UNA DE LAS CONCLUSIONES DEL ÚLTIMO LIBRO DE ATILIO BORON
MILITARIZACIÓN DE ESTADOS UNIDOS EN
AMÉRICA LATINA OBEDECE A PROPÓSITO DE IR TOMANDO POSICIONES PARA APODERARSE DE
SUS RECURSOS NATURALES
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
“América Latina en la Geopolítica del
Imperialismo” (Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2012), el título del último
libro del politólogo y científico social argentino Atilio Boron, constituye una
obra imprescindible para quien busque comprender hacia dónde avanza el gran
hegemón en medio de la crisis civilizatoria del capitalismo y su propósito de
dominación de lo que despectivamente se denomina como su “patio trasero”.
El trabajo bibliográfico de Boron
coincide en el tiempo con la estrategia que impulsa el secretario general de
UNASUR, Alí Rodríguez Araque, de defensa de los recursos naturales como eje de
integración, y el impulso que Washington está dando a la denominada Alianza del
Pacífico, cuyo propósito es reeditar el ALCA, proyecto de corte neoliberal y
espíritu neocolonial.
En el libro de Boron se esboza
con toda claridad argumental que los procesos de integración en América Latina
que paulatinamente se vienen consolidando como la Unión de Naciones
Suramericanas (UNASUR) y la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC)
afrontan la permanente amenaza de gobiernos lacayos de la región como los de
México, Colombia y Chile, que intentan convertirse en caballo de Troya y de
esta manera ser funcionales a los intereses hegemónicos de Estados Unidos.
Las operaciones militares que
Washington realiza a lo largo y ancho del hemisferio siempre están disfrazadas
de misiones humanitarias, pero lo cierto es que su propósito es ir tomando
posiciones para apoderarse de sus recursos naturales.
Como anécdota refiere Borón que
hace más de un año cuando comenzó a trabajar en su libro, en América Latina y
el Caribe existían 75 bases militares, y al entregarlo para su edición y
publicación, el Pentágono ya había instalado una más, concretamente en la
frontera peruana-ecuatoriana, en plena zona amazónica.
No es coincidencia, explica, que
dichas bases militares estén ubicadas precisamente en aquellas áreas de
Latinoamérica en donde se encuentran concentradas las riquezas naturales. Las
mismas, advierte, "serán utilizadas cuando llegue el momento
oportuno". Y es que el Che Guevara lo dijo claramente: "América
Latina es la reserva estratégica de Estados Unidos".
ENTRE EL PLAN PUEBLA-PANAMÁ Y EL PLAN COLOMBIA
Boron en su libro señala que
actualmente en el mapa de América Latina se puede perfectamente identificar “la
militarización registrada precisamente en las regiones donde se localizan los
principales recursos naturales. Se debe notar cómo estas se encuentran
encerradas por numerosas bases militares y bajo el monitoreo de importantísimas iniciativas promovidas por
Washington: el Plan Puebla-Panamá, que se extiende entre el centro de México y
Panamá, y que cubre el estratégico istmo centroamericano, capaz de abrir nuevas
rutas de navegación, además del Canal de Panamá, con una amplitud suficiente
para el paso de los grandes supertanques transportadores de petróleo; y el Plan
Colombia, cuya jurisdicción se extiende entre ese país y Perú, pasando por
Ecuador”.
“La estrategia de Washington ha
sido la de hacerse fuerte en el litoral del Pacífico latinoamericano, donde
cuenta con gobiernos que, salvo poquísimas excepciones (Ecuador y Nicaragua),
responden –en algunos casos, incondicionalmente; en otros, con un mínimo de
decoro- a los dictados de la Casa Blanca.
Hablamos de México, Panamá, Colombia, Perú (si se tiene en cuenta el viraje de
Ollanta Humala hacia posiciones proimperialistas) y por supuesto Chile. En el
área centroamericana, Guatemala cayó en manos de la derecha radical pocos meses
atrás y sustituyó al gobierno moderadamente socialdemócrata de Álvaro Colom;
Honduras es un protectorado
estadounidense; El Salvador de Mauricio Funes no dio muestra alguna de
indocilidad ante las órdenes procedentes de Washington, al paso que Laura
Chinchilla, presidenta de Costa Rica y antigua empleada de la USAID , no ha hecho sino
abrir de par en par las puertas de ese país al ingreso de los marines y su
flota de apoyo. No se debe olvidar que los gobiernos de Centroamérica y el
Caribe son extremadamente vulnerables ante el chantaje norteamericano –insinuado
o ejercido permanentemente- en relación con el tema de los migrantes, las
remesas y el acceso al mercado estadounidense. A causa de esto, la capacidad
que estos países tienen de hacer caso omiso
de las presiones de Washington es casi nula. El problema para los
estrategas del Pentágono, se localiza en el litoral atlántico de América del Sur, sede de la mayor economía
de América Latina (Brasil) y la tercera en importancia en la región
(Argentina), usina de una serie de innovaciones bien significativas en materia
política y económica (como la
UNASUR , el Consejo de Defensa Suramericano y, antes, el
Mercado Común del Sur, MERCOSUR) y área en la cual el gobierno bolivariano de
Venezuela ha encontrado importantísimos aliados para su proyecto
antiimperialista, cuyo clímax se alcanzó en Mar del Plata en noviembre de 2005
con la derrota del proyecto imperial del ALCA”.
“Obviamente que este control
sobre el corazón de América del Sur es algo más que un capricho de las fuerzas
armadas estadounidenses. Responde a una lógica económica que encuentra su
fundamento en la creciente vulnerabilidad externa de Estados Unidos en lo
tocante a ciertos suministros estratégicos indispensables para su economía y,
sobre todo, para su aparato militar”.
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