miércoles, 20 de abril de 2011

NUEVO SUJETO POLÍTICO


AFIRMA EL ANALISTA ECONÓMICO ARGENTINO JULIO GAMBINA


“SI HAY UN LUGAR EN EL MUNDO QUE ESTÁ MOSTRANDO QUE EL CAMBIO POLÍTICO E INCLUSO REVOLUCIONARIO ES POSIBLE, ESE ES AMÉRICA LATINA”


POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ


Si bien es necesario cambiar el modelo productivo para reactivar la economía, ello no se pude hacer de cualquier manera porque termina siendo funcional a los intereses de las clases dominantes. El tema es para quién se crece, porque lo fundamental es terminar con la insatisfacción de necesidades populares, sostiene el economista argentino, catedrático universitario e investigador social, Julio Gambina.


El desafío entonces, afirma es "confrontar, enfrentar y derrotar el capitalismo". En ese sentido, afirmó durante su participación en el VII Seminario Internacional Marx Vive, América latina en disputa, los pueblos del sur deben apostar por una independencia de la economía mundial, tomando la propuesta del presidente venezolano, Hugo Chávez, de disolver el Fondo Monetario Internacional (FMI).


"Hay que reorganizar el sistema mundial y esa propuesta tiene que salir del Sur, pero no sale de una reunión de intelectuales, sino que tiene que ver con la construcción de una fuerza política que defina nuestro rumbo. Ya es hora de independizarnos del orden económico mundial", señaló.


“Hoy más que nunca se requieren de modificaciones sustanciales que aseguren soberanía alimentaria y de recursos naturales que vienen siendo explotados en forma creciente por las transnacionales. Es imperiosa la búsqueda de un nuevo orden mundial, lo que supone voluntades políticas nacionales para avanzar en cambios en sus respectivos países, al tiempo que articulen estrategias compartidas para la sustitución del modelo productivo actual”.


En su opinión, Estados Unidos que sigue manteniendo su hegemonía “resuelve las crisis con militarización y terrorismo global y por eso las invasiones territoriales y las agresiones a todos los pueblos que luchan por la emancipación”.


Gambina es economista, catedrático de la Universidad Nacional del Rosario, Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas (FISYP) de Argentina, miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y columnista de diversos medios de comunicación de su país y de América Latina. En su paso por Bogotá, concedió la siguiente entrevista al Observatorio Sociopolítico Latinoamericano www.cronicon.net.



UN SUJETO DIVERSO ESTÁ PROTAGONIZANDO EL CAMBIO EN AMÉRICA LATINA


- ¿En este momento en que América Latina vive una etapa de cambio y de resistencia social, considera usted que hay una reconfiguración del sujeto político?


- Sí, de hecho. Si uno compara las luchas del siglo XX con las que se han dado en las últimas dos décadas hay una configuración sociopolítica distinta. Cuando uno piensa en la revolución bolivariana y en el sujeto de la misma, éste lo constituyen los sectores más empobrecidos de Venezuela. Cuando uno observa el proceso boliviano encuentra la presencia del movimiento indígena, de los sindicatos campesinos, es decir, hay una diversidad de sujetos un tanto distinta a la concepción clásica que teníamos en el siglo XX de trabajadores, y expresamente uno lo ve en los procesos de Ecuador, Bolivia, Venezuela con mucha más claridad, porque el capitalismo contemporáneo generó una ofensiva contra el trabajo muy fuerte, ocasionando una flexibilidad laboral muy grande, mandando a mucha gente al desempleo. Muchos de esos trabajadores desempleados desarrollan su actividad haciendo “changas” como lo denominamos en Argentina, para señalar que no se trata de un trabajador tradicional que percibe un salario y organiza en su territorio donde vive, a la comunidad, por reivindicaciones que tienen que ver con la vivienda, con la educación, con la salud, con las condiciones con la vida y también lucha por el empleo y la generación de ingresos. Esas son las luchas que emergen en el último tiempo y que muestras que hay un sujeto distinto. ¿Por qué distinto? Porque el capitalismo ha cambiado y ha generado una subordinación de los trabajadores diferenciada, afectando y combatiendo los sindicatos. Por ejemplo, en la Argentina sólo el 13% de las empresas privadas aceptan delegados sindicales, con lo cual el nivel de sindicalización ha bajado mucho, si uno compara los años 50, 60 y 70 en los países latinoamericanos era muy importante las organizaciones de los trabajadores, por lo cual el sujeto sindicalizado era parte importante de la resistencia. Los sindicatos han sido destruidos por el poder dictatorial de los 70, por el poder neoliberal de los 80 y los 90 con lo cual hay una reconfiguración de los sujetos, porque lo que importa es el sujeto que lucha, y los sujetos que están protagonizando procesos de de transformación social en América Latina son un sujeto diverso, que entre otras cosas incorpora una visibilidad que antes no tenía el movimiento indígena.


- En este proceso de transformación social que se viene dando en Latinoamérica usted ha hablado de la necesidad de una institucionalidad popular. ¿A qué se refiere?


- La institucionalidad popular tiene que ver con que los trabajadores se animen a ocupar fábricas, por ejemplo. Es un proceso que se desarrolló mucho en la Argentina durante la crisis del 201 y se ha proyectado en América Latina. No es que antes no había empresas recuperadas, hay mucha historia sobre este experimento en el mundo, pero el ejemplo argentino cundió en Latinoamérica y se asumió por parte de trabajadores del Uruguay, y ahora en Venezuela, en 2010, hay una práctica de expropiaciones y de ocupaciones de fábricas por parte de los trabajadores con apoyo del propio gobierno, entonces eso supone pensar una nueva institucionalidad popular aún dentro del capitalismo. Pero ello también supone las nuevas experiencias de reformas constitucionales que ha habido en la región, concretamente los casos de Ecuador y Bolivia, aunque también la de Venezuela, pero principalmente las de los dos primeros países andinos mencionados que incluyen categorías tan importantes como la del Buen Vivir, lo cual supone discutir el patrón de consumo de la sociedad. En sociedades como la colombiana, la argentina y la brasileña, entre otras, lo que prima es el patrón consumista, el patrón del desarrollo individual, mientras que la estrategia del Buen Vivir, que hay que discutirla en las condiciones del siglo XXI, supone satisfacer necesidades del colectivo de la sociedad, y por lo tanto hay que pensar en soberanía alimentaria, soberanía energética para la producción y soberanía financiera para solventar todo esto.


- Al hablar de soberanía hay que necesariamente aludir al tema de la integración regional como un paso para lograrla, ¿no le parece?


- A todos estos temas que están sobre el tapete en América Latina como empresas recuperadas, economía popular, reformas constitucionales, hay que añadirle precisamente las nuevas experiencias de integración como es el caso del ALBA. Es un proceso que plantea una integración diferenciada que ya incluso inicia la perspectiva de una moneda común como el caso del Sucre, que si bien aún no es una experiencia consolidada, muestra que hay una creatividad popular en la región que está desarrollada en parte por los gobiernos y en parte por los movimientos sociales que se vienen constituyendo como un sujeto para la transformación.


- Su paisano, el politólogo Atilio Boron, ha señalado que este proceso de reformas y de transformaciones económicas y políticas que se viene dando en varios países latinoamericanos, si se consolida, puede dar paso a una revolución social. ¿Usted coincide con ese planteamiento?


- Si se profundiza un proceso de transformación productiva con toma de decisiones por parte de los trabajadores aún en países capitalistas, si avanzan los procesos de reformas constitucional con estas categorías que mencionaba, más otras que hacen a la participación democrática, a la democracia comunitaria, más allá de la democracia representativa que suponen las elecciones, sí, eso es un cambio. Es más, yo diría coincidiendo con Boron, que si hay un lugar en el mundo que está mostrando que el cambio político e incluso revolucionario es posible, ese es América Latina, lo que no quiere decir que vaya a suceder. No va a suceder porque la historia empuje solo hacia ese lado, eso va a acontecer si los pueblos se constituyen como sujetos conscientes para esa transformación que se sugiere en esta nueva institucionalidad popular.


- Una de las amenazas que usted ha señalado para el proceso de emancipación y de resistencia social en América Latina es el miedo. ¿Se consolida el miedo en nuestros países como un mecanismo de dominación?


- Así es. Hay muchos mecanismos de dominación que imponen miedo en la población. La población tiene miedo al desempleo, se genera miedo a la inseguridad física y patrimonial. Son todos miedos gestados deliberadamente y el miedo es paralizante, por lo tanto una de las grandes tareas es desarrollar una cultura del cambio político para enfrentar todos esos temores. Se trata de restaurar una cultura de la solidaridad, de la cooperación, de la lucha compartida para el Buen Vivir, desarrollando mecanismos y formas asociativas y populares que históricamente han estado en la conformación del ser humano, pero que se trata de traerlas a la realidad de este comienzo del siglo XXI.


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