ENTREVISTA CON DIEGO BORJA, PRESIDENTE DEL BANCO CENTRAL DEL ECUADOR
CONTRARIO AL PRECEPTO NEOLIBERAL, LA POLÍTICA MONETARIA Y CREDITICIA DEBE SER FACULTAD DEL PODER EJECUTIVO
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
CONTRARIO AL PRECEPTO NEOLIBERAL, LA POLÍTICA MONETARIA Y CREDITICIA DEBE SER FACULTAD DEL PODER EJECUTIVO
POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
Buenos Aires
El cambio en la función del Banco Central del Ecuador ha sido fundamental para frenar los estragos sociales y económicos que venía causando el nefasto modelo neoliberal, gracias a la nueva Constitución de 2008 que impulsó a través de una Asamblea Constituyente el primer mandatario de este país andino, Rafael Correa Delgado.
“Ya el Banco Central no asume decisiones políticas y no está al servicio de los banqueros” como sucedió durante el periodo neoliberal, señala con vehemencia su presidente, el economista y ex ministro de Finanzas, Diego Borja Cornejo, quien fue expositor en el foro “el rol de la banca central en el desarrollo económico”, que se realizó en el marco del IV Encuentro Internacional de Economía Política y Derechos Humanos organizado por la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo de Buenos Aires, junto a sus colegas de Venezuela, Uruguay y Argentina.
“En Ecuador se viene operando un proceso de cambio en medio de un Estado capitalista y una sociedad burguesa”, explica Borja, y en lo que atañe a la política cambiaria y crediticia, señala que ésta por precepto constitucional es ahora “facultad exclusiva de la función ejecutiva que se instrumenta a través del Banco Central”.
CONTRA LOS INTERESES DE LA NACIÓN
En diálogo con el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano WWW.CRONICON.NET, recuerda que fue precisamente esta entidad financiera estatal la que “secuestró” los ahorros de la población ecuatoriana en beneficio de los banqueros corruptos, algunos fugados a Estados Unidos, y otros, procesados actualmente por la justicia.
Al mismo tiempo, el Banco Central, en los aciagos años neoliberales, agrega, fue el artífice tanto de la sucretización de la deuda privada como de la pérdida de soberanía monetaria.
En efecto, durante el gobierno conservador del conspicuo presidente neoliberal Osvaldo Hurtado Larrea (1981-1984), el Estado ecuatoriano asumió entonces la deuda privada cambiando las obligaciones en dólares por obligaciones en sucres, según la paridad y el tipo de interés fijados a la firma del contrato. Así los actores privados, no tuvieron que soportar el costo del aumento de los tipos de interés y de la devaluación del sucre, la moneda que regía en este país.
Ese proceso, señala Borja, que puede considerarse como un subsidio a solo 95 poderosos beneficiarios (entre personas naturales y jurídicas) le costó al Estado ecuatoriano más de 1.682 millones de dólares. Es decir, se socializó la deuda privada de unos pocos influyentes ciudadanos, lo cual es injusto, ilegal e inmoral.
Por si lo anterior fuera poco, continua Borja, al Banco Central también le cabe responsabilidad en la dolarización de la economía ecuatoriana en enero de 2000, durante el gobierno del derrocado presidente Jamil Mahuad (1998-2000).
“En realidad, la ingenua y temeraria dolarización unilateral ecuatoriana constituyó un absurdo económico y geopolítico, fue tomada de forma apresurada en un momento de grave crisis y confundió torpemente los efectos con las causas de la crisis, ya que, la depreciación de la moneda fue consecuencia de la crisis financiera y no la crisis financiera consecuencia de de la depreciación. Además de lo anterior, en un nuevo atentado a la tan cacareada seguridad jurídica y al Estado de Derecho, la dolarización fue abiertamente inconstitucional ya que la Constitución de la república, de 1998, en su artículo 246 establecía claramente que la moneda nacional era el ‘sucre’, artículo que nunca se tomaron siquiera la molestia de modificar” (1).
UN BANCO AL SERVICIO DEL PUEBLO, NO ES RETÓRICA
Para enterrar esa negra y triste experiencia de un Banco Central al servicio de los intereses internacionales y de los banqueros corruptos del Ecuador, se requirió de un cambio constitucional y de la suficiente voluntad política para dar un vuelco de 180 grados en la política financiera y cambiaria del país.
En la actualidad, “es un Banco alternativo al anterior que estaba al servicio de los banqueros y del Fondo Monetario Internacional que ocupaba sus instalaciones sin pagar arriendo. Hoy, en contraste, está al servicio de las organizaciones sociales y de las cooperativas”, sostiene Borja.
Además, recaba que se han adoptado una serie de políticas para modernizarlo y de esta manera cumplir a cabalidad una efectiva función social, entre las cuales destaca la puesta en red con los bancos centrales regionales, la integración al Sistema Único de Compensación Regional (Sucre), impulso de mercados virtuales de liquidez para contribuir en forma eficaz al desarrollo social, creando productos orientados a pequeños y medianos inversionistas.
También se recuperó la reserva internacional con cuyos recursos que se canalizan a través de la banca pública, se están financiando proyectos de desarrollo social para amplios sectores del país.
No obstante la dolarización, “vamos a hacer reformas sociales”, dice Borja y por eso otro de los proyectos en que está comprometido a fondo el Banco Central es el de la reforma agraria, mediante la recuperación del suelo, el mantenimiento de la biodiversidad, el agua, el mejoramiento de infraestructura, para lo cual se requiere amplio acceso al crédito por parte del campesino.
“No hay transformación democrática sin reforma agraria”, explica, y reitera que el Banco Central va a ser determinante en su financiación.
Por el nuevo rol que está cumpliendo esta entidad crediticia central en Ecuador, su Presidente colige: “el Banco hoy está al servicio del pueblo, no es retórica”.
LA BANCA CENTRAL Y SU COMPROMISO CON LOS DERECHOS CIUDADANOS
Borja se mostró de acuerdo con sus colegas de Argentina, Arturo O´Conell; Uruguay, Mario Bergara, y Venezuela, José Félix Rivas; quienes coincidieron en que la función de la banca central en los países debe estar estrechamente vinculada a garantizar las políticas sociales y los derechos ciudadanos.
El Consenso de Washington que impulsó el modelo neoliberal prohibió a los bancos centrales financiar a los gobiernos y limitó su papel a luchar contra la inflación.
Frente a esta limitante, los gobiernos se vieron en la necesidad de reemplazar la emisión monetaria por contratación de deuda.
Los bancos centrales fueron precisamente creados para financiar a los gobiernos. El primer organismo de esta naturaleza, el Banco de Inglaterra, fue fundado con el propósito de darle disponibilidad de recursos a la corona británica para la guerra.
Según la receta neoliberal, la banca central tenía que ser independiente, pero la experiencia demostró que ejercía una independencia en lo interno aunque era obsecuente frente a los requerimientos de los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.
Con la irrupción de gobiernos progresistas en América Latina, el rol de estas instituciones está cambiando. La visión que tienen estos presidentes de los Bancos Centrales de las naciones suramericanas mencionadas, es que las orientaciones políticas en materia financiera y económica no pueden estar a su cargo.
Por el contrario, explican, su papel es el de estar en consonancia con la política económica que trace el gobierno. La banca central no puede ser otra cabeza de la política económica nacional.
En los países latinoamericanos gobernados por sectores de izquierda y centroizquierda existe la convicción de que la ética de una sociedad se mide en la medida de cómo se trata a la población más desfavorecida, por eso los presidentes de sus Bancos Centrales consideran que tiene una responsabilidad social implícita que implica contribuir a la inclusión social y el acceso de los sectores más débiles a los servicios financieros.
PARA BENEFICIO DE TODOS LOS SECTORES DE LA POBLACIÓN
Diego Borja explica en esta entrevista los alcances de la nueva misión institucional del Banco Central del Ecuador.
- ¿Cómo ha sido la experiencia del nuevo rol constitucional del Banco Central del Ecuador que ahora hace parte del poder ejecutivo?
- La experiencia es que el Banco Central se ha puesto al servicio de toda la nación y de todo el pueblo. El Banco Central tenía una incomprensión, se veía como el banco de los banqueros y actuó de esa manera. En el año de 1999 el traspaso que hizo de recursos a la banca cerrada, a la banca tramposa, fue inimaginable. Hoy día ha cambiado completamente ese rol, es un Banco que se pone al servicio en cuanto al manejo de la liquidez y del sistema de pagos de todos los actores financieros del país: donde está la banca privada, pero donde están también otros, como las cooperativas, las cooperativas no reguladas, las mutuales, las cajas populares, etc.
- Usted ha señalado que uno de los retos del gobierno del presidente Rafael Correa es la puesta en marcha de una reforma agraria. ¿Qué papel va a jugar en este tema el Banco Central?
- Nosotros creemos que no puede haber tierra sin crédito. Ya tuvimos una experiencia anterior en que se repartió la tierra pero al no tener los campesinos acceso al crédito simplemente fracasó. Ahora creemos que buena parte del ahorro nacional que anteriormente el Banco Central lo canalizaba hacia el exterior debe ser dirigido para crédito directo a los productores agrícolas a través del Banco Nacional de Fomento que es nuestro banco, y que debe ser de los campesinos.
- ¿Cuál es el resultado de haber retirado la reserva ecuatoriana de la banca internacional?
- Excelente, es una experiencia que nos ha permitido financiar con nuestro propio ahorro interno el desarrollo nacional. Está ganando en rentabilidad nueve veces más de lo que estaba ganando afuera y tiene mucha seguridad porque está adentro del país y se puede recuperar con mucha facilidad.
- ¿Cómo es el manejo de la política monetaria teniendo una moneda dolarizada?
- Bueno, la dolarización ha significado una camisa de fuerza pero nosotros no nos hemos quedado en los límites que ella nos impone, sino que, más allá de esto, la hemos utilizado, por ejemplo, para tener estabilidad en el poder adquisitivo, lo cual es bueno, y sobre todo para generar mecanismos de flexibilidad de la liquidez. Lo cierto es que con dolarización o sin dolarización vamos a profundizar esta revolución.
- Usted también ha señalado que en estos momentos en su país se está redefiniendo el rol del Banco Central bajo los nuevos preceptos constitucionales. ¿A que apunta ese nuevo objetivo misional del Banco?
- El rol del Banco Central del Ecuador de acuerdo a la nueva Constitución de 2008 es de ejecutor de política monetaria, financiera y crediticia, ya no es más esa autoridad “autónoma” entre comillas que respondía a intereses extraños como el Fondo Monetario Internacional que estaba instalado en sus edificaciones, sino a los legítimamente definidos por la democracia, las elecciones y la Constitución.
- El gobierno ecuatoriano viene abogando por una nueva arquitectura financiera internacional para América Latina. ¿Por qué?
- Porque la crisis económica ha demostrado con absoluta claridad la bancarrota del sistema de gestión económica internacional. América del Sur tiene que ponerse a un lado frente a lo que han sido las soluciones tradicionales y alejarse de los esquemas económicos tradicionales como el Fondo Monetario Internacional, que sólo profundizan los problemas sociales de las naciones subdesarrolladas. Es lo que ha quedado demostrado con los países europeos como Grecia, que afrontan las dificultades económicas por seguir los dictámenes de esta institución. En este país europeo se están llevando adelante las mismas políticas que el FMI propugnaba hace años y que son fracasadas. América Latina no puede repetir eso, porque de lo contrario profundiza la crisis, profundiza el deterioro económico y social de estas sociedades. Tenemos que trabajar con organismos que no nos condicionen la política económica. Por eso el proyectado Banco del Sur, el Fondo Común de Reservas y el Sistema Único de Compensación Regional (Sucre), son herramientas que nos permiten protegernos de la crisis y, al mismo tiempo, concretar la integración financiera.
- ¿Cómo y en forma definitiva, enterrar en el Ecuador “la larga y triste noche neoliberal”?
- Poco a poco con la luz del día que va apareciendo, porque como se decía en la discusión de la izquierda, la revolución es una sucesión de reformas y la consolidación de esa sucesión de reformas. Eso estamos haciendo, todos los días.
1/ Correa, Rafael. Ecuador: de Banana Republic a la No República, Random House Mondadori, enero de 2010.
El cambio en la función del Banco Central del Ecuador ha sido fundamental para frenar los estragos sociales y económicos que venía causando el nefasto modelo neoliberal, gracias a la nueva Constitución de 2008 que impulsó a través de una Asamblea Constituyente el primer mandatario de este país andino, Rafael Correa Delgado.
“Ya el Banco Central no asume decisiones políticas y no está al servicio de los banqueros” como sucedió durante el periodo neoliberal, señala con vehemencia su presidente, el economista y ex ministro de Finanzas, Diego Borja Cornejo, quien fue expositor en el foro “el rol de la banca central en el desarrollo económico”, que se realizó en el marco del IV Encuentro Internacional de Economía Política y Derechos Humanos organizado por la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo de Buenos Aires, junto a sus colegas de Venezuela, Uruguay y Argentina.
“En Ecuador se viene operando un proceso de cambio en medio de un Estado capitalista y una sociedad burguesa”, explica Borja, y en lo que atañe a la política cambiaria y crediticia, señala que ésta por precepto constitucional es ahora “facultad exclusiva de la función ejecutiva que se instrumenta a través del Banco Central”.
CONTRA LOS INTERESES DE LA NACIÓN
En diálogo con el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano WWW.CRONICON.NET, recuerda que fue precisamente esta entidad financiera estatal la que “secuestró” los ahorros de la población ecuatoriana en beneficio de los banqueros corruptos, algunos fugados a Estados Unidos, y otros, procesados actualmente por la justicia.
Al mismo tiempo, el Banco Central, en los aciagos años neoliberales, agrega, fue el artífice tanto de la sucretización de la deuda privada como de la pérdida de soberanía monetaria.
En efecto, durante el gobierno conservador del conspicuo presidente neoliberal Osvaldo Hurtado Larrea (1981-1984), el Estado ecuatoriano asumió entonces la deuda privada cambiando las obligaciones en dólares por obligaciones en sucres, según la paridad y el tipo de interés fijados a la firma del contrato. Así los actores privados, no tuvieron que soportar el costo del aumento de los tipos de interés y de la devaluación del sucre, la moneda que regía en este país.
Ese proceso, señala Borja, que puede considerarse como un subsidio a solo 95 poderosos beneficiarios (entre personas naturales y jurídicas) le costó al Estado ecuatoriano más de 1.682 millones de dólares. Es decir, se socializó la deuda privada de unos pocos influyentes ciudadanos, lo cual es injusto, ilegal e inmoral.
Por si lo anterior fuera poco, continua Borja, al Banco Central también le cabe responsabilidad en la dolarización de la economía ecuatoriana en enero de 2000, durante el gobierno del derrocado presidente Jamil Mahuad (1998-2000).
“En realidad, la ingenua y temeraria dolarización unilateral ecuatoriana constituyó un absurdo económico y geopolítico, fue tomada de forma apresurada en un momento de grave crisis y confundió torpemente los efectos con las causas de la crisis, ya que, la depreciación de la moneda fue consecuencia de la crisis financiera y no la crisis financiera consecuencia de de la depreciación. Además de lo anterior, en un nuevo atentado a la tan cacareada seguridad jurídica y al Estado de Derecho, la dolarización fue abiertamente inconstitucional ya que la Constitución de la república, de 1998, en su artículo 246 establecía claramente que la moneda nacional era el ‘sucre’, artículo que nunca se tomaron siquiera la molestia de modificar” (1).
UN BANCO AL SERVICIO DEL PUEBLO, NO ES RETÓRICA
Para enterrar esa negra y triste experiencia de un Banco Central al servicio de los intereses internacionales y de los banqueros corruptos del Ecuador, se requirió de un cambio constitucional y de la suficiente voluntad política para dar un vuelco de 180 grados en la política financiera y cambiaria del país.
En la actualidad, “es un Banco alternativo al anterior que estaba al servicio de los banqueros y del Fondo Monetario Internacional que ocupaba sus instalaciones sin pagar arriendo. Hoy, en contraste, está al servicio de las organizaciones sociales y de las cooperativas”, sostiene Borja.
Además, recaba que se han adoptado una serie de políticas para modernizarlo y de esta manera cumplir a cabalidad una efectiva función social, entre las cuales destaca la puesta en red con los bancos centrales regionales, la integración al Sistema Único de Compensación Regional (Sucre), impulso de mercados virtuales de liquidez para contribuir en forma eficaz al desarrollo social, creando productos orientados a pequeños y medianos inversionistas.
También se recuperó la reserva internacional con cuyos recursos que se canalizan a través de la banca pública, se están financiando proyectos de desarrollo social para amplios sectores del país.
No obstante la dolarización, “vamos a hacer reformas sociales”, dice Borja y por eso otro de los proyectos en que está comprometido a fondo el Banco Central es el de la reforma agraria, mediante la recuperación del suelo, el mantenimiento de la biodiversidad, el agua, el mejoramiento de infraestructura, para lo cual se requiere amplio acceso al crédito por parte del campesino.
“No hay transformación democrática sin reforma agraria”, explica, y reitera que el Banco Central va a ser determinante en su financiación.
Por el nuevo rol que está cumpliendo esta entidad crediticia central en Ecuador, su Presidente colige: “el Banco hoy está al servicio del pueblo, no es retórica”.
LA BANCA CENTRAL Y SU COMPROMISO CON LOS DERECHOS CIUDADANOS
Borja se mostró de acuerdo con sus colegas de Argentina, Arturo O´Conell; Uruguay, Mario Bergara, y Venezuela, José Félix Rivas; quienes coincidieron en que la función de la banca central en los países debe estar estrechamente vinculada a garantizar las políticas sociales y los derechos ciudadanos.
El Consenso de Washington que impulsó el modelo neoliberal prohibió a los bancos centrales financiar a los gobiernos y limitó su papel a luchar contra la inflación.
Frente a esta limitante, los gobiernos se vieron en la necesidad de reemplazar la emisión monetaria por contratación de deuda.
Los bancos centrales fueron precisamente creados para financiar a los gobiernos. El primer organismo de esta naturaleza, el Banco de Inglaterra, fue fundado con el propósito de darle disponibilidad de recursos a la corona británica para la guerra.
Según la receta neoliberal, la banca central tenía que ser independiente, pero la experiencia demostró que ejercía una independencia en lo interno aunque era obsecuente frente a los requerimientos de los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.
Con la irrupción de gobiernos progresistas en América Latina, el rol de estas instituciones está cambiando. La visión que tienen estos presidentes de los Bancos Centrales de las naciones suramericanas mencionadas, es que las orientaciones políticas en materia financiera y económica no pueden estar a su cargo.
Por el contrario, explican, su papel es el de estar en consonancia con la política económica que trace el gobierno. La banca central no puede ser otra cabeza de la política económica nacional.
En los países latinoamericanos gobernados por sectores de izquierda y centroizquierda existe la convicción de que la ética de una sociedad se mide en la medida de cómo se trata a la población más desfavorecida, por eso los presidentes de sus Bancos Centrales consideran que tiene una responsabilidad social implícita que implica contribuir a la inclusión social y el acceso de los sectores más débiles a los servicios financieros.
PARA BENEFICIO DE TODOS LOS SECTORES DE LA POBLACIÓN
Diego Borja explica en esta entrevista los alcances de la nueva misión institucional del Banco Central del Ecuador.
- ¿Cómo ha sido la experiencia del nuevo rol constitucional del Banco Central del Ecuador que ahora hace parte del poder ejecutivo?
- La experiencia es que el Banco Central se ha puesto al servicio de toda la nación y de todo el pueblo. El Banco Central tenía una incomprensión, se veía como el banco de los banqueros y actuó de esa manera. En el año de 1999 el traspaso que hizo de recursos a la banca cerrada, a la banca tramposa, fue inimaginable. Hoy día ha cambiado completamente ese rol, es un Banco que se pone al servicio en cuanto al manejo de la liquidez y del sistema de pagos de todos los actores financieros del país: donde está la banca privada, pero donde están también otros, como las cooperativas, las cooperativas no reguladas, las mutuales, las cajas populares, etc.
- Usted ha señalado que uno de los retos del gobierno del presidente Rafael Correa es la puesta en marcha de una reforma agraria. ¿Qué papel va a jugar en este tema el Banco Central?
- Nosotros creemos que no puede haber tierra sin crédito. Ya tuvimos una experiencia anterior en que se repartió la tierra pero al no tener los campesinos acceso al crédito simplemente fracasó. Ahora creemos que buena parte del ahorro nacional que anteriormente el Banco Central lo canalizaba hacia el exterior debe ser dirigido para crédito directo a los productores agrícolas a través del Banco Nacional de Fomento que es nuestro banco, y que debe ser de los campesinos.
- ¿Cuál es el resultado de haber retirado la reserva ecuatoriana de la banca internacional?
- Excelente, es una experiencia que nos ha permitido financiar con nuestro propio ahorro interno el desarrollo nacional. Está ganando en rentabilidad nueve veces más de lo que estaba ganando afuera y tiene mucha seguridad porque está adentro del país y se puede recuperar con mucha facilidad.
- ¿Cómo es el manejo de la política monetaria teniendo una moneda dolarizada?
- Bueno, la dolarización ha significado una camisa de fuerza pero nosotros no nos hemos quedado en los límites que ella nos impone, sino que, más allá de esto, la hemos utilizado, por ejemplo, para tener estabilidad en el poder adquisitivo, lo cual es bueno, y sobre todo para generar mecanismos de flexibilidad de la liquidez. Lo cierto es que con dolarización o sin dolarización vamos a profundizar esta revolución.
- Usted también ha señalado que en estos momentos en su país se está redefiniendo el rol del Banco Central bajo los nuevos preceptos constitucionales. ¿A que apunta ese nuevo objetivo misional del Banco?
- El rol del Banco Central del Ecuador de acuerdo a la nueva Constitución de 2008 es de ejecutor de política monetaria, financiera y crediticia, ya no es más esa autoridad “autónoma” entre comillas que respondía a intereses extraños como el Fondo Monetario Internacional que estaba instalado en sus edificaciones, sino a los legítimamente definidos por la democracia, las elecciones y la Constitución.
- El gobierno ecuatoriano viene abogando por una nueva arquitectura financiera internacional para América Latina. ¿Por qué?
- Porque la crisis económica ha demostrado con absoluta claridad la bancarrota del sistema de gestión económica internacional. América del Sur tiene que ponerse a un lado frente a lo que han sido las soluciones tradicionales y alejarse de los esquemas económicos tradicionales como el Fondo Monetario Internacional, que sólo profundizan los problemas sociales de las naciones subdesarrolladas. Es lo que ha quedado demostrado con los países europeos como Grecia, que afrontan las dificultades económicas por seguir los dictámenes de esta institución. En este país europeo se están llevando adelante las mismas políticas que el FMI propugnaba hace años y que son fracasadas. América Latina no puede repetir eso, porque de lo contrario profundiza la crisis, profundiza el deterioro económico y social de estas sociedades. Tenemos que trabajar con organismos que no nos condicionen la política económica. Por eso el proyectado Banco del Sur, el Fondo Común de Reservas y el Sistema Único de Compensación Regional (Sucre), son herramientas que nos permiten protegernos de la crisis y, al mismo tiempo, concretar la integración financiera.
- ¿Cómo y en forma definitiva, enterrar en el Ecuador “la larga y triste noche neoliberal”?
- Poco a poco con la luz del día que va apareciendo, porque como se decía en la discusión de la izquierda, la revolución es una sucesión de reformas y la consolidación de esa sucesión de reformas. Eso estamos haciendo, todos los días.
1/ Correa, Rafael. Ecuador: de Banana Republic a la No República, Random House Mondadori, enero de 2010.
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