lunes, 4 de mayo de 2009

SOCIALISMO SIGLO XXI


CONFIGURACIÓN DE UN NUEVO SUJETO POLÍTICO EN AMÉRICA LATINA

POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ*

Como consecuencia de la metástasis que ocasionó el modelo neoliberal en el sistema capitalista mundial y que previamente originó protestas y levantamientos populares en buena parte del mundo, los pueblos de América Latina han despertado a la acción política. Ante el alto grado de exclusión y desesperanza que ha generado el modelo económico imperante, amplios sectores sociales y políticos se movilizan para tratar de instalar gobiernos que representen intereses nacionales y populares.

Es por eso que al despuntar el siglo XXI la región vive un candente proceso dialéctico de imprevisibles consecuencias por lo que sus escenarios aunque en el corto plazo pueden ser pesimistas, abre una ventana de esperanza en cuanto ha comenzado el declive del capitalismo y, en consecuencia, “la solución de fondo solo puede ofrecer una alternativa socialista”, como atina a señalar el sociólogo argentino Atilio Borón. (1)

En prácticamente todos los países latinoamericanos hay síntomas de movilización social, pues paulatinamente se va creando conciencia en la población de la necesidad de cambios profundos tanto en el ámbito político como socioeconómico. Sus habitantes a través de ejercicios de organización social o política, o simplemente mediante la protesta callejera están dispuestos a no rendirse ante la insensatez de la férula neoliberal que busca degradarlos a condición de parias.

Procesos políticos como los que se están viviendo en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Brasil, Uruguay, Nicaragua, El Salvador, invitan a reflexionar si en el hemisferio latinoamericano se esta configurando un nuevo sujeto político.

La crisis actual del capitalismo que ha sacudido al mundo tiene un origen estructural por su carácter especulativo, salvaje, si se quiere, y neocolonial, lo que ha terminado por agudizar las contradicciones. Ello, por supuesto ha contribuido a generar una conciencia y solidaridad regionales que tendrá que conducir a dinamizar acciones políticas para que los sectores sociales y los marginados asuman un mayor rol protagónico en la toma de grandes decisiones a corto y mediano plazo.

Este es el momento de los sectores sociales y los partidos políticos progresistas de América Latina para recrear utopías, reafirmar sus acciones y plantear objetivos que hoy seguramente pueden ser sueños pero que mañana terminen convirtiéndose en realidades.

Ciertamente que si bien esta es una magnífica oportunidad para consolidar posturas anticapitalistas y horadar sus estructuras de dominación, también constituye una voz de alarma para la oligarquía tradicional y la “burguesía imperial”, en palabras de Borón, que buscará recuperarse de la actual crisis acudiendo a prácticas fascistoides si es el caso. Una radiografía sobre lo que está ocurriendo hizo el escritor mexicano Carlos Fuentes en un comentario de prensa al señalar que “la mayor parte de Latinoamérica vive bajo regímenes democráticos, pero junto a la democracia hay inseguridad y falta de desarrollo. Eso es sumamente peligroso porque puede generar nostalgias autoritarias”. Y como recientemente lo advirtió Fidel Castro, pueden presentarse rebrotes de la ultraderecha.

CREANDO ALTERNATIVAS

Por eso es prioritario “la construcción de alternativas”, aunando esfuerzos y “construyendo espacios comunes de acción política”, como lo reclama el profesor y sociólogo chileno Marcos Roitman Rosenmann, quien al mismo tiempo invita a “entender el significado de la radicalidad política de la alternativa”. (2)

América Latina cuenta con un rico bagaje de luchas y de resistencias a lo largo de los 500 años de su devenir histórico que ha moldeado un sujeto político, entendido éste como el conjunto de clases sociales, movimientos o fuerzas populares que ha sido capaz en medio de las adversidades de transformar realidades sociopolíticas y con ello generar historia.

Y es que el tiempo de la alternativa y de la revolución social debe “construirse por medio de una práctica deliberada donde los sujetos pueden orientar la acción hacia un horizonte democrático”, (3) teniendo en cuenta que hoy la solución a la crisis actual no está dentro del capitalismo.

Si bien Roitman sostiene que un sino trágico de América Latina es que llegó “tarde a la historia”, esta región ha debido atravesar múltiples etapas y experimentos económicos, la mayoría fracasados, para desembocar en lo que es hoy: desde el colonialismo, el capitalismo periférico, el proceso de acumulación del capital y las distintas fases de explotación, la férula de la dependencia, la conquista del mercado interno, el modelo de sustitución de importaciones, hasta llegar a la globalización, o lo que es lo mismo, el “colonialismo global”.

IRRUPCIÓN DE VANGUARDIAS COLECTIVAS

Aunque la crisis del capitalismo es sistémica (económica, política, ecológica, social), su desplome definitivo no se va a dar en el corto plazo. Ello dependerá en buena medida del esfuerzo de organización y preparación en el ámbito de la conciencia popular para enfrentar el modelo económico imperante por parte de los movimientos de resistencia social y los partidos de izquierda en el mundo. En ello, como señala Roitman, se conjuga la “voluntad de acción y propuesta. Sin una transformación en la conciencia no es posible concluir el proceso. Nuevas formas de actuar y pensar” (4)

Para el sociólogo belga y teólogo de la liberación, Francois Houtart, en la actual coyuntura mundial no solo “se trata de construir una conciencia colectiva, sino realmente construir un nuevo sujeto histórico que ya no es la clase obrera. Como la globalización afecta a todos los grupos sociales subalternos, en su vida cotidiana, el sujeto histórico que está naciendo incorpora a todos los que sufren de la lógica del capital: campesinos, pueblos indígenas, mujeres, estudiantes, etc. A sí, el nuevo sujeto histórico que se construye es un sujeto plural, por lo que se necesitan análisis para construir la coherencia, más allá del concepto de multitud. Dicho concepto es totalmente abstracto y desmovilizador. Por eso se necesita no solamente la conciencia y la construcción del sujeto, sino una definición de objetivos estratégicos comunes”. (5)

Con Houtart coincide Borón al señalar que no basta con que se produzca una crisis de la magnitud que actualmente enfrenta el capitalismo para que ella ocasione su derrumbe. “Lenin lo dijo en 1917: el capitalismo jamás caerá solo, caerá si hay una fuerza social que lo haga caer. Podemos tener una gran crisis; pero si no tenemos el sujeto histórico que lleve adelante la revolución, la revolución no se hace: Y entonces, vendrá la barbarie, aquella vieja contradicción que popularizó Rosa Luxemburgo entre socialismo y barbarie. O hay solución socialista a la crisis o una salida capitalista será también una salida reaccionaria, militarista, de criminalización de la protesta social”. (6)

Ahora bien, en el mundo y concretamente en América Latinas han emergido las condiciones objetivas para el debilitamiento y desarticulación del sistema capitalista, pero como coinciden los científicos sociales mencionados arriba, el sujeto político eficaz y realmente transformador irrumpirá con fuerza cuando su conciencia política esté plenamente constituida. Esto no se dará en forma espontánea sino que es el resultado de un proceso de luchas y de resistencias sociales en conjunción con el conocimiento.

En Latinoamérica, tras el fracaso del modelo neoliberal que el Consenso de Washington impulso bajo la estrategia de ampliar mercados y lograr la “seguridad” hemisférica, ha irrumpido lo que “al calor de las experiencias centroamericanas algunos teóricos marxistas, en los años 70 y 80, acuñaron el concepto de vanguardias colectivas, para significar la formación de un sujeto único a partir de una cantidad plural de integrantes, cada uno de los cuales cede algo de su identidad particular para hacerse parte de un todo orgánico más amplio, con base en una identidad mayor en un proyecto unificador que asegura la convergencia”. (7)

EL RETO DEL SUJETO POLÍTICO LATINOAMERICANO

El proceso político que están viviendo los países latinoamericanos en medio de las vicisitudes de su subdesarrollo socioeconómico es apasionante, habida cuenta de que la crisis del modelo neoliberal ha generado espacios de debate y de resistencia que han permitido o están posibilitando el surgimiento de movimientos, partidos y líderes progresistas, muchos de los cuales han conquistado espacios de poder.

En varias de estas naciones, como lo ha dicho el presidente Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil, se ha conseguido gobierno más no poder, no obstante es destacable el espacio obtenido democráticamente en los procesos electorales, en los que la derecha y las oligarquías locales han ido perdiendo terreno, hasta tal punto que sus partidos políticos han perdido capacidad de convocatoria y esto se evidencia frente al hecho de que los gobiernos progresistas de la región tienen como opositores a los oligopolios mediáticos que han terminado por convertirse en fines políticos.

Las oligarquías locales ante la decadencia en que se encuentran sus organizaciones partidistas se han aferrado a mantener a como dé lugar el control de la palabra y la información y han convertido a sus medios de comunicación en una verdadera arma para desprestigiar, estigmatizar y atacar a quienes consideran sus adversarios.

Adicionalmente, la derecha latinoamericana quedó sin norte, no cuenta con alternativas para ofrecer, pues su modelo de vida, el capitalista colapsó, y para rematar, perdió la orientación de Estados Unidos, su principal timonel ideológico.

SEGURIDAD Y MERCADOS

Los gobiernos progresistas de América Latina han debido hacerle frente a la política norteamericana de seguridad y mercados, que sustentaba el esquema neoliberal, hoy colapsado. Esta estrategia utilizada por Estados Unidos para consolidar su poder dominante en el mundo no es nueva. Simplemente retomaba el esquema que han puesto en marcha los imperios a través de la historia de la humanidad en su afán de ensanchar sus tentáculos.

Así como en la antigüedad las caravanas de mercaderes atravesaban desiertos y extensas montañas debidamente flanqueadas por poderosos ejércitos protectores, ahora Washington hace presencia militar en prácticamente todos los continentes del globo terráqueo con el propósito de asegurar sus intereses mercantiles. Por eso, en el caso de América Latina no es gratuito la instalación de bases militares a lo largo y ancho de la región.

Para desarrollar esta política “bélica-mercadotecnista” es imperativo construir un “enemigo” y fabricar unas alianzas. De esta manera se puede definir hacia quién se apunta para destruir al adversario con miras a establecer un escenario de paz y prosperidad. Esto tampoco es nuevo. Estados Unidos que se convirtió en potencia después de la Segunda Guerra Mundial tuvo como enemigo perfecto al comunismo y en su empeño por combatirlo y ampliar su poderío intervino en forma directa en prácticamente todos los procesos y conflictos políticos que se presentaron en el mundo durante el lapso que duró la Guerra Fría.

Los sucesos del 11 de septiembre de 2001 le cayeron como anillo al dedo al fracasado gobierno de Bush, pues le facilitaron la invención del nuevo enemigo de Estados Unidos en el siglo XXI: el terrorismo internacional.

El mundo tuvo un suspiro con la elección de Barack Obama como nuevo presidente estadounidense, pero habrá que ver hasta dónde llega su plan de ajustes y de reformas para superar la funesta herencia de George W. Bush, que no es otra que la decadencia en todos los órdenes de la principal potencia mundial. Y será de vital importancia conocer en toda su magnitud cual será el rol que esta administración demócrata asumirá frente a América Latina, que por fin está buscando, en un esfuerzo dialéctico, su propia senda de desarrollo sin los amarres y la dependencia de Norteamérica. En ese sentido, los gobiernos de izquierda de Latinoamérica le ganaron el pulso a Washington que no pudo imponer la malhadada fórmula del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y varios de sus sustitutos, los Tratados de Libre Comercio (TLC) quedaron en medio camino.

De ahí que la consolidación de un sujeto político latinoamericano es imprescindible para avanzar en un proyecto de izquierda que debe sustentarse en la transferencia tanto del poder económico como del poder político a la sociedad, y que al mismo tiempo introduzca un concepto real y material de soberanía nacional incluyente. No se puede concebir una alternativa al capitalismo global sin viabilizar la integración latinoamericana y caribeña, tantos años aplazada.

En esa dirección debe avanzar el proceso de emancipación de los pueblos latinoamericanos, puesto que los sectores de izquierda y los movimientos sociales y de resistencia que lleguen o estén en el poder no pueden dedicarse a redistribuir los ingresos fiscales existentes que son escasos y provienen de la expoliación de los asalariados, sino que están obligados a frenar el desangre que constituye la deuda externa e interna que va a parar al gran capital especulativo.

¿QUÉ HACER?

Los retos para ingresar a una etapa de poscapitalismo comienzan con el fortalecimiento de los sectores de izquierda, movimientos populares, organizaciones sociales que en buena medida han convergido en el Foro Social Mundial y en su capítulo en América Latina, pero sobre todo, en su unidad, coordinación y profunda capacidad de estudio y de análisis para formular alternativas viables a la globalización.

No puede ser que la izquierda en esta coyuntura histórica termine como simple administradora de la crisis. Borón ha dado a grandes rasgos las pautas para comenzar a transitar por la senada anticapitalista. Considera este sociólogo argentino en forma puntual que hay que propugnar porque “se recupere el control de los recursos básicos de nuestras sociedades; se reviertan las privatizaciones y las desregulaciones puestas en práctica por el neoliberalismo; se lleve a cabo una profunda reforma tributaria que ponga fin a su escandalosa regresividad; resolver a favor del campo popular los desafíos planteados por la crisis alimentaria y del agua, mediante una profunda reforma agraria concebida en función de las necesidades de la época actual; fortalecer los mecanismos de integración supranacional, esquemas como el ALBA y sus instituciones, y proyectos que permitan construir un núcleo de resistencia ante las tentativas de las clases dominantes del imperio de descargar el costo de la crisis en nuestros pueblos”. (8)

Para concretar estas aspiraciones, será necesario el afianzamiento de la resistencia social y la coherencia política de los sectores izquierda, dado que, como lo predijo en 1995 el sociólogo norteamericano Immanuel Wallerstein, “los próximos 30-40 años será el momento de la desintegración del sistema histórico capitalista. No será un momento agradable de vivir. Será un periodo negro, lleno de inseguridades personales, incertidumbres frente al futuro y odios viciosos. Al mismo tiempo, será un periodo de transición masiva hacia alguna otra cosa, hacia un sistema (o unos sistemas) nuevos (s)”. (9)

Si se consolida una voluntad colectiva de convencimiento y el sistema capitalista se sigue desmoronando, lo cual es imparable, el mundo en un sentido sensato de sobrevivencia tendrá que mirar necesariamente hacia el socialismo, que será el resultado necesario y posible para salir de esta gran crisis.

“Marx y Engels descubrieron que el socialismo podía realizarse cuando se suman las condiciones adecuadas entre las que había que contar forzosamente la conciencia de la posibilidad de su realización, la aspiración a realizarlo y la organización y lucha correspondientes. El socialismo como alternativa al capitalismo resulta así no solo un producto histórico posible y necesario sino un ideal fundado objetiva e históricamente”. (10)

Las condiciones para esa gran transformación están dadas. Los desafíos y retos para generar un nuevo proyecto histórico no son de poca monta y solo se podrán enfrentarán con la consolidación de ese sujeto político que ya comienza a dar sus frutos en nuestro continente para revertir la circunstancia actual de pesimismo y posibilitar una Patria Grande, en la que hagamos realidad la enseña de que otra América Latina mejor, definitivamente, “es posible”.

Notas:

1.- Borón, Atilio, Ponencia presentada al XI Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, La Habana, Cuba 2-6 de Marzo de 2009.

2.- Roitman, Marcos, “Cambio y continuidad en la historia de América Latina (Parte 3), en Curso virtual “Procesos políticos y estructura de poder en América Latina”, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de la Cooperación, Buenos Aires, Julio 2008.

3.- Roitman, Marcos, Op. Cit.

4.- Roitman Marcos, Op.Cit.

5.- Houtart, Francois, intervención en el XI Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, La Habana, Cuba 2-6 de Marzo de 2009, en www.lajirabilla.cu.

6.- Borón, Atilio, durante una intervención en uno de los foros realizados con ocasión del XI Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, en La Habana, Cuba, entre el 2 y 6 de Marzo de 2009, en www.lajirabilla.cu.

7.- Caycedo Turriago, Jaime, Memorias del primer seminario Marx vie, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá 26 – 28 de agosto de 1998.

8.- Borón, Atilio. Op. Cit.

9.- Wallerstein, Immanuel, La crisis estructural del capitalismo, Ediciones desde abajo, Bogotá, Colombia, 2007.

10.- Sánchez Vázquez, Adolfo, Entre la realidad y la utopía, ensayos sobre política, moral t socialismo, Fondo de Cultura Económica, México, 2207.

*Trabajo presentado por Fernando Arellano Ortiz para aprobar el Curso virtual “Procesos políticos y estructuras de poder en América Latina” dictado por el Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro de la Cooperación, Buenos Aires, Argentina.

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