martes, 2 de noviembre de 2010

IN MEMORIAN


COLOMBIA QUEDA EN DEUDA CON FERNANDO GARAVITO

POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ

El accidente automovilístico que le arrebató la vida a Fernando Garavito en el sur de Estados Unidos no sólo constituye una gran pérdida para sus familiares, amigos y allegados, sino que genera dolor de patria, rabia e impotencia.

Dolor de patria y rabia porque Colombia no ha sabido valorar el talante ético e intelectual de gente de valía como Garavito que dedicó buena parte de su vida a través del periodismo y la reflexión política a tratar de coadyuvar a la construcción de democracia y equidad social.

Pero como ocurre en esta desventurada sociedad, los minúsculos sectores plutocráticos que dominan esto que ellos llaman país, no permiten que una voz crítica y confrontacional como la de Garavito pudiese desenvolverse y amplificarse. Por ello acuden al silenciamiento, a la amenaza y en muchos casos al homicidio.

El establecimiento colombiano le tiene miedo a la crítica, al disenso, a las voces que denuncian las injusticias, los abusos y los atropellos de los gobiernos y de los sectores económicos dominantes. Por eso recurren a artilugios y a apelativos tautológicos como los gobiernos de Concentración Nacional, Unión Nacional, Frente Nacional o el eslogan santista de ahora que proclama la Unidad Nacional. Y en este ambiente menos que mediocre en donde se busca amoldar la mentalidad de los ciudadanos a través de sus medios de comunicación para mantener el “pensamiento único”, las columnas periodísticas de Garavito eran incómodas para los sectores dominantes, razón por la cual lo silenciaron. No se autosilenció como cínicamente lo señaló un columnista de El Espectador, el periódico de Julio Mario Santodomingo, que en 2002 a través de su entonces director Ricardo Santamaría le dijo no más y suspendieron su urticante y bien sustentada columna semanal.

Garavito fue una víctima del establecimiento colombiano, al que se atrevió a decirle las verdades sin eufemismos, y a cuyos dirigentes no solo desenmascaró sino que retrató de cuerpo entero con su magnífica pluma.

Por atreverse a denunciar a funcionarios corruptos del gobierno de Andrés Pastrana y develar la catadura moral y la procedencia non sancta de un presidente de la laya de Álvaro Uribe Vélez, este intelectual que hizo famoso su seudónimo de Juan Mosca, tuvo que soportar una serie de amenazas de la ultraderecha que lo obligó a exiliarse.

De esta manera, el régimen nauseabundo que impera en Colombia buscó deshacerse de él, pero con su tesón característico se empeñó en seguir con los zumbidos de una “mosca” incómoda. No obstante las circunstancias difíciles que debió soportar durante los últimos años de su vida, no se amilanó, continuó con su voz crítica, y se dedicó a promover espacios de reflexión política y periodística.

El año pasado convocó a varios de sus amigos diseminados en distintas partes del mundo para constituir un colectivo al que llamó Polomosca (www.polomosca.com), y quienes somos sus integrantes lo acompañamos con entusiasmo en su aspiración a la Cámara de Representantes por la circunscripción de colombianos en el exterior.

Si bien el veredicto de las urnas no le fue favorable, Fernando Garavito consideró indispensable que este colectivo que hace parte del Polo Democrático Alternativo, no se disolviera y continuara con su labor de discusión y debate político para contribuir con un granito de arena a repensar a Colombia y asumir una actitud contestataria y de resistencia al régimen corrupto e ilegítimo que la gobierna, que en buena medida es el responsable de su muerte.

En el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano www.cronicon.net, hemos perdido a uno de nuestros más preciados colaboradores, pues fue con él con quien hace siete años comenzamos la sección “Firmas para Escuchar” (1), y sobra decirlo, la selección de sus columnas seguirá en su lugar habitual no solo para tributo de su memoria, sino como referente de buen periodismo.

Pero al mismo tiempo, se nos ha ido un maestro y un buen amigo, quien nos hacía llegar de cuando en cuando sus estimulantes mensajes en los que se refería a nuestro trabajo periodístico.

Nos quedamos impotentes en un país en donde no se valora al intelectual crítico y comprometido como Garavito, sino que, por el contrario, sus descompuestos dirigentes buscan arrinconarlo, atropellarlo, silenciarlo, y si se puede, acabar físicamente con su vida. Esa es la Colombia que infortunadamente nos ha tocado vivir y la que quedó en deuda con nuestro dilecto amigo, a quien hoy le damos sentida despedida.

Por eso es que en una inolvidable entrevista (2) que nos concedió en 2001 en su apartamento de Bogotá y que refinamos y completamos vía correo electrónico posteriormente, cuando ya se encontraba exiliado en 2002, señaló sin ambages: “en Colombia tenemos ahora la necesidad de trabajar por idear y construir un país, porque nosotros desaparecimos como entidad política. En mi opinión somos una serie de grupos humanos sumados unos a otros que no logran tener una relación interna profunda, vigorosa, que permita revertir la conmoción que nos ha tocado vivir durante este proceso histórico… Nosotros ya no somos un país. Por consiguiente, si ya no somos país, ya no nos duele”.

Y más adelante acotó: “Este país no soporta ninguna opinión que no sea la oficial, consagrada, bendecida y autocensurada. Periodísticamente estamos cercados y hemos desaparecido aplastados como las moscas por un periódico contra los ventanales de la sala. En Colombia lo malo convive, mi columna no fue de las Convivir, como ahora se estila”.


1/ La columna de Garavito
http://www.cronicon.net/paginas/garavito.htm

2/ Fernando Garavito: exiliado y censurado "Colombia se está consumiendo en su propia hecatombe"
http://www.cronicon.net/paginas/edicanter/ediciones1/005.htm

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