarse. Eso puede darse, pero también puede suceder lo contrario, que el resultado sean grandes revoluciones y que el sistema se supere.


- ¿Un proceso revolucionario, para el caso de América Latina, debe estar precedido de una serie de reformas o se puede llegar sin un escenario previo?


- Se puede llegar de una a la revolución, de hecho lo vimos con la revolución socialista cubana, una lucha que termina con el régimen de Fulgencio Batista y luego con la expropiación de los capitalistas. No veo porqué en otros países de América Latina esa dinámica no puede darse nuevamente. Ahora, la crisis y los procesos de insubordinación social para que culminen en una revolución requieren de una dirección revolucionaria, de lo contrario la energía de las masas es contenida o bloqueada para que se vaya en otra vía, impidiendo que este movimiento de protesta social cuestione al sistema y sirva, en cambio, para su propio reciclamiento.


- ¿Estarán dadas las condiciones objetivas y subjetivas para concretar una dirección revolucionaria?


- Según a lo que nos refiramos, yo creo que existe la necesidad de conformarla y que hay embriones o sectores que luchamos por una dirección revolucionaria, pero hay que tener en cuenta que no es igual el grado de maduración en todos los países. La situación objetiva en América Latina es que ahora estamos en una coyuntura en que la región ha sido favorecida por las condiciones de la crisis, un poco paradojalmente, el alza de los precios de las materias primas favorecieron los ingresos de todos los países exportadores y eso ha permitido atemperar las contradicciones. Esto, desde mi punto de vista, es frágil, coyuntural, no tiene perspectiva de largo aliento, porque con todos los elementos de la crisis capitalista se van a generar en el continente nuevos momentos de agudización de las contradicciones sociales y políticas.


- ¿Cómo caracteriza los procesos políticos de gobiernos progresistas en América Latina como Venezuela, Ecuador y Bolivia?


- Tienen un punto en común que es el hecho de haber surgido posteriormente a la crisis que golpeó fuertemente a finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI. Sin esa crisis creo que no se hubieran podido dar fenómenos políticos como éstos. De algún modo dieron lugar al debilitamiento de las condiciones de dominación imperialista en el continente, producto también de las múltiples rebeliones populares que hubo en nuestra región, además de Bolivia y Ecuador se dieron igualmente en Argentina. En Venezuela, el caso fue un poco más peculiar porque se dio con una suerte de aspectos como el “Caracazo” como irrupción de masas y el desmoronamiento del régimen que se fue pudriendo hasta que Hugo Chávez asume el poder y encarna un gobierno que es lo más parecido a los gobiernos nacionalistas-burgueses de la entreguerra como fueron el cardenismo en México, el peronismo en Argentina, el varguismo en Brasil, y el MNR boliviano. En el caso de Evo Morales si bien su irrupción se debe al protagonismo del movimiento campesino en Bolivia su proyecto no es ir hacia el socialismo, más allá de la frase socializante que pueda tener, sino como lo expresó el vicepresidente Álvaro García Linera, a un capitalismo andino como concepto más general, que no otorga a las masas populares aquellas demandas por las que lucharon como la emancipación social y el acceso a la tierra, sino que se limita a la garantía de los derechos políticos y culturales que en buena medida se han obtenido.


- ¿Y cómo definiría los gobiernos del Partido de los Trabajadores del Brasil con Lula da Silva y Dilma Rousseff, algo muy similar a los de los Kirchner en Argentina?


- Incluso diría un poco más a la derecha que los gobiernos de los Kirchner en la Argentina porque mantuvieron inalterable el poder del capital financiero que creció muchísimo durante la presidencia de Fernando Henrique Cardozo. En el caso argentino los Kirchner vinieron después de una situación caótica como la crisis orgánica de diciembre de 2001 en la que el poder burgués implosionó, se dio una subordinación de masas que obligo a dar concesiones al movimiento de masas, mientras que Lula en Brasil no tuvo que afrontar una circunstancia de esa magnitud y asumió en una situación de mayor paz y de contención social. En cuanto a las expectativas del gobierno de Dilma Rousseff, son las mismas que las de Lula en el sentido de que le garantiza a la burguesía brasileña la contención del movimiento de masas y un bajo nivel de lucha de clases. Lo real es que el Partido de los Trabajadores ha perdido el carácter anticapitalista, socialista, aún de impulsor de reformas profundas, simplemente lo que ha hecho es gerenciar el capitalismo brasilero, ejecutar planes asistencialistas y vehiculizar parte del ingreso del capital especulativo hacia el consumo a partir del crédito. La gran política del PT ha sido el endeudamiento de los hogares que hoy supera el 60% de sus ingresos, eso ha facilitado a ciertos sectores el acceso al consumo, generando una especia de burbuja que cuando se reviente va a causar una caída fuerte.


- ¿Cómo vislumbra la salida de la crisis internacional capitalista? ¿Con mayores conflictos o el mundo marcha hacia una transición?


- Creo que vamos a vivir tiempos de muchas convulsiones agudas, revoluciones, saltos bruscos, no veo como se pueda reequilibrar fácil, aún en la hipótesis de que se mantenga el estancamiento de la economía norteamericana ello implica una recesión en gran parte de los países del mundo. Hay muchos puntos débiles por los cuales la crisis puede pegar muchos saltos y vivir episodios tipo Lehman Brothers por distintas circunstancias. Mi pronóstico es que lo peor de la crisis aún no ha llegado, todavía los grandes enfrentamientos sociales que generan las situaciones desesperantes no los hemos visto, ahora las masas están sufriendo el costo del auxilio bancario y el agotamiento del ciclo de salvataje de los bancos transformado en endeudamiento de los Estados, ¿y a los Estados quién los va a rescatar? Yo creo que es una crisis que llegó para quedarse y hay que prepararse para un escenario de convulsiones, de surgimiento de movimientos de izquierda, y también de intentos de respuestas contrarrevolucionarias.


- ¿Y el panorama en ese sentido en América Latina?


- Creo que no hay una toma profunda de conciencia de la magnitud de esta crisis porque existe un convencimiento de que en América Latina no va a llegar. Es necesario prepararse para esos acontecimientos convulsivos, y porque no, revolucionarios. Existe una ilusión de que el periodo reformista que tuvo Latinoamérica se va mantener por más tiempo, sin embargo este no es un periodo fácil y tenemos que prepararnos a través de una salida anticapitalista clara porque ponerse a parchar el sistema no tiene ningún sentido, para lo cual se hace indispensable una inserción importante de la clase trabajadora, de la juventud, de los sectores más combativos para que asuman como propia la perspectiva anticapitalista.

martes, 10 de enero de 2012

GLOBALIZACIÓN


ENTREVISTA CON LA FILÓSOFA ARGENTINA ISABEL RAUBER


“EL CAMBIO CIVILIZATORIO QUE REQUIERE LA HUMANIDAD NO ES SOLAMENTE ECONÓMICO SINO TAMBIÉN CULTURAL”


POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ



El principal reto que afronta la humanidad en los tiempos actuales ante la crisis multidimensional del capitalismo es la construcción de una nueva civilización a partir de la activa participación de las grandes masas populares, sostiene la filósofa argentina y educadora popular, Isabel Rauber.


No se trata de un cambio de sistema, explica, sino de un reto mucho más ambicioso que apunta a un cambio sustancial de modo de vida, lo que “requiere de la constante transformación de los sujetos de cambio” que se construyen “en las luchas y resistencias concretas no solo en el plano territorial local, sino también global”.


Si bien este proceso requiere de una larga transición, Rauber considera que “construir una civilización superadora de lo construido hasta ahora no es tarea de pocos ni de elegidos, requiere de la participación de la humanidad toda, al menos de la mayoría absoluta, y esto reclama de la sucesión concatenada de procesos histórico-concretos que vayan abriendo canales para la participación en dimensiones diversas, creando y acuñando, a la vez, nuevas prácticas de inter-relacionamiento humano en lo social, político, económico y cultural. En tal sentido, los actuales procesos de luchas sociales, y las experiencias de los gobiernos raizalmente transformadores, constituyen laboratorios del nuevo mundo que pueden ayudarnos a crecer colectivamente en saberes, si somos capaces de dar seguimiento y apropiarnos críticamente de las experiencias. Ellas constituyen, a la vez, por ello, fuentes de inspiración para la vida. Y la brújula está en el accionar-pensar constante de los movimientos”.


En diálogo con el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano WWW.CRONICON.NET en la ciudad de Buenos Aires, esta científica social hace hincapié en el ímpetu del accionar que vienen protagonizando los movimientos sociales al despuntar el siglo XXI cuyo eje articulador es el de la lucha por la vida. “Tienen en claro que, -afirma- en su estadio actual, la continuidad de la lógica de producción y acumulación del capital amenaza a toda la humanidad. Y esta amenaza se resume y expresa en la contradicción antagónica vida-muerte, al tiempo que caracteriza el problema fundamental del tiempo actual, y resume y articula, además, nuevas contradicciones sociales”.


Rauber es doctora en Filosofía de la Universidad de La Habana, directora de la revista Pasado y Presente siglo XXI y coordinadora de la red de investigación del mismo nombre. Además, es Investigadora adjunta del Centro de Estudios sobre América, coordinadora del Laboratorio de Pensamiento Argentino del Centro Cultural Caras y Caretas de Buenos Aires, docente de la Universidad Nacional de Lanús, profesora adjunta de la Universidad de La Habana, miembro del Consejo Científico Asesor de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) e integrante del Foro del Tercer Mundo y del Foro Mundial de las Alternativas. También es investigadora de la UNESCO en temas de género, pobreza urbana y procesos de transformación social, así como asesora de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA). Se ha especializado en estudios de sociología política, análisis de coyuntura, memoria histórica, ensayos filosóficos y estudios antropológicos de movimientos sociales, barriales, sindicales, indígenas y de género. Ha publicado artículos, reseñas y más de dieciocho libros en Latinoamérica.


Es investigadora invitada del Centro de Estudios Tricontinental (Cetri) de Lovaina la Nueva, colabora con el Instituto de Estudios para el Desarrollo de Ginebra, y dirige el Programa de Formación Sociopolítica a Distancia (Profosd). Entre sus obras más recientes están: Dos pasos adelante, uno atrás. Lógicas de superación de la civilización regida por el capital (2010); Cayo Hueso, estampas del barrio (2010); Miradas desde abajo (2008); sujetos políticos (2006); Movimiento social y repercusiones políticas, articulaciones (2004).


Su vida académica y de investigación ha estado dedicada a sistematizar y conceptualizar las experiencias de los movimientos sociales e indígenas latinoamericanos en búsqueda y construcción de una civilización desde abajo.


LA HUMANIDAD REQUIERE DE HERRAMIENTAS CULTURALES


- En su libro “dos pasos adelante, uno atrás” usted sostiene que en esta crisis civilizatoria del capitalismo están dadas las condiciones para una transición que permita cambiar el sistema. ¿Esta crisis capitalista será la oportunidad para comenzar este proceso de transformación?


- Yo he dejado de hablar de cambio de sistema para plantear cambio civilizatorio. Podría pensarse que es lo mismo pero no lo es porque un cambio civilizatorio implica una transformación de las lógicas profundas que vienen dominando la civilización actual, y lo que aprendimos del socialismo del siglo XX fue el planteamiento de una alternativa superadora del capitalismo y ciertamente podemos decir que mal o bien lo logró en el sentido de que hubo varias revoluciones pero quedaron entrampadas en la lógica de la competencia económica del capitalismo. Se pensó que hacer la revolución pasaba por apropiarse de los medios de producción por parte del Estado, reduciendo el poder a las personificaciones institucionales, sin ver otras aristas, sin contemplar la hegemonía, simplemente teniendo una visión institucionalista y economicista del poder y eso automáticamente produciría la liberación humana. La historia no es así y lo que hubo fue un cambio de dueños que no modificó la lógica, por eso yo creo que el problema no es superar el capitalismo sino superar toda la civilización del capital, el desafío es mayor. Nosotros vivimos una civilización deshumanizada en el sentido de que promueve una alienación muy grande de los seres humanos porque somos cada vez más objetos de consumo. Cada vez vivimos menos para nosotros y mucho más para el mercado.


- Pero esto tocó fondo…


- No, nunca toca fondo, se profundiza cada vez más, esto no se termina espontáneamente. El ser humano está tan enajenado que se sigue autoflagelando para responder a la cuestiones que se consideran normales y no se piensa en los cómo y en los para qué. La humanidad no se va a dar cuenta de todo lo que está pasando: guerras, destrucción de la naturaleza, etc., porque para darse cuenta tendría que tener las herramientas culturales y no las tiene. Y aquellos que quieren cambiar el mundo en vez de estar simplemente en la calle deberían dedicarse a concientizar. Y no quiero decir que estar en la calle sea una pavada porque a veces hay que estar en ella, pero hay que avanzar en la concreción del pensamiento estratégico, en el sentido de Paulo Freire, no ir a meter conceptos sino tratar de razonar y discutir las realidades. El problema del mundo es la inexistencia de una humanidad consciente para lo cual tenemos que encontrar un nuevo modo de vida entre todos y todas, y eso no se logra por decreto sino que hay que construirlo, por eso la construcción del poder es desde abajo. Es decir, tenemos que cambiar el modo de producción y de reproducción y eso hay que pensarlo, hay que inventarlo, y es todo un caminar de muchos años. Pero además, la humanidad tiene que saber porqué lo hace para querer hacerlo.


- ¿Si bien el capitalismo no se va a caer sólo, una manera de reproducirse no son las propias crisis y las guerras que él mismo genera?


- Por supuesto que sí pero sobre todo porque la humanidad sigue los dictámenes del mercado. Lo que necesitamos es una superación real, histórica, civilizatoria, no necesitamos actos, requerimos construir un nuevo tipo de producción y reproducción que no es solamente económica sino que es también cultural, con la naturaleza y con los seres humanos. Implantar la solidaridad no se puede hacer con el mercado por lo que es preciso comenzar por despreciar el consumismo de manera autónoma y conscientemente, y ese es un proceso de muchos años.


- ¿Pero para ello no se requiere la irrupción de un nuevo sujeto político?


- El sujeto político se va construyendo. La primera persona que asume una actitud crítica ya está en el cambio civilizatorio, como es un proceso de varios años, quién puede decir en qué grado estamos. Toda la toma de conciencia que se está produciendo en cuanto al respeto por la naturaleza es parte de ese cambio, es una acumulación que de repente hace un estallido y la humanidad evoluciona. En todo este proceso ocurren los gobiernos populares, las revoluciones democráticas, todo es parte del mismo.


- ¿Hablando de la lucha político-ideológica en América Latina, el caso de la revolución cubana, constituye un elemento de cambio a la lógica capitalista?


- Yo creo que Cuba es la última revolución de la tipología del siglo XX. La revolución cubana desde el punto de vista de modelo paradigmático en América Latina es la primera y la última del siglo precedente, en el sentido de que pasa por la toma del poder, la estatización, que además después tiene que rever para poder enfrentar las condiciones actuales porque ya no se adapta al sistema-mundo. La revolución cubana se ve obligada a discutir sobre la realidad del mercado, el diálogo internacional y frente a la vorágine de contradicciones de la cual estuvo afuera durante el tiempo en que perteneció al bloque socialista. Ese periodo que fue maravilloso con todos los defectos que tuvo, yo lo experimenté y puedo dar fe de lo que es vivir sin las leyes del mercado y del dinero, es extraordinario, porque el diálogo entre las personas no está mediado por el interés. Tuve el privilegio histórico de haber vivido ese suspiro de la historia, lo voy a tener como anhelo siempre, porque así como vi las deficiencias, vi también la inyección de espiritualidad. Además, Cuba tiene muy metido adentro el tema de la liberación desde un punto de vista del ideario martiano (de José Martí), en el sentido de ser cultos para ser libres.


- ¿Coincide en que América Latina a excepción de algunos países centroamericanos, México y Colombia, está históricamente en su mejor momento político?


- Yo creo que sí porque como nunca antes consignas del pasado como la integración están plenamente vigentes. Creo que estamos en el sentido de lo que tenemos que hacer, cuestionando las lógicas del sistema, se están abriendo pistas, independientemente de si triunfaremos. Hay un tránsito hacia una racionalidad diferente y triunfaremos cuando el mundo sea diferente. No me inquieta en este proceso del caminar que estos gobiernos populares de América Latina se reelijan o no, lo que me interesa es si apuntalan y fortalecen el sujeto colectivo y puedo decir que todos lo están haciendo. En ese sentido la revolución cubana ha tenido siempre claro la participación del sujeto, una participación sui generis porque está organizada de forma vertical pero que de todas maneras se ha dado el tiempo para escuchar las opiniones del pueblo y por eso ahí está Cuba.


- ¿Los movimientos sociales en América Latina han sido papel predominante en el ascenso de gobiernos populares?


- Yo creo que los movimientos sociales han tenido un papel fundamental en las luchas contra el neoliberalismo, que son las luchas contra el sistema que hay, son las resistencias por la vida. Estos últimos treinta años tienen que ver con la constitución de la nueva mentalidad de los movimientos sociales, poniendo énfasis en la defensa de la vida no por el cese de la explotación como ocurría en los años 70. Por supuesto que en la lucha por la defensa de la vida está el cese de la explotación, eso les da una nueva tónica muy fuerte a los movimientos y un entronque político muy serio que los partidos políticos no logran cambiar ni entender porque sigue aferrados a que el problema es el pulso electoral, qué representan, o hacer la revolución como una tarea partidaria, cuando eso ya fue. En cambio los movimientos sociales crecieron y maduraron con otra lógica y aprendieron que la vida se defiende en todos los ámbitos y esa defensa es el primer y último acto político de la historia, mientras que los partidos no comprenden eso, y con su mentalidad muy estrecha consideran que el objetivo es la militancia en sus filas. Por ello se puede afirmar que los movimientos abonaron el camino de la llegada de los gobiernos populares porque fueron protagonistas de resistencias y luchas de los pueblos. Después hay diferencias en los procesos con ritmos, historias y disputas distintas, como ocurre por ejemplo con los casos de Ecuador y Bolivia. Mientras haya tensiones en estos procesos políticos implica que hay diálogo, que hay debate.


- Efectivamente, en los casos de Bolivia y Ecuador hay una permanente tensión y hasta rupturas entre los gobiernos de Morales y Correa con los movimientos indígenas y sociales…


- Sí, es que la constitución del sujeto es permanente, es parte del caminar, por ello es importante tener presente que el haber constituido gobierno reclama como nunca antes seguir en la disputa de la construcción social, cultural, económica y política de lo nuevo, incluyendo a los actores en el proceso de cambio y transformación que es y será siempre, a la vez y en primer lugar, un proceso de transformación. La instalación de un gobierno popular supone la conformación de nuevas interrelaciones sociales y el surgimiento de nuevas contradicciones, conflictividades, afinidades e interacciones de fuerzas e intereses sociales, económicos, culturales y políticos acorde con la nueva realidad política e institucional, de conjunto, estas configuran un nuevo mapa sociopolítico que define nuevas tareas y desafíos a los actores sociales, ahora claramente confrontados en su matriz política o sociopolítica.


- Usted ha señalado que la izquierda requiere de una autotransformación igual a la ocurrida en la Iglesia Católica con el Concilio Vaticano II. ¿Hacia dónde debe apuntar esa transformación de la izquierda?


- Esto implica una mentalidad muy abierta, un construir en medio de la coyuntura, porque el sujeto no solo se construye en el acontecimiento, hay que meterse dentro del sujeto, y el político o el intelectual se ubica afuera, hay que estar atentos a sus contradicciones y a sus cambios. Y por eso es que la izquierda necesita un Concilio Vaticano II para darse cuenta de que es el pueblo el que hace los cambios y no los mil o diez mil militantes que están en los partidos, que es fundamental trabajar con la gente, desde la gente y para la gente. Hay que abrir las puertas, hay que salir de la cripta partidaria y habrá que ver cuáles son las formas nuevas, y si uno se dispone a escuchar entre todos se puede construir una conducción colectiva. Es indispensable quitarse las anteojeras instaladas sistemáticamente por el capital, romper con las fragmentaciones de las realidades y conciencias. Para que el humanismo tenga posibilidades de triunfar sobre la barbarie hay que dar la batalla de construir una nueva conciencia colectiva diferente a la acuñada por el capitalismo y en eso la izquierda puede aportar si cambia la concepción y la acción política, poniendo fin a su distanciamiento jerarquizado sustituyéndolo por el diálogo permanente, el aprendizaje mutuo, la horizontalidad en las decisiones y el control popular.

MANIPULACIÓN MEDIÁTICA


ENTREVISTA CON EL COMUNICÓLOGO BRASILEÑO DÊNIS DE MORAES


“EN AMÉRICA LATINA SE ESTÁ DANDO UNA REACCIÓN DE LOS PUEBLOS CONTRA LA CONCENTRACIÓN Y MANIPULACIÓN MEDIÁTICAS”


POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ


Los desafíos de la democratización de la comunicación pública en América Latina pasan porque en los países de la región se viabilice una legislación que garantice en forma efectiva una distribución equitativa en tres instancias: “El Estado (para asegurar un servicio público de calidad y diversificado); el sector privado (con fines de lucro y responsabilidades sociales bastante definidas); y la sociedad civil (movimientos sociales, comunitarios y étnicos, universidades, asociaciones profesionales, productores independientes, etc.)”. Esa es una de las conclusiones del libro La cruzada de los medios en América Latina. Gobiernos progresistas y políticas de comunicación (Paidós 2011), del investigador brasileño, Dênis de Moraes.


En esta investigación bibliográfica De Moraes analiza los puntos comunes de los procesos políticos en la lucha por democratizar el acceso a la comunicación que han impulsado varios gobiernos en la región.


Examina los contenidos y alcances de las leyes antimonopolio aprobadas en los últimos años que restringen la concentración especialmente de emisoras de radio y canales de televisión y abren la puerta a la participación de medios alternativos y comunitarios.


Al mismo tiempo, el libro del investigador brasileño muestra cómo han sido las innumerables presiones de los conglomerados mediáticos en defensa de sus privilegiados intereses para evitar la aprobación de estas leyes antimonopolio, aludiendo en forma descarada a que las mismas coartan la libertad de prensa.


La lectura de este libro permite conocer cómo han sido los procesos en varios países latinoamericanos cuyos gobiernos de izquierda le han puesto freno al abuso de las empresas de la denominada “gran prensa” que pretende seguir embaucando a las sociedades con su discurso ultraconservador mediante la perpetuación de sus lucrativos “latifundios mediáticos”.


Aprovechando la presentación que recientemente se hizo en Buenos Aires de este interesante trabajo investigativo en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano WWW.CRONICON.NET, entrevistó a su autor, Dênis de Moraes, quien destacó el avance que han logrado países como Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Uruguay en sus respectivas legislaciones para obtener mayor ecuanimidad en el acceso y manejo comunicacional.


Mientras “La comunicación en la ley argentina es considerada derecho humano”, en otros países como Brasil y Colombia el sistema de acceso a medios de comunicación es de lo más anacrónico de la región porque estos países están sometidos a un esquema monopólico, señala De Moraes.


Respecto del uso de las denominadas nuevas tecnologías como Internet, este científico social opina que si bien existe la posibilidad de que los sectores populares accedan a ellas, lo cierto es que “son las clases privilegiadas y el capital dominante quienes absorben las mayores ventajas de la cultura digital”. En ese sentido aboga por la implantación de otras lógicas de comunicación no comerciales e insiste en el papel predominante que debe jugar el Estado en la información pública.


Dênis de Moraes es doctor en Comunicación y Cultura de la Universidad Federal de Río de Janeiro y cuenta con un posdoctorado obtenido en CLACSO Argentina, se desempeña como profesor de la Universidad Federal Fluminense e investigador del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico del Estado de Río de Janeiro. Autor de varios libros y ensayos, en 2009 obtuvo el Premio Científico otorgado por el Estado de Rio de Janeiro y en 2010 recibió el Premio Internacional de Ensayo “Pensar a contracorriente”, concedido por el Ministerio de Cultura de Cuba.


MONOPOLIOS MEDIÁTICOS CONFUNDEN LIBERTAD DE PRENSA CON LIBERTAD DE EMPRESA


- Usted ha señalado que los grandes monopolios mediáticos en América Latina no tienen autoridad moral para hablar de libertad de prensa. ¿Por qué?


- Porque la mayoría de los grandes grupos mediáticos actúan de una manera tal que está dirigida a controlar tanto los contenidos como la opinión con criterios de políticas editoriales que excluyen al contradictor, invisibilizan las posturas críticas y las visiones alternativas, entonces con qué autoridad se presentan en la escena pública para defender la libertad de expresión que no practican en sus propios medios. Lo que ocurre es que las grandes corporaciones confunden libertad de prensa con libertad de empresa. Además, hay un exceso de crítica de los gobiernos progresistas porque están dando una batalla contra esos grupos y sus intereses corporativos, en defensa de la diversidad informativa y cultural con diferentes grados en cada país latinoamericano.


- Sin embargo en varios países de América Latina las grandes audiencias populares ya no les creen a esos monopolios de la desinformación y por eso en buena medida se han consolidado gobiernos progresistas en la región. ¿Cómo analiza ese fenómeno?


- Creo que esto es una cuestión crucial y se trata de entender de una vez por todas que los medios no tienen el poder de definir las opciones y preferencias todo el tiempo y en toda parte. Esta es una mistificación, es una especie de pretensión neurótica de que un sector que expresa los intereses particulares y privados tiene poder para determinar las aspiraciones de toda la sociedad. Creo que hay efectivamente una reacción de los pueblos latinoamericanos no solamente contra los grandes medios y su manipulación sino también contra el modelo neoliberal y sus nefastas consecuencias sociales. Me parece que este momento es muy importante para la democratización de la comunicación que es la libre manifestación del pensamiento. En varios países latinoamericanos pudimos comprobar que el control de la opinión pública que los medios intentan mantener y profundizar no se sostiene de la misma forma como en décadas pasadas. Hay un cuestionamiento más claro, más acentuado de sectores de la sociedad civil con respecto a las “verdades” entre comillas que son transmitidas por los medios. Si bien hay un monopolio cerrado de medios, una concentración dramática de tecnologías, de plataformas y de soportes comunicacionales, también hay una desconcentración de opinión, hay más conflictos que se expresan en la sociedad fuera de los controles y las tentativas de control de los grupos mediáticos.


- ¿Se les cayo el discurso a los oligopolios mediáticos de la falsa independencia y neutralidad que nunca han tenido?


- Sí, porque los medios siempre intentaron convencer a la sociedad de que eran productores de la voluntad general; que eran neutrales y que tienen como misión reflexionar sobre los intereses colectivos. Todo ello contradice la verdad porque los medios son de origen empresarial, privados y, casi todos, pertenecientes a grupos económicos muy poderosos. La construcción del consenso en torno a valores, mentalidades y visiones de mundo, siempre se asoció a todo lo que aparecía en los diarios, en las pantallas de televisión y demás. Y para la opinión pública esto no merecía la más mínima discusión.


- En su último libro “La Cruzada de los medios en América Latina”, usted hace un análisis sobre la lucha de los gobiernos progresistas para democratizar la comunicación pública. ¿Qué destacaría como elementos en común de esta lucha en la región?


- La disputa por el tema de la comunicación en América Latina no surgió de manera espontánea. En las dos últimas décadas en varios países de la región hubo reacciones, protestas y marchas contra la herencia nefasta del neoliberalismo por su impacto negativo para la sociedad. En Argentina, Venezuela, México, Ecuador, Bolivia, los movimientos sociales y comunitarios se organizaron para enfrentar este modelo económico. En este contexto, los movimientos del área de la comunicación se agregaron a ese clamor colectivo e incluyeron en las agendas de las luchas sociales el derecho a la comunicación y la necesidad crucial de la democratización de la información y de la difusión cultural. En consecuencia, la inclusión de la democratización de la comunicación en los planes políticos de los gobiernos progresistas ha sido una consecuencia de las movilizaciones, de las reivindicaciones y de las presiones. Actualmente, la mayor novedad es la adhesión de los gobiernos a la causa de la democratización de los medios, que pasa en primer lugar por cambios en las leyes del marco regulatorio que disciplinan los campos de la comunicación ya que tradicionalmente las leyes de las dictaduras militares latinoamericanas favorecían a los grupos empresariales de medios, los cuales constituyen avances relevantes en las perspectivas de los Estados.


- ¿Qué avances se ha logrado, por ejemplo, con la nueva legislación que han optado varios países latinoamericanos?


- Ante todo hay que señalar que gracias a la nueva legislación impulsada por los gobiernos progresistas de Latinoamérica la comunicación ingresó en las agendas públicas de una manera mucho más protagónica. Por ejemplo, la Ley de Medios en Argentina y la Ley de Radiodifusión Comunitaria en Uruguay son consideradas por el Comité Mundial para la Libertad de Expresión de la Unesco, como las dos legislaciones más importantes del mundo. Uruguay en el plano de la radiodifusión comunitaria y la ley de Medios de Argentina como un marco regulatorio avanzado, democrático, rompe con la cadena de sumisión del campo de la comunicación a los intereses privados, que son por definición intereses particulares y, por lo tanto, excluyentes.


- ¿Cuál es su opinión de Internet? ¿Es una herramienta de democratización comunicacional o no?


- Es una herramienta fundamental para descentralizar y exteriorizar la expresión, la creación y la difusión. Pero creo que no puede ser entendida como la única herramienta para democratizar los medios. Internet es un ecosistema descentralizado interactivo en virtud del cual las tecnologías de comunicación permiten que las personas se transformen en emisores y receptores al mismo tiempo, sin intermediaciones y controles de los medios. En ese sentido los movimientos sociales y comunitarios encuentran en Internet un vehículo muy propicio para transmitir sus reivindicaciones y aspiraciones.