ENSAYO
EL COLAPSO DEL NEOLIBERALISMO: ¿UNA CRISIS CÍCLICA DEL CAPITALISMO?
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
La hecatombe que enfrenta el sistema capitalista al comenzar el siglo XXI se quiso presentar en un comienzo como si se tratara de una turbulencia financiera de corto plazo, debido a la imposibilidad de pagar los créditos hipotecarios en Estados Unidos y a la caída del consumo en este país. La terapia para reanimar al paciente, según los gurús del gran capital, consistiría en el suministro de liquidez por parte de las autoridades monetarias y la expansión del crédito dirigido a fortalecer las inversiones y a darle un respiro a la golpeada demanda del consumo norteamericano.
No obstante, la mencionada terapia que afanosamente buscó poner en marcha la fracasada administración Bush al final de su malhadada gestión y los esfuerzos realizados por el nuevo mandatario estadounidense Barack Obama para ingeniarse un plan de salvataje, no han logrado detener la tendencia recesiva y crítica de la economía norteamericana. Ello se explica porque esta crisis toca aspectos más profundos del funcionamiento global del capitalismo que trasciende los aspectos recesivos en Estados Unidos y extiende sus tentáculos a muchas regiones del mundo. Es el resultado del fracaso rotundo del modelo neoliberal, una de las fases más depredatorias y, si se quiere, más criminal y salvaje del capitalismo.
“Estamos en presencia de una crisis que es mucho más que una crisis económica o financiera”, ha señalado en un contundente análisis el científico social argentino Atilio Borón. “Se trata –explica- de una crisis integral de un modelo civilizatorio que es insostenible económicamente; políticamente, sin apelar cada vez más a la violencia en contra de los pueblos; insustentable también ecológicamente, dada la destrucción, en algunos casos irreversible, del medio ambiente; e insostenible socialmente, porque degrada la condición humana hasta límites inimaginables y destruye la trama misma de la vida social”. (1)
LA CRISIS SE VEÍA VENIR
Ante la codicia y el afán de lucro desmesurado, los altos niveles de especulación del capital financiero transnacional, la manera arbitraria como éste esquilmó a los países denominados del Tercer Mundo mediante la privatización de sus principales empresas de servicios públicos, por un lado, y convirtiendo en negocios derechos fundamentales como la educación, la salud y las pensiones, por otro, lo cual generó mayores niveles de iniquidad social y una oleada de protestas populares y de resistencia, era previsible como lo anunciaron varios autores, que este modelo terminara colapsando.
Y es que como lo señalo el economista chileno Manfred Max-Neff, premio Nobel Alternativo 1983, el neoliberalismo se convirtió en “una seudo religión, todo se resuelve con el mercado y con el crecimiento. Esta religión incluso tiene su santísima trinidad: crecimiento económico, libre comercio y globalización; tiene su propio Vaticano: el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio que como Vaticano que se precia es infalible, sabe mucho mejor que todos, lo que es bueno para nosotros y en aras de nuestra salvación ‘generosamente’ nos lo impone”.
En el año 2006, Max-Neef advirtió que los elementos de este modelo necesariamente tendrían que colisionar por dos causas fundamentalmente: “una, por razones financieras porque el nivel de especulación a que ha llegado el mundo es absolutamente astronómico; la especulación cambiaria es de más de un trillón de dólares al día, que equivale a 50 veces más que la economía real de intercambio de bienes y servicios, lo que es una cosa demencial que nadie puede controlar; y dos, por razones de la naturaleza, el grado y la velocidad con que estamos generando destrucciones irreversibles como el caso del agua que va a ser el mayor problema del siglo XXI”. (2)
No obstante, hay que tener claridad que pese a que este modelo económico entró en barrena y ha llevado al capitalismo a una crisis sistémica, no ha dejado de existir y muy seguramente dará coletazos, los cuales harán difícil una transición hacia un nuevo esquema económico que necesariamente tendrá que venir si la especie humana quiere sobrevivir.
La seudo religión neoliberal se caracteriza porque su interés no es el progreso de los pueblos sino el mercado; no le importa la producción, sino la especulación, “no la calidad del producto, sino su éxito publicitario; no el valor de uso de una mercancía, sino el fetiche que la reviste. Se compra un producto por el aura que lo envuelve y parece ser capaz de promover el estatus de su usuario”. (3)
La implementación de este voraz modelo económico terminó generando además del empobrecimiento de los pueblos, una crisis de tipo político ante la imposibilidad de los gobernantes de responder a las ingentes necesidades sociales de sus gobernados.
La consecuencia de ello, como bien lo anota el profesor brasileño Plinio de Arruda Sampaio, es la de haber ocasionado así mismo “una crisis del estado Nación. El carácter predatorio de la competencia comenzó a socavar la capacidad de la sociedad nacional para preservar la integridad de su sistema productivo y para generar empleos, comprometiendo la reproducción de los mecanismos de solidaridad orgánica entre las clases sociales”. A ello hay que agregarle “la disputa por el monopolio de las nuevas tecnologías, por el control de los mercados mundiales y por el monopolio de las fuentes estratégicas de materias primas que dio inicio a un periodo de exacerbadas rivalidades entre los Estado Nación”. (4)
Al fin y al cabo, “la historia demuestra que el capitalismo no duda en desembarazarse de toda forma democrática, por limitada que sea, cuando así lo exigen sus intereses fundamentales. El ejemplo del nazismo es elocuente en este punto. A la democracia formal parlamentaria, de la República de Weimar le sucede la dictadura nazi que, lejos de romper con el gran capital o de autonomizarse con respecto a él, se convierte en la mejor garantía de sus intereses”. (5) Como ocurrió también en América Latina con el gobierno despótico de Augusto Pinochet en Chile y las dictaduras militares que asolaron el Cono Sur en los años 70 y 80 del siglo XX, todas ellas contaron en su momento con el auspicio decidido de la Casa Blanca, porque cuidaban sus intereses económicos y políticos en este hemisferio.
EL IMPACTO EN AMÉRICA LATINA
La de América Latina es una historia de explotación, humillación y saqueo. Primero fue España durante la colonia y las potencias de Occidente, después, las que han esquilmado a esta región ejerciendo además un tratamiento de imposición y dominio que no ha permitido al continente desarrollarse dentro de niveles de equidad ni avanzar en la consolidación de su propia identidad cultural.
Al finalizar el siglo XX e iniciar el XXI los métodos de dominación por parte de las potencias hegemónicas y las oligarquías locales se refinaron y disfrazaron a través de nombres con cierto dejo tecnocrático como liberalización de mercados, neoliberalismo y globalización, cuyas verdaderas intenciones están a la vista: pauperización de la sociedad latinoamericana y, en contraste, robustecimiento económico de los países denominados del primer mundo.
Los gobiernos progresistas que han irrumpido en América Latina han debido hacerle frente a la política norteamericana de seguridad y mercados, que sustentaba el colapsado esquema neoliberal. Esta estrategia utilizada por Estados Unidos para consolidar su poder dominante en el mundo no es nueva. Simplemente retomaba la matriz que han puesto en marcha los imperios a través de la historia de la humanidad en su afán de ensanchar sus tentáculos.
Así como en la antigüedad las caravanas de mercaderes atravesaban desiertos y extensas montañas debidamente flanqueadas por poderosos ejércitos protectores, ahora Washington hace presencia militar en prácticamente todos los continentes del globo terráqueo con el propósito de asegurar sus intereses mercantiles. Por eso, en el caso de América Latina no es gratuito la instalación de bases militares a lo largo y ancho de la región.
Para desarrollar esta política “bélica-mercadotecnista” es imperativo construir un “enemigo” y fabricar unas alianzas. De esta manera se puede definir hacia quién se apunta para destruir al adversario con miras a establecer un escenario de paz y prosperidad. Esto tampoco es nuevo. Estados Unidos que se convirtió en potencia después de la Segunda Guerra Mundial tuvo como enemigo perfecto al comunismo y en su empeño por combatirlo y ampliar su poderío intervino en forma directa en prácticamente todos los procesos y conflictos políticos que se presentaron en el mundo durante el lapso que duró la Guerra Fría.
Los sucesos del 11 de septiembre de 2001 le cayeron como anillo al dedo al fracasado gobierno de Bush, pues le facilitaron la invención del nuevo enemigo de Estados Unidos en el siglo XXI: el terrorismo internacional.
El mundo tuvo un suspiro con la elección de Barack Obama como nuevo presidente estadounidense, pero habrá que ver hasta dónde llega su plan de ajustes y de reformas para superar la funesta herencia de George W. Bush, que no es otra que la decadencia en todos los órdenes de la principal potencia mundial. Y será de vital importancia conocer en toda su magnitud cual será el rol que esta administración demócrata asumirá frente a América Latina, que por fin está buscando, en un esfuerzo dialéctico, su propia senda de desarrollo sin los amarres y la dependencia de Norteamérica. En ese sentido, los gobiernos de izquierda de Latinoamérica le ganaron el pulso a Washington que no pudo imponer la malhadada fórmula del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y varios de sus sustitutos, los Tratados de Libre Comercio (TLC), quedaron en medio camino.
Aunque se está dando un proceso político interesante en Latinoamérica del que está emergiendo un nuevo sujeto histórico gracias a las partidos de izquierda y los movimientos sociales, esta crisis económica global va a causarle seis millones más de pobres, según cálculos del Banco Mundial.
PREDOMINIO IDEOLÓGICO Y MILITAR
Estados Unidos en medio de su decadencia hegemónica continuará ejerciendo una gran influencia planetaria, pues como bien lo indica el profesor Borón tanto en lo ideológico como en lo militar o coercitivo.
En el aspecto ideológico, “su predominio es abrumador, como lo prueba la influencia universal del idioma inglés. Cuando el gran humanista español Antonio de Lebrija (también conocido como Antonio de Nebrija), creador de la primera gramática de la lengua castellana (la primera jamás escrita en Europa para una lengua vulgar) le presentó su obra a la reina Isabel la Católica, precisamente en 1492, ésta le preguntó para que le serviría un trabajo como ese, si ya conocía la lengua castellana. A lo que Lebrija le respondió que la lengua es el instrumento del Imperio, es la compañera del Imperio, que debía identificar a sus pueblos y unir a sus gentes. Observación oportuna cinco siglos atrás y mucho más en la actualidad, cuando si hay una lengua imperial esa es el inglés, con todo lo que ello significa como vehículo de transmisión de ideas, conceptos, valores morales y estilos de vida. En suma, como instrumento de identificación de los pueblos y de unión de sus gentes, como decía Lebrija”.
Simultáneamente, la hegemonía estadounidense “descansa cada vez más en sus capacidades coercitivas y cada vez menos en su capacidad de producir una dirección intelectual y moral. De ahí la creciente criminalización de la protesta social; la militarización del sistema internacional y la adopción de doctrinas militares que propician la “guerra preventiva” y la “guerra infinita”; las protestas y confrontaciones, abiertas o solapadas, en contra de la dominación imperialista inclusive dentro mismo de los capitalismos metropolitanos. América Latina es una prueba concluyente de esta mutación, con un imperialismo centrado cada vez más en la defensa de los intereses estadounidenses y apelando a formas cada vez más violentas y agresivas”. (6)
HACIA UN CAMBIO DE PARADIGMA
Si bien Estados Unidos cuenta con estos dos importantes elementos que señala Borón, su sistema económico, el capitalista, está completamente horadado y su modelo cíclico el neoliberalismo ha fracasado estruendosamente, aunque trata de sobrevivir en medio de condiciones muy adversas. Por ello se comienza hablar de la importancia de avanzar en la formulación de alternativas que permitan iniciar un proceso de transición para avanzar hacia un poscapitalismo.
Y es que en la actual coyuntura socioeconómica mundial cobra mayor vigencia el vaticinio de Rosa Luxemburgo, en el sentido de que llegará el momento en que la sociedad capitalista tendrá que elegir entre “socialismo o barbarie”
Está demostrado históricamente que el capitalismo, como afirmó el economista norteamericano Paul Sweezy, perdió “todas sus propiedades constructivas para transformarse en una fuerza de destrucción terrible”.
Por eso la necesidad inaplazable que tiene el mundo de encontrar una senda que permita ingresar hacia una etapa poscapitalista en la que al decir del sociólogo y analista económico holandés Wim Dirercxsens, “la riqueza social y la contabilidad nacional cambien de carácter. Ya no importa tanto cuál es el producto per cápita ni el crecimiento de la riqueza producida en términos de valor, lo que importe más será que cada ser humano o cada ciudadano tenga lo apropiado para vivir y con qué vivir”. Se trata en definitiva, de posibilitar un Estado solidario para lo que se hace necesario avanzar en tres direcciones: progreso social; democracia radical; y construcción de un sistema mundial pluricéntrico. (7)
Para Diercxsens el patrón de consumo en el mundo es insostenible porque además de estar afectando en forma grave el medio ambiente va a terminar, produciendo escasez alimentaria, por ello parodiando al sociólogo alemán Ulrich Beck, sostiene que la alternativa a la globalización es la “glocalización”.
Es decir, explica, como lo que se necesita es una economía alternativa y regularizada para atender las necesidades básicas de la población, se requiere consolidar una democracia en la esfera de la producción, a partir de lo local y lo particular. En esa dirección, terminarán afectados los intereses oligopólicos de las transnacionales, porque lo local riñe con su filosofía mercantilista de crear necesidades artificiales mediante la publicidad a nivel mundial.
Max-Neef, a su turno, afirma que lo que tendría que venir luego del colapso capitalista, “sería algo mejor, una coexistencia más justa entre la trinidad de la supervivencia que es la relación armónica entre naturaleza, seres humanos y tecnología”. (8)
Dentro de las alternativas para enfrentar el modelo neoliberal y superar el capitalismo, aprovechando su crisis sistémica, Perry Anderson, destacado historiador inglés, plantea la necesidad de tener en cuenta tres elementos: i) Los valores, “resaltando el principio de igualdad como el criterio central de cualquier sociedad verdaderamente libre. Igualdad no quiere decir uniformidad, como afirma el neoliberalismo, sino, al contrario, la única auténtica diversidad”. ii) La propiedad. “Nuevas formas de propiedad popular deben ser inventadas, formas que separen las funciones de la rígida concentración de poderes en la clásica empresa capitalista de hoy”. iii) La democracia. “Una democracia profunda exige un sistema parlamentario fuerte, basado en partidos disciplinados, con financiamiento público equitativo y sin demagogias cesaristas. Sobre todo exige una democratización de los medios de comunicación”. (9)
Borón también ha dado a grandes rasgos las pautas para comenzar a transitar por la senada anticapitalista. Considera este sociólogo argentino en forma puntual que hay que propugnar porque “se recupere el control de los recursos básicos de nuestras sociedades; se reviertan las privatizaciones y las desregulaciones puestas en práctica por el neoliberalismo; se lleve a cabo una profunda reforma tributaria que ponga fin a su escandalosa regresividad; resolver a favor del campo popular los desafíos planteados por la crisis alimentaria y del agua, mediante una profunda reforma agraria concebida en función de las necesidades de la época actual; fortalecer los mecanismos de integración supranacional, esquemas como el ALBA y sus instituciones, y proyectos que permitan construir un núcleo de resistencia ante las tentativas de las clases dominantes del imperio de descargar el costo de la crisis en nuestros pueblos”. (10)
Para concretar estas aspiraciones, será necesario el afianzamiento de la resistencia social y la coherencia política de los sectores populares y de izquierda, dado que, como lo predijo en 1995 el sociólogo norteamericano Immanuel Wallerstein, “los próximos 30-40 años será el momento de la desintegración del sistema histórico capitalista. No será un momento agradable de vivir. Será un periodo negro, lleno de inseguridades personales, incertidumbres frente al futuro y odios viciosos. Al mismo tiempo, será un periodo de transición masiva hacia alguna otra cosa, hacia un sistema (o unos sistemas) nuevos (s)”. (11)
En lo que concierne a América Latina se debe generar un “nuevo orden panamericano”, como lo denomina el profesor cubano Luis Suárez Salazar, que haga real la integración latinoamericana y caribeña para “avanzar en la titánica tarea de crear una correlación de fuerzas político, militares e ideológico-culturales que desafíe el sistema de dominación instaurado en el continente por las clases dominantes, los poderes fácticos y los gobiernos de los Estados Unidos”. (12)
En el ámbito económico, Eric Toussaint, presidente del Comité para la anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM), considera prioritario y de gran trascendencia para los países latinoamericanos, si quieren lograr quitarse los amarres de Washington, no desmayar en la concreción del Banco del Sur; crear una moneda, una universidad, una industria farmacéutica comunes, así como fortalecer medios de comunicación como el canal de televisión Telesur y generar al mismo tiempo, una política para el campo en todo el hemisferio “para favorecer la soberanía alimentaria y la reforma agraria”. (13)
Todas estas iniciativas se podrán trabajar y viabilizar si se posibilita la consolidación de un nuevo sujeto político e histórico en América Latina, el cual gracias a los procesos políticos y de resistencia tanto de los movimientos sociales como de los partidos de izquierda en la región, comienza a surgir.
Este sujeto político tendrá el desafío de presionar los cambios radicales y de ruptura que requiere el continente para “enterrar la negra noche neoliberal”, como diría el presidente ecuatoriano Rafael Correa, y facilitar al mismo tiempo, el avance hacia un poscapitalismo, incluyente, equitativo y solidario.
El conocimiento, el estudio, la reflexión, el debate y la resistencia social y política, elementos sustanciales que debe configurar el nuevo sujeto histórico en América Latina permitirá, por fin, encontrar una nueva alternativa histórica de sociedad para impulsar un verdadero y auténtico modelo económico de desarrollo. Es el momento entonces, frente a la crisis sistémica del capitalismo, de reprensar el destino de los pueblos latinoamericanos, puesto que como se decía en la década de los 70 en Colombia, “comenzar a pensar es empezar a luchar”.
Notas:
1.- Borón, Atilio, Ponencia presentada al XI Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, La Habana, Cuba 2-6 de marzo de 2009.
2.- Arellano Ortiz, Fernando, entrevista con Manfred Max-Neef, en: http://www.cronicon.net/paginas/edicanter/Ediciones11/002.htm, julio de 2006.
3.- Anderson, Perry y Frei Betto, Qué es el neoliberalismo, Editorial Tiempo Presente, Bogotá, Colombia, abril 1998.
4.- De Arruda Samnpaio, Plinio, Imperialismo, crisis del desarrollo nacional y reversión neocolonial (Clase) en: Curso virtual “La Economía mundial y el imperialismo”, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de Cooperación, Buenos Aires, mayo de 2008.
5.- Sánchez Vázquez, Adolfo, Entre la realidad y la utopía, ensayos sobre política, moral y socialismo, Fondo de Cultura Económica, México, 2007.
6.- Borón, A. Atilio, Del orden mundial de posguerra al desorden actual [CLASE]. En: Curso virtual “La Economía mundial y el imperialismo”, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de la Cooperación, Buenos Aires, Abril de 2008.
7.- Dierckxsens, Wim, La Transición hacia el postcapitalismo: el socialismo del siglo XXI. Casa Editorial Ruth, San José de Costa Rica, 2007.
8.- Arellano Ortiz, Fernando, entrevista con Manfred Max-Neef, Op. Cit.
9.- Anderson, Perry y Frei Betto, Op. Cit.
10.- Borón, Atilio, Ponencia presentada al XI Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, La Habana, Cuba 2-6 de marzo de 2009.
11.- Wallerstein, Immanuel, La crisis estructural del capitalismo, Ediciones desde abajo, Bogotá, Colombia, 2007.
12.- Suárez Salazar, Luis, El panorama global de América Latina, (Clase) en: Curso virtual “La Economía mundial y el imperialismo”, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de Cooperación, Buenos Aires, octubre de 2007.
13.- Toussaint, Eric, El Banco del Sur y la nueva integración de los pueblos, (Clase) en: Curso virtual “La Economía mundial y el imperialismo”, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de Cooperación, Buenos Aires, julio de 2008.
Ensayo presentado por Fernando Arellano Ortiz en marzo de 2009 para aprobar el Curso La Economía mundial y el imperialismo perteneciente al Programa Latinoamericano de de Educación a Distancia de Ciencias Sociales (PLED) del Centro de la Cooperación Floreal Gorini de Buenos Aires, Argentina.
EL COLAPSO DEL NEOLIBERALISMO: ¿UNA CRISIS CÍCLICA DEL CAPITALISMO?
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
La hecatombe que enfrenta el sistema capitalista al comenzar el siglo XXI se quiso presentar en un comienzo como si se tratara de una turbulencia financiera de corto plazo, debido a la imposibilidad de pagar los créditos hipotecarios en Estados Unidos y a la caída del consumo en este país. La terapia para reanimar al paciente, según los gurús del gran capital, consistiría en el suministro de liquidez por parte de las autoridades monetarias y la expansión del crédito dirigido a fortalecer las inversiones y a darle un respiro a la golpeada demanda del consumo norteamericano.
No obstante, la mencionada terapia que afanosamente buscó poner en marcha la fracasada administración Bush al final de su malhadada gestión y los esfuerzos realizados por el nuevo mandatario estadounidense Barack Obama para ingeniarse un plan de salvataje, no han logrado detener la tendencia recesiva y crítica de la economía norteamericana. Ello se explica porque esta crisis toca aspectos más profundos del funcionamiento global del capitalismo que trasciende los aspectos recesivos en Estados Unidos y extiende sus tentáculos a muchas regiones del mundo. Es el resultado del fracaso rotundo del modelo neoliberal, una de las fases más depredatorias y, si se quiere, más criminal y salvaje del capitalismo.
“Estamos en presencia de una crisis que es mucho más que una crisis económica o financiera”, ha señalado en un contundente análisis el científico social argentino Atilio Borón. “Se trata –explica- de una crisis integral de un modelo civilizatorio que es insostenible económicamente; políticamente, sin apelar cada vez más a la violencia en contra de los pueblos; insustentable también ecológicamente, dada la destrucción, en algunos casos irreversible, del medio ambiente; e insostenible socialmente, porque degrada la condición humana hasta límites inimaginables y destruye la trama misma de la vida social”. (1)
LA CRISIS SE VEÍA VENIR
Ante la codicia y el afán de lucro desmesurado, los altos niveles de especulación del capital financiero transnacional, la manera arbitraria como éste esquilmó a los países denominados del Tercer Mundo mediante la privatización de sus principales empresas de servicios públicos, por un lado, y convirtiendo en negocios derechos fundamentales como la educación, la salud y las pensiones, por otro, lo cual generó mayores niveles de iniquidad social y una oleada de protestas populares y de resistencia, era previsible como lo anunciaron varios autores, que este modelo terminara colapsando.
Y es que como lo señalo el economista chileno Manfred Max-Neff, premio Nobel Alternativo 1983, el neoliberalismo se convirtió en “una seudo religión, todo se resuelve con el mercado y con el crecimiento. Esta religión incluso tiene su santísima trinidad: crecimiento económico, libre comercio y globalización; tiene su propio Vaticano: el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio que como Vaticano que se precia es infalible, sabe mucho mejor que todos, lo que es bueno para nosotros y en aras de nuestra salvación ‘generosamente’ nos lo impone”.
En el año 2006, Max-Neef advirtió que los elementos de este modelo necesariamente tendrían que colisionar por dos causas fundamentalmente: “una, por razones financieras porque el nivel de especulación a que ha llegado el mundo es absolutamente astronómico; la especulación cambiaria es de más de un trillón de dólares al día, que equivale a 50 veces más que la economía real de intercambio de bienes y servicios, lo que es una cosa demencial que nadie puede controlar; y dos, por razones de la naturaleza, el grado y la velocidad con que estamos generando destrucciones irreversibles como el caso del agua que va a ser el mayor problema del siglo XXI”. (2)
No obstante, hay que tener claridad que pese a que este modelo económico entró en barrena y ha llevado al capitalismo a una crisis sistémica, no ha dejado de existir y muy seguramente dará coletazos, los cuales harán difícil una transición hacia un nuevo esquema económico que necesariamente tendrá que venir si la especie humana quiere sobrevivir.
La seudo religión neoliberal se caracteriza porque su interés no es el progreso de los pueblos sino el mercado; no le importa la producción, sino la especulación, “no la calidad del producto, sino su éxito publicitario; no el valor de uso de una mercancía, sino el fetiche que la reviste. Se compra un producto por el aura que lo envuelve y parece ser capaz de promover el estatus de su usuario”. (3)
La implementación de este voraz modelo económico terminó generando además del empobrecimiento de los pueblos, una crisis de tipo político ante la imposibilidad de los gobernantes de responder a las ingentes necesidades sociales de sus gobernados.
La consecuencia de ello, como bien lo anota el profesor brasileño Plinio de Arruda Sampaio, es la de haber ocasionado así mismo “una crisis del estado Nación. El carácter predatorio de la competencia comenzó a socavar la capacidad de la sociedad nacional para preservar la integridad de su sistema productivo y para generar empleos, comprometiendo la reproducción de los mecanismos de solidaridad orgánica entre las clases sociales”. A ello hay que agregarle “la disputa por el monopolio de las nuevas tecnologías, por el control de los mercados mundiales y por el monopolio de las fuentes estratégicas de materias primas que dio inicio a un periodo de exacerbadas rivalidades entre los Estado Nación”. (4)
Al fin y al cabo, “la historia demuestra que el capitalismo no duda en desembarazarse de toda forma democrática, por limitada que sea, cuando así lo exigen sus intereses fundamentales. El ejemplo del nazismo es elocuente en este punto. A la democracia formal parlamentaria, de la República de Weimar le sucede la dictadura nazi que, lejos de romper con el gran capital o de autonomizarse con respecto a él, se convierte en la mejor garantía de sus intereses”. (5) Como ocurrió también en América Latina con el gobierno despótico de Augusto Pinochet en Chile y las dictaduras militares que asolaron el Cono Sur en los años 70 y 80 del siglo XX, todas ellas contaron en su momento con el auspicio decidido de la Casa Blanca, porque cuidaban sus intereses económicos y políticos en este hemisferio.
EL IMPACTO EN AMÉRICA LATINA
La de América Latina es una historia de explotación, humillación y saqueo. Primero fue España durante la colonia y las potencias de Occidente, después, las que han esquilmado a esta región ejerciendo además un tratamiento de imposición y dominio que no ha permitido al continente desarrollarse dentro de niveles de equidad ni avanzar en la consolidación de su propia identidad cultural.
Al finalizar el siglo XX e iniciar el XXI los métodos de dominación por parte de las potencias hegemónicas y las oligarquías locales se refinaron y disfrazaron a través de nombres con cierto dejo tecnocrático como liberalización de mercados, neoliberalismo y globalización, cuyas verdaderas intenciones están a la vista: pauperización de la sociedad latinoamericana y, en contraste, robustecimiento económico de los países denominados del primer mundo.
Los gobiernos progresistas que han irrumpido en América Latina han debido hacerle frente a la política norteamericana de seguridad y mercados, que sustentaba el colapsado esquema neoliberal. Esta estrategia utilizada por Estados Unidos para consolidar su poder dominante en el mundo no es nueva. Simplemente retomaba la matriz que han puesto en marcha los imperios a través de la historia de la humanidad en su afán de ensanchar sus tentáculos.
Así como en la antigüedad las caravanas de mercaderes atravesaban desiertos y extensas montañas debidamente flanqueadas por poderosos ejércitos protectores, ahora Washington hace presencia militar en prácticamente todos los continentes del globo terráqueo con el propósito de asegurar sus intereses mercantiles. Por eso, en el caso de América Latina no es gratuito la instalación de bases militares a lo largo y ancho de la región.
Para desarrollar esta política “bélica-mercadotecnista” es imperativo construir un “enemigo” y fabricar unas alianzas. De esta manera se puede definir hacia quién se apunta para destruir al adversario con miras a establecer un escenario de paz y prosperidad. Esto tampoco es nuevo. Estados Unidos que se convirtió en potencia después de la Segunda Guerra Mundial tuvo como enemigo perfecto al comunismo y en su empeño por combatirlo y ampliar su poderío intervino en forma directa en prácticamente todos los procesos y conflictos políticos que se presentaron en el mundo durante el lapso que duró la Guerra Fría.
Los sucesos del 11 de septiembre de 2001 le cayeron como anillo al dedo al fracasado gobierno de Bush, pues le facilitaron la invención del nuevo enemigo de Estados Unidos en el siglo XXI: el terrorismo internacional.
El mundo tuvo un suspiro con la elección de Barack Obama como nuevo presidente estadounidense, pero habrá que ver hasta dónde llega su plan de ajustes y de reformas para superar la funesta herencia de George W. Bush, que no es otra que la decadencia en todos los órdenes de la principal potencia mundial. Y será de vital importancia conocer en toda su magnitud cual será el rol que esta administración demócrata asumirá frente a América Latina, que por fin está buscando, en un esfuerzo dialéctico, su propia senda de desarrollo sin los amarres y la dependencia de Norteamérica. En ese sentido, los gobiernos de izquierda de Latinoamérica le ganaron el pulso a Washington que no pudo imponer la malhadada fórmula del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y varios de sus sustitutos, los Tratados de Libre Comercio (TLC), quedaron en medio camino.
Aunque se está dando un proceso político interesante en Latinoamérica del que está emergiendo un nuevo sujeto histórico gracias a las partidos de izquierda y los movimientos sociales, esta crisis económica global va a causarle seis millones más de pobres, según cálculos del Banco Mundial.
PREDOMINIO IDEOLÓGICO Y MILITAR
Estados Unidos en medio de su decadencia hegemónica continuará ejerciendo una gran influencia planetaria, pues como bien lo indica el profesor Borón tanto en lo ideológico como en lo militar o coercitivo.
En el aspecto ideológico, “su predominio es abrumador, como lo prueba la influencia universal del idioma inglés. Cuando el gran humanista español Antonio de Lebrija (también conocido como Antonio de Nebrija), creador de la primera gramática de la lengua castellana (la primera jamás escrita en Europa para una lengua vulgar) le presentó su obra a la reina Isabel la Católica, precisamente en 1492, ésta le preguntó para que le serviría un trabajo como ese, si ya conocía la lengua castellana. A lo que Lebrija le respondió que la lengua es el instrumento del Imperio, es la compañera del Imperio, que debía identificar a sus pueblos y unir a sus gentes. Observación oportuna cinco siglos atrás y mucho más en la actualidad, cuando si hay una lengua imperial esa es el inglés, con todo lo que ello significa como vehículo de transmisión de ideas, conceptos, valores morales y estilos de vida. En suma, como instrumento de identificación de los pueblos y de unión de sus gentes, como decía Lebrija”.
Simultáneamente, la hegemonía estadounidense “descansa cada vez más en sus capacidades coercitivas y cada vez menos en su capacidad de producir una dirección intelectual y moral. De ahí la creciente criminalización de la protesta social; la militarización del sistema internacional y la adopción de doctrinas militares que propician la “guerra preventiva” y la “guerra infinita”; las protestas y confrontaciones, abiertas o solapadas, en contra de la dominación imperialista inclusive dentro mismo de los capitalismos metropolitanos. América Latina es una prueba concluyente de esta mutación, con un imperialismo centrado cada vez más en la defensa de los intereses estadounidenses y apelando a formas cada vez más violentas y agresivas”. (6)
HACIA UN CAMBIO DE PARADIGMA
Si bien Estados Unidos cuenta con estos dos importantes elementos que señala Borón, su sistema económico, el capitalista, está completamente horadado y su modelo cíclico el neoliberalismo ha fracasado estruendosamente, aunque trata de sobrevivir en medio de condiciones muy adversas. Por ello se comienza hablar de la importancia de avanzar en la formulación de alternativas que permitan iniciar un proceso de transición para avanzar hacia un poscapitalismo.
Y es que en la actual coyuntura socioeconómica mundial cobra mayor vigencia el vaticinio de Rosa Luxemburgo, en el sentido de que llegará el momento en que la sociedad capitalista tendrá que elegir entre “socialismo o barbarie”
Está demostrado históricamente que el capitalismo, como afirmó el economista norteamericano Paul Sweezy, perdió “todas sus propiedades constructivas para transformarse en una fuerza de destrucción terrible”.
Por eso la necesidad inaplazable que tiene el mundo de encontrar una senda que permita ingresar hacia una etapa poscapitalista en la que al decir del sociólogo y analista económico holandés Wim Dirercxsens, “la riqueza social y la contabilidad nacional cambien de carácter. Ya no importa tanto cuál es el producto per cápita ni el crecimiento de la riqueza producida en términos de valor, lo que importe más será que cada ser humano o cada ciudadano tenga lo apropiado para vivir y con qué vivir”. Se trata en definitiva, de posibilitar un Estado solidario para lo que se hace necesario avanzar en tres direcciones: progreso social; democracia radical; y construcción de un sistema mundial pluricéntrico. (7)
Para Diercxsens el patrón de consumo en el mundo es insostenible porque además de estar afectando en forma grave el medio ambiente va a terminar, produciendo escasez alimentaria, por ello parodiando al sociólogo alemán Ulrich Beck, sostiene que la alternativa a la globalización es la “glocalización”.
Es decir, explica, como lo que se necesita es una economía alternativa y regularizada para atender las necesidades básicas de la población, se requiere consolidar una democracia en la esfera de la producción, a partir de lo local y lo particular. En esa dirección, terminarán afectados los intereses oligopólicos de las transnacionales, porque lo local riñe con su filosofía mercantilista de crear necesidades artificiales mediante la publicidad a nivel mundial.
Max-Neef, a su turno, afirma que lo que tendría que venir luego del colapso capitalista, “sería algo mejor, una coexistencia más justa entre la trinidad de la supervivencia que es la relación armónica entre naturaleza, seres humanos y tecnología”. (8)
Dentro de las alternativas para enfrentar el modelo neoliberal y superar el capitalismo, aprovechando su crisis sistémica, Perry Anderson, destacado historiador inglés, plantea la necesidad de tener en cuenta tres elementos: i) Los valores, “resaltando el principio de igualdad como el criterio central de cualquier sociedad verdaderamente libre. Igualdad no quiere decir uniformidad, como afirma el neoliberalismo, sino, al contrario, la única auténtica diversidad”. ii) La propiedad. “Nuevas formas de propiedad popular deben ser inventadas, formas que separen las funciones de la rígida concentración de poderes en la clásica empresa capitalista de hoy”. iii) La democracia. “Una democracia profunda exige un sistema parlamentario fuerte, basado en partidos disciplinados, con financiamiento público equitativo y sin demagogias cesaristas. Sobre todo exige una democratización de los medios de comunicación”. (9)
Borón también ha dado a grandes rasgos las pautas para comenzar a transitar por la senada anticapitalista. Considera este sociólogo argentino en forma puntual que hay que propugnar porque “se recupere el control de los recursos básicos de nuestras sociedades; se reviertan las privatizaciones y las desregulaciones puestas en práctica por el neoliberalismo; se lleve a cabo una profunda reforma tributaria que ponga fin a su escandalosa regresividad; resolver a favor del campo popular los desafíos planteados por la crisis alimentaria y del agua, mediante una profunda reforma agraria concebida en función de las necesidades de la época actual; fortalecer los mecanismos de integración supranacional, esquemas como el ALBA y sus instituciones, y proyectos que permitan construir un núcleo de resistencia ante las tentativas de las clases dominantes del imperio de descargar el costo de la crisis en nuestros pueblos”. (10)
Para concretar estas aspiraciones, será necesario el afianzamiento de la resistencia social y la coherencia política de los sectores populares y de izquierda, dado que, como lo predijo en 1995 el sociólogo norteamericano Immanuel Wallerstein, “los próximos 30-40 años será el momento de la desintegración del sistema histórico capitalista. No será un momento agradable de vivir. Será un periodo negro, lleno de inseguridades personales, incertidumbres frente al futuro y odios viciosos. Al mismo tiempo, será un periodo de transición masiva hacia alguna otra cosa, hacia un sistema (o unos sistemas) nuevos (s)”. (11)
En lo que concierne a América Latina se debe generar un “nuevo orden panamericano”, como lo denomina el profesor cubano Luis Suárez Salazar, que haga real la integración latinoamericana y caribeña para “avanzar en la titánica tarea de crear una correlación de fuerzas político, militares e ideológico-culturales que desafíe el sistema de dominación instaurado en el continente por las clases dominantes, los poderes fácticos y los gobiernos de los Estados Unidos”. (12)
En el ámbito económico, Eric Toussaint, presidente del Comité para la anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM), considera prioritario y de gran trascendencia para los países latinoamericanos, si quieren lograr quitarse los amarres de Washington, no desmayar en la concreción del Banco del Sur; crear una moneda, una universidad, una industria farmacéutica comunes, así como fortalecer medios de comunicación como el canal de televisión Telesur y generar al mismo tiempo, una política para el campo en todo el hemisferio “para favorecer la soberanía alimentaria y la reforma agraria”. (13)
Todas estas iniciativas se podrán trabajar y viabilizar si se posibilita la consolidación de un nuevo sujeto político e histórico en América Latina, el cual gracias a los procesos políticos y de resistencia tanto de los movimientos sociales como de los partidos de izquierda en la región, comienza a surgir.
Este sujeto político tendrá el desafío de presionar los cambios radicales y de ruptura que requiere el continente para “enterrar la negra noche neoliberal”, como diría el presidente ecuatoriano Rafael Correa, y facilitar al mismo tiempo, el avance hacia un poscapitalismo, incluyente, equitativo y solidario.
El conocimiento, el estudio, la reflexión, el debate y la resistencia social y política, elementos sustanciales que debe configurar el nuevo sujeto histórico en América Latina permitirá, por fin, encontrar una nueva alternativa histórica de sociedad para impulsar un verdadero y auténtico modelo económico de desarrollo. Es el momento entonces, frente a la crisis sistémica del capitalismo, de reprensar el destino de los pueblos latinoamericanos, puesto que como se decía en la década de los 70 en Colombia, “comenzar a pensar es empezar a luchar”.
Notas:
1.- Borón, Atilio, Ponencia presentada al XI Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, La Habana, Cuba 2-6 de marzo de 2009.
2.- Arellano Ortiz, Fernando, entrevista con Manfred Max-Neef, en: http://www.cronicon.net/paginas/edicanter/Ediciones11/002.htm, julio de 2006.
3.- Anderson, Perry y Frei Betto, Qué es el neoliberalismo, Editorial Tiempo Presente, Bogotá, Colombia, abril 1998.
4.- De Arruda Samnpaio, Plinio, Imperialismo, crisis del desarrollo nacional y reversión neocolonial (Clase) en: Curso virtual “La Economía mundial y el imperialismo”, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de Cooperación, Buenos Aires, mayo de 2008.
5.- Sánchez Vázquez, Adolfo, Entre la realidad y la utopía, ensayos sobre política, moral y socialismo, Fondo de Cultura Económica, México, 2007.
6.- Borón, A. Atilio, Del orden mundial de posguerra al desorden actual [CLASE]. En: Curso virtual “La Economía mundial y el imperialismo”, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de la Cooperación, Buenos Aires, Abril de 2008.
7.- Dierckxsens, Wim, La Transición hacia el postcapitalismo: el socialismo del siglo XXI. Casa Editorial Ruth, San José de Costa Rica, 2007.
8.- Arellano Ortiz, Fernando, entrevista con Manfred Max-Neef, Op. Cit.
9.- Anderson, Perry y Frei Betto, Op. Cit.
10.- Borón, Atilio, Ponencia presentada al XI Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, La Habana, Cuba 2-6 de marzo de 2009.
11.- Wallerstein, Immanuel, La crisis estructural del capitalismo, Ediciones desde abajo, Bogotá, Colombia, 2007.
12.- Suárez Salazar, Luis, El panorama global de América Latina, (Clase) en: Curso virtual “La Economía mundial y el imperialismo”, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de Cooperación, Buenos Aires, octubre de 2007.
13.- Toussaint, Eric, El Banco del Sur y la nueva integración de los pueblos, (Clase) en: Curso virtual “La Economía mundial y el imperialismo”, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de Cooperación, Buenos Aires, julio de 2008.
Ensayo presentado por Fernando Arellano Ortiz en marzo de 2009 para aprobar el Curso La Economía mundial y el imperialismo perteneciente al Programa Latinoamericano de de Educación a Distancia de Ciencias Sociales (PLED) del Centro de la Cooperación Floreal Gorini de Buenos Aires, Argentina.
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