lunes, 27 de marzo de 2017

COLOMBIA

“EN EL CESAR HA HABIDO UN REMOZAMIENTO DEL PARAMILITARISMO”


POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ

La conflictiva realidad social que se vive en el departamento del Cesar, localizado al noroeste de la geografía colombiana, está determinada en gran medida por su estructura productiva que se asienta tanto en la extracción carbonífera como en la explotación de palma africana. Estas actividades no solamente han generado un alto impacto de violencia por la disputa del dominio de territorios, sino además, una grave situación ambiental, hasta el punto que los 42 ríos y los cuerpos cenagosos del departamento están en riesgo. A ello hay que agregarle que una de las tragedias de esta región son las regalías que percibe por concepto de la explotación minero-energética porque son fuente de corrupción.

El accionar del paramilitarismo

Una de las características de dominio territorial, despojo de tierras, violencia y desplazamiento humano en el Cesar, ha sido el sistemático accionar del paramilitarismo. Si bien el grupo de autodefensa Juan Andrés Álvarez se desmovilizó en 2006, algunas de sus estructuras quedaron en la retaguardia  y se reconvirtieron en lo que actualmente se conocen como ‘Águilas Negras’, ‘Nuevas Autodefensas del Cesar’ y ‘Autodefensas Gaitanistas’.

Antonio Calvo Silva, coordinador regional de PAX Holanda en el Cesar, sostiene que de acuerdo a los reportes de las autoridades, estas estructuras mantienen un preponderante poder económico porque controlan el contrabando de gasolina, actúan en el negocio del narcotráfico, han establecido redes de extorsión así como el sistema usurario de préstamos de dinero conocido como el gota a gota. Además, tienen la pretensión de influenciar en los procesos electorales en la región.

Persecución a líderes sociales

En el Cesar, explica Calvo Silva, estas estructuras paramilitares vienen generando zozobra desde hace algunos meses en varios municipios del departamento no solo porque hacen presencia en las comunidades dejando mensajes y pintando grafitis amenazantes sino que, adicionalmente, son señaladas de presunta responsabilidad en el asesinato en los últimos meses de líderes sociales y comunitarios como Néstor Iván Martínez en Chiriguaná; Aldemar Parra del territorio afro El Hatillo; y Manuel Cantillo de la vereda Entre Ríos. Sus asesinatos tienen en común que los operativos para llevar a efecto la ejecución siguen un mismo modus operandi, que no es predecible de la delincuencia común.

Esta exacerbación de la violencia, explica el funcionario de PAX, ocurre coincidencialmente cuando los acuerdos de paz entre la insurgencia de las Farc y el Gobierno de Santos comienzan a tomar forma y como consecuencia de ello, movimientos alternativos de estirpe social surgen o se reactivan. La acción paramilitar, agrega Calvo Silva, está dirigida entonces a paralizar la acción de la sociedad civil e impedir la participación ciudadana en la zona.

En definitiva, explica, se trata es de frenar o congelar la movilización de los ciudadanos desde la base, “por eso estos liderazgos comunitarios son cercenados con una reiteración asombrosa, no obstante que las autoridades salen a decir que se trata es de ajustes de cuentas y en ese sentido hay una matriz de discurso de la Policía”.

Esta crítica situación de orden público en el Cesar obedece a que “el paramilitarismo no es cosa del pasado y la gente lo está padeciendo. Lo que ha ocurrido es que hay un remozamiento de este fenómeno”.

Gracias a denuncias de PAX ha habido cambio de actitud de transnacionales

En medio de este conflictivo panorama, Calvo Silva destaca que a raíz de las denuncias que hizo PAX Holanda respecto de supuestos vínculos de las transnacionales carboníferas que operan en el departamento como Drummond y Glencore con el paramilitarismo, sus directivos han cambiado de actitud en el sentido de rechazar en forma contundente a través de pronunciamientos públicos los asesinatos de líderes comunitarios que han venido ocurriendo en los últimos meses.

Esta es una señal de que la campaña de PAX en favor del restablecimiento de los derechos de las víctimas del paramilitarismo ha surtido efecto y está generando conciencia sobre el respeto a los derechos humanos, tan conculcados en esta región colombiana.

Acompañamiento de PAX a las comunidades

Desde hace más de tres años PAX viene desarrollando un proceso de atención a las víctimas del conflicto en la zona minera del centro del departamento del Cesar a ocho comunidades a saber: El Toco, El Caimán, La Concordia, Platanal, El Topacio, Santafé, Tucuicito, y Hato La Guajira.

Este programa de PAX Holanda que cuenta con el apoyo de Misereor de Alemania apunta a lograr justicia y reparación para las víctimas, dándoles además asesoría psicosocial tanto a nivel individual como colectivo. Igualmente y a través de investigaciones de memoria histórica se busca lograr verdad y reconciliación, así como propender por la mejora en la región en cuestión de seguridad humana y garantía de derechos humanos.


De esta manera, concluye Calvo Silva, el movimiento PAX contribuye de manera eficaz a generar condiciones en esta región del país para avanzar en el proceso de posconflicto que ahora vive Colombia. 


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