ENTREVISTA CON EL FILÓSOFO COLOMBIANO SERGIO DE ZUBIRÍA SAMPER
“UN NUEVO PROCESO EMANCIPATORIO PASA POR REDISTRIBUCIÓN, RECONOCIMIENTO Y JUSTICIA POLÍTICA”
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
Desde una óptica filosófica, Sergio de Zubiría Samper considera que para avanzar en el proceso emancipatorio se hace necesario tomar distancia de los conceptos tradicionales de libertad, ciudadanía e igualdad que pregona el liberalismo, porque según su criterio, este credo constituye “la negación de lo político”.
Sostiene que “en la concepción ético-política seguimos atados al liberalismo, frente a lo cual existe la necesidad de recuperar la tradición ética del marxismo”. Por ello citando al científico social argentino Atilio Boron clama “por el necesario y demorado regreso del marxismo”.
“En el liberalismo hay mucho de utilitarismo y transige con el libre mercado y el capitalismo”, por eso como lo señala la politóloga norteamericana Nancy Fraser, es necesario salir de él.
CRISIS CIVILIZATORIA
Para De Zubiría Samper, la crisis que vive la humanidad “no es sólo económica y social, como lo subrayan un conjunto cada vez mayor de investigadores. Mucho menos es una breve coyuntura del ‘desarrollo’ económico. Está acompañada de otras crisis que develan los límitesa de la lógica capitalista de acumulación. Paralelamente es una crisis ecológica, energética, alimentaria, e hídrica. Investigadores como Wallerstein, Meszáros, Vega, la sitúan como una crisis estructural civilizatoria”.
Entre las múltiples consecuencias de esta crisis, agrega, “hay un retorno al fascismo social que crece con la desocupación”, por ello es prioritario “seguir explorando senderos de una justicia política frente a la crisis global, Solo el pensamiento crítico, los partidos de izquierda y los movimientos sociales, construirán la contra-hegemonía que exige este mundo abismal”.
HACIA
Su visión sobre el bicentenario de la emancipación de los pueblos de América del Sur es que “desde una perspectiva crítico-emancipatoria, nos obliga a elevar la profundidad de nuestros sueños y utopías. Tres horizontes de expectativas se ubican en esa agenda crítica de América Latina. El primer horizonte, es la emergencia de una nueva generación de derechos ecológico-políticos. La responsabilidad latinoamericana de amar nuestra biodiversidad y la soberanía sobre esa incomparable riqueza natural. Los pueblos americanos se alzan en la defensa soberana de los derechos de la madre tierra.
El segundo, la recreación del proyecto socialista latinoamericano para derrumbar el capitalismo. La posibilidad concreta de reformas no reformistas que conduzcan a revoluciones anticapitalistas. El tercer horizonte, la refundación de una teoría de la justicia social más allá del liberalismo. Una justicia social que atienda la redistribución de la tierra, el ingreso y la riqueza, pero también que escuche las peticiones del reconocimiento de la diversidad a través del poder político”.
Filósofo con estudios de Magíster en Hermenéutica y en Gestión de Políticas Culturales y Desarrollo. Profesor de filosofía e investigador de
HACIA UN NUEVO CONCEPTO DE CIUDADANÍA
- Usted ha hablado de la necesidad de abordar desde una nueva óptica el concepto de “ciudadanización” del poder. ¿Por qué?
- Porque dentro de la modernidad el concepto único no era ciudadanía sino era una triada que mantenía relaciones un poco tensas que es la noción de subjetividad, la noción de emancipación y la de ciudadanía. El proyecto hegemónico actual quiere reducir todo a ser buenos ciudadanos, es decir una especie de panoptismo foucaultiano que está muy en las tradiciones de la ciudadanización de la política, y esas otras categorías centrales como emancipación y subjetividad se van empobreciendo o suprimiendo del discurso, y al lado de ello va otro elemento muy grave, y es que se va imponiendo un concepto de ciudadano liberal. Es decir, no un concepto republicano o comunitarista de ciudadanía sino un concepto totalmente liberal que se reduce a que ser ciudadano es: obedecer reglas, obedecer normas al estilo de ciertas políticas públicas, y es un estatus legal que no tiene nada que ver con políticas y con acción.
- ¿Pero en ese marco el ciudadano es un sujeto de derechos, o no?
- Sí, pero reducir el ciudadano a un sujeto de derechos es quitarle todas las otras dimensiones de otras tradiciones. Por ejemplo: el ciudadano es participación política permanente, educación política permanente, compromiso con proyectos colectivos, preocupación por virtudes y definiciones éticas, y se va volviendo simplemente una especie de estatus legal jurídico, es decir, la ciudadanía liberal.
- En ese sentido el discurso de izquierda en América Latina y particularmente en Colombia se queda en ello…
- A mi me parece que el discurso se ha dejado copar por el concepto de las agendas de los institutos internacionales que han aceptado ese concepto de ciudadanía como la clave pero al mismo tiempo va paralelamente una noción liberal, y la izquierda no ha dado una alternativa en el sentido concreto de su concepción de emancipación, ciudadanía y subjetividad.
- ¿Qué valoración hace de posturas asumidas por autores como John Holloway y Boaventura de Sousa que proclaman la posibilidad de “cambiar el mundo sin tomarse el poder” o “de reiventar el poder”?
- Yo creo que es una angustia a las críticas que se hicieron al poder unicéntrico, al poder condesado y estatalizado, entonces ante una crítica a esa concepción, empiezan hacer unos giros un poco retóricos, como por ejemplo, tomarse el poder pero ir más allá del poder. Me parece que esos giros debilitan la tradición clásica del poder grasmsciano, en el sentido de ser grados de correlaciones de fuerza en situaciones concretas, determinadas por lo internacional, por la lucha de clases, etc.
- ¿En ese sentido, la posición del politólogo argentino Atilio Boron de volver al criterio marxista-leninista está en la dirección correcta en su criterio?
- A mi me parece que es correcto volver a lo sustantivo de la tradición marxista-leninista, pero también aceptar, por ejemplo, algunas discusiones de Foucault sobre el carácter actual de las luchas transversales, ampliar la noción de poder no solamente a explotación sino también a sujeción, y a dominación. Es decir, ampliarla a otras formas del poder que operan prácticamente en ese sentido, no abandonando ese pilar de la tradición marxista, aceptar una extensión del concepto por vía más foucaultiana que por vía de Holloway y otros.
- ¿Frente a la crisis civilizatoria de la humanidad y a los coletazos que está dando el capitalismo, qué elementos caracterizaría de un nuevo proceso emancipador?
- La naturaleza de un nuevo proceso emancipatorio pasa necesariamente por discusiones muy profundas sobre justicia social alrededor de una idea trifronte que incluya temas de redistribución, reconocimiento y justicia política. Otro elemento que me parece importante es que no se pregunte sólo sobre quiénes son las subjetividades sino sobre qué tipo de emancipación es pertinente para la época. Hay también que aceptar ciertos elementos de la crítica a las ideas de progreso, sujeto consciente, a la idea de una racionalidad absolutamente desbordada. Algunos elementos del debate foucaultiano hay necesariamente que asimilarlos.
- ¿En ese sentido, tienen vigencia los conceptos de sujeto histórico y de sujeto político?
- Tienen vigencia completamente, pero no en la idea de subjetividad cartesina o kantiana, sino que tienen que incluir elementos freudianos, por ejemplo. Es decir, el sujeto no es el de Descartes que es una identidad consciente, unitaria, con claridad meridiana en todo lo que hace. Es un sujeto que tiene inconsciente, que tiene preconsciente; es un sujeto ya mediado por Freud, Marx, Foucault. Lo grave sería ciertas soluciones posmodernas y es que criticando el progreso del sujeto se abandona la categoría. Todo lo contrario, el desafío no es abandonar la categoría, ni progreso, ni razón, sino ver los límites de ella, las dificultades que enfrenta, las contradicciones que porta y no abandonarla.
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