ENTREVISTA CON EL
RECTOR DE IAEN DE ECUADOR, CARLOS PRIETO DEL CAMPO
“EL CAPITALISMO POR
DEFINICIÓN ES GUERRA Y CRISIS SISTÉMICA DE LOS GRANDES EQUILIBRIOS SOCIALES”
POR FERNANDO ARELLANO
ORTIZ
Con un estilo provocador y directo,
en medio eso sí del rigor académico e investigativo, el filósofo, abogado y
catedrático universitario español Carlos Prieto del Campo, sostuvo sin ambages
durante una conferencia en un congreso de ciencia política en Madrid en 2005,
que el proceso de producción “en el capitalismo histórico es por definición
guerra civil articulada en todas las dimensiones de la estructura social, del
modelo de acumulación y de las formas de gestión geopolítica y neoeconómica del
conflicto mundial”.
Acotó enseguida que “todo ciclo sistémico de acumulación de
capital, por consiguiente, genera un conjunto de relaciones sociales cuya
tendencia apunta al estallido de la guerra civil en cada una de las estructuras
sociales”. Su conferencia que lleva por título “Capitalismo, guerra y movimientos
antisistémicos” constituye a no dudarlo una reflexión muy concienzuda sobre lo
anticivilizatorio y, por ende, antidemocrático, de este sistema económico que
como bien lo sintetizó Karl Marx, “vino al mundo chorreando sangre y barro por
todos sus poros”.
Prieto del Campo es un investigador social que hace parte de
un laboratorio interactivo denominado Universidad Nómada (http://www.universidadnomada.net) que tiene como uno de sus
propósitos pensar la producción y difusión de las herramientas intelectuales,
teóricas y culturales necesarias para comprender cuáles son las formas de
dominación, explotación y la promoción de nuevos sujetos políticos que
contribuyan a la transformación social desde una óptica poscapitalista.
Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense
de Madrid, politólogo, licenciado en Derecho y docente universitario, Prieto
del Campo es un acucioso autor de libros, ensayos y artículos sobre economía
política y globalización. Desde hace algunos años se encuentra radicado en
Ecuador, país en el que viene prestando sus servicios de asesor primero en la Secretaria Nacional
de Planificación y Desarrollo (SENPLADES) y desde el pasado mes de marzo como rector del Instituto de Altos
Estudios Nacionales (IAEN) con sede en Quito, por designación del presidente
Rafael Correa, previo un proceso de selección meritocrático.
En su oficina de rector de esa institución de posgrados en
administración pública, atiende al Observatorio
Sociopolítico Latinoamericano WWW.CRONICON.NET,
para dialogar sobre el sustento bélico y pernicioso del capitalismo a través de
la historia.
LA GUERRA COMO MECANISMO DE REGULACIÓN SOCIAL Y DE OPCIONES GEOPOLÍTICAS
-
En una de sus conferencias usted
afirma en forma tajante que la producción en el capitalismo histórico es, por
definición, guerra civil. ¿Por qué?
-
Porque
realmente el capitalismo histórico como formación social estructuralmente
dinámica a escala global ha producido recurrentemente tasas altísimas de
violencia tanto en el interior de las distintas unidades nacionales como en el
conjunto del sistema mundo. Si
realmente se analiza el capitalismo histórico desde el siglo XVI, y se observan sus regularidades, tanto en los
grandes cambios sistémicos como en la reorganización que el funcionamiento del
sistema a escala global producen las unidades nacionales, se comprueba
fehacientemente que la violencia que genera el sistema es muy alta. Las grandes
reestructuraciones sistémicas del capitalismo histórico están puntuadas por
episodios de violencia y de guerra que estallan a escala global. Si se analiza
la transición de la primera hegemonía ibérica genovesa a la holandesa, o de la
holandesa a la inglesa, o de la inglesa a la estadounidense, se ve que esos
modelos de cambio sistémico están
jalonados por grandes conflictos
bélicos. Es el caso de la transición ibérico-genovesa a la hegemonía holandesa
a principios del siglo XVII, es todo el conflicto de la guerra de los treinta
años que asoló a Europa y que destruyó buena parte de la infraestructura y de
la civilización o fundamentos materiales de la civilización europea en esos
momentos. Si lo analizamos a escala más global se percibe una tasa de violencia
enorme en América Latina, por ejemplo, y una tasa de violencia muy fuerte ya en
la penetración de Europa en toda el área
asiática por no hablar del conflicto permanente en el Mediterráneo. Si hablamos
por otra parte de la transición del ciclo de acumulación holandesa al británico
es exactamente igual a finales del siglo XVIII y principios del XIX, tenemos
ahí otro periodo de guerra que se inicia a mitad del XVIII y arranca ya de
manera muy fuerte con todo el ciclo revolucionario del 89 que lleva prácticamente
al concierto de Viena en 1815. Exactamente igual pasa con la transición
británica a la estadounidense, esto en el gran ciclo de la gran guerra civil
europea de 1914 a 1939. En este periodo de guerra se está codificando la
transición de estos grandes momentos estructurales del capitalismo histórico.
Ahí tenemos por ejemplo un soporte muy fuerte de guerra civil, que de alguna
manera está expresando en términos militares esa violencia estructural del
capitalismo. Si luego ese tipo de tesis del capitalismo como guerra civil lo
metemos a las distintas unidades nacionales encontramos también una tasa de
violencia enorme. Es decir, el capitalismo opera con la guerra como mecanismo
de estructuración y de reestructuración en grandes cortes sistémicos y luego produce
la guerra de forma micro o meso en las unidades nacionales o en las unidades
regionales. Si se toma la situación en cualquiera de las naciones o Estados
europeos o latinoamericanos, vemos que la guerra civil y el enfrentamiento de
clase en virtud de la utilización de medios militares es una constante de la
guerra civil estadounidense hasta el “Bogotazo” colombiano, pasando por las
guerras liberales de Eloy Alfaro en Ecuador. Podemos ver una secuencia de
violencia muy fuerte como mecanismo de resolución del conflicto social que está
engendrado por el comportamiento sistémico del capitalismo histórico. Lo que es
interesante ver es cómo la guerra se convierte en un mecanismo tanto de
regulación social como de las grandes opciones
geopolíticas en el devenir diacrónico del capitalismo histórico.
-
Tras ese amplio contexto histórico que
nos acaba de hacer, ¿podríamos colegir
que el capitalismo es un sistema
económico anticivilizatorio?
-
El
concepto de civilización es bastante escurridizo, en todo caso el capitalismo
es un sistema histórico que ha producido múltiples realidades en su devenir
diacrónico, es anticivilizatorio en la medida
que introduce altas cuotas de violencia, altas cuotas de desigualdad y
altas cuotas de desarticulación social como un rasgo inevitable, ineludible,
implacable de su reproducción estructural históricamente entendida. En ese
sentido si que se puede decir que tiene un componente profundamente anticivilizatorio
si por civilización se entiende una organización social, cultural económica
anticipatoria que intenta producir cuotas fuertes de democracia radical a la
hora del reparto de recursos y ordenar la relación de la sociedad entre sus
miembros y la naturaleza, en ese sentido si que tiene un impacto profundamente
destructivo sobre todo si se analizan los grandes ciclos. En el último tramo
estructuralmente estable del capitalismo histórico, prácticamente el ciclo que
arranca de finales del XIX hasta la actualidad en 2013, vemos el impacto que
tiene el capitalismo en cuanto a su destructividad social. Si analizamos únicamente la situación de Europa entre 1948 y 1979
vemos una situación de relativa calma y relativa estabilidad, la cual depende
mucho de la unidad temporal y de la unidad espacial que nosotros apliquemos al
funcionamiento del capitalismo. Si realmente acotamos espacialmente y
temporalmente nuestra unidad de análisis obviamente encontramos periodos de
estabilidad y de florecimiento, si ampliamos espacialmente y temporalmente
nuestro dispositivo analítico encontramos realmente esas tasas de violencia y
esas tasas de destrucción de la civilización o de las sociedades humanas. En
ese sentido sí que podríamos afirmar sin ningún tipo de dudas que el
capitalismo tiene un grado de barbarie muy profundamente inserto en su código
genético, o sea, es una forma de organizar las relaciones humanas que
francamente produce mas violencia que una participación ordenada común
democrática igualitaria, equitativa, en el reparto de los recursos.
-
¿El capitalismo para poder
reproducirse requiere de la guerra y de las crisis?
-
Obviamente,
es que el capitalismo por definición es guerra y crisis sistémica de los
grandes equilibrios sociales, o sea, no hay capitalismo sin violencia y sin
guerra, y como decíamos antes, eso desde un punto de vista histórico es algo
que es absolutamente obvio que, desde luego, contradice la descripción liberal
del funcionamiento del capitalismo como un modelo social que opera por consenso
en torno a una especie de situación ideal en la que se produce el ajuste de las
disputas, de los conflictos y de las luchas a través de un permanente diálogo
entre los actores sociales. Si la estructura social reproduce un modelo de
organización desigual, no participativo, no democrático y tremendamente
inequitativo quiere decir que la violencia y la crisis tienen que estar
insertos como mecanismos de regulación del sistema, no hay otra forma de
hacerlo. Si una estructura social por definición produce esos resultados
únicamente mediante la crisis y la guerra pueden dirimirse las permanentes
demandas de las clases subalternas y de las clases dominadas por otro pacto
social, si ese pacto social ideológicamente tiene una normatividad que la
estructura de la relación capital desmiente permanentemente, no queda más
remedio que recurrir a la violencia para que las palabras se adecuen a las
cosas y viceversa. Entonces en ese sentido la crisis y la guerra son el correlato
de una estructura que produce por definición exclusión para una parte muy
importante de la población global. No es que la guerra sea la política
continuada por otros medios, si no que la política es la guerra continuada por
otros medios.
-
¿Dentro de ese contexto, se puede
decir que para que exista democracia debe haber mucho menos capitalismo?
-
La
democracia es un conflicto bastante
espurio también, la democracia al fin de cuentas es una negociación dentro de
la estructura del poder capitalista, de la emergencia de las clases subalternas
y dominadas como sujetos antagonistas que reivindican la política para
enfrentarse a una estructura violenta que realmente no juridifica sus mecanismos de explotación. El derecho en ese
sentido no es solo el derecho de las clases dominantes sino también puede ser
el derecho de las clases subalternas a tener derechos. Anteriormente el
capitalismo históricamente ha funcionado mejor en entornos alegales que en
entornos juridificados, no quiere decir que el derecho no se inserte o no sea
un elemento esencial en toda la construcción de la denominación capitalista, pero no hay que olvidar que el
capitalismo, si lo analizamos en una alternativa temporal suficientemente
amplio y en un espacialidad que abarque el globo, ha funcionado de manera legal
y se ha reproducido de un modo que se ha sentido tremendamente incomodo con la
juridificación y la legalización de sus pautas de funcionamiento. No tenemos
que hablar de todo el circuito de la acumulación originaria, ni de todas las
formas de explotación de trabajo al margen del contrato salarial sino que
históricamente desde el comercio, del gran trafico de esclavos hasta las
relaciones no salariales en la zonas rurales de prácticamente el conjunto de la
economía mundial capitalista, todo el debate en torno de los delitos fiscales,
la debilitación de los derechos y del wall fair state en los países de la
economía mundo, todo el debilitamiento de los derechos sociales, responde a
esa hostilidad del capitalismo al
derecho como codificación del catálogo de reivindicaciones básicas de las poblaciones
y de las clases dominadas y de los grupos subalternos. La democracia tal como se ha entendido en el último ciclo histórico
fuerte del capitalismo desde finales del XIX hasta ahora supone esa negociación
muy dura y muy disputada entre la democracia y constitucionalización de los
derechos y del intento de la relación capital, del capitalismo de destruir esa
codificación de los derechos vía constitucional o vía marco legal estable. Toda
la revolución neo como la neoliberal de finales de los años 70 pretende entre
otras cosas destruir el derecho como mecanismo de regulación social, lo que
significa destruir la democracia, de acuerdo con este modelo ideológico
liberal. Destruir la democracia como mecanismo de autorregulación de las
sociedades porque el capitalismo no se siente cómodo en entornos democráticos
porque estos provocan una jurisdificación de relaciones sociales económicas y
políticas que operan mucho mejor en términos de guerra civil y violencia
desnuda y de reproducción sistémica de un modelo de dominación.
NECESIDAD DE PODERES CONSTITUYENTES FUERTES
-
Frente a este fenómeno de
debilitamiento de la democracia y ante la reafirmación de partidos políticos mafiosos
como el Partido Popular de España y de los de la derecha latinoamericana, ¿cuál
debería ser el rol de los movimientos antisistémicos?
-
Los
movimientos antisistémicos lo que tienen que provocar a coto plazo son poderes
constituyentes fuertes, que acaben con los viejos sistemas de representación,
el sistema de partidos latinoamericano o buena parte de los sistemas de
partidos europeos han cumplido ya su ciclo histórico. Obviamente, excluyendo los nuevos ciclos constituyentes que se han
producido en América Latina, pero en el caso de Europeo, el sistema de partidos
casi sin excepción conforman un modelo de representación y unos actores políticos que gobiernan en contra de
sus sociedades; gobiernan en contra de las necesidades de la mayoría; y
gobiernan generalmente para anteponer
los intereses del modelo social y del modelo de reproducción en una carrera
completamente suicida que lleva al conjunto de las sociedades al desastre y a
una situación que sencillamente es
insostenible. En América Latina se vio esto entre las décadas 70, 80 y 90, y
evidentemente la reacción que se ha producido
viene justamente a reivindicar esa función de los movimientos
antisistémicos para generar nuevos
procesos de poder constituyente que cambien el pacto social en el interior de
una estructura que intenta destruir esos nuevos acuerdos de convivencia. En aquellos
países de América Latina en los que se ha producido ese cambio profundo, ese
cambio constitucional fuerte, todo el mundo ve las dificultades, a pesar de los
grandes logros para estabilizar la vectorialidad y la flecha de futuro de esos
procesos de transformación. Lo que está claro es que estos movimientos antisistémicos
en Europa y en América Latina, sobre todo en los países en que se han producido
cambios constituyentes, solo pueden apuntar a destruir el actual sistema de
partidos y a crear otros sujetos políticos que puedan representar los intereses
mayoritarios de la sociedad. En Europa es absolutamente claro, son sistemas de
partidos que producen actores que gobiernan en contra de sus propios ciudadanos.
LA UNIVERSIDAD DEBE SER LA GRAN MATRIZ
PARA DEMOCRATIZAR EL CONOCIMIENTO
-
Finalmente, habida cuenta de que usted está cumpliendo un nuevo rol aquí
en Ecuador como académico, ¿cual cree que es la función de la universidad en el
proceso de emancipación?
-
La
universidad históricamente es una institución compleja que ha pasado por
múltiples fases y ha experimentado cambios que la han hecho irreconocible de un
momento histórico a otro, pero en esta coyuntura la universidad tiene que ser
la gran matriz para democratizar el acceso al conocimiento, en un contexto
histórico en el cual éste se convierte o debe convertirse en un bien de acceso
común para la inmensa mayoría de la población. Si estamos en una sociedad
denominada por el conocimiento no es porque éste haya crecido de una manera
completamente espontánea, sino porque realmente la propia fuerza de trabajo, la
propia composición de clase ha logrado de alguna forma introyectar ese
conocimiento socialmente producido, universalmente distribuido a la hora de
incorporarlo a la percepción media de lo que ocurre en las sociedades. La sociedad del conocimiento no es la
difusión de un conocimiento neutro, la sociedad del conocimiento es la
traducción de una gran riqueza en el sujeto productivo, en términos de un
conocimiento absorbido por la gran riqueza de las luchas de los procesos de
cambio que han permitido que ese conocimiento a pesar de estar inserto en una
estructura de apropiación privada capitalista se haya convertido en una
mercancía que ya el capital no puede controlar. En ese sentido, la nueva
composición de clases, la nueva composición de la fuerza de trabajo, lo que nos
dice que es ese conocimiento, está ya tendencialmente en el cerebro colectivo,
puede estar en el cerebro del sujeto proletario, por decirlo más claramente, y
de alguna manera ahí la universidad tiene que jugar ese rol de multiplicar el
acceso al conocimiento y de dotar a los procesos de cambio social de una mayor
autoreflexividad. La universidad concebida de acuerdo con el paradigma liberal
clásico como el centro o el núcleo a partir del cual una pequeña élite se forma
para dirigir la sociedad pues simplemente es una antigualla de la historia. La
universidad en este momento tiene que entender, como lo demuestran las
experiencias más inteligentes, que el conocimiento es un bien común que los
sujetos se han apropiado. Y la universidad a partir de todos los procesos de masificación de la misma se convierte en esa
gran maquina, en ese gran dispositivo para hacer que ese conocimiento común
llegue de una manera democrática, igualitaria, horizontal a todos los estratos
de la sociedad. Sí el conocimiento es un bien común, parece que existen las
condiciones para afirmar que la democracia adquiere un nuevo grado de
consistencia y un nuevo grado de intensidad. Si el conocimiento es un bien común quiere decir también que ya
cualquier tipo de apropiación del excedente privado o del excedente común es
una contradicción. Si el conocimiento es un elemento que no se somete
fácilmente a procesos de explotación y de apropiación privada quiere decir que
lo común de la reproducción social se convierte en el horizonte hacia el cual
tienen que apuntar las sociedades. Si el conocimiento es común quiere decir que la distribución de ese producto
social tiene que operar en un contexto poscapitalista. Si el conocimiento es la
principal mercancía y el principal elemento a la hora de producir riqueza, no
se entiende bien como esa riqueza producida a través de esta fuerza productiva
que es el conocimiento podría ser apropiado privadamente. Si el conocimiento es
común quiere decir que la sociedad es sostenible ecológicamente porque esa
descripción del circuito global de reproducción nos está dando unos inputs
absolutamente valiosos para pensar un horizonte sostenible que por definición
tiene que ser poscapitalista.
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