sábado, 12 de noviembre de 2016

COLOMBIA

ACUERDO DE PAZ, ALLANA EL CAMINO PARA LA MODERNIZACIÓN DE COLOMBIA


POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ

La derrota del Sí en el plebiscito del pasado 2 de octubre denotó que acepciones como paz, posconflicto o posacuerdo, son, como diría el politólogo argentino Ernesto Laclau, significantes vacíos, que a una buena parte del país le dicen poco o nada, y por tanto, hay que llenarlas de contenido. Para un alto porcentaje de los sectores urbanos de Colombia, el proceso de paz, no obstante la importancia histórica que denota, infortunadamente no tiene la connotación sociopolítica que tendría que significar. Es tarea pendiente de la academia y de los investigadores sociales escarbar porqué ese fenómeno de falta de entusiasmo e interés por unas negociaciones como las de La Habana que terminaron con un Acuerdo de Paz que constituye un paso fundamental para la sustentabilidad del presente y futuro de una sociedad desestructurada como la colombiana.

Si bien tiene que ser motivo de análisis cuidadoso este fenómeno de falta de motivación ciudadana que se vio reflejada no solo en la victoria del No sino en el alto porcentaje de abstención en el plebiscito, debe constituir ahora un reto para el Gobierno, la insurgencia y los sectores sociales y políticos que le apuestan a la paz en Colombia, llenarla de contenido, para que la ciudadanía se motive en torno de los alcances y proyecciones del acuerdo con las Farc (que se logró ajustar este 12 de noviembre) y las negociaciones que están por iniciar con el ELN.

En ese sentido, esta coyuntura histórica del país tiene que servir para que la paz sea una oportunidad imprescindible que posibilite que, parodiando el título de un libro del filósofo Rubén Jaramillo Vélez, la modernidad de Colombia no se siga postergando.

La paz o el posconflicto tienen que servir para concretar, por fin, la puesta en marcha del proceso de modernización tantas veces postergado en Colombia, pese a los múltiples intentos que se han tratado de dar durante su devenir histórico. Tras la derrota de los liberales en la Guerra de los Mil Días al despuntar el siglo XX, que fue un intento por realizar una revolución burguesa para desterrar la visión teocrática y centralista que condenó al país a una etapa oscurantista y provincial, será el primer gobierno de Alfonso López Pumarejo en 1934 que tratará de modernizar la concepción de Estado e impulsar los medios y las fuerzas de producción en el país. Posteriormente, lo que ha habido, son tímidos pasos para generar políticas públicas de desarrollo sustentable, que por lo general, han terminado en fracaso.

PROCESO POLÍTICO DE TEJIDO SOCIAL PARA LOGRAR EL PROGRESO

Cuando hacemos referencia a la modernización de un país nos remontamos a la polémica francesa entre los "anciens" y los "modernes", a finales del siglo XVII. Alrededor de esta polémica se constituyó la idea ilustrada del progreso, que será un elemento central de la filosofía política e histórica del siglo XVIII, y la definición de la sociedad como un sistema perfectible, que se sujeta paulatinamente a paradigmas más racionales de acción. Y cuando aludimos a la palabra progreso en términos de una sociedad, hay que referirse necesariamente al concepto de “desarrollo”, término que si bien está desgastado y solo ha servido como dispositivo para que organismos financieros internacionales hayan terminado imponiendo sus recetas, sin embargo, sigue teniendo vigencia en la literatura de los proyectos estatales.

Al hablar de desarrollo dentro del paradigma de la modernidad se hace “alusión a un modo de acumulación, a un sistema socio-económico y político, a un tipo de relaciones sociales, etc.” (Larrea Maldonado, 2012). Por lo tanto constituye un problema político que, desde un punto de vista progresista, se puede abordar a partir de tres aristas fundamentales: tiene que ser ecológicamente armónico; económicamente eficiente; y socialmente justo. Ello implica “un cambio de orientaciones culturales; producir diferente; consumir diferente y organizarse diferente para evitar los impactos ecológicos y la intensidad de usos de los bienes naturales”. (Unda, 2005).

Desde el punto de vista de la organización del Estado a partir de los impactos de las crisis económicas y sociopolíticas, el surgimiento de nuevos actores sociales, las transformaciones experimentadas en la organización institucional, “permiten discernir el desarrollo de nuevos paradigmas de producción e implementación de políticas públicas en general, y de política social específicamente, de acuerdo a los nuevos objetivos e intereses que, producto de aquellos factores orientan las modalidades en curso de articulación Estado / sociedad”. (Vilas, 2013).

ENTENDER EL PASADO PARA CONSTRUIR EL FUTURO

La historia de Colombia desde su emancipación, hace ya más de 200 años, ha estado marcada por la violencia y la utilización de ella con fines políticos, cuyo principal causante ha sido una constate lucha por la apropiación de la tierra y el dominio del Estado para utilizarlo como botín. A lo anterior hay que agregarle el hecho de que la independencia latinoamericana “se relacionó desde un principio con las revoluciones burguesas europeas, y estos países tuvieron que enfrentar de igual manera la tarea de actualizarse o de hacerse propiamente contemporáneos sin contar con los recursos para ello, por la precariedad de su actividad económica, por la ausencia de una genuina burguesía y de un pensamiento que estuviese a la altura de las tareas que deberían enfrentar. (Jaramillo Vélez, 1998).

En el caso colombiano “es en razón y como consecuencia de procesos y decisiones políticas que se ha rezagado el nivel de la conciencia y la cultura ciudadanas frente a las exigencias de la modernidad… El proceso de la ‘acumulación primitiva’ del capital –que en Colombia se prosigue a través del periodo de la ‘Violencia’- tiene lugar bajo el signo de una cultura en lo esencial antimoderna”, lo cual conllevó a “la coexistencia de formas de experiencia y comportamiento anacrónicas e inclusive contradictorias con los patrones de la modernidad, en las que se reflejan los compromisos y las transacciones, las soluciones a medias, las semiverdades y semimentiras que han resultado de todo ello ante la tensión entre lo premoderno y lo moderno a lo largo de nuestra historia. (Jaramillo Vélez, 1998).

La carencia de una ética secular, de una ética ciudadana, ha constituido además para la sociedad colombiana una grave falencia que la ancla a métodos de convivencia e interacción premodernos. Ello explica una de las conclusiones a que llegó un ministro norteamericano a finales del siglo XIX: “En Colombia sólo hay dos cosas organizadas, el ejército y el clero”. Es que el denominado “progreso” en este país a partir de la independencia se redujo “a sustituir el análisis objetivo de los fenómenos americanos, que guió al Consejo de Indias en la expedición del Derecho indiano, por la aplicación discriminada de principios abstractos, propios del concepto individualista de la civilización inglesa”. (López Michelsen, 1966).

“Mientras los Estados Unidos de Norteamérica adoptaron el federalismo no por copiar instituciones extrañas sino porque allí la federación era el mejor camino hacia la unidad nacional, en Colombia, aquel fue fruto de ambiciones parroquiales, de intereses encontrados de gamonales y caudillos, de sueños de intelectuales sin originalidad, que alcanzaron cierto éxito por haber estallado en pueblos jóvenes y sin las nociones necesarias para el ejercicio del gobierno propio. (Liévano Aguirre, 1960).

ROMPER LOS CICLOS HISTÓRICOS DE VIOLENCIA, ATRASO Y MARGINALIDAD

Frente a ese lastre histórico, los procesos de paz con las insurgencias de las Farc y el ELN tienen que conllevar a un nuevo “pacto social” que apunte a la modernización del país en lo cultural, en lo político y en lo socioeconómico, comenzando por construir tejido social para dinamizar las relaciones de producción. El desafío de la paz, si se quiere llenarla de contenido o de significación, está en romper los ciclos históricos de violencia, exclusión y atraso. Solo así se logrará superar “el sonambulismo que caracteriza en buena medida las actitudes del ciudadano, la persistencia de vicios tradicionales que impiden una auténtica solidaridad y cohesión social –particularismos, fulanismos, clientelismos, dependencia y falta de autonomía en los procesos de decisión política- prueban ese peculiar sincretismo de lo moderno y lo premoderno, tan característico de la vida pública en nuestro país”. (Jaramillo Vélez, 1998).





martes, 8 de noviembre de 2016

SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

ENTREVISTA CON EL DIRIGENTE SANDINISTA CARLOS FONSECA TERÁN SOBRE EL PROCESO POLÍTICO NICARAGÜENSE

EMPODERAMIENTO DEL SECTOR POPULAR DE LA ECONOMÍA Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN ASUNTOS DEL ESTADO, EXPLICAN AMPLIO RESPALDO A DANIEL ORTEGA EN NICARAGUA


POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ

Desde que la canalla mediática del hemisferio, cuyos periódicos están nucleados en la malhadada Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), organismo auspiciado por la criminal Agencia Central de Inteligencia (CIA), ha criticado el triunfo electoral para un nuevo periodo presidencial de cinco años en Nicaragua del comandante Daniel Ortega Saavedra, es evidente que busca deslegitimar el proceso político del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), y de esta manera, continuar con su campaña de desprestigio y satanización de todo gobierno que en América Latina tenga un cariz progresista.

La fórmula Daniel Ortega/Rosario Murillo se impuso el pasado 7 de noviembre con el 72,5%, lo que representa diez puntos porcentuales por encima del resultado obtenido en 2011 (62%). En el segundo lugar se ubicó la alianza opositora Partido Liberal Constitucionalista (PLC) con el 15%; seguido por el Partido Liberal Independiente (PLI) con un 4.5% de los votos; la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN) con el 4,3%; el Partido Conservador (PC) con el 2,3% y, por último, la Alianza por la República (Apre) con el 1,4%.

Es de resaltar la alta participación electoral teniendo en cuenta que esta campaña se realizó dentro de un ambiente de cuestionamiento por parte de un sector de la oposición que para deslegitimar el alto grado de respaldo popular del presidente Ortega, no dudó de calificar la jornada comicial de “farsa”, llamando a la población a abstenerse.

Sin embargo los nicaragüenses salieron a votar masivamente. El 68,2% de los ciudadanos participó en estos comicios que además de escoger Presidente y Vicepresidente de la República, también eligió 90 diputados a la Asamblea Nacional y 20 diputados al Parlamento Centroamericano (Parlacen) que tendrán mandato por cinco años a partir del 10 de enero de 2017.

El porcentaje de abstención en estas elecciones (31,8%) fue inferior al de las de 2006 (34%) y al de 2011 (42%). Si se tiene en cuenta que en Nicaragua el voto es voluntario, el dato de participación representa un porcentaje relativamente alto, similar al de otros países de Centroamérica con el mismo sistema y muy superior a otros países de América Latina como Chile y Colombia, donde también el sufragio no es obligatorio.

La realidad político-electoral de esta nación centroamericana que viene creciendo promedio a un 5.2 por ciento anual ha tenido repercusiones económicas. Así lo señalan incluso esas instituciones de estafa que le hacen el juego a la especulación financiera denominadas agencias calificadoras. En efecto, una de ellas, Fitch Ratings, aseguró que la reelección de Daniel Ortega en Nicaragua garantiza la continuidad de las políticas económicas y fiscales impulsadas por su gobierno.

LA DERECHA EN NICARAGUA ESTÁ ANIQUILADA

Mientras en buena parte del hemisferio se viene presentando un proceso de restauración conservadora para saquear a los países imponiendo las fracasadas recetas neoliberales, el triunfo del sandinismo en Nicaragua constituye un estímulo para los sectores progresistas, pues no obstante la guerra mediática feroz de la derecha, algunos pueblos no se dejan arredrar y continúan bregando por lograr una vida digna y avanzan en la conquista de sus reivindicaciones sociales.

Para analizar la coyuntura política nicaragüense, dialogamos con el dirigente sandinista Carlos Fonseca Terán, hijo del histórico  cofundador y comandante del FSLN, Carlos Fonseca Amador.

-       ¿Cómo se entiende la consolidación del Frente Sandinista de Liberación y el amplio respaldo popular del presidente Daniel Ortega?


-       La correlación de fuerzas políticas en Nicaragua es claramente favorable al sandinismo y así lo demuestran todas las encuestas. El sandinismo cuenta con el respaldo de más del 60% de la población de manera sostenida desde el año 2010 hasta la fecha. Las fuerzas de la derecha, ni aún sumadas  todas ellas durante ese  lapso nunca han llegado al 10%. Esta es una situación que se sigue manteniendo con una variante en esta oportunidad y es que el sector más entreguista de la derecha, el que está siendo respaldado por el imperialismo norteamericano, no participó en el proceso electoral y promovió la abstención. Esa es la diferencia, pero hay partidos de oposición que sí participaron pero igual que la derecha más dura todas estas fuerzas son muy débiles. La derecha en Nicaragua está políticamente aniquilada, realmente no tiene posibilidad alguna de sacar un porcentaje de votos honorable en la elecciones.


-       ¿A nivel de las regiones y de municipios el sandinismo también  está consolidado?

-       En unos lugares más que otros, pero en todas partes contamos con el respaldo de la inmensa mayoría del pueblo nicaragüense. Ahora hay una situación particular y es el hecho de que en el Congreso norteamericano a petición de  la derecha más dura de nuestro país, se ha aprobado unánimemente una ley en la Cámara, una iniciativa legislativa llamada NICAT, por la cual el gobierno de Washington veta el acceso de Nicaragua a créditos en organismos financieros internacionales. Esta es una iniciativa de los sectores más conservadores de la política norteamericana en el ámbito legislativo, pero claro, antes que todo, esto tenía como objetivo político principalmente amedrentar el electorado, como sucedió en 1990, enviando una señal. En ese entonces estábamos en guerra y se buscaba  enviar la señala de que si seguía el Frente Sandinista gobernando continuaría la guerra. Eso hizo que por miedo mucha gente que quería votar por el Frente no lo hiciera. Igual sucedió en las siguientes elecciones, hasta que logramos romper el hechizo con una serie de situaciones que se presentaron, que propiciamos, y que no vienen al caso en este momento, pero claro que ahora la situación es muy distinta, porque estamos en paz, el respaldo con que cuenta el Frente es inmenso. El objetivo de ellos era disminuir hasta donde más pudieran el respaldo al Frente Sandinista en las elecciones para restarle en mayor medida posible legitimidad al proceso. Pero lo que quiero decir con esto es que esa iniciativa de ley no está en firme porque tiene que aprobarla el Senado norteamericano, es decir está en proceso aun, y lo que está claro es que hasta el año que viene se va pronunciar al respecto. ¿Qué significa esto? Que se confirman nuestras sospechas de que no es realmente algo que se va a dar o suceder en el sentido de que los Estados Unidos van a evitar el acceso crediticio a Nicaragua, simplemente lo que buscaban era meterle miedo al electorado, ese era el objetivo. Ello constituye una injerencia descarada porque alegan que esto lo hacen porque en Nicaragua no hay  elecciones libres, transparentes, etc. Es una injerencia clarísima en los asuntos internos de Nicaragua, una violación flagrante del derecho internacional, pero a ellos no les importa, lo que buscan era meter miedo a la gente.

-       La prensa hegemónica conservadora en América Latina critica mucho el hecho de que la candidata a la Vicepresidencia haya sido la compañera del comandante Ortega. Frente a esa crítica, ¿qué tiene que decir?

-       La compañera Rosario Murillo, es una militante, dirigente histórica del Frente Sandinista desde hace muchísimos años; desde la época de la lucha contra la  dictadura somocista; y en la actualidad particularmente está jugando un papel de primer orden en la conducción, en el diseño ideológico y en el contenido del proyecto de sociedad que se está promoviendo en el país. Tan es así que la  derecha nicaragüense lo que ha criticado es que porqué ella está asumiendo ese poder sin haber sido electa, ahora que iba de candidata entonces no quería que lo fuera. Esto es una falacia, si alguien tiene las cualidades y es idónea, no debe ser un impedimento la  vinculación personal que tenga con quien está en la Presidencia. Es decir, si el pueblo quiere que ella sea la vicepresidenta va a votar por ella, si eso fuera algo aberrante, hubiera provocado un rechazo de la población. Sencillamente el Frente habría perdido las elecciones. Entonces, si el pueblo está de acuerdo, ¿cuál es el problema? La derecha de manera demagógica ha manejado el tema del nepotismo. En Nicaragua cuando ganó la derecha en las elecciones del 90, la presidenta Violeta Barrios de Chamorro gobernó con su familia y su  yerno era el jefe del gobierno. Por una serie de circunstancias en esa época, una cantidad de partidos conservadores estaban aliados y tenían muchas diferencias con el gobierno de derecha que había,  entonces se aliaron para reformar la Constitución y según ellos, en contra del nepotismo, establecieron la prohibición de que los parientes en tal grado de consanguineidad y tal grado de afinidad pudieran ser candidatos de esto y lo otro, pero era solo con el objetivo de impedir que el yerno de la Presidenta corriera como candidato, porque eso les quitaba posibilidades electorales, ese era realmente el propósito de esa reforma. Por cierto que la hicieron sin consultar con nadie, y todos ellos unidos en las elecciones del año siguiente no lograron ni el 10%. Es decir, fue una reforma irrisoria e ilegítima desde el punto de vista político. Además, la esencia del nepotismo es cuando el nombramiento obedece a  intereses de beneficiarse o lucrase personalmente del poder. Pero cuando la persona que está siendo postulada tiene todos los méritos y capacidades, reconocidas hasta por la oposición, entonces es más contraproducente el impedírselo. Si fuera una persona que no hubiera jugado un papel protagónico, importante en la historia reciente o pasada del país, que no ha tenido méritos acumulados en la fuerza política que representa, entonces si habría razón para sospechar de nepotismo, pero en este caso es evidente que no es así. Claro que la derecha hace parecer que es cuestionable por el hecho de que es la esposa del Presidente. Sí fue nepotismo el caso del primer gobierno de la derecha, y los que lo practicaron son los que ahora nos acusan a nosotros. Incluso en esa época la Presidenta del Consejo Electoral benefició con una disposición a su esposo e hizo que quedara elegido como diputado con 300 votos únicamente y pasó a ser conocido como el diputado consorte, y esa es una de las personas que ahora nos cuestiona.


-       ¿A que se atribuye el apoyo electoral del presidente Daniel Ortega, por encima del 70%? ¿Se está dando una revolución social en Nicaragua?

-       Nosotros somos una revolución que triunfó por la lucha armada, eso nos dio una gran ventaja sobre otros procesos revolucionarios que están en marcha en América Latina. Aunque perdimos el gobierno diez años después, logramos preservar espacios de poder institucionales que nos permitieron, al regresar al gobierno, avanzar de manera más acelerada en las transformaciones sociales. Después de Cuba, Nicaragua es el país con el más alto índice de socialización de la propiedad en el ámbito económico porque hubo una reforma agraria en los años 80 y se logró resistir frente a las políticas neoliberales. Una buena parte del sector popular de la economía logro resistir las embestidas de los gobiernos de derecha que trataron de hacerlo desaparecer. En Nicaragua el sector popular de la economía, es decir, las cooperativas, los pequeños productores, las empresas de los trabajadores, el sector estatal, todo ese ámbito económico, produce más del 50% del PIB, entonces tenemos una situación en la que hay espacios de poder de los sectores populares a través de la gestión económica directa. Una de las políticas principales de las líneas estratégicas del gobierno sandinista en la actualidad, que es la segunda etapa de la revolución, consiste en aumentar esos espacios de poder de los sectores populares en la economía. Lo que se persigue es que la gente vaya adquiriendo poder económico, capacidad de  gestión empresarial, y esto es lo que se ha venido logrando desde el 2007. Estamos desarrollando esas líneas estratégicas y estas políticas sociales, y por otro lado, tenemos también un modelo político que promueve la mayor participación posible de los ciudadanos en las tomas de decisiones del Estado y del gobierno a nivel municipal y nacional, esto produce un sentimiento de poder que genera conciencia de clase. Es decir, no se da el fenómeno de doña Florinda que deja de ser pobre, incluso a veces no es necesario dejar de ser pobre para pensar como rico. Porque se da el fenómeno de que el que deja de ser pobre no solo deja de serlo sino que tiene poder de decisión en el ámbito político y además adquiere poder de gestión económica directa, lo cual genera una conciencia de clase. A ello tenemos que sumar la existencia de una fuerza política organizada con un estructura muy fuerte que abarca hasta el último rincón del país que es el Frente Sandinista de Liberación Nacional con una estructura política que se ha venido forjando desde 1961, luego en 1979 cuando llegamos al poder. Todo esto garantiza esa situación, pero hay un detalle importante en cuanto al porcentaje de respaldo al Frente. Nosotros perdimos en 1990 con el 40% y ganamos en el 2006 con el 38% porque se dividió la derecha, luego en el 2011 ganamos con el 62% porque aproximadamente un 10% del electorado era el que no votaba por el Frente por miedo. Eso hizo que al no haber guerra después de un periodo de gobierno del Frente, al no haber bloqueo, desapareció el miedo entonces eso aumentó automáticamente en un 10% llegando al 50%, y un 10% más proviene de la gente que sin ser sandinista ha sido beneficiaria,  ha mejorado su condición de vida. Desde el 2010 el fuerte respaldo popular del Frente Sandinista no ha bajado y por eso el apoyo de más del 70% con que cuenta el comandante Daniel Ortega en estos momentos.

-       Habla de la arremetida neoliberal en lo económico. Nicaragua hace  parte del Tratado de Libre Comercio de Centroamérica con Estados Unidos. ¿Qué impacto ha tendido el TLC en su país?

-       Con tantas dificultades económicas, producto de la guerra, de los desastres naturales, del neoliberalismo que gobernó durante 17 años, después de la derrota del Frente Sandinista en el 90 y debido a los programas de cooperación de solidaridad que forman parte de sus alianzas con el ALBA, con China, con Rusia, nosotros logramos crear un entorno económico teniendo en cuenta el espacio que tienen los sectores populares. Esto nos ha permitido impedir que los aspectos negativos que suelen tener este tipo de tratados de libre comercio  con Estados Unidos no hayan significado un obstáculo estratégico para el avance de nuestro proceso revolucionario. Nosotros somos el único país del mundo que tiene TLC con Estados Unidos y a la vez hacemos parte del ALBA. El TLC se aprobó antes que el Frente volviera al gobierno, luego económicamente ya no era viable que el gobierno se opusiera a esta situación porque realmente hemos logrado por las condiciones  muy específicas de Nicaragua que sean más los beneficios que  el perjuicio.

-       ¿Esa particularidad es lo que lleva a tener negocios con China para el canal interoceánico?

-       No, esa es otra situación. Lo del canal interoceánico tiene como objetivo que Nicaragua salga de la pobreza en un plazo razonablemente corto, no hay otra manera. A pesar de que han mejorado de manera significativa las condiciones de vida de la mayoría de gente en estos años porque se ha reducido la desigualdad social de manera fuerte, se ha reducido la pobreza en gran medida, sin embargo en términos globales seguimos siendo uno de los países más pobres de  América Latina. Sin el canal es imposible para Nicaragua en un corto plazo salir de la pobreza. Si queremos prosperidad, si queremos desarrollo económico, si queremos salir del subdesarrollo y de la dependencia económica, el objetivo estratégico es el canal. Es un paso estratégico para no depender de organismos financieros que nos  hagan chantajes  electorales como lo hicieron ahora. Esa es la razón del canal.