ENTREVISTA CON EL PERIODISTA ORLANDO PÉREZ SÁNCHEZ
“HACIENDO PERIODISMO PÚBLICO, RESPONSABLE Y SIN MENTIRAS HEMOS GANADO CREDIBILIDAD”, AFIRMA DIRECTOR DE EL TELÉGRAFO DE ECUADOR
POR FERNANDO ARELLANO
ORTIZ
QUITO
La experiencia del diario El
Telégrafo de Ecuador resulta aleccionadora de cómo un medio público que trabaja
con responsabilidad y compromiso social puede consolidarse dentro de la
industria mediática que en los países de América Latina y buena parte del mundo
está concentrada en sectores privados monopólicos que defienden a capa y espada
sus intereses económicos y corporativos.
En la patria de Eloy Alfaro el
diario El Telégrafo, hoy bajo la dirección del experimentado periodista Orlando
Pérez Sánchez, ha logrado posicionarse en la opinión pública de tal manera que
actualmente es el tercer medio escrito de mayor circulación nacional. Un
periódico que es del Estado y que la oposición al gobierno del presidente
Rafael Correa trata de descalificarlo señalándolo como vocero oficial del
régimen, lo ha conseguido gracias a que realiza su actividad periodística con
seriedad, responsabilidad y calidad, pero sobre todo asumiendo como sagrado su
compromiso de responder al interés ciudadano.
Y es que en el Ecuador el
periodismo de los medios privados y comerciales está degradado, o mejor
prostituido para ser exactos. Estos medios no son de información sino de
intereses. Por eso es que el propio presidente Correa los confronta, los
critica y los califica de “prensa corrupta”, y pide a los ciudadanos que como
sanción no adquieran esta bazofia.
Esos medios privados asumieron el
rol de los desprestigiados, decadentes y corruptos partidos políticos
ecuatorianos que llevaron a la “triste y larga noche neoliberal” a este país de
algo más de 12 millones de habitantes. Simplemente ahora cumplen el melancólico
papel de defender los antiguos privilegios de sectores plutocráticos a los
cuales pertenecen y el statu quo, para lo cual mienten, calumnian, difaman,
distorsionan la realidad, injurian, manipulan, insultan y tratan de erigirse
como jueces y portadores de la verdad. Claro, su verdad.
Quien observe desapasionadamente
la realidad del periodismo privado ecuatoriano termina asqueado por la manera
como se está ejerciendo la profesión. Esos medios simplemente son instrumentos
propagandísticos que han creado sus propias agremiaciones para defenderse de
una supuesta limitación a la libertad de prensa, como por ejemplo la Asociación Ecuatoriana
de Editores de Periódicos, cuyo vocero, muy bien remunerado, aprovecha
cualquier escenario nacional e internacional para vociferar contra el gobierno
de Correa y defender los intereses oligopólicos y concupiscentes de sus
mandantes mediante un desgastado discurso según el cual se están pisoteando en
el Ecuador las libertades públicas.
Estos mismos sectores
oligopólicos han prefabricado toda una matriz mediática que difunden
internacionalmente para hacer creer que el gobierno ecuatoriano limita la
libertad de prensa y expresión. Para ello no solo se valen de instituciones de
dudosa reputación como la Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP) y Reporteros sin Fronteras
vinculadas estrechamente con la
CIA estadounidense, sino que promueven sus propias
organizaciones como Fundamedios, entidad que funge como promotora de las
libertades periodísticas pero que en realidad sirve de defensora oficiosa de los
intereses de sus auspiciantes económicos y al mismo tiempo de informante acuciosa
de la embajada norteamericana en Quito.
Esta “prensa corrupta” como la
denomina Correa se opone férreamente a la democratización de los medios en
Ecuador y por eso se va lanza en ristre contra la Ley de Comunicación que cursa
actualmente en la Asamblea Nacional
porque ve afectados sus mezquinos intereses. Busca por todos los mecanismos a su
alcance que en este país se adopte el modelo de concentración de propiedad
mediática como en Colombia, donde el principal banquero, Luis Carlos Sarmiento
Angulo acaba de adquirir la totalidad accionaria del diario El Tiempo y que el
espectro electomagnético solo lo aprovechen dos empresas oligopólicas como RCN
y Caracol.
Al tenor de esta feroz batalla
mediática se consolida paulatinamente El Telégrafo, diario público, de
propiedad del Estado, aunque deba autosostenerse financieramente. Buena parte
de su éxito se debe a que la opinión pública ecuatoriana en una alta proporción
ya no les cree a estos medios propagandísticos y de la difamación, y busca
información veraz y contextualizada que es lo que brinda este periódico.
Para analizar el desarrollo de esta
empresa periodística del Estado, el Observatorio
Sociopolítico Latinoamericano www.cronicon.net
dialogó con su director Orlando Pérez Sánchez, en la sede de Quito.
El
director de El Telégrafo es un periodista de amplia experiencia. Cuenta con estudios
en Literatura y un diplomado en Gerencia de Medios. Fue Viceministro en la Secretaría de Pueblos, Movimientos Sociales y Participación Ciudadana
y se desempeñó también como jefe de prensa tanto de la Asamblea Constituyente
en 2008 como de la Asamblea Nacional
(órgano legislativo). Autor de los libros Cuba, los años duros y La celebración
de la libertad, una colección de entrevistas con escritores iberoamericanos,
Pérez Sánchez está comprometido a fondo en convertir a este periódico en el más
importante de su país en el mediano plazo.
POR UN PERIODISMO PÚBLICO, DE INVESTIGACIÓN, PROFUNDIDAD Y ANÁLISIS
-
Como los
“latifundios mediáticos” en América Latina han generado una matriz según la
cual el presidente Correa expropió o arrebató a la empresa privada el periódico
El Telégrafo y no a los banqueros corruptos ecuatorianos, es preciso que nos
explique cómo fue el proceso en virtud del cual este diario pasó del sector
privado a manos del Estado ecuatoriano…
-
Concretamente El Telégrafo es un periódico de
una larga trayectoria, de hecho es el más antiguo del Ecuador, acabamos de
cumplir 128 años de existencia, pero a finales del siglo pasado y comienzos de
éste estuvo en manos de un banquero llamado Fernando Aspiazu Seminario,
propietario del Banco del Progreso que fue uno de los que se quebró en la
crisis financiera. Al quebrar, ir preso y su banco terminar liquidado este
periódico quedó como parte de pago para los cuentahabientes defraudados. El
Estado ecuatoriano entonces lo que hace es confiscarlo para poderles devolver parte
de sus ahorros a los depositantes y en 2007 se hace cargo no obstante que el
periódico estaba devastado, pero se consideró necesario no perder la empresa ni
el esfuerzo de sus trabajadores. Es así que a partir de 2008 el Estado se hace
al 99% de las acciones del periódico y el 1% continúa perteneciendo a la
familia Castillo que tradicionalmente fue dueña desde el siglo XIX. El diario
en consecuencia se ha mantenido y la idea es la de irlo construyendo con un
espíritu de periódico público y en ese proceso estamos. Hemos superado una
crisis larga de casi diez años y desde el punto de vista periodístico se han
dado resultados positivos, valerosos porque enfrentamos una competencia
terrible. Desde el punto de vista económico nos encontramos resolviendo los
problemas que eran de un diario completamente devastado, pagando deudas y
superando la crisis financiera.
-
Usted
asume la dirección del periódico en un momento de transición y hoy a mayo de
2021 se logra el punto de equilibrio. ¿Cómo ha sido este trabajo de consolidar
a El Telégrafo como un referente periodístico en el Ecuador?
-
Este proceso tiene tres etapas: la primera que
la dirigió Rubén Montoya en la que puso
las bases y él hasta 2010 estuvo frente a la conducción del diario, se retiró
porque no estaba de acuerdo con algunas decisiones que se tomaron desde el
punto de vista empresarial; luego vino una fase de transición de la que hizo
parte Edwin Ulloa y un lapso en que no hubo dirección; y una tercera es cuando
asomo yo, primero en calidad de subdirector. A partir de ahí el propósito era
institucionalizarlo, darle una estructura, desarrollar un proceso periodístico
y de comunicación más sólido y en los últimos cuatro o cinco meses ya hemos
consolidado tres líneas fundamentales:
la primera, la línea editorial, autónoma, crítica e inteligente para trabajar
en función de la reflexión de lo que está pasando en el país; la segunda, la
parte periodística, es decir implementar y armonizar algunos procesos en varias
de las secciones de manera que se estructuren como un todo integrado y no como
islas separadas, logrando una fortaleza informativa, es decir, que tengamos una
información de primera mano; y la tercera que no luce mucho pero que es en
realidad la que nos ha dado fuerza es la de darle al periódico una identidad
periodística de investigación, profundidad y análisis sobre la realidad y eso
nos ha permitido publicar tres o cuatro especiales fuertes como por ejemplo
todo lo que fue el negociado mal habido de las telefónicas en el Ecuador
durante casi 20 años; o lo que pasó el 30 de septiembre de 2010 (revuelta
policial contra el primer mandatario ecuatoriano), lo cual constituyó un punto
de quiebre porque expusimos una visión de lo ocurrido independientemente que
esté o no esté de acuerdo el gobierno de Rafael Correa, y creo que hicimos un
buen trabajo periodístico sobre ese suceso. Además, estamos desarrollando unos
escenarios de análisis como es por ejemplo el suplemento cultural de los
domingos que es un espacio de profunda reflexión que no tiene otro periódico en
este país. Aquí en el Ecuador se puede comprobar que el diario Hoy sale con Newsweek,
ahora va a salir El Comercio con Gatopardo de México y algunos periódicos
circulan con publicaciones de otros países. Nosotros tenemos una producción
cultural e intelectual propia.
-
Efectivamente,
en una de las últimas entregas del suplemento cultural reivindicaron la figura
intelectual del sociólogo y ensayista ecuatoriano Agustín Cueva, por ejemplo…
-
Agustín Cueva con toda la polémica que gira
alrededor de él y que creo que es valioso reinterpretarlo, releerlo y
resignificar su aporte.
-
Hablemos
un poco del tratamiento periodístico. Cuando se menciona a El Telégrafo mucho
gente lo asocia como el periódico del gobierno del presidente Rafael Correa. ¿Por
ser del Estado hasta qué punto el periódico es vocero del gobierno?
-
Nosotros somos voceros tanto de las buenas como
de las malas noticias. No somos voceros del gobierno ni de partidos políticos,
tampoco de entidades, ONGs, ni nada por el estilo. Cuando hay malas noticias
las publicamos. El Ecuador en los últimos tres o cuatro años ha tenido buenas
noticias y hay cosas importantes, por ejemplo, hace pocos días se inauguró un
puente en la localidad de Coca en la amazonía ecuatoriana que constituye un
cambio impresionante para la gente. Nosotros publicamos en primera página la
noticia sobre ese puente, los demás periódicos la ignoraron, pero también lo
hacemos cuando ocurren malas noticias como ocurrió con las comisarías en
Guayaquil, la subasta de medicinas en el Ministerio de Salud y en el Seguro
Social, las cuales son motivo de escándalo para algunos medios. Lo que queremos
es construirnos como un periódico público y eso implica tensiones fuertes. Una
es que el financiamiento tiene que venir del Estado y nosotros no tenemos tal
financiamiento, simplemente obtenemos préstamos que debemos pagar y para pagar
tenemos que hacer un buen periódico, hacer producciones editoriales para lo
cual contamos con una gran imprenta, imprimimos libros así como otros
periódicos y de eso nos sostenemos. Por ser público el Estado debería darnos el
sostenimiento.
-
Ustedes
se autosostienen con la estructura con la que cuentan…
-
Exactamente, y ahí tenemos una tensión de
carácter económico, no obstante se ha divulgado de tal manera que creen que
aquí recibimos plata de una caja fuerte que el Estado saca todos los días y nos
financia, lo cual no es cierto y los periodistas que nos critican deberían ser
mucho más responsables y revisar de dónde salen nuestras fuentes de
financiamiento. Y la otra tensión es la parte editorial que es una de las cosas
que hemos podido de alguna manera armonizar con los lectores. Se cree que todo
lo que nos dice el gobierno nosotros lo publicamos y no es cierto. Otros creen
que por ser público y estatal todo tienen cabida acá, entonces viene gente y
nos dice que hay que publicarle un artículo o un reportaje, o la oposición que
cree que si no ponemos la voz de ellos el periódico no tiene sentido, y sí
publicamos la voz de ellos.
-
Trayendo
a colación las experiencias de la
BBC de Londres y Televisión Española que son estatales y que
logran en buena medida un equilibrio informativo entre gobierno y oposición,
¿en su caso, cómo es el manejo para equilibrar las dos posiciones?
-
Nosotros lo que no hacemos es mentir, eso sí. Si
viene un asambleísta de la oposición y nos da una noticia que algo anda mal y
no está comprobada no la publicamos. En cambio otros medios de comunicación
publican la denuncia y después resulta que ha sido todo falso pero se armado
todo un escándalo. Nosotros hemos señalado y les he dicho a los periodistas que
mientras no tengamos un respaldo documental, fáctico y con argumentos sólidos
no publicamos, y al mismo tiempo hacemos lo mismo con el gobierno. Si el
gobierno viene a acusar a la oposición sin argumentos, cosa que no ha ocurrido,
tampoco vamos a publicar. Yo he preferido en algunos casos esperar a que nos
prueben o nos demuestren aunque los otros medios saquen primero la noticia, en
ese sentido hemos tenido que parar cosas. Entonces, el equilibrio es una cosa
bastante relativa. Si nosotros le publicáramos todo a la oposición para ellos
estaríamos haciendo buen periodismo, y en contraste el gobierno va a decir que
estamos haciendo mal periodismo. Por eso en este periódico publicamos hechos
confirmados y contextualizados.
-
Pero sí
hay una orientación editorial, eso sí es clarísimo…
-
Nuestra orientación editorial apunta a ser un
periódico público, es decir que vele por los intereses de la ciudadanía, de la
sociedad, del interés público, que plantee y sostenga una agenda pública de lo
que está pasando en el Ecuador.
-
¿Y hay
cabida para la crítica al gobierno?
-
Por supuesto que sí, de hecho el Presidente de la República ha dicho me
sacan la madre en el periódico, hay articulistas críticos del gobierno y hemos
publicado cosas que a alguna gente seguramente no le guste.
-
¿En
Ecuador hay autocensura?
-
La autocensura también es muy relativa, porque
yo podría decir mañana escribo contra el gobierno y qué saco con eso, me hago
más famoso o más interesante con la gente o soy crítico conmigo mismo. Yo creo
que la autocensura nos atraviesa a todos en un momento determinado de la vida.
Uno se autocensura cuando le dicen que hay que sacar una nota a favor de
alguien y uno se cuestiona porqué tengo que publicarla así y no contar la
historia de ese alguien. Pero además yo quiero destacar algo muy importante y
es que nosotros estamos haciendo periodismo público no porque hacemos o dejemos
de hacer política sino porque hacemos bien otras secciones del diario y los
lectores nos felicitan por eso. Hacemos un buen periodismo deportivo, cultural,
de crónica roja, de farándula, de sociedad, de comunidad, de ciudad, no hacemos
sensacionalismo por sensacionalismo. Estamos abriendo unas corresponsalías y
unas ediciones regionales en el sur y en el centro del país que arrancan el
próximo mes y eso nos va a garantizar que la gente nos lea.
-
Es decir,
están enfocados a hacer un periodismo de variedad temática…
-
Sí, estamos tocando temas que los otros medios
no están tratando, como por ejemplo el deporte de alto rendimiento, porque no
solamente es fútbol o estrellas de la farándula. En aspectos de sociedad hemos
tratado el de la diversidad sexual o el de género, publicando buenos reportajes
que los otros no hacen porque quizá existe una restricción en temas de
homosexualidad o de etnias. Hicimos un reportaje sobre la interculturalidad que
parecería ser una defensa a ultranza de los indígenas, elaboramos una nota
súper crítica en torno de este tema mostrando las diversas posiciones: de
izquierda, derecha, gobierno, movimientos indígenas y sociales porque es un
debate fuerte que está sobre el tapete y nosotros hemos promovido. Y lo último
que es llenar un vacío de información que en este país lo hicieron los medios
privados que es el tema de los Wikileaks, justo estoy trabajando la nota
sobre el cable que se refiere al plan
que tenía la embajada de los Estados Unidos en Quito para el
diseño de sociedad y de democracia para el Ecuador, con puntos, con avances y
con todo. ¿Desde cuando acá la embajada de los Estados Unidos diseña lo que
tiene que ser el Ecuador? Que lo hagan en su país que tiene graves problemas.
-
Sin
embargo quisieron asesinar al mensajero, porque los periodistas de los medios
privados comprometidos en pasar información a la embajada norteamericana para
la ejecución de ese plan, cuando se vieron descubiertos tras la publicación de
los cables de Wikileaks no tuvieron más remedio que injuriar al director de El
Telégrafo. Como si usted hubiera escrito los cables…
-
Exactamente. En este tema sí voy a ser muy
frontal: estos periodistas se desnudan por sí solos, porque nos están pidiendo
primero libertad de expresión en el Ecuador y ello implica publicar lo que uno
crea conveniente y así lo manifestaron en los últimos tres años. Cuando
nosotros ejercemos ese derecho de publicar y ejercer la libertad de expresión y
la libertad de prensa, resulta que para ellos ya no es válido. Además, esos
periodistas no tienen porqué reclamar a El Telégrafo sino a la embajada de los
Estados Unidos porque utilizó sus conversaciones, comentarios, referencias,
artículos para reportes a Washington. Tendrían que ir a reclamar porque la
embajada los estaba utilizando. Nosotros nunca descalificamos a los informantes,
dijimos lo que la embajada dice y ellos no lo han negado. No han negado que
sostuvieron esas conversaciones con personal de la sede de la embajada de
Estados Unidos en Quito. Que la opinión pública y la ciudadanía juzguen.
-
Toda la
manipulación mediática por parte de las empresas periodísticas privadas ha
permitido a mi modo de ver una madurez en el pueblo ecuatoriano, pues estos
periodistas informantes de la embajada estadounidense que además estaban al
servicio de intereses económicos muy puntuales y eran los portavoces de
banqueros y sectores financieros han terminado relegados a un segundo plano,
han perdido credibilidad. La gente ya no les cree y han perdido audiencia.
¿Estoy bien enfocado en esta apreciación?
-
Lo que sí puedo comprobar es que ahora a
nosotros como diario El Telégrafo nos creen más porque podemos demostrar que
han subido las ventas, se ha incrementado la circulación, han crecido las
entradas en la página web y además es un reto satisfacer la demanda de
periódicos que tenemos en la calle ahora. En cambio lo que sí ha pasado es que
los otros periódicos tienen curvas de caída, como lo demuestran los últimos
estudios. Tanto El Universo como El Comercio registran caídas impresionantes en
circulación y sus montos de inversión publicitaria siguen cayendo. Nosotros en
contraste hemos subido en forma sostenida, lenta y contamos con unos lectores
conscientes de lo que están comprando. Porque no compran El Telégrafo para
buscar publicidad o para encontrar temas de farándula, lo adquieren para leer
temas de fondo. Hemos aumentado las cartas al Director, estábamos publicando
una o dos al día, ahora son cinco por día y nos falta espacio para dar más
cabida. Si esos periodistas que se pasaron a la política perdieron
credibilidad, nosotros hemos aumentado porque estamos haciendo periodismo muy
responsable, muy comprometido con la sociedad, con la palabra y con la gente y
lo hemos hecho sin postular ninguna bandera, ninguna consigna.
-
¿A
mediano y a largo plazo cuál es el reto de El Telégrafo para la consolidación
de un medio público como éste?
-
El gran reto para nosotros es convertir a El
Telégrafo en el mejor periódico del Ecuador, para lo cual debemos hacer el
mejor periodismo posible, tenemos que llegar a la mayor parte de gente y una
tercera condición que es muy importante, que la gente comente, discuta,
reflexione y debata sobre lo que nosotros publicamos. Y al mismo tiempo que
nosotros podamos publicar lo que la gente comenta y discute sobre su vida
cotidiana y que la vida del país sea reflejada en el periódico y que el
periódico también acompañe los procesos de la gente para cambiar y confrontar
la realidad, y al mismo tiempo que nosotros podamos tener un espacio donde las
ideas circulen, se proyecten y se retroalimenten constantemente. Ese día diré
hasta ahí llegamos porque ya es bastantísimo haberlo hecho. Más allá de que
vendamos o no vendamos, porque a veces nos dicen es que no se vende, pero es
que nuestro interés no es el lucro. Nosotros no estamos haciendo un periódico
para ganar plata, si no vendemos tendremos que sostenernos de otra manera, pero
el periódico tiene que sostenerse por esa condición fundamental.
Quito,
Ecuador, mayo de 2012.
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