jueves, 31 de mayo de 2012

SOCIALISMO DEL SIGLO XXI


CONFERENCIA DEL FILÓSOFO ARGENTINO EN FLACSO ECUADOR



“EL POPULISMO EN AMÉRICA LATINA ESTÁ CREANDO NUEVAS FORMAS DE LEGITIMIDAD POLÍTICA”: ERNESTO LACLAU








POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
QUITO


No puedo menos que reírme cuando escucho hablar del peligro autoritario que los nuevos regímenes populistas representan para las sociedades latinoamericanas. Porque si hay un régimen político al cual es inherente el autoritarismo no son los regímenes populistas, sino el neoliberalismo”, afirmó en Quito, el filósofo y científico social argentino Ernesto Laclau, durante  su conferencia magistral en el Seminario Internacional Medios, poder y ciudadanía en Sudamérica, organizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), sede Ecuador.


“Para mí, populismo no es un término peyorativo sino una forma de construcción de los político”, aseguró Laclau, quien aprovechó su presencia en Quito para presentar su revista Debates y Combates.


En desarrollo de las charlas que dio en FLACSO entre el 17 y 18 de mayo, Laclau dejó en claro que toda política es populista habida cuenta que el populismo no es otra cosa que la forma en que un líder simboliza y articula demandas sociales insatisfechas.


“En América Latina, los nuevos regímenes nacional-populares empiezan a erigirse después de dos derrotas: la existencia de regímenes militares y el predominio del neoliberalismo al comienzo de los años 80 pero hegemónicamente en los 90. Este tipo de política condujo a un desastre generalizado”, explicó.


Recordó que para apuntalar las políticas neoliberales en buena parte de la región fue necesario tener dictaduras militares. "Sin Videla, en Argentina, y Pinochet, en Chile, los planes del neoliberalismo no hubiesen sido posibles", argumentó.


Con el fracaso del neoliberalismo y con él la desarticulación tanto de las economías como de los sistemas políticos se dieron las condiciones para una interpelación popular a las masas que, a partir de un punto de poder produjeron proyectos de cambio como los que se han dado en buena parte del sur del continente.


Para Laclau, el  signo de este cambio en América Latina es un predominio del poder ejecutivo sobre el legislativo. “El poder legislativo ha sido, tradicionalmente en América Latina, la sede de reconstitución del poder de las oligarquías locales; mientras que, cuando ha habido proyectos más radicales de cambio, estos han residido en el predominio del poder ejecutivo”.


Doctorado en Oxford, a donde llegó con el padrinazgo de Eric Hobsbawn, Laclau es un reputado historiador, sociólogo y filósofo. Profesor emérito de la Universidad de Essex en Inglaterra, también se desempeña como catedrático  de Humanidades y estudios retóricos de la Universidad Northwestern en Chicago, Estados Unidos y director del Centro de Estudios del Discurso y las identidades sociopolíticas de la Universidad Nacional de San Martín en Argentina. Autor de varios ensayos y libros, entre los que se destacan La razón populista y Hegemonía y estrategia socialista, trabajo este último realizado conjuntamente con su esposa la politóloga belga Chantal Mouffe. Su actividad académica e intelectual la alterna durante el año entre Londres y Buenos Aires y los diversos lugares del mundo a donde es invitado a dictar conferencias.


NUEVAS FORMAS INSTITUCIONALES


La irrupción de gobiernos nacional-populares en varios países latinoamericanos ha generado al decir de Laclau nuevas formas institucionales para ejecutar los proyectos políticos que se caracterizan por su alto impacto social como las misiones en Venezuela, las reformas introducidas por el krischnerismo en Argentina y toda la institucionalidad creada por el gobierno ecuatoriano del presidente Rafael Correa.


“Tenemos un nuevo institucionalismo que no rompe con el anterior pero lo va a compensar con las formas del poder popular”, señaló.


“Desde el Caracazo y a lo largo de todos los años 90, Venezuela entró en un proceso de desinstitucionalización. Las instituciones no representaban mecanismos viables de las demandas. Todo el mundo percibía que algún cambio radical en la forma de Estado tenía que ocurrir. Cuando esta situación se da, según la lógica de equivalencia de la construcción de un pueblo como agente político y la emergencia de un líder, son elementos casi inevitables. Por eso es difícil que los sectores antiguamente institucionalizados puedan volver. Simplemente porque esa institucionalidad ya estaba quebrada. Por lo tanto, la oposición venezolana no puede ser una oposición nostálgica del antiguo institucionalismo. No creo que pueda haber un populismo sin una ideologización del espacio político, porque el populismo siempre crea nuevas formas de legitimidad que van en contra de las que existían anteriormente. Todo populismo es un momento de ruptura. El desafío se encuentra en aceptar el cambio histórico que se ha producido en la sociedad venezolana y bregar por objetivos nuevos. El desafío del chavismo es consolidar un régimen nacional popular que sea compatible con las instituciones democráticas”.


POPULISMO, UNA DIMENSIÓN IDEOLÓGICA


Laclau ha trabajado el tema del populismo como una categoría política que implica la existencia de un ícono o símbolo asociado con una ideología que, de acuerdo a su contexto, retiene o renueva su significado.
El término populismo desde su óptica no puede ser deslegitimado o satanizado como lo hace la derecha y destaca el anclaje popular y nacional que han logrado los  gobiernos de Hugo Chávez, Cristina Fernández de Kirchner, Evo Morales y Rafael Correa, al producir una ruptura en sus respectivos países y una nueva legitimidad política.


Fue enfático en precisar que dentro del análisis político, el populismo no es una ideología, sino una dimensión de la ideología. “Se puede ser populista de derecha, centro o izquierda”. Puso como ejemplo a Benito Mussolini y a Mao Tse Tung, el uno fascista y el otro comunista.


“El populismo no es en sí ni malo ni bueno: puede avanzar en una dirección fascista o puede avanzar en una dirección de izquierda. El maoísmo, por ejemplo, fue un movimiento populista en el cual las masas de China, que estaban desorganizadas por la invasión japonesa, consiguen una expresión a través del Partido Comunista. Pero también fue populista el fascismo italiano. Otra vez: el populismo no es ni bueno ni malo: es el efecto de construir el escenario político sobre la base de una división de la sociedad en dos campos”.


Rechazó la postura de ciertos sectores de la oposición de América Latina que tildan a los presidentes progresistas como autoritarios, al tiempo que se refirió al rol que juegan los grandes medios de comunicación por desprestigiar a los gobiernos de izquierda.


“El conglomerado de empresas de medios ejerce una especie de poder opositor de gobiernos que, muchas veces, buscan corregir errores de gobiernos precedentes de matriz neoliberal”. Por ello expresó que, conforme a la actual época de inusitado desarrollo tecnológico, se requiere de una ley de comunicación para democratizar la información en los países de la región.


CADENAS DE EQUIVALENCIA


Laclau denomina como “cadenas de equivalencia” las diversas reivindicaciones sociales que se dan en la etapa prepopulista en la cual surge un líder que responde a los requerimientos de buena parte de la población.


“Una vez que se dan una serie de demandas insatisfechas, éstas deben cristalizar simbólicamente alrededor de un dirigente. ¿Por qué el líder? Mientras más institucionalizada se encuentre una sociedad más la gente vive inmanentemente dentro de un aparato impersonal. Pero mientras más la gente se encuentre con las raíces sociales a la intemperie, más necesitará de una forma de identificación exterior a su experiencia cotidiana a través de la cual reconstituir un sentido de la propia identidad. Y en ese punto la figura del líder es central. Sin una dosis de populismo no habría política. Recuerdo el famoso lema de Saint Simon, según el cual el paso a una sociedad sin política debía ser «la transición del gobierno de los hombres a la administración de las cosas». Pero en una sociedad donde toda demanda se resuelve en forma administrativa y sin disputas, evidentemente no hay política. La política adviene cuando las demandas sociales chocan con un sistema que las niega, y aparecen distintos proyectos que disputan por articularlas. Por otra parte, una sociedad que fuera totalmente reglamentada, donde no hubiera política, sería una sociedad donde el pueblo o «los de abajo» no tendrían ninguna forma de expresión”. 


“Supongamos  -añade- que en una localidad hay un grupo de gente que le pide a la municipalidad que cree una línea de ómnibus para llevarlos desde el lugar donde viven al lugar donde trabajan. Supongamos, también, que la demanda no es satisfecha, con lo cual se genera una frustración. Si esa gente empieza a ver que alrededor de ellos hay una serie de otras demandas que tampoco son satisfechas (con respecto a la salud, a la escolaridad, a la seguridad, por ejemplo), entre todas esas demandas insatisfechas se empieza a crear una cierta solidaridad, y se empieza a ver que hay una especie de distancia entre el espacio en el cual se generan las demandas populares y el poder. Ese tipo de distancia empieza a crear una especie de división en el campo social entre el poder y el ámbito popular. Es decir: empieza a surgir el clima donde el populismo puede emerger”.


“En cierto momento la gente empieza a advertir que entre todas las demandas insatisfechas se establece lo que yo llamo en mi teoría una cadena de equivalencias, porque todas ellas expresan un cierto rechazo respecto de un sistema. Ahí es donde se crean las bases para el populismo, la existencia de un pueblo que se enfrenta al poder establecido. Si la demanda es esa línea de ómnibus, y se puede articular con otras demandas parecidas, ¿por qué tenemos que pensar que es algo antisistema y no movilizador del sistema? En el sentido en que el sistema tendría que funcionar de todas maneras”.


LIBERALISMO, DEMOCRACIA Y POPULISMO


Para dar contexto histórico al proceso político que desemboca en las primeras experiencias populistas en Latinoamérica, el científico social argentino se remonta a la Europa del siglo XIX. La génesis de este proceso la explica así:


“A principio del siglo XIX, en Europa, liberalismo y democracia eran términos antagónicos, el liberalismo era una forma perfectamente respetable de organización política mientras que la democracia era un término peyorativo porque se la consideraba el gobierno de la turba. Después del ciclo de revoluciones y contrarrevoluciones se gesta al fin un equilibro siempre precario entre esos dos términos”.



“En América Latina el liberalismo y la democracia siempre marcharon por caminos diferentes porque el liberalismo era la forma de organización política de las oligarquías locales y la democracia era algo que no se expresaba a través de los canales liberales sino que se expresaba muchas veces a través de dictaduras militares de carácter nacionalista. Y los regímenes que  eran predominantemente democráticos fueron formalmente antiliberales. Cuando la democracia empieza a surgir en América Latina es siempre rompiendo con los esquemas clientelistas del poder. En la Argentina el peronismo no  fue una excepción a este proceso. Hubo muchos otros procesos en América Latina que transitaron vías similares. El Estado Novo de Vargas fue una expresión de un nacionalismo populista democrático formalmente antiliberal y antioligárquico. El peronismo de algún modo lo fue, junto con otros modelos. Cuando uno pensaba el sujeto emancipatorio a principios del siglo XX, pensaba en la clase obrera; pensaba en una simplificación de la estructura social bajo el capitalismo. Era un discurso en torno de la homogeneización y la eliminación progresiva de las diferencias. Hoy ocurre lo contrario: hay una explosión de diferencias y el problema político fundamental es cómo reunirlas en un proyecto de emancipación más global. Desde el punto de vista de la izquierda, el desafío ahora es seguir ampliando los niveles de acceso de los excluidos y, a la vez, encontrar un discurso político articulador para la enorme proliferación de diferencias”. 


“DICTADURAS NACIONALISTAS DEMOCRÁTICAS”


“Los Estados latinoamericanos eran oligárquicos-liberales y caudillistas, pero no eran en absoluto democráticos. Había un clientelismo total con las bases de sustento. El resultado fue que, como consecuencia del desarrollo económico, empiezan a surgir sectores de clase media profesional, sectores populares de distinto tipo que tienen demandas que los regímenes oligárquico-liberales son incapaces de resolver las demandas de las masas. Es ahí donde se produce un cortocircuito. En un momento las demandas van más allá de la capacidad de absorción de los sistemas liberales y entonces empiezan a cristalizar dictaduras militares nacionalistas que son profundamente democráticas. Sí, es la idea de la dictadura del pueblo. Hacia 1910 hubo grandes esfuerzos reformadores del clase media que trataban de ampliar las bases sociales del sistema. Fue el caso de Irigoyen en Argentina, Suárez Ordóñez en Uruguay, Alexandri en Chile, Madero en México, Rui Barbosa en Brasil. Pero como resultado de la crisis económica de los años treinta estos esfuerzos reformistas fracasan y el resultado es que las demandas insatisfecha se empiezan a expresar a través de regímenes que ponen en cuestión las bases de la organización liberal. En Argentina fue el peronismo, en Brasil el varguismo, el MNR en Bolivia y así por el estilo. Es decir, reformas populares democráticas pero que se desarrollan en un cuadro institucional no liberal. La tradición popular-nacional-democrática y la liberal-democrática siguieron separadas. Y yo pienso que solo en los últimos 30 años, como resultado de las dictaduras más brutales que el continente haya experimentado y que golpearon a las dos tradiciones, es que éstas tienden a converger, pues ya no son incompatibles con el funcionamiento democrático-liberal de las instituciones. El imaginario global sigue siendo popular-nacionalistas, pero las formas institucionales son perfectamente compatibles con la idea las instituciones liberal democráticas”.

TENSIÓN CREATIVA

En concepto de Laclau la tensión que están generando los proyectos populares en América Latina constituyen “tensiones creativas” porque dan lugar a nuevas circunstancias políticas así como a nuevas instituciones, las cuales, afirma, no son ni puede ser “neutrales”.

En el ámbito político apunta que los gobiernos populistas de izquierda o centro-izquierda en la región han contribuido a la desintegración de los sistemas tradicionales de partidos. “Los partidos de oposición de derecha se han desgranado y se quedaron sin proyecto político. La derecha en Latinoamérica se ha comenzado a organizar no a través de los partidos sino del poder mediático”.

Finalmente, insiste en que estos proyectos progresistas necesariamente chocan con las formas institucionales existentes “por lo que tendrán que cambiarlas en una u otra dirección, es lo que Gramsci llamaba guerra de posición consistente en crear nuevos complejos institucionales”.

Laclau es optimista del futuro político de América Latina. Considera que la región atraviesa por un buen momento histórico-político y concluye señalando que hoy esta región va camino a consolidarse como un país, una sola nación, como lo soñó el historiador argentino Abelardo Ramos en uno de sus libros en 1949. Tras advertir que “va haber populismo para rato”, recomienda “reconquistar nuestro pasado para construir un imaginario político nuevo”.

Quito, Ecuador, mayo de 2012.



MANIPULACIÓN MEDIÁTICA


AFIRMA IGNACIO RAMONET EN RECIENTE VISITA A ECUADOR


“EN BUENA HORA LA GENTE SE ESTÁ SUBLEVANDO ANTE LA FUNCIÓN MANIPULADORA DE LOS GRANDES MEDIOS DE DOMESTICAR A LA SOCIEDAD








POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
QUITO


Para Ignacio Ramonet, mientras América Latina con excepción de Colombia y México está viviendo “el mejor momento de su historia”, Europa en cambio, se encuentra enfrentando “un Consenso de Washington a destiempo que se traduce en planes de ajuste estructural extremadamente brutales que están empobreciendo a la población en Grecia, Portugal, Irlanda, Italia, España, entre otros países”.


Al echar una mirada por la geografía latinoamericana, este destacado escritor y periodista español no duda en calificar como “el mejor momento” que vive la región tras dos siglos de su emancipación.


En este lapso, explica, nunca ha habido, “como se está viendo ahora democracia extendida y paz a la vez en los países latinoamericanos, con la excepción de lo que ocurre en Colombia y en México por el problema de la droga”.


Se está viviendo un crecimiento muy importante en la región, acompañado de una disminución de la pobreza. “Hay que saber que en los últimos 12 años, en América Latina más de 80 millones de personas han salido de la pobreza gracias a las políticas implementadas por los gobiernos progresistas. Además es un momento de estabilidad política, y esto probablemente puede durar también, de manera que estamos en un contexto en que nunca ha habido tanto interés por la integración, con todos estos mecanismos que vemos desarrollarse como la Unasur, el Alba y la CELAC”, afirma Ramonet.


Destaca que todo esto “muestra una voluntad latinoamericana de trabajar en común y en favor de la prosperidad de los pueblos. Yo creo que el esfuerzo que están haciendo los gobiernos progresistas, que son mayoritarios en esta región, es un esfuerzo que pone hincapié en la justicia, en la igualdad y por consiguiente en el campo de los medios en el que había una terrible desigualdad, porque existía un monopolio del sector privado sobre los medios de comunicación y muchos de estos gobiernos se han planteado la necesidad de volver a equilibrar ese monopolio y están creando servicios públicos de información y comunicación”.


Este reputado científico social, doctor en Semiología, director actualmente de la edición en español de Le Monde Diplomatique estuvo en Quito presentando su último libro La explosión del periodismo, un interesante trabajo de análisis sobre el cambio de hábitos en la comunicación pública como consecuencia de la irrupción de las nuevas tecnologías, concretamente Internet.


El pasado lunes 14 de mayo en el salón principal de la Capilla del Hombre de la Fundación Guayasamín, el cual quedó pequeño para albergar a la nutrida asistencia encabezada por el presidente ecuatoriano Rafael Correa, dirigentes políticos de izquierda, estudiantes, periodistas, profesores universitarios e intelectuales, Ramonet disertó sobre el nuevo ecosistema de la información.


En forma amplia, amena y didáctica hizo una serie de reflexiones sobre cuáles son los efectos del impacto de Internet en el ámbito del periodismo, cómo hoy no se puede hacer periodismo como en otra época, qué es lo que está cambiando, qué es lo que las redes sociales están modificando, por qué la prensa escrita de papel de pago está desapareciendo en tantos países, qué es lo que la está sustituyendo, qué nuevos géneros y tecnologías están irrumpiendo. Es síntesis, hizo un recuento del contenido de su libro que analiza las consecuencias de ese enorme terremoto que se está produciendo en el periodismo y, por otra parte, hizo referencia a una serie de proposiciones sobre vías para tratar de preservar algo fundamental que es un periodismo libre, sin el cual no puede haber democracia.


APARATO IDEOLÓGICO DEL NEOLIBERALISMO


Para Ramonet la función que actualmente cumple el poder mediático “es ser aparato de la globalización neoliberal”, y puso como ejemplo el hecho de que los medios de comunicación en Europa en la actual coyuntura sociopolítica, en forma cínica si se quiere, se encargan de elogiar las políticas de austeridad y los recortes en la inversión social, no obstante y en buena hora que la gente se subleva, pues ya no cree en ese discurso. Sin embargo los medios insisten en este mensaje, “porque su misión es domesticar a la sociedad”, argumentó.


“En esta nueva guerra ideológica que origina la globalización, -recalcó- los medios de comunicación se utilizan como arma de combate y su propósito es el de defender sus intereses de casta. Ya no actúan como medios sino como auténticos partidos políticos. Su verdadera misión es la de frenar las reivindicaciones populares”.


Calificó de “gemelos” al poder mediático y financiero al señalar que buscan controlar el poder político. “Los medios de comunicación han sustituido las oposiciones políticas de derecha para defender sus propios intereses”.


UN PROBLEMA PARA LA DEMOCRACIA


No dudó en acusar a los medios de comunicación dominantes como “un grave problema para la democracia. Ya no contribuyen a ampliar el campo democrático sino que se empeñan en restringirlo y minarlo, como sucedió con el primer golpe mediático de la historia que se dio al presidente Hugo Chávez en abril de 2002”.


Afortunadamente, dijo, “poco a poco los ciudadanos van tomando conciencia y empiezan a mostrar gran desconfianza de la manipulación mediática. Temen encontrarse en un estado de inseguridad informativa”.


Por eso, “si antaño se exigía la reforma agraria porque la tierra era un elemento de poder, ahora se hace necesario una reforma a la concentración de los medios, los denominados latifundios mediáticos”, por cuanto que  de “la calidad de la información depende la calidad de la democracia. No puede haber opinión pública si no hay medios de masas”.


Sobre la concentración mediática en varios países de América Latina, Ramonet señaló que “se está dando una misma batalla en la que los medios privados reprochan al gobierno democráticamente elegido, por supuestamente atacar a la libertad de expresión o practicar la censura, cuando en realidad el problema es que no quieren perder el monopolio que tenían”.


En todos los países, hasta en Inglaterra que es el país modelo con la BBC, existe ese reproche al sector público de que la información está al servicio del gobierno. A veces es cierto que el Gobierno trata de controlar a los medios públicos, pero para eso existen sindicatos y la ética de los periodistas para saber frenar las ambiciones de un gobierno que quisiera manipular a la información”.


Abogó porque los medios de comunicación públicos estén “piloteados por una alta autoridad o un tribunal supremo y que la composición de éste sea plural, para que no exista sospecha de que está al servicio de tal o cual partido. En Francia, por ejemplo, es el propio Presidente de la República quien nombra a los directores de las empresas públicas de información, por consiguiente hay sospecha que está nombrando a amigos suyos para que dirijan la información más favorable al gobierno, y ese es un debate permanente, y nadie pone en duda el carácter democrático de Francia. Lo único nuevo es que el sector privado ve que pierde una parte del mercado. En todos los países, el sector público en la radio y televisión es el más apreciado y considerado por los ciudadanos, mucho más que el sector privado, en cierta medida esa es la responsabilidad de los profesionales que hacen esa información”.


Sobre la causa judicial que entabló el presidente Correa contra el diario El Universo de Guayaquil que a través de una columna de opinión lo infamó y calumnió, Ramonet la comparó con un incidente que se dio recientemente en las pasadas elecciones presidenciales de Francia.


“Entre la primera y segunda vuelta un periódico en la web publicó un documento diciendo que demostraba que el coronel Gadafi había dado 50 millones de euros a Sarkozy para financiar su campaña electoral de 2007, eso está prohibido. Sarkozy, basándose en la ley del 22 de julio de 1889, que castiga con penas de cárcel a las personas que difunden falsas informaciones, planteó una queja ante los tribunales que aún no se ha resuelto, contra el periódico acusándolo de difundir falsa información. Nadie ha dicho que en Francia hay censura o que Sarkozy es un dictador”, comentó.


“En todo caso, -añadió- el presidente Correa ha dado una prueba de que son debates que pueden llevarse en el plano intelectual, pero también en el ámbito de la justicia, y que en ningún país existe libertad de prensa o libertad de expresión sin límites, todas las libertades tienen los límites que plantea la ley”.



DE LOS MEDIOS ASTROS A LOS MEDIOS DE MASAS


Sobre el impacto que está teniendo Internet en los medios de comunicación el director de la edición española de Le Monde Diplomatique señala que constituye una “conmoción de una intensidad nunca antes conocida”.


Por ejemplo, los periódicos tienen hoy más usuarios en Internet que lectores. New York Times, para citar solo un caso, cuenta con 45 millones de internautas frente a 900 mil lectores de periódicos diarios.


En la protesta social o en el cubrimiento de catástrofes naturales el impacto de las nuevas tecnologías de la información ha sido decisivo: los sucesos de la primavera árabe, las movilizaciones de los Indignados y el drama de Fukushima, por ejemplo, se ha hecho por divulgaciones de los ciudadanos, surgiendo los web-actores, quienes a través de los blogs o de las redes sociales construyen el relato de su realidad. Por eso afirma que existe un cambio de paradigma: “hemos pasado de los medios astros (los grandes periódicos o noticieros de televisión o radio) a los medios de masas”.


INSEGURIDAD Y BANALIDAD INFORMATIVA


Ante el vertiginoso desarrollo de las tecnologías de la comunicación y su uso cada vez mayor por parte de los ciudadanos, Ramonet observa que los medios tradicionales “han entrado en la dictadura de la urgencia y por eso no verifican la información, con lo cual se ha degradado la profesión periodística perdiendo en consecuencia su capital fundamental: la credibilidad. Se ha creado una inseguridad informativa por parte de las mismas empresas mediáticas, por lo que los internautas han aprendido a autoinformarse”.


“Si los medios hicieran bien su trabajo no existiría Wikileaks o Anonymous. Su existencia revela hasta qué grado las clases políticas en las democracias avanzadas de Occidente han estado engañando a sus ciudadanos”.


Adicionalmente, “los medios en este sistema capitalista funcionan como una mercancía, según las leyes de la oferta y la demanda, razón por la cual se trabaja más sobre la emoción que sobre la inteligencia”, en ese sentido, para ellos “las guerras no son tragedias sino que representan rating.  Lo que se busca no es vender información sino audiencias a los anunciantes y a ello obedece la banalidad y la frivolidad informativa”.


Por lo anterior colige que “esta información no está construyendo ciudadanía ni contribuye tampoco a elevar la cultura de los ciudadanos”.


Lo que importa es el negocio y las utilidades, y en ese sentido comunicar hoy en día es sinónimo de dinero. Las empresas que más ganan son las que trabajan con la comunicación como materia prima: telefonía, Internet, transmisión de datos, redes, telecomunicaciones, televisión por cable, radio…


Si bien el lenguaje digital unificó texto, audio e imagen, Ramonet señala no obstante que ello trajo como consecuencia la consolidación de grupos mediáticos concentrados.


LOS PAÍSES DE EUROPA: DEMOCRACIAS LIMITADAS


Sobre la situación sociopolítica que atraviesa Europa su lectura no puede ser peor: “Hay despojo de soberanía de los Estados con el euro y el pacto fiscal”, afirma, así como “decrecimiento en la democracia y en la partidocracia. Grecia se convirtió en un protectorado europeo. La situación ha generado la irrupción de los extremos como el neofascismo. Los gobernantes de cualquier color no pueden cambiar de política, aunque las sociedades se están hundiendo”.


Considera que los medios tradicionales son también responsables de la crisis. “Estamos en un sistema de despotismo ilustrado. Todo indica que vamos hacia una Gran Depresión”, advierte.


La mentalidad neoliberal del liderazgo político europeo la explica con una frase de la canciller alemana Angela Merkel, quien en septiembre de 2011 acuñó el concepto de democracia en consonancia con el mercado de la siguiente manera: “la elaboración del presupuesto del Estado es una prerrogativa fundamental del Parlamento, pero  hay que hallar vías para que ese requisito democrático esté en conformidad con el mercado”. En consecuencia, dice Ramonet, “el mercado es ahora la pauta, lo cual significa que ya no son los electores los que toman las decisiones legislativas sino las Bolsas, los especuladores y los bancos”.


En su concepto, Europa debe “refundar un nuevo sistema económico más justo y más democrático para lo cual hay que dar a los ciudadanos mayor control sobre los recursos de la nación y sobre las decisiones que afectan sus vidas. Hay que crear estructuras globales que antepongan primero las necesidades de los ciudadanos. Que respeten y promuevan losa derechos humanos, la justicia social y el equilibrio ambiental. Y que garanticen empleos decentes, medios de vida sustentables, servicios esenciales como la salud, la cultura, la vivienda, el transporte, el acceso al agua potable y a la energía limpia. Solo así se construirá por fin una economía justa, social, duradera y democrática”.


Finalmente, aboga por un nuevo papel del Estado, que permita que haya un mercado y un sector privado, pero que controle los sectores estratégicos importantes como garantía para el buen funcionamiento de la economía. “Yo digo que sigue en Europa la crisis que empezó en 2007 y 2008 y lo que podemos observar es que, por primera vez en la historia económica reciente, una gran crisis que se produce en Estados Unidos no tiene repercusiones muy negativas en América Latina”.



Quito, Ecuador, mayo de 2012.


MANIPULACIÓN MEDIÁTICA


ENTREVISTA CON EL PERIODISTA ORLANDO PÉREZ SÁNCHEZ


“HACIENDO PERIODISMO PÚBLICO, RESPONSABLE Y SIN MENTIRAS HEMOS GANADO CREDIBILIDAD”, AFIRMA DIRECTOR DE EL TELÉGRAFO DE ECUADOR





POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
QUITO


La experiencia del diario El Telégrafo de Ecuador resulta aleccionadora de cómo un medio público que trabaja con responsabilidad y compromiso social puede consolidarse dentro de la industria mediática que en los países de América Latina y buena parte del mundo está concentrada en sectores privados monopólicos que defienden a capa y espada sus intereses económicos y corporativos.


En la patria de Eloy Alfaro el diario El Telégrafo, hoy bajo la dirección del experimentado periodista Orlando Pérez Sánchez, ha logrado posicionarse en la opinión pública de tal manera que actualmente es el tercer medio escrito de mayor circulación nacional. Un periódico que es del Estado y que la oposición al gobierno del presidente Rafael Correa trata de descalificarlo señalándolo como vocero oficial del régimen, lo ha conseguido gracias a que realiza su actividad periodística con seriedad, responsabilidad y calidad, pero sobre todo asumiendo como sagrado su compromiso de responder al interés ciudadano.


Y es que en el Ecuador el periodismo de los medios privados y comerciales está degradado, o mejor prostituido para ser exactos. Estos medios no son de información sino de intereses. Por eso es que el propio presidente Correa los confronta, los critica y los califica de “prensa corrupta”, y pide a los ciudadanos que como sanción no adquieran esta bazofia.


Esos medios privados asumieron el rol de los desprestigiados, decadentes y corruptos partidos políticos ecuatorianos que llevaron a la “triste y larga noche neoliberal” a este país de algo más de 12 millones de habitantes. Simplemente ahora cumplen el melancólico papel de defender los antiguos privilegios de sectores plutocráticos a los cuales pertenecen y el statu quo, para lo cual mienten, calumnian, difaman, distorsionan la realidad, injurian, manipulan, insultan y tratan de erigirse como jueces y portadores de la verdad. Claro, su verdad.


Quien observe desapasionadamente la realidad del periodismo privado ecuatoriano termina asqueado por la manera como se está ejerciendo la profesión. Esos medios simplemente son instrumentos propagandísticos que han creado sus propias agremiaciones para defenderse de una supuesta limitación a la libertad de prensa, como por ejemplo la Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos, cuyo vocero, muy bien remunerado, aprovecha cualquier escenario nacional e internacional para vociferar contra el gobierno de Correa y defender los intereses oligopólicos y concupiscentes de sus mandantes mediante un desgastado discurso según el cual se están pisoteando en el Ecuador las libertades públicas.


Estos mismos sectores oligopólicos han prefabricado toda una matriz mediática que difunden internacionalmente para hacer creer que el gobierno ecuatoriano limita la libertad de prensa y expresión. Para ello no solo se valen de instituciones de dudosa reputación como la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y Reporteros sin Fronteras vinculadas estrechamente con la CIA estadounidense, sino que promueven sus propias organizaciones como Fundamedios, entidad que funge como promotora de las libertades periodísticas pero que en realidad sirve de defensora oficiosa de los intereses de sus auspiciantes económicos y al mismo tiempo de informante acuciosa de la embajada norteamericana en Quito.


Esta “prensa corrupta” como la denomina Correa se opone férreamente a la democratización de los medios en Ecuador y por eso se va lanza en ristre contra la Ley de Comunicación que cursa actualmente en la Asamblea Nacional porque ve afectados sus mezquinos intereses. Busca por todos los mecanismos a su alcance que en este país se adopte el modelo de concentración de propiedad mediática como en Colombia, donde el principal banquero, Luis Carlos Sarmiento Angulo acaba de adquirir la totalidad accionaria del diario El Tiempo y que el espectro electomagnético solo lo aprovechen dos empresas oligopólicas como RCN y Caracol.


Al tenor de esta feroz batalla mediática se consolida paulatinamente El Telégrafo, diario público, de propiedad del Estado, aunque deba autosostenerse financieramente. Buena parte de su éxito se debe a que la opinión pública ecuatoriana en una alta proporción ya no les cree a estos medios propagandísticos y de la difamación, y busca información veraz y contextualizada que es lo que brinda este periódico.


Para analizar el desarrollo de esta empresa periodística del Estado, el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano www.cronicon.net dialogó con su director Orlando Pérez Sánchez, en la sede de Quito.


El director de El Telégrafo es un periodista de amplia experiencia. Cuenta con estudios en Literatura y un diplomado en Gerencia de Medios. Fue Viceministro en la Secretaría de Pueblos, Movimientos Sociales y Participación Ciudadana y se desempeñó también como jefe de prensa tanto de la Asamblea Constituyente en 2008 como de la Asamblea Nacional (órgano legislativo). Autor de los libros Cuba, los años duros y La celebración de la libertad, una colección de entrevistas con escritores iberoamericanos, Pérez Sánchez está comprometido a fondo en convertir a este periódico en el más importante de su país en el mediano plazo.


POR UN PERIODISMO PÚBLICO, DE INVESTIGACIÓN, PROFUNDIDAD Y ANÁLISIS



-          Como los “latifundios mediáticos” en América Latina han generado una matriz según la cual el presidente Correa expropió o arrebató a la empresa privada el periódico El Telégrafo y no a los banqueros corruptos ecuatorianos, es preciso que nos explique cómo fue el proceso en virtud del cual este diario pasó del sector privado a manos del Estado ecuatoriano…


-          Concretamente El Telégrafo es un periódico de una larga trayectoria, de hecho es el más antiguo del Ecuador, acabamos de cumplir 128 años de existencia, pero a finales del siglo pasado y comienzos de éste estuvo en manos de un banquero llamado Fernando Aspiazu Seminario, propietario del Banco del Progreso que fue uno de los que se quebró en la crisis financiera. Al quebrar, ir preso y su banco terminar liquidado este periódico quedó como parte de pago para los cuentahabientes defraudados. El Estado ecuatoriano entonces lo que hace es confiscarlo para poderles devolver parte de sus ahorros a los depositantes y en 2007 se hace cargo no obstante que el periódico estaba devastado, pero se consideró necesario no perder la empresa ni el esfuerzo de sus trabajadores. Es así que a partir de 2008 el Estado se hace al 99% de las acciones del periódico y el 1% continúa perteneciendo a la familia Castillo que tradicionalmente fue dueña desde el siglo XIX. El diario en consecuencia se ha mantenido y la idea es la de irlo construyendo con un espíritu de periódico público y en ese proceso estamos. Hemos superado una crisis larga de casi diez años y desde el punto de vista periodístico se han dado resultados positivos, valerosos porque enfrentamos una competencia terrible. Desde el punto de vista económico nos encontramos resolviendo los problemas que eran de un diario completamente devastado, pagando deudas y superando la crisis financiera.


-          Usted asume la dirección del periódico en un momento de transición y hoy a mayo de 2021 se logra el punto de equilibrio. ¿Cómo ha sido este trabajo de consolidar a El Telégrafo como un referente periodístico en el Ecuador?


-          Este proceso tiene tres etapas: la primera que la dirigió Rubén Montoya  en la que puso las bases y él hasta 2010 estuvo frente a la conducción del diario, se retiró porque no estaba de acuerdo con algunas decisiones que se tomaron desde el punto de vista empresarial; luego vino una fase de transición de la que hizo parte Edwin Ulloa y un lapso en que no hubo dirección; y una tercera es cuando asomo yo, primero en calidad de subdirector. A partir de ahí el propósito era institucionalizarlo, darle una estructura, desarrollar un proceso periodístico y de comunicación más sólido y en los últimos cuatro o cinco meses ya hemos consolidado tres líneas  fundamentales: la primera, la línea editorial, autónoma, crítica e inteligente para trabajar en función de la reflexión de lo que está pasando en el país; la segunda, la parte periodística, es decir implementar y armonizar algunos procesos en varias de las secciones de manera que se estructuren como un todo integrado y no como islas separadas, logrando una fortaleza informativa, es decir, que tengamos una información de primera mano; y la tercera que no luce mucho pero que es en realidad la que nos ha dado fuerza es la de darle al periódico una identidad periodística de investigación, profundidad y análisis sobre la realidad y eso nos ha permitido publicar tres o cuatro especiales fuertes como por ejemplo todo lo que fue el negociado mal habido de las telefónicas en el Ecuador durante casi 20 años; o lo que pasó el 30 de septiembre de 2010 (revuelta policial contra el primer mandatario ecuatoriano), lo cual constituyó un punto de quiebre porque expusimos una visión de lo ocurrido independientemente que esté o no esté de acuerdo el gobierno de Rafael Correa, y creo que hicimos un buen trabajo periodístico sobre ese suceso. Además, estamos desarrollando unos escenarios de análisis como es por ejemplo el suplemento cultural de los domingos que es un espacio de profunda reflexión que no tiene otro periódico en este país. Aquí en el Ecuador se puede comprobar que el diario Hoy sale con Newsweek, ahora va a salir El Comercio con Gatopardo de México y algunos periódicos circulan con publicaciones de otros países. Nosotros tenemos una producción cultural e intelectual propia.


-          Efectivamente, en una de las últimas entregas del suplemento cultural reivindicaron la figura intelectual del sociólogo y ensayista ecuatoriano Agustín Cueva, por ejemplo…


-          Agustín Cueva con toda la polémica que gira alrededor de él y que creo que es valioso reinterpretarlo, releerlo y resignificar su aporte.


-          Hablemos un poco del tratamiento periodístico. Cuando se menciona a El Telégrafo mucho gente lo asocia como el periódico del gobierno del presidente Rafael Correa. ¿Por ser del Estado hasta qué punto el periódico es vocero del gobierno?


-          Nosotros somos voceros tanto de las buenas como de las malas noticias. No somos voceros del gobierno ni de partidos políticos, tampoco de entidades, ONGs, ni nada por el estilo. Cuando hay malas noticias las publicamos. El Ecuador en los últimos tres o cuatro años ha tenido buenas noticias y hay cosas importantes, por ejemplo, hace pocos días se inauguró un puente en la localidad de Coca en la amazonía ecuatoriana que constituye un cambio impresionante para la gente. Nosotros publicamos en primera página la noticia sobre ese puente, los demás periódicos la ignoraron, pero también lo hacemos cuando ocurren malas noticias como ocurrió con las comisarías en Guayaquil, la subasta de medicinas en el Ministerio de Salud y en el Seguro Social, las cuales son motivo de escándalo para algunos medios. Lo que queremos es construirnos como un periódico público y eso implica tensiones fuertes. Una es que el financiamiento tiene que venir del Estado y nosotros no tenemos tal financiamiento, simplemente obtenemos préstamos que debemos pagar y para pagar tenemos que hacer un buen periódico, hacer producciones editoriales para lo cual contamos con una gran imprenta, imprimimos libros así como otros periódicos y de eso nos sostenemos. Por ser público el Estado debería darnos el sostenimiento.


-          Ustedes se autosostienen con la estructura con la que cuentan…


-          Exactamente, y ahí tenemos una tensión de carácter económico, no obstante se ha divulgado de tal manera que creen que aquí recibimos plata de una caja fuerte que el Estado saca todos los días y nos financia, lo cual no es cierto y los periodistas que nos critican deberían ser mucho más responsables y revisar de dónde salen nuestras fuentes de financiamiento. Y la otra tensión es la parte editorial que es una de las cosas que hemos podido de alguna manera armonizar con los lectores. Se cree que todo lo que nos dice el gobierno nosotros lo publicamos y no es cierto. Otros creen que por ser público y estatal todo tienen cabida acá, entonces viene gente y nos dice que hay que publicarle un artículo o un reportaje, o la oposición que cree que si no ponemos la voz de ellos el periódico no tiene sentido, y sí publicamos la voz de ellos.


-          Trayendo a colación las experiencias de la BBC de Londres y Televisión Española que son estatales y que logran en buena medida un equilibrio informativo entre gobierno y oposición, ¿en su caso, cómo es el manejo para equilibrar las dos posiciones?


-          Nosotros lo que no hacemos es mentir, eso sí. Si viene un asambleísta de la oposición y nos da una noticia que algo anda mal y no está comprobada no la publicamos. En cambio otros medios de comunicación publican la denuncia y después resulta que ha sido todo falso pero se armado todo un escándalo. Nosotros hemos señalado y les he dicho a los periodistas que mientras no tengamos un respaldo documental, fáctico y con argumentos sólidos no publicamos, y al mismo tiempo hacemos lo mismo con el gobierno. Si el gobierno viene a acusar a la oposición sin argumentos, cosa que no ha ocurrido, tampoco vamos a publicar. Yo he preferido en algunos casos esperar a que nos prueben o nos demuestren aunque los otros medios saquen primero la noticia, en ese sentido hemos tenido que parar cosas. Entonces, el equilibrio es una cosa bastante relativa. Si nosotros le publicáramos todo a la oposición para ellos estaríamos haciendo buen periodismo, y en contraste el gobierno va a decir que estamos haciendo mal periodismo. Por eso en este periódico publicamos hechos confirmados y contextualizados.


-          Pero sí hay una orientación editorial, eso sí es clarísimo…


-          Nuestra orientación editorial apunta a ser un periódico público, es decir que vele por los intereses de la ciudadanía, de la sociedad, del interés público, que plantee y sostenga una agenda pública de lo que está pasando en el Ecuador.


-          ¿Y hay cabida para la crítica al gobierno?


-          Por supuesto que sí, de hecho el Presidente de la República ha dicho me sacan la madre en el periódico, hay articulistas críticos del gobierno y hemos publicado cosas que a alguna gente seguramente no le guste.


-          ¿En Ecuador hay autocensura?


-          La autocensura también es muy relativa, porque yo podría decir mañana escribo contra el gobierno y qué saco con eso, me hago más famoso o más interesante con la gente o soy crítico conmigo mismo. Yo creo que la autocensura nos atraviesa a todos en un momento determinado de la vida. Uno se autocensura cuando le dicen que hay que sacar una nota a favor de alguien y uno se cuestiona porqué tengo que publicarla así y no contar la historia de ese alguien. Pero además yo quiero destacar algo muy importante y es que nosotros estamos haciendo periodismo público no porque hacemos o dejemos de hacer política sino porque hacemos bien otras secciones del diario y los lectores nos felicitan por eso. Hacemos un buen periodismo deportivo, cultural, de crónica roja, de farándula, de sociedad, de comunidad, de ciudad, no hacemos sensacionalismo por sensacionalismo. Estamos abriendo unas corresponsalías y unas ediciones regionales en el sur y en el centro del país que arrancan el próximo mes y eso nos va a garantizar que la gente nos lea.


-          Es decir, están enfocados a hacer un periodismo de variedad temática…


-          Sí, estamos tocando temas que los otros medios no están tratando, como por ejemplo el deporte de alto rendimiento, porque no solamente es fútbol o estrellas de la farándula. En aspectos de sociedad hemos tratado el de la diversidad sexual o el de género, publicando buenos reportajes que los otros no hacen porque quizá existe una restricción en temas de homosexualidad o de etnias. Hicimos un reportaje sobre la interculturalidad que parecería ser una defensa a ultranza de los indígenas, elaboramos una nota súper crítica en torno de este tema mostrando las diversas posiciones: de izquierda, derecha, gobierno, movimientos indígenas y sociales porque es un debate fuerte que está sobre el tapete y nosotros hemos promovido. Y lo último que es llenar un vacío de información que en este país lo hicieron los medios privados que es el tema de los Wikileaks, justo estoy trabajando la nota sobre  el cable que se refiere al plan que tenía la embajada de los Estados Unidos en Quito  para  el diseño de sociedad y de democracia para el Ecuador, con puntos, con avances y con todo. ¿Desde cuando acá la embajada de los Estados Unidos diseña lo que tiene que ser el Ecuador? Que lo hagan en su país que tiene graves problemas.


-          Sin embargo quisieron asesinar al mensajero, porque los periodistas de los medios privados comprometidos en pasar información a la embajada norteamericana para la ejecución de ese plan, cuando se vieron descubiertos tras la publicación de los cables de Wikileaks no tuvieron más remedio que injuriar al director de El Telégrafo. Como si usted hubiera escrito los cables…


-          Exactamente. En este tema sí voy a ser muy frontal: estos periodistas se desnudan por sí solos, porque nos están pidiendo primero libertad de expresión en el Ecuador y ello implica publicar lo que uno crea conveniente y así lo manifestaron en los últimos tres años. Cuando nosotros ejercemos ese derecho de publicar y ejercer la libertad de expresión y la libertad de prensa, resulta que para ellos ya no es válido. Además, esos periodistas no tienen porqué reclamar a El Telégrafo sino a la embajada de los Estados Unidos porque utilizó sus conversaciones, comentarios, referencias, artículos para reportes a Washington. Tendrían que ir a reclamar porque la embajada los estaba utilizando. Nosotros nunca descalificamos a los informantes, dijimos lo que la embajada dice y ellos no lo han negado. No han negado que sostuvieron esas conversaciones con personal de la sede de la embajada de Estados Unidos en Quito. Que la opinión pública y la ciudadanía juzguen.


-          Toda la manipulación mediática por parte de las empresas periodísticas privadas ha permitido a mi modo de ver una madurez en el pueblo ecuatoriano, pues estos periodistas informantes de la embajada estadounidense que además estaban al servicio de intereses económicos muy puntuales y eran los portavoces de banqueros y sectores financieros han terminado relegados a un segundo plano, han perdido credibilidad. La gente ya no les cree y han perdido audiencia. ¿Estoy bien enfocado en esta apreciación?


-          Lo que sí puedo comprobar es que ahora a nosotros como diario El Telégrafo nos creen más porque podemos demostrar que han subido las ventas, se ha incrementado la circulación, han crecido las entradas en la página web y además es un reto satisfacer la demanda de periódicos que tenemos en la calle ahora. En cambio lo que sí ha pasado es que los otros periódicos tienen curvas de caída, como lo demuestran los últimos estudios. Tanto El Universo como El Comercio registran caídas impresionantes en circulación y sus montos de inversión publicitaria siguen cayendo. Nosotros en contraste hemos subido en forma sostenida, lenta y contamos con unos lectores conscientes de lo que están comprando. Porque no compran El Telégrafo para buscar publicidad o para encontrar temas de farándula, lo adquieren para leer temas de fondo. Hemos aumentado las cartas al Director, estábamos publicando una o dos al día, ahora son cinco por día y nos falta espacio para dar más cabida. Si esos periodistas que se pasaron a la política perdieron credibilidad, nosotros hemos aumentado porque estamos haciendo periodismo muy responsable, muy comprometido con la sociedad, con la palabra y con la gente y lo hemos hecho sin postular ninguna bandera, ninguna consigna.


-          ¿A mediano y a largo plazo cuál es el reto de El Telégrafo para la consolidación de un medio público como éste?


-          El gran reto para nosotros es convertir a El Telégrafo en el mejor periódico del Ecuador, para lo cual debemos hacer el mejor periodismo posible, tenemos que llegar a la mayor parte de gente y una tercera condición que es muy importante, que la gente comente, discuta, reflexione y debata sobre lo que nosotros publicamos. Y al mismo tiempo que nosotros podamos publicar lo que la gente comenta y discute sobre su vida cotidiana y que la vida del país sea reflejada en el periódico y que el periódico también acompañe los procesos de la gente para cambiar y confrontar la realidad, y al mismo tiempo que nosotros podamos tener un espacio donde las ideas circulen, se proyecten y se retroalimenten constantemente. Ese día diré hasta ahí llegamos porque ya es bastantísimo haberlo hecho. Más allá de que vendamos o no vendamos, porque a veces nos dicen es que no se vende, pero es que nuestro interés no es el lucro. Nosotros no estamos haciendo un periódico para ganar plata, si no vendemos tendremos que sostenernos de otra manera, pero el periódico tiene que sostenerse por esa condición fundamental. 


Quito, Ecuador, mayo de 2012.